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José Jara y García

Biografía

Jara y García, José. Alcantarilla (Murcia), 18.II.1788 – Madrid, 27.IV.1857. Guerrillero y general carlista.

Nacido en el seno de una familia noble y acomodada, se distinguió en el levantamiento de Murcia contra los franceses, contribuyendo a la creación de los escuadrones de voluntarios de la Fuensanta, en los que ingresó el 3 de julio de 1808 en la condición de soldado distinguido, montado, armado y equipado a su costa. Retirado del servicio en diciembre de 1809 al haber perdido un ojo en un accidente, Jara se inscribió en la coalición de españoles leales formada por José González Manrique, cuyo propósito era liberar a Fernando VII de su cautiverio mediante un atrevido golpe de mano. Durante el período constitucional laboró cuanto pudo en contra de los liberales, lo que le valió ser preso y deportado, no saliendo de la cárcel hasta después de la liberación de Fernando VII. Impulsó luego la creación de los voluntarios realistas en su provincia, organizando un batallón del que primero fue capitán y luego comandante.

Conspirador ya desde finales de 1832 en pro de don Carlos, lo que le obligó a fugarse en varias ocasiones de su domicilio, el 1 de enero de 1835 fue nombrado por el pretendiente coronel de caballería y 2.º comandante general de La Mancha, a las órdenes del brigadier Isidoro Mir. Tras la muerte de éste en combate en junio de 1835, Jara se hizo cargo del mando, siendo su primer cuidado organizar y disciplinar sus tropas, “depurándolas al propio tiempo de los muchos elementos de brigandaje que a la sombra de cualquier bandera política se agrupan en estas ocasiones [...] Por fin lo consiguió y organizadas sus fuerzas, testigos son todos los pueblos que recorrieron, de su subordinación, disciplina y buen comportamiento. Jara hacía la guerra noblemente y sus tropas jamás vejaron a nadie, ni aun a los más señalados en los pueblos por sus ideas liberales” (Chamorro, 1854-1857).

Entre junio de 1835 y marzo de 1838 mandó personalmente cuarenta y ocho acciones de guerra, perdiendo a su hijo mayor en la de Bodonal (16 de junio de 1836). En septiembre de 1837 derrotó por completo a una columna isabelina en la ermita del puerto de Plasencia, armando con sus armas dos batallones de voluntarios y entrando posteriormente en Béjar, donde desarmó a su milicia. El 13 de octubre de 1837 fue promovido por don Carlos a mariscal de campo, pero el 18 de febrero de 1838, cuando compareció con sus hombres ante Toledo, fue derrotado por Flinter, teniendo que retirarse hasta Los Yébenes, donde fue completamente derrotado, dejando en manos de los liberales trescientos heridos y mil trescientos prisioneros, buena prueba de la importancia que en esta época habían adquirido las guerrillas de La Mancha.

En marzo de 1838 se unió a la expedición de don Basilio, que había sido enviada para regularizar la guerra en La Mancha, mas éste dio crédito a las acusaciones que contra él hicieron sus enemigos y, tomando como pretexto el desastroso resultado de la acción de Yébenes, le destituyó y mandó encarcelar y formar causa. En tal estado se encontraba cuando, sorprendidas las tropas de don Basilio en Béjar por el general Pardiñas, cayó prisionero de los isabelinos, que le condujeron, primero, a Badajoz y, luego, a Cádiz y Sevilla, en cuyo depósito permaneció hasta el 22 de enero de 1841, en que consiguió la libertad, pasando a residir al extranjero hasta 1845, en que se estableció en Madrid con sus hijas, de las que se hallaba separado desde el comienzo de la guerra.

En 1848, ante la oleada revolucionaria que conmovía Europa, Jara ofreció sus servicios al general Narváez, que los aceptó gustosamente y le encargó que se ocupase de impedir que volviese a brotar la guerra civil en La Mancha, tarea en la que tuvo notable éxito, consiguiendo que sus antiguos compañeros depusieran las armas, motivo por el que se le revalidó en su empleo de mariscal de campo, concediéndosele cuartel para la Corte, donde residió hasta su muerte.

Dada la visión que suele tenerse de los jefes carlistas de La Mancha, se considera de interés reproducir aquí el juicio que, sobre su persona, hizo Chamorro: “El general D. José Jara y García, vivió y murió pobremente y esta circunstancia que nos consta, prueba cuanto se equivoca el espíritu de animosidad y de partido, cuando atribuye a los jefes que en las contiendas civiles se encuentran colocados en las circunstancias de Jara, medios de aumentar su fortuna. Indudablemente los hubiera tenido si no hubiera sido menos honrado; pero durante la guerra no consintió jamás el pillaje, ni el merodeo y su familia reducida a la miseria en Madrid, no recibió nunca el menor auxilio de su parte, porque vivió siempre atenido a la ración como un soldado”.

 

Bibl.: P. Chamorro y Baquerizo, Estado Mayor General del Ejército Español, Madrid, R. Santacana, 1854-1857 (sección de mariscales de campo).

 

Alfonso Bullón de Mendoza y Gómez de Valugera

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