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José Mongrell Torrent

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Biografía

Mongrell Torrent, José. Valencia, 17.X.1870 – Barcelona, 5.XI.1937. Pintor.

En un modesto inmueble de la calle de Cuarte, en Valencia, nació José Mongrell, hijo de Arturo Mongrell y de María Purificación Torrent. En 1885 ingresó en la escuela de Bellas Artes de de San Carlos y allí encontró en Pinazo a su gran maestro, no dejando de frecuentar, además, su propio estudio. En todo caso, durante estos años es difícil rastrear su obra, aunque en el retrato de Mi tía Amalia, figura de perfil, casi tomada de espaldas, realizada en 1887, ya adelanta sus dotes de retratista. Aún de estudiante, en 1890 participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes con Vencedores de Navas de Tolosa, composición totalmente abigarrada de personajes.

Finalizó sus estudios en 1891 e inició una década caracterizada por obras muy diversas, en las que la personalidad del pintor iba tomando cuerpo de forma paulatina. De este modo, si en 1891 pintó De merienda, plácida escena campestre, dos años después elaboró el sonriente rostro de un Valenciano, mostrando en 1894 sus Mosqueteros jugando al ajedrez, lienzo donde Mongrell elude el anacronismo del tema a través de una pincelada suelta que simplifica el motivo y define con amplitud a los personajes. En 1897 firmó Anciana con niña, lienzo donde es bien palpable la sensación de soledad, y participó en la exposición del Círculo de Bellas Artes de Valencia, denominada Apuntes de verano.

Hacia 1899 se desplazó a Madrid y en 1900 ya se encontraba en el estudio madrileño de Sorolla, donde contactó con Chicharro y Benedito. Al tiempo, tomó parte en el concurso de carteles promovido por El Liberal y obtuvo el primer premio a través de uno que muestra un taller de imprenta, diseñando, con insospechada variedad iconográfica, otros para la publicidad de Ponche español o del Papel de fumar Alcoy.

Artista de buena formación académica, también se adentró en estos años, y con éxito, en el retrato, para efigiar, entre 1900 y 1901, a varios miembros de la familia Togores, como a M.ª del Pilar, donde la niña muestra una especial dulzura en la mirada, o a Bernardino Roca, destacando de entre la severa vestimenta el ya viejo y enrojecido rostro junto a la presencia de un gran perro. Mientras, estudiaba en el Museo del Prado, actividad que efectuó durante toda su estancia en Madrid, y retornó esporádicamente a su Valencia natal, donde se encontraba, por ejemplo, en 1901, trabajando en sus envíos para la Nacional de ese mismo año.

En 1902 ganó el concurso para el cartel sobre los actos programados con motivo de la Jura de Alfonso XIII como Rey, y realizó, en una actividad incansable en este campo, otro para la Universidad de Valencia, que celebraba su IV Centenario, o el de la Feria de Julio de Valencia, encargo que volvió a recibir en los dos años siguientes. También elaboró en 1904 el cartel taurino para la Feria de Bilbao. En estos trabajos, Mongrell fue sustituyendo solemnes y bien modeladas figuras alegóricas por otras más silueteadas y plasmadas con flexible línea, convirtiéndose, de este modo, en el genuino introductor del modernismo en el cartelismo valenciano.

A la Nacional de 1904 acudió con varios cuadros bien valorados por Doménech en El Liberal, como el pequeño paisaje titulado La tormenta o un Retrato de señora, que el crítico sitúa, por su calidad, junto a los presentados por Sorolla o Casas. Sin embargo, fue el óleo Sin remedio, emotiva escena que muestra, en la penumbra, a un moribundo en su lecho, mientras una figura femenina se inclina en sollozos sobre su cuerpo, el que le proporcione una Tercera Medalla.

Por esta época concibió otras obras de interés, como A los toros, lienzo de notable acabado, lleno de espontaneidad en sus múltiples personajes, o Joven con abanico y Maja española, ambas de iluminados y bien delineados rostros, animados por juvenil sonrisa, frente a la soltura de pincelada que define sus oscuros mantones adornados con flores, casi diluyéndose en el ambiente de nocturnidad que rodea ambas figuras.

