Allende y Unzaga, Ignacio José. San Miguel el Grande (hoy San Miguel Allende, Guanajuato, México), 21.I.1769 – Chihuahua (México), 26.VI.1811. Militar de profesión e insurgente criollo, encabezó la rebelión que dirigió el cura Hidalgo y recibió el título de capitán general del primer levantamiento popular de México en 1810.
Era el quinto hijo de un matrimonio español, distinguida familia del comercio local, dedicada a la cría de ganado bovino y lanar en San Miguel el Grande, provincia de Guanajuato (Nueva España). Estudió en la escuela del Oratorio de San Felipe Neri y en el Colegio Salesiano, y a los dieciocho años, huérfano de padre y madre, se reveló, por su afición a los caballos y su destreza en la lidia de corridas de toros, como uno de los “catrines” (bien vestidos, joven de la buena sociedad) más destacados entre las familias de San Miguel.
A los ventiún años ingresó en el cuerpo de Granaderos y fue destinado al Regimiento ubicado en su ciudad natal, alcanzando en 1795 el grado de teniente.
Según un oficio del ayuntamiento, era “soltero, robusto y apto para la carrera militar”. Compartió la milicia junto a sus hermanos Domingo y José María, también tenientes de granaderos, y con Juan de Aldama, alférez y más tarde compañero de insurgencia.
En 1800 sirvió en San Luis Potosí a las órdenes del coronel Félix María Calleja, que años después sería virrey de Nueva España. Participó en la persecución de partidas de bandidos y en la del aventurero norteamericano Felipe Nolland, que pretendía conquistar parte del territorio de las provincias del norte.
En 1806, se trasladó con su regimiento a Ciudad de México, donde el virrey había establecido un cantón de tropas, y posteriormente se le destinó a Jalapa (Veracruz) coincidiendo con oficiales jóvenes criollos con quienes compartía nuevas inquietudes. Se encontraba de servicio en Jalapa cuando llegaron las primeras noticias de los cambios acaecidos en Madrid, el levantamiento contra Godoy y la rebelión de las provincias peninsulares ante la invasión francesa. Con este motivo, los oficiales criollos del cantón de Jalapa celebraron reuniones políticas y se adhirieron a quienes en Ciudad de México y lugares del Bajío se manifestaban en contra de la monarquía napoleónica, a favor de la autonomía y la constitución de una Junta, independiente de las que se habían formado en la Península.
Tras la caída del virrey Yturrigaray (1808) depuesto por los españoles radicados en la capital, se disolvió el cantón de Jalapa y regresó a San Miguel Allende, alcanzando el grado de capitán. En esta zona, con la colaboración de familiares y amigos, desplegó una actividad conspirativa que le permitió viajar por la región, estableciendo redes de comprometidos y centros de discusión de las nuevas ideas. En 1810, en contacto con el cura de Dolores, Miguel Hidalgo y Costilla, a quien tenía por hombre ilustrado y sabio, capaz de entusiasmar a las multitudes, decidieron ambos aprovechar una próxima feria comercial para iniciar el movimiento popular a favor de la independencia.
Descubierto el grupo de conjurados establecido en Querétaro, y ante la posibilidad de una represión generalizada, Hidalgo y Allende adelantaron el llamado “Grito de Independencia” a la madrugada del domingo, 16 de septiembre de 1810. El cura Hidalgo exclamó: “No conviene que siendo mexicanos, dueños de un país tan hermoso y rico, continuemos por más tiempo bajo el gobierno de los gachupines. ¡Viva la América, Viva Fernando VII, Muera el mal gobierno!”.
Allende, por su parte, organizó una columna de soldados que salió de Dolores para liberar a San Miguel.
Pero muy pronto se manifestaron graves diferencias entre ambos líderes, porque mientras Allende trataba de profesionalizar el ejército insurgente, Hidalgo abría sus brazos a las masas campesinas y de indios, que dieron un sesgo de violencia a la columna libertadora, propiciando saqueos y robos en las ciudades por donde pasaban. El 28 de septiembre, tras conquistar Celaya, Salamanca, Irapuato y Silao llegaron a Guanajuato, tomada inicialmente por el Regimiento de Dragones de la Reina, mandado por Allende, aunque al llegar la masa de sus seguidores asaltaron la Alhóndiga de Granaditas y se multiplicaron los saqueos por toda la ciudad.
En octubre, la columna insurgente se dirigió a Valladolid (actual Morelia) que recibió con entusiasmo a los 60.000 hombres y los numerosos cañones que la componían.
El 21 de octubre en Acámbaro, se proclamó generalísimo a Miguel Hidalgo, mientras Allende recibía el título de capitán general. Tras una serie de maniobras y acciones envolventes brillantemente resueltas, Allende logró derrotar al teniente coronel Torcuato Trujillo, recién llegado de la Península, en la batalla del Monte de las Cruces, en la que los realistas perdieron a sus mejores jefes, hombres y material de guerra. Los insurgentes, acampados en la Venta de Cuajimalpa, a la vista de la Ciudad de México, enviaron un emisario al virrey Francisco Javier Venegas solicitando su rendición, lo que el virrey rechazó.
Convocada una junta de jefes, en la que Allende exigió el avance inmediato, atacando “a sangre y fuego” la capital, Hidalgo prefirió ordenar la retirada a Valladolid o Querétaro, para reorganizarse y acopiar más fuerzas. La decepción de Allende marcó el inicio de su enfrentamiento. Por otra parte, la llegada desde el norte del general Félix María de Calleja, que acudía en auxilio del virrey, revertió completamente la situación.
Derrotados los insurgentes el 7 de noviembre de 1810 en Aculco, se retiraron desmoralizados y diezmados.
Hidalgo se refugió en Guadalajara mientras Allende se encerraba en Guanajuato, que también conquistó Calleja tres semanas después.
El movimiento insurgente iniciado en Dolores cuatro meses antes llegó a su final en la batalla del Puente de Calderón, el 17 de enero de 1811, en la que Calleja venció definitivamente a una fuerza combinada de seguidores de Hidalgo y Allende, quienes se retiraron rumbo a las provincias del norte pasando por Zacatecas y Saltillo. En esta ciudad, los jefes militares sobrevivientes exigieron a Hidalgo que depusiera el mando supremo y nombraron generalísimo del ejército insurgente a Ignacio Allende.
La culminación de la tragedia acabó en la Hacienda de Acatita, cerca de Monclava, donde el coronel Ignacio Elizondo, que se había pasado al bando virreinal, el 21 de marzo atacó y redujo a prisión a Allende y poco después a Hidalgo, que viajaba en retaguardia. Conducidos a Chihuahua, se inició un proceso de urgencia que condenó a Hidalgo a la pena máxima. Fue ejecutado en esta ciudad el 30 abril de 1811. Allende y sus compañeros Juan de Aldama y José Mariano Jiménez, tras un largo juicio militar fueron ejecutados en la plazuela de los Ejercicios de Chihuahua el 26 de junio. Sus cabezas, junto con la de Hidalgo, se enviaron a la ciudad de Guanajuato, donde se colocaron y fueron expuestas públicamente en los torreones de la alhóndiga de Granaditas.
Bibl.: A. Barajas Becerra, Generalísimo don Ignacio de Allende y Unzaga, fundador de la Independencia de México, México, Editores Mexicanos Unidos, 1969; J. M. Miquel i Vergés, Diccionario de Insurgentes, México, Editorial Porrúa, 1969 y 1980; F. Sosa, Biografías de mexicanos distinguidos, México, Editorial Porrúa, 1985.
Manuel Ortuño Martínez