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Mariano Carrillo de Albornoz y Archer Meireles y Sansó

Biografía

Carrillo de Albornoz y Archer Meireles y Sansó, Mariano. An­tequera de Oaxaca (México), 20.VII.1783 – La Ha­bana (Cuba), 1860. Militar, mariscal de campo procedente de Ingenieros, escritor.

Ingresó en el Ejército en la clase de cadete en el Regimiento de Guardias de Infantería Española en Madrid, en septiembre de 1800, comenzando sus estudios militares en la Academia de Reales Guardias. Entraba en el Cuerpo de Ingenieros, después del preceptivo examen, en 1803, aunque posteriormente perfeccionaría sus estudios, de forma brillante, en la Academia Específica de Ingenieros de Alcalá de Henares, de donde salía en 1806.

Participó activamente en la Guerra de la Independencia, ascendiendo a capitán en 1809 por su actuación en las batallas de Mengíbar y Bailén. Posteriormente fue destinado a la Subinspección de Ingenieros de Granada, actuando, a partir de ese momento, integrado en el Ejército de Andalucía llamado mas tarde del “Centro”, con el que tomó parte en las batallas de Almonacid y Ocaña, fortificó Puertollano y estuvo en la retirada por Sierra Morena, primero hasta Sevilla y después a Cádiz.

En 1810 estaba organizando el Batallón de Zapadores de la isla de León, para el que construía parte de sus dependencias y acuartelamiento, hasta que se le designaba para dirigir la Academia provisional del Real Cuerpo de Ingenieros que debía organizarse en Cádiz (la de Alcalá de Henares había sido cerrada por la guerra) al tiempo que se le encomendaba la “formación de tratados con que debían estudiar”. Compatible con su nueva responsabilidad, construyó las baterías del Portazgo, los refuerzos de las de Santi Petri y la jefatura de la Comandancia de la Carraca. Después de un intento anterior, fallido, de abrir la Academia de Ingenieros en Mallorca para la que fue designado director, finalmente abría sus puertas la de Cádiz en 1811, debiendo Carrillo de Albornoz encargarse del examen de los aspirantes que deseaban ingresar en el Cuerpo de Ingenieros. Permanecería en esta última plaza hasta 1814, año en el que era destinado a Granada, para pasar dos años después como profesor a la Academia de Ingenieros de Alcalá de Henares, su antigua ubicación hasta el comienzo de la guerra con los franceses y que acababa de reabrirse. Nada más llegar, se le encargaba la redacción de un texto de “Estrategia”, materia que no se había tratado hasta el momento en los centros de enseñanza militares. Durante esos años escribió diversos textos sobre estrategia (ya señalado), topografía y arquitectura, destinados para la enseñanza en la Academia, aunque algunos también se utilizaron en otros centros, como en la Escuela de Arquitectura. Debido a su prestigio y al apoyo de Zarco del Valle, entró también a formar parte de la Junta Auxiliar de Indias como secretario.

En 1817 fue destinado a la provincia de Yucatán como comandante de Ingenieros, aunque estuvo algún tiempo en Cuba con licencia, de paso para su nuevo destino. Aprovechaba su estancia en la isla para realizar un informe sobre la posibilidad de derribar la Muralla de la Sal sin que afectara a la defensa de la ciudad. En 1819 estaba en su destino de Yucatán, donde su gestión fue tan eficaz que tanto el ayuntamiento como la diputación de Mérida solicitaban del rey su permanencia. Sin embargo, caída la región tras la rebelión de Iturbide, prefirió marcharse a Cuba antes de reconocer a las nuevas autoridades, manteniendo su lealtad a la corona, a pesar de su nacimiento en Nueva España. En efecto, en pleno proceso independentista de Nueva España, intentó convencer al gobernador Castro de aceptar y jurar la Constitución de 1812. Ante el fracaso de su propuesta, asumía el mando político de la provincia el 6 de junio de 1820. Durante su gobierno estableció en Mérida (capital del Yucatán) una cátedra pública y gratuita de Matemáticas en su propia casa, bajo la dirección del profesor José Martín y Espinoza. En 1821, después de una breve estancia en España, llegaba a la Habana, tras un penoso viaje, en el que llegó a perder todas sus pertenencias. En la isla se encargaba inicialmente de ordenar el Depósito Topográfico y de la fortificación de la Comandancia.

Nombrado director del Real Colegio Militar de Granada volvía a la Metrópoli en 1823. Dos años después estaba en Málaga, donde aplicaba casi por primera vez en España, el método de Mac Adam para la compactación de un camino, concretamente en el de Málaga (en la ciudad y por encargo de su ayuntamiento, realizaba además obras para encauzar el río Guadalmedina y evitar su desbordamiento) a Torremolinos. En 1826 estaba destinado como jefe de la Comandancia de Ingenieros de Ceuta, donde redactaba una memoria sobre dicha plaza y escribía sus Observaciones sobre el Imperio de Marruecos, y tres años más tarde, realizaba una serie de obras en Algeciras, como paseos, pasarelas sobre ríos y algunos malecones. El ayuntamiento de Algeciras, en los primeros años de la década de los treinta del siglo XIX, posiblemente entre 1833 y 1834, acordó y puso en marcha la creación del paseo de María Cristina, al norte de la ciudad, que fue diseñado por el entonces coronel, Mariano Carrillo de Albornoz. Posteriormente dirigió diversas obras en Málaga y Granada, pasando más tarde a Madrid, al ser nombrado vocal de la Junta Superior Facultativa del Cuerpo de Ingenieros y jefe del Museo del citado Cuerpo. En 1834 era designado diputado en Cortes por Málaga. En ese año, realizaba excavaciones arqueológicas en la Villa de Cártama, “en averiguación de ruinas y monumentos antiguos”.

En 1838 era nombrado Director Subinspector de Ingenieros de la Comandancia de Cuba, con sede en La Habana, donde tuvo un dilatado periodo de su vida, ciudad en la que, de forma especial, realizó numerosas obras militares, civiles, urbanísticas y de obras públicas. El mismo año en el que fue destinado a Cuba, 1838, había editado su Tratado de Agrimensura, lo que le sirvió de mérito para que fuese elegido académico de número de las Reales Academias de Bellas Artes de San Fernando, y de la de Ciencias. Su mayor aportación la llevaría a cabo entre 1840 a 1845, en el que Carrillo planificaba y construía un plan de paseos y calzadas vertebrado por el Prado y la línea de terrenos libres de las murallas: el paseo de Carlos III, conjunto que comprendía, la Alameda de Isabel II, las calzadas de la infanta Luisa Fernanda y de la Reina, la de Belascoain y el paseo Militar o del Príncipe, obras terminadas hacia 1850. Además, realizaba obras de saneamiento de la capital (alcantarillado), alumbrado de las calles por medio del gas y su pavimentación, utilizando nuevamente el método Mac-Adam, el Hospital Militar de la Factoría, el cuartel San Ambrosio y un proyecto del edificio de la Subinspección de Ingenieros. También hizo planos para la ciudad de Matanzas y del Puerto de Santiago de Cuba y, finalmente, los faros de Matanzas, San Antonio y Manzanillo. También destacaba en obras arquitectónicas, como la remodelación del Teatro Principal y del Coliseo en la Alameda de Paula o en proyectos como los del Colegio General de la ciudad, o en la ermita de San Nicolás, todas ellas construidas según preceptos del neoclasicismo. Entre otras obras dirigidas más vinculadas a su cargo militar, destacan las intervenciones en la Cortina de Valdés y la Puerta de Tierra, la construcción del muelle de San Francisco y los puestos de seguridad para los paseos. Además, construyó y habilitó cuarteles aprovechando la reciente desamortización de Mendizábal, caso del Colegio de Belén en 1842. Entre 1847 y 1851 se construyeron bajo su dirección las siguientes carreteras, según datos de Pezuela: la prolongación de la Calzada del S.E. entre S. Francisco de Paula y Guines, la Calzada de San Lázaro desde Beneficencia hasta el Torreón, un repaso de la Calzada de Vives desde el Arsenal al Puente de Cristina, el camino de Luyanó a Guanabacoa, el camino de Luyanó a Bucaranao, la carretera a Santiago de Cuba y, finalmente, el camino a la farola de Batabanó. Además, llevó a cabo la reparación de los puentes de Calabazas, Arroyo Jibaro, Maboa y Agua Dulce, Juan de Toro, Alambique, Sarama, Guacan, de la Fundición, San Luis de Yumuri y de Marianao.

