Pavía y Pavía, Francisco de Paula. Cádiz, 18.VII.1812 – Madrid, 7.XI.1890. Marino ilustrado, tres veces ministro de Marina en la Restauración.
Era hijo del jefe de escuadra José Fermín Pavía y Seix y de su mujer María de los Dolores Pavía. Aunque no se tienen datos fidedignos de su infancia, debió de transcurrir en la casa familiar, con prolongadas ausencias del padre, que estaba embarcado y realizaba frecuentes navegaciones entre América y Europa. Cuando apenas había rebasado los diez años de edad, ingresó en la Armada como aventurero (1 de julio de 1822) en La Habana y embarcó en la corbeta Diana, que mandaba su padre.
En Cádiz se trasladó al bergantín Aquiles (1 de mayo de 1823), al tomar su padre el mando de este buque de las fuerzas sutiles de Cayetano Valdés, con las que tomó parte en cuantos combates tuvieron lugar contra los franceses del duque de Angulema durante el sitio de Cádiz, donde se encontraba Fernando VII retenido por los liberales. En unión del navío Asia y a las órdenes del capitán de navío Guruceta se dirigieron al Pacífico (13 de enero de 1824) para realizar operaciones contra los insurgentes de Perú y Colombia.
Con su llegada a Callao de Lima, levantaron el bloqueo al que tenían sometida dicha plaza las fuerzas rebeldes. Ambos buques, con la corbeta Ica y los bergantines Pezuela y Constante, batieron (7 de octubre de 1824) cerca de la isla de San Lorenzo, a las fuerzas reunidas del Perú y de Colombia, siete buques en total, que se retiraron. Al capitular el Ejército del Perú en Ayacucho, salieron para Filipinas (5 de enero de 1825) el Aquiles, el Constante, el Asia y la fragata mercante Clarington. Fondeados en la rada de Umatag, en las Marianas (isla de Guaján), se sublevó la guarnición del Asia (13 de marzo) y, más tarde, la del propio Aquiles, obligando a desembarcar a José Fermín Pavía y a los oficiales, incluido el propio Francisco de Paula. Se dirigieron a Manila en dos fragatas balleneras inglesas y regresaron a España a bordo de la fragata mercante Victoria (20 de enero de 1826) con destino a Vigo y La Coruña. Cuando los Pavía, padre e hijo, se dirigían de La Coruña a Cádiz (16 de agosto), fueron hechos prisioneros por una goleta colombiana, la Angelita, cerca de las islas Sisargas, aunque el barco que los llevaba era sardo, y después de maltratarlos los dejaron libres en un pesquero matrícula de Camariñas, de donde se trasladaron a Ferrol, primero, y después a Madrid.
Francisco de Paula Pavía fue destinado al departamento de Cádiz para embarcar en el bergantín Diligente, hasta que pasó al apostadero de La Habana.
Al llegar a su destino embarcó en el navío Guerrero y, más tarde, en el bergantín Cautivo, con el que realizó una campaña al seno mexicano en la división naval del brigadier Laborde, que escoltaba a la expedición del brigadier Barradas para la reconquista de México.
Asistió al desembarco en Punta de Jerez y a las tomas de ambas orillas del río Tampico, estuvo en Nueva Orleans y regresó a La Habana cuando capituló el Ejército. Aprovechando las experiencias adquiridas durante la comisión, escribió el que sería su primer manuscrito, de 154 folios, en el que relata la comentada expedición.
Realizados los reglamentarios exámenes de guardia marina y oficial, el 22 de febrero de 1830 fue nombrado alférez de navío. Con este motivo cambió a la fragata Restauración y a la goleta Habanera, más tarde, donde durante una comisión hidrográfica a la parte septentrional de la isla de Cuba levantó el plano desde Bahía Honda al cabo de San Antonio (16 de agosto de 1831), por lo que fue felicitado. Pasó a la fragata Lealtad, que salió para La Coruña (23 de mayo de 1832) y seguidamente a Cádiz y embarcó en la goleta Mahonesa.
