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Manuel Montes de Oca y García de la Torre

Biografía

Montes de Oca y García de la Torre, Manuel. Medina Sidonia (Cádiz), 26.XII.1803 ‒ Vitoria (Álava), 19.X.1841. Marino y político, ministro de Marina.

Fueron sus padres Francisco Montes de Oca y Villacreces y María Josefa García de la Torre. Cuando sólo tenía seis años, la ocupación de su pueblo por las tropas napoleónicas obligó a su familia a buscar refugio en la Isla de León, donde comenzó los estudios primarios, que finalizó en su pueblo natal, libre ya de la invasión enemiga. El hecho de que un hermano de su padre perteneciera al Cuerpo General de la Armada influyó en la vocación del joven Manuel, que en enero de 1821 ingresó en la Academia de Guardias Marinas de San Fernando.

Concluidos los estudios elementales de su carrera con brillantes notas, embarcó en 1822 en la fragata Sabina al mando del capitán de fragata José María Chacón, con la que cruzó los cabos de San Vicente y Santa María en misiones de protección de los barcos procedentes de los virreinatos americanos. De la Sabina transbordó a la corbeta Aretusa, cruzando las costas de Galicia y Cantabria y apresando en la ría de Bueu una barca pirata con los botes de la corbeta, uno de los cuales lo mandaba el guardia marina Montes de Oca. En 1823 embarcó en la fragata Diamante, navegando de Cádiz a La Habana y en este puerto transbordó a la corbeta María Isabel al mando de Juan Bautista Topete Viaña, quien se mostró plenamente satisfecho de sus servicios y así lo hizo constar en su expediente personal. En atención a estos méritos le fue concedida por el Rey la Cruz de la Diadema Real de Marina (17 de noviembre de 1827).

Habilitado de oficial, su nuevo destino fue la fragata Zafiro, que se integró en una división que, al mando del capitán de navío Ángel Laborde, llevó en dos ocasiones tropas, víveres y pertrechos a los defensores del fuerte de San Juan de Ulúa con grave peligro, al estar en todo momento bajo el alcance de la artillería insurgente mexicana. En esta comisión también mereció por su pericia náutica, los más favorables informes.

Nuevos embarques en los buques Diana, Forastera, goleta Santa María, fragatas Perla y Restauración con tiempos alternativos de destinos en tierra en el arsenal de La Carraca, donde pudo ejercer también otra de sus aficiones predilectas, la literatura, con la publicación de poemas y artículos de acusado lirismo.

Ascendido a alférez de navío (31 de mayo de 1828), sus informes reservados dicen de él que “es de un talento muy despejado y claro, aplicado sobremanera, con mucha disposición para todo, y en la teoría de la navegación y maniobra, muy sobresaliente”. Con este bagaje navegó durante cuatro años en varios buques, siendo en el bergantín Realista cuando trabó conocimiento y amistad con el entonces brigadier Baldomero Espartero, que pasaba a Palma de Mallorca de guarnición, amistad que habría de romperse años más tarde por serias discrepancias políticas.

Destinado en el departamento de Cádiz, fue nombrado ayudante personal del capitán general del mismo, José de Quevedo, a quien sucedió Cayetano Valdés, quien, estimándolo “como oficial de luces e instrucción”, le propuso a los electores de Cádiz para procurador de los estamentos que iban a formarse, resultando elegido y pasando a Madrid en razón de este nuevo cargo, del que se posesionó el 21 de octubre de 1834, militando en el Partido Moderado, siendo su primera intervención como orador en la sesión del 6 de noviembre, con un discurso que fue muy elogiado. También intervino en otros debates, principalmente los referentes a su profesión de marino, y, elegido para una nueva legislatura, fue nombrado secretario del Estamento de Procuradores.

Ascendido a teniente de navío (12 de mayo de 1839), fue nombrado jefe de una de las secciones en que se estructuró el Ministerio de Marina, cargo en el que promovió una serie de reformas favorables para la institución. Elegido diputado en las Cortes, antes de que éstas se reunieran estalló el motín de los sargentos de La Granja de San Ildefonso, que obligó a la Reina Gobernadora a jurar la Constitución de 1812, lo que supuso un cambio radical en la política seguida hasta entonces. Ello motivó el cambio del gobierno superior de la Armada, cesando Montes de Oca en la jefatura de sección que desempeñaba, siendo destinado al departamento de Cádiz, donde continuó dedicado a sus estudios literarios.

Aprobada por las nuevas Cortes Constituyentes la Constitución de 1837, fueron convocadas elecciones generales, en las que el marino fue elegido diputado por la provincia de Cádiz. Siendo mayoría el Partido Moderado, se formó un ministerio presidido por el conde de Ofelia, al que solicitó y obtuvo su retiro como oficial de Marina, si bien siguió apoyando en las Cortes las cuestiones y proyectos de referencia directas a la Armada, “haciendo oír su voz en cuestiones graves en que se evidenciaron nuevamente su buen talento, su vasta instrucción y su honradez y severos principios”. En base a ello, el 16 de noviembre de 1839 fue nombrado ministro de Marina, Comercio y Gobernación de Ultramar, en el gabinete presidido por Evaristo Pérez de Castro. Poco duró su mandato (cuatro meses y veintidós días), pues, disueltas las Cortes por dicho Gobierno, fueron convocadas elecciones para el 18 de febrero de 1840. No le pareció bien esta convocatoria a Espartero, hecha sin habérsele consultado, lo que propició un enfrentamiento entre el Gobierno y el general en jefe del Ejército, enemistad que fue aumentando por día y que en Montes de Oca tuvo su reflejo al pedir en el Congreso el cese del general. La Reina no consideró prudente adoptar tal resolución y se produjo una crisis ministerial, que dio como resultado el cese de los ministros de Marina, Gobernación y Guerra, volviendo Montes de Oca a ocupar su escaño de diputado.

Nuevos y graves acontecimientos forzaron a la reina María Cristina a renunciar a su Gobierno, siendo nombrado regente del reino Baldomero Espartero, disolviéndose las Cortes y entrando a gobernar el Partido Progresista, sucesos que obligaron a Montes de Oca a exiliarse en París, donde desde un principio se dedicó a conspirar. Bajo la presidencia de María Cristina, se organizó un Gobierno provisional que debería ponerse al frente de un levantamiento general en España y en él participaba el marino. Fijado para octubre de 1841 el levantamiento contra Espartero, el general O’Donnell fue el primero de dar el grito de insurrección apoderándose en Pamplona de la ciudadela.

Le secundaron en Madrid Manuel de la Concha y Diego de León, que fracasaron en su intento de raptar a la niña reina Isabel II, siendo fusilado el último. En cuanto a Montes de Oca, se le había encomendado la sublevación en las Provincias Vascongadas, y así lo efectuó en Vitoria, donde formó una junta revolucionaria de la que fue elegido presidente.

El fracaso del golpe en Madrid y la huida del general O’Donnell a Francia lo dejaron a merced de la persecución del general esparterista Rodil, que puso precio a su cabeza, por lo que, traicionado por su propia escolta y llevado a Vitoria, fue fusilado el 19 de octubre, dando ejemplo de serenidad y entereza, lo que causó admiración y respeto en los ejecutores.

Muerto a los treinta y seis años de edad, sus condiciones privadas y el pormenor de la catástrofe que puso fin a sus días aumentaron la simpatía e interés por su persona. Así la Armada recuerda siempre con aprecio y con dolor su memoria. Así lo ve Francisco de Paula Pavía en Galería Biográfica, y así también lo vio Benito Pérez Galdós, que tituló uno de sus Episodios Nacionales con su nombre.

 

Bibl.: F. Pavía y Pavía, Galería Biográfica de los generales de Marina, jefes y personajes notables que figuraron en la misma corporación desde 1700 a 1873, Madrid, Imprenta J. López, 1873; J. Ramón Alonso, Historia política del Ejército español, Madrid, Editora Nacional, 1974; G. Bleiberg (dir.), Diccionario de Historia de España, Madrid, Alianza Editorial, 1981; J. Fernández Gaytán, “Don Manuel Montes de Oca, marino y político”, en Revista General de Marina (diciembre de 1995); J. M. Cuenca Toribio y S. Miranda García, El poder y sus hombres. ¿Por quiénes hemos sido gobernados los españoles? (1705-1998), Madrid, Editorial Actas, 1998.

 

José Ramón Cervera Pery

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