El 14 de agosto de 1854 pasaba, a petición propia, a la situación “de cuartel” en la plaza de La Habana.

Entre sus condecoraciones destacan: Caballero de la Orden de Calatrava (1836) y Gran Cruz de la de San Hermenegildo, Gran Cruz de la Real Orden Americana de Isabel la Católica (1843). Era, además, académico de número de las Reales Academias de Bellas Artes de San Fernando (Arquitecura), de la de Ciencias, y de la Academia de Nobles Artes de Zaragoza. También estaba en posesión de la Cruz de San Fernando de 1ª clase.

 

Obras de ~: Curso elemental de Ingenieros civiles por D. M. Mahan. Traducido del Inglés por M. C. de A., Nueva York, 1837; Tratado de Topografía y Agrimensura, Madrid, Imprenta de Cruz González, 1838; Apuntes sobre los Hospitales Militares, 1842; Elementos de Arquitectura. Traducidos al castellano y au­mentados con notas por el Mariscal de Campo Mariano Carrillo de Albornoz, Madrid, Imprenta Nacional, 1848, 2 vols.; Pron­tuario elemental de construcciones y de arquitectura, New York, Imprenta Colman, 1854.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General Militar (Segovia), Exps. personales.

J. Almirante, Bibliografía Militar de España, Madrid, Im­prenta y Fundición de Manuel Tello, 1876; Estudio Histórico del Cuerpo de Ingenieros del Ejército, Madrid, Est. Tipográ­fico Sucesores de Rivadeneyra, 1911, 2 vols.; R. Gutiérrez y C. Esteras, Arquitectura y Fortificación. De la Ilustración a la Independencia Americana, Madrid, Ediciones Tuero, 1993; J. O. Moncada Maya, Ingenieros Militares en Nueva España. Inventario de su Labor Científica y Espacial. Siglos XVI-XVIII, México D.F., Universidad Autónoma de México, 1993; L. de Sequera Martínez, Historial de las Unidades de Inge­nieros en Ultramar (la Campaña de 1898), Madrid, Talleres del Centro Geográfico del Ejército, 1999; M. Silva Suarez, El Ochocientos: Pensamiento, profesiones y sociedad, Zaragoza, Real Academia de Ingeniería - Institución Fernando el Católico - Prensas Universitarias, 2007; C. Laorden Ramos, Obra Civil en Ultramar del Real Cuerpo de Ingenieros, Madrid, Ministerio de Defensa, 2008, 2 vols.; I. J. López Hernández, “Antonio Montenegro y las funciones del Ingeniero Militar en la Cuba del ochocientos”, en Quiroga. Revista de Patrimonio Iberoamericano, 5 (2014), págs. 74-84; A. Benítez Gallardo, “El parque María Cristina de Algeciras”, en Revista Almoraima, 41 (2014), págs. 379-392; “Brigadier Mariano Carrillo de Albornoz Archer. Natural de Antequera (México)”, en Investigaciones Históricas Provinciales Malagueñas, [en línea], disponible en http://investigacionesprovincialesmalaguenas.blogspot.com/2018/03/brigadier-mariano-carrillo-de-albornoz.html, 19 de marzo de 2018.

 

Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño

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