La goleta se trasladó a Barcelona (23 de agosto de 1834) para actuar en la costa catalana. El 10 de enero de 1836 desembarcó Pavía con la dotación de la goleta en el puerto de los Alfaques para ahuyentar a los carlistas de la población de la Rápita. A petición propia, fue destinado a las fuerzas navales de la costa cantábrica (29 de abril de 1836) como ayudante del general Primo de Rivera. Se halló en la toma del puerto de Pasajes (28 de mayo de 1836) y en el ataque a Fuenterrabía (11 de julio), donde demostró tal valentía, que le concedieron la Cruz de la Diadema Real y la de San Fernando de 1.ª Clase, por haber sido el primero que entró en la plaza. Ascendió a teniente de navío (27 de noviembre de 1836) y pasó a mandar la trincadura Valdés, teniendo a su cargo los apostaderos de Castro Urdiales y Socoa y el bloqueo del río Bidasoa. Después fue designado oficial de órdenes interino del general Morales de los Ríos; se halló en las acciones de los días 2, 3 y 4 de noviembre en la ría de Bilbao al introducir trescientos quintales de pólvora y víveres en la plaza bajo fuego enemigo, dirigió la acción del día 9 socorriendo con víveres al fuerte de Bureñas y el 12, mandando las fuerzas sutiles avanzadas, se batió todo el día dirigiendo la evacuación del puerto de Luchana. En diciembre, como ayudante del general Cañas, se halló en la construcción y desguace de cuatro puentes del río Nervión y su afluente el Galindo, operaciones realizadas bajo fuego enemigo.
También se halló en la gloriosa batalla de Luchana, en la noche del 24 al 25 del mismo mes, dirigiendo con su lancha la cabeza de la vanguardia de la columna de asalto, verificado lo cual y tomada la primera línea, saltó a tierra con la marinería que tenía a sus órdenes y bajo la dirección del brigadier de ingenieros Velasco rehabilitó el puente cortado de Luchana, bajo el fuego constante de dos baterías que trataban de impedir esta operación; lo que permitió la salvación de Bilbao, por lo cual se le concedió otra cruz de San Fernando de 1.ª Clase y el título de benemérito de la patria. También se halló el 17 y 18 de mayo en el ataque y capitulación de Irún y Fuenterrabía, habiendo entrado en el Bidasoa por delante y bajo los fuegos de esta última plaza; dirigió los desembarcos en Ondarroa y Motrico y capturó veintitrés lanchas de pesca carlistas.
El 24 de enero de 1838 pasó de ayudante del nuevo ministro de Marina, el general Cañas, y ascendió a capitán de fragata (8 de septiembre). Al cesar el ministro, volvió a Cantabria como mayor de órdenes (16 de agosto de 1839). Realizó un prolijo reconocimiento de la ría de Mundaca y apresó una goleta y cinco trincaduras carlistas. Mandó interinamente las fuerzas navales hasta que fue destinado de nuevo al apostadero de La Habana, donde se hizo cargo de la Secretaría de la Comandancia General.
Madrid se pronunció contra la Regente (1 de septiembre de 1840) y ésta abdicó, yéndose a Francia, e interinamente Espartero se hizo cargo de la Regencia.
Las Cortes declararon mayor de edad a Isabel II con tan sólo trece años. Pavía regresó a la Península (3 de julio de 1845) para ocupar la Secretaría de la Dirección General de la Armada.
En 1847 se inició la Segunda Guerra Carlista, en la que se defendían los derechos de Carlos (VI) (primogénito del primer pretendiente carlista), tras el fracaso de un intento de boda con Isabel II. La guerra concluyó (1849) con nuevo fracaso carlista y amnistía de la Reina. Pavía había ascendido a capitán de navío (19 de agosto de 1847) y siguió en el mismo puesto. El 29 de diciembre de 1852 ascendió a brigadier en el mismo destino, si bien la corporación pasó a llamarse Almirantazgo (7 de septiembre de 1855). Continuó hasta el 21 de enero de 1856, cuando suspendido de funciones, a consecuencia de la dimisión que, como los demás miembros del Almirantazgo, presentó de su destino, a consecuencia de haber propuesto el ministro una Ley de ascensos sin consultarles. No obstante, fue nombrado 2.º jefe del departamento de Ferrol (9 de agosto de 1856).