Agotada su estancia en Madrid, marchó Mongrell a Cullera en 1906 para instalarse en dicha localidad marinera. Ante la presencia de la playa fue cuando, tras los contactos con Sorolla y sus procedimientos técnicos, pudo mostrar esa fuerte luminosidad tan propia de su maestro y reflejar, en su misma línea, el anecdótico mundo de huertanos y marineros, aunque la propia evolución de su paleta, heredera también de Pinazo, no tardó en convertirle en personal representante del mejor regionalismo valenciano.

Mientras, pintó en 1907 Esperando la pesca, una de sus más delicadas escenas de playa, seguida, hacia 1908, de diversos temas que destacan por lo luminoso del ambiente y los detalles cromáticos en las vestimentas, no faltando, tal como ocurre en De vuelta del mercado, la gracia de la anécdota. En la Nacional de ese año obtuvo una Mención Honorífica en la sección de Arte Decorativo con uno de sus carteles, mientras su prestigio en este campo hizo que le llegasen peticiones desde los más diversos lugares. Por ello, diseñó a continuación el cartel de la Feria y fiestas de Toledo, de original y dinámico motivo, y un año después el cartel turístico para la Playa Real de San Sebastián, todo un ejemplo de modernismo con las sinuosas y simplificadas siluetas de las elegantes protagonistas.

De igual modo, cuando poco después se instaló en la casa del médico José Ferrer y decoró algunas de las estancias, los arabescos lineales con que refleja las alegorías sobre las cuatro estaciones o las diversas artes, convirtieron a este conjunto en todo un ejemplo del Art Nouveau español.

En torno a 1910 desarrolló una serie de escenas huertanas donde, a través de una pincelada suelta y enérgica, rudos mozos, de rostro tostado por el sol, dirigen sus galanterías a sonrientes muchachas que, halagadas, se contonean con sonriente gesto mientras llevan rebosantes cestos de uvas en sus manos.

En este conjunto, uno de los mejores de su carrera, figuran títulos como El piropo, El beso, Una broma o De comer uvas, siempre presente en ellos un jugoso entorno vegetal que envuelve a los personajes. Precisamente, con una de estas obras, titulada El naranjal, obtuvo una Medalla de Oro en la VI Exposición Internacional de Bellas Artes de Barcelona, evento celebrado en 1911.

Tampoco olvidó, durante esta época, reflejar el mundo del trabajo con obras plácidas como De vuelta de la pesca, donde una joven pareja camina sosegadamente junto al luminoso mar, o con Sacando la barca, donde cambia de registro al mostrar los esforzados gestos de los pescadores inmersos en su dura labor. En todo caso, el creciente prestigio de su nombre atrajo la atención de Artal, promotor de la pintura española en Buenos Aires, quien vendió en su salón de 1911 el cuadro recién galardonado en Barcelona. Avalado por las excelentes críticas locales, Mongrell remitió nuevas piezas al citado marchante para sus certámenes de 1912 y 1913. Tras el retorno de Artal a España, Justo Bou recogió el testigo y difundió, con éxito, su obra en Argentina y América del Sur.

Se trasladó a Barcelona en 1913 al conseguir la Cátedra de Dibujo en la Escuela de Bellas Artes y Artes Industriales de Barcelona, donde el alcoyano Rigoberto Soler, al que ya había atendido en Cullera, continuó como alumno suyo. También tuvo a su cuidado a un joven Luis Fernández, destacado pintor de vanguardia que guardó de él gran recuerdo como profesor, tomándole, en efecto, Mongrell bajo su protección e invitándole a continuar sus clases en su taller. Más adelante, Antoni Clavé también recibió clases de Mongrell en la sección de Pintura de dicha Escuela.

Desde la Ciudad Condal envió telas a las exposiciones organizadas por el Círculo de Bellas Artes de Valencia a primeros de año, como las de 1914 y 1915, o a muestras de la propia Barcelona, como la Sala Parés o el Círculo Artístico. Al tiempo, realizó el Retrato de Alfonso XIII como oficial de húsares, por encargo del Ayuntamiento de Cullera, y el cartel para la Feria y Fiestas de Burgos.

Mientras, la burguesía valenciana, temporalmente enriquecida por la Gran Guerra, gustaría de adornar con amplitud el exterior de grandes edificios representativos, diseñando Mongrell, en 1915, los paneles de mosaicos para la Estación del Norte o, ya en 1916, los del Mercado Colón. En ambