Morales Moller, Antonio. Lorca (Murcia), 1813 – Cuba, 1.VIII.1854. Militar y caballero Laureado de San Fernando.
Tuvo entrada en el Ejército en junio de 1830 en clase de soldado de Infantería, pasando tres meses después a la de distinguido.
Por gracia especial fue admitido en 1831 como cadete en el Regimiento de Borbón, siendo tres años después promovido a subteniente, interviniendo enseguida con este empleo en la lucha contra los carlistas y distinguiéndose en 1834 en la acción del puerto de La Población.
Al ser fortificada Maestu (Álava) en 1834, entró en el mes de marzo a formar parte de su guarnición, compuesta por nueve compañías del Regimiento de Borbón al mando del primer comandante Francisco Álvarez del Manzano, siendo gobernador de la plaza el coronel Juan José de Caula.
El enemigo puso sitio a la plaza en varias ocasiones, pero su guarnición resistió bravamente. El 30 de enero de 1835 sufrió un primer ataque en presencia de don Carlos y dirigido por Zumalacárregui al mando de siete batallones de Infantería, Caballería y varias piezas de artillería, siendo rechazado el asalto.
En el mes de febrero se produjo otro ataque de tres batallones, que se repitió el 7 de marzo, siendo el más duro el que tuvo lugar el 3 de abril, en el que fueron rechazados los carlistas tras doce horas de combate y después de haber hecho más de doscientos disparos de cañón.
Liberada la plaza el 7 de abril por el general Luis Fernández de Córdoba, en ese mismo día se publicaba la siguiente Orden General alusiva a los defensores de Maestu: “La guarnición de Maestu se ha hecho digna del aprecio de la Reina nuestra Señora, de la admiración y gratitud de la patria.
Durante 15 meses de continuo sitio o bloqueo ha visto estrellarse contra sus débiles fortificaciones los perseverantes esfuerzos del enemigo, ha sufrido con heroica constancia las mayores privaciones y fatigas.
En completa incomunicación con todas partes, ha sacrificado a su Reina y a su patria todas las afecciones privadas del ciudadano; un solo desertor, un solo hombre débil o cobarde no ha empañado la gloria de sus brillantes armas: la disciplina se ha conservado en toda su pureza: oficiales, sargentos y soldados, todos han rivalizado en bravura y decisión: todos se han hecho merecedores de que el ejército los conozca como el verdadero modelo de las virtudes que siempre le caracterizaron. Su noble ejemplo no puede dejar de excitar la admiración, y de hallar imitadores entre los militares españoles.
Para hacer justo homenaje al relevante mérito de dicha guarnición hasta donde alcanza mi autoridad, y mientras imploro de S.M. las debidas recompensas, he resuelto: 1.º- Dar las gracias en nombre de S.M. y del Excmo. Sr. General en jefe del ejército, al gobernador, señores jefes, oficiales, sargentos y tropa de la benemérita guarnición de Maestu, y que esta orden se publique en la general del ejército que opera en las provincias de mi mando, hasta que el Excmo. Sr. General en jefe mande hacer extensiva a la de todo el ejército del Norte.
2.º- Que el gobernador y los jefes de la guarnición me pasen con toda brevedad noticia de las personas y acciones más sobresalientes, para que recaiga sobre ellas la debida recompensa y estímulo. 3.º- Que el primer día que formen las tropas de aquella guarnición con las que se hallan a mis inmediatas órdenes en la ciudad de Vitoria, y a presencia de su vecindario, pasen formadas en columnas con distancia por delante de todos los cuerpos, y que éstos, con las armas presentadas y banderas desplegadas, saluden a tan bizarros compañeros de armas a la voz de sus respectivos jefes por la aclamación de viva la guarnición de Maestu, honor a sus virtudes.
Nombrado el general Valdés ministro de la Guerra y comandante general en jefe de los Ejércitos de Operaciones y Reserva, se dirigía a éstos desde Vitoria el 18 de abril de 1835, recogiendo el artículo 3.º de la Orden General de dicho día las siguientes concesiones: Quedan condecorados con la cruz de S.
Fernando de segunda clase todos los oficiales, y con la de Isabel II los demás individuos de las guarniciones de Olazagoitia y Maestu, sin perjuicio de otras recompensas...”.
La concesión de la Cruz Laureada de San Fernando a todos los oficiales que participaron en la citada defensa fue muy controvertida, ya que no se realizó el preceptivo juicio contradictorio, no obstante lo cual les sería concedida por Real Orden de 16 de mayo de 1840.
Siguió en campaña durante el resto de 1835, hallándose en las acciones de Artaza, Arrigorriaga, castillo de Guevara y Montejurra.
En 1836 fue ascendido a teniente, continuando en combate con el Regimiento de Borbón, en cuyas filas se batió en Arlabán, Borda de Íñigo y Luchana, cayendo herido de bala de fusil en Erandio.
Al año siguiente se encontró en las acciones de Zornoza, Aranzueque y Chiva, siendo recompensado por esta última con una Cruz de San Fernando de 1.ª Clase.
Al año siguiente combatió en Medianas y Bortedo, Allo y Dicastillo, y Peñacerrada, y en 1839 en Ramales y Guardamino, ganando en ese año el empleo de capitán por méritos de guerra.
Tras tomar parte en 1840 en los sitios y toma del castillo de Segura, Morella y Berga, al término de la guerra pasó a la situación de excedente, hasta que en 1842 fue destinado al Regimiento de Navarra.
Embarcó hacia Melilla en 1847, guarneciendo las islas Chafarinas y enfrentándose a los moros en la acción del 16 de marzo de 1848, recibiendo como premio una segunda Cruz de San Fernando de 1.ª Clase. En el mes de noviembre fue ascendido a segundo comandante y trasladado al Regimiento de Gerona, con el que en 1849 se encontró combatiendo a los carlistas en Vascongadas.
En enero de 1852 pasó con el empleo de primer comandante al ejército de Cuba, prestando los siguientes dos años servicios de guarnición, hasta su fallecimiento.
Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Secc. 1.ª, leg. M-4074.
J. L. Isabel Sánchez, Caballeros de la Real y Militar Orden de San Fernando. Infantería, t. I, Madrid, Ministerio de Defensa, 2001.
José Luis Isabel Sánchez