El Tribunal Supremo de Guerra y Marina aprobó que la separación de Pavía del destino de secretario del Almirantazgo no perjudicara a su futura carrera, manifestándole el reconocimiento de sus méritos y servicios. Fue nombrado comandante subinspector del Arsenal de Ferrol (13 de marzo de 1857), permaneciendo hasta el 6 de marzo de 1860, en que fue designado director de Armamentos, Expediciones y Pertrechos en el Ministerio de Marina hasta ser nombrado comandante general del apostadero de Filipinas (13 de febrero de 1863). El 22 de abril siguiente fue promovido a jefe de escuadra. Dirigió las operaciones que entre el 7 y el 10 de mayo de 1866 se llevaron a cabo en Río Grande de Mindanao contra los moros sublevados en la orilla derecha del brazo norte. Aplastada la rebelión, entregó el mando de la escuadra y del apostadero en Manila (29 de junio), regresando a la Corte hasta que fue nombrado capitán general del departamento de Ferrol (11 de mayo de 1867), donde permaneció hasta el 23 de septiembre de 1868, pues al recalar en la ría de Ferrol con el vapor Colón, de regreso de un viaje por el Norte con la reina Isabel II, familia y séquito, fue apresado por la fragata blindada Victoria, siendo conducido a La Coruña. El 30 del mismo mes pudo embarcarse, al anochecer, con riesgo de su vida, en el vapor San Quintín y salió del puerto durante la noche hacia Lisboa, donde permaneció hasta que, constituido el gobierno, se trasladó a la Corte (14 de octubre de 1868). El Gobierno provisional le declaró exento de servicio, es decir, en reserva.
Las arbitrariedades de la Reina y la dureza de los moderados unieron a progresistas unionistas y demócratas en una revolución antidinástica (la Gloriosa).
Prim y el almirante Topete iniciaron en Cádiz el pronunciamiento, cuya dirección asumió Serrano. Tras el triunfo de Alcolea y la huida a Francia de Isabel II, se constituyó un Gobierno provisional presidido por Serrano. Las Cortes eligieron rey (16 de noviembre de 1870) a Amadeo de Saboya. El 30 de diciembre de 1870 desembarcó en Cartagena el nuevo soberano.
Pavía fue promovido al empleo de vicealmirante (2 de agosto de 1869), en su situación, y se le nombró ministro del Consejo Supremo de la Armada (29 de septiembre de 1873). El 13 de febrero de 1874 fue elegido académico de la de Buenas Letras de Sevilla y felicitado por la autoría de su Galería biográfica y por la donación a la biblioteca de su manuscrito sobre historiales de buques de la Armada, desde 1700 a la fecha del documento. En 29 de enero de 1875 fue devuelto a la escala activa y se le nombró capitán general del departamento de Cartagena. El 10 de abril de 1877 fue nombrado senador vitalicio.
El asesinato de Prim y el paulatino fraccionamiento de los partidos de la Gloriosa impidieron la consolidación del nuevo Rey. Al amparo del cambio de régimen, se produjo un nuevo alzamiento carlista fallido, conocido como 1.ª fase de la Tercera Guerra Carlista. El conflicto planteado por el Cuerpo de Artillería precipitó el 11 de febrero de 1873 la abdicación de Amadeo I y la proclamación de la Primera República, que duró hasta el 29 de diciembre de 1874, cuando el general Martínez Campos proclamó la restauración de la Monarquía en la persona de Alfonso XII de Borbón, primogénito de Isabel II.
En su corta vida, la República había tenido que hacer frente a otra intentona carlista, conocida como la 2.ª fase de la Tercera Guerra Carlista, y a la Guerra Cantonalista. El nuevo Monarca reinó hasta el 25 de noviembre de 1885, en que falleció contagiado de cólera en Aranjuez.
Pavía fue nombrado ministro de Marina (23 de julio de 1877), dentro del Gabinete de Cánovas.
Se mantuvo en su puesto hasta el 9 de diciembre de 1879, pudiéndose considerar como el ministro más duradero de la época, polarizando su actividad en el vano intento de aumentar las nuevas construcciones y en reformar la reestructuración aprobada, meses antes, por Antequera (la primera reforma significativa de la Armada de la Restauración). En febrero de 1878 se iniciaron los principales cambios consistentes en la supresión de la Subsecretaría y en la aparición de una Junta Directiva del Ministerio, compuesta por el ministro, los miembros de la Junta Consultiva y los jefes de las distintas direcciones en las que se dividía el Ministerio. Pavía reformó también el Consejo Superior de la Armada. Desapareció como institución independiente y pasó a formar parte del Consejo Supremo de Guerra y Marina, que como tribunal fusionado llegaría hasta nuestros días. En 1878 se adquirió el cañonero Martín Álvarez, en los Estados Unidos, pero en 1882 se le tuvo que dar de baja por graves defectos en máquinas y calderas. Fue 1879 el año de los torpederos, el 14 de mayo se entregó el Castor y al mismo tiempo se encargaron dos buques similares, el Pólux y el Rigel; también en este año se botó en Cartagena el crucero Aragón y se cerraría el período con la entrega de las lanchas cañoneras Caridad y Tarifa para el Servicio de Guardacostas.
El 8 de febrero de 1881, Pavía volvió a ser nombrado ministro de Marina, esta vez en el Gabinete de Práxedes Mateo Sagasta, del Partido Liberal Fusionista.
Fue titular hasta el 9 de enero de 1883 y trató de reorganizar una vez más la Marina, pero prácticamente hasta 1883 no volvieron a tomarse decisiones orgánicas importantes, si se exceptúa la Ley de 7 de julio de 1882 (Real Decreto de 15 de julio), que, con sujeción a las bases en ella contenidas, buscaba se redactasen las leyes de organización, atribuciones y procedimientos militares, así como los códigos penales del Ejército y de la Marina. Un Real Decreto de 26 de junio de 1882 estableció la organización denominada “Pavía” para el cuerpo de Infantería de Marina.
En síntesis, se trataba de armonizar este cuerpo con la organización dada al Ejército. En 1881 se entregó la lancha cañonera Otalora, a cargo del presupuesto de Ultramar; fueron botados los cruceros de 3.ª clase Gravina y Velasco, ambos para Filipinas, y el crucero Navarra; finalizaron las obras de los cañoneros Pilar, botado en Cartagena, y Paz, construido en Ferrol; pusieron sus quillas otra serie de cañoneras, de 20 HP, en el arsenal de Ferrol, buques que llevarían los nombres de Lealtad, Intrépido, Colón y Mensajera, para operar en aguas poco profundas; también se pusieron las quillas en Ferrol de los futuros cruceros de 1.ª clase Alfonso XII y Reina María Cristina. En 1882, el arsenal de Cavite entregó en octubre el transporte de 150 toneladas Cebú; también se entregaron los cañoneros Eulalia y Alcedo; se pusieron las quillas de los cruceros de 3.ª clase Magallanes y Elcano, en el arsenal de La Carraca. A Pavía se debe la modernización de los talleres para construir buques de hierro y acero en los tres arsenales peninsulares.
Durante su época de ministro fue muy criticado por la prensa de oposición, los periódicos le llamaban “el Ministro más malo que la Marina ha tenido”.
Las razones eran por el estado calamitoso en que se encontraban las unidades de la Armada y la falta de nuevas construcciones. Pavía se defendía alegando la falta de fondos del Erario Público, prueba de ello eran los continuos recortes en el presupuesto de Marina, cosa que no ocurría con el Ejército, con un presupuesto que triplicaba al anterior.
Al cesar como ministro, fue nombrado capitán general del departamento de Cádiz hasta el 28 de enero de 1884, cuando se le designó consejero del Supremo de Guerra y Marina. Fue elegido vicepresidente del Senado en varias legislaturas y el 26 de agosto de 1889, nombrado para prestar su último servicio a la Armada: presidente de la Junta de redacción de un Código Penal Marítimo, ya que el 7 de noviembre de 1890 falleció en la Corte de enfermedad natural.
Se hallaba en posesión de las Grandes Cruces de Carlos III, Isabel la Católica, San Hermenegildo y del Mérito Naval, así como de las condecoraciones extranjeras de Gran Comendador de la Real Orden del Salvador de Grecia, Gran Cruz de la Orden Imperial de Leopoldo de Austria, Medalla de Oro del Dragón Volante de Annan (Escocia) y Gran Cruz de San Mauricio y San Lázaro de Italia. Figuraba como miembro de varias sociedades científicas y literarias.
Publicó muchos artículos en revistas y periódicos técnicos, y dejó una obra por todos los conceptos recomendable.
Obras de ~: Expedición para la reconquista de Méjico, Almería, 1829 (Boletín n.º 3 de la Librería “Granata”); Biografía del brigadier de la Armada, Don Cosme Damián de Churruca, que murió gloriosamente en el combate naval de Trafalgar, mandando el navío San Juan Nepomuceno, de 74 cañones, Madrid, publicada en el Estado General de la Armada, 1850; Biografía del Brigadier de la Armada Saturnino Montojo y Díaz, Cádiz, 1856; Galería biográfica de los generales de Marina, jefes y personajes notables que figuraron en la misma corporación desde 1700 a 1868, Madrid, Imprenta J. López, 1873-1874, 3 ts. y un apéndice; Noticia circunstanciada de los navíos, fragatas, urcas, corbetas, bergantines y vapores que ha tenido la Marina española en la fecha indicada, con expresión del paraje y año en que fueron construidos, vida, servicios y fin de cada bajel, Madrid, Museo Naval, ms. 1747, 1876; Don Miguel Grau, contralmirante peruano, Madrid, Fortanet, 1884.
Fuentes y bibl.: Archivo-Museo don Álvaro de Bazán (El Viso del Marqués, Ciudad Real), Exp. personal, leg. 620/903; Biblioteca Central Ministerio de Marina, Recortes de periódicos de la época del Ministerio Pavía en Marina, registros 17826 y 17827, Madrid, Gabinete particular Ministerio de Marina, 1833.
VV. AA., Enciclopedia Universal Ilustrada Europeo-americana, t. XLII, Barcelona, Hijos de J. Espasa, Editores, 1927; C. Martínez-Valverde, “Biografía de José Fermín Pavía y Seix”, en J. M.ª Martínez-Hidalgo y Terán (dir.), Enciclopedia general del mar, t. VI, Barcelona, Ediciones Garriga, 1957; A. Palau y Dulcet, Manual del librero hispanoamericano, t. XII, Barcelona, Palau & Dulcet, 1959; C. Fernández Duro, Armada española desde la unión de los reinos de Castilla y de Aragón, t. IX, Madrid, Museo Naval, 1973; G. Bleiberg (dir.), Diccionario de Historia de España, vol. III, Madrid, Alianza Editorial, 1979, pág. 192; F. Bordejé y Morencos, Crónica de la Marina española del siglo xix, 1868-1898, t. II, Madrid, Servicio de Publicaciones de la Armada, 1995; F. González de Canales, “Retratos de los Oficiales Generales del Cuerpo General de la Armada en la Jurisdicción Central de Marina”, en Catálogo de pinturas del Museo Naval, t. II, Madrid, Talleres Gráficos del Servicio de Publicaciones de la Armada, 2000; J. M.ª Jover Zamora (dir.), Historia de España Menéndez Pidal, t. XXXVI, Madrid, Espasa Calpe, 2000; J. Arencibia de Torres, Diccionario biográfico de Literatos, Científicos y Artistas militares españoles, Madrid, E y P Libros Antiguos, 2001 (Colección Persevante Heráldica Borgoña); H. Kinder y W. Hilgemann, Atlas histórico mundial II, Madrid, Ediciones Istmo, 2003; E. Martínez Ruiz et al., Atlas histórico de España II, Madrid, Ediciones Istmo, 2003.
José María Madueño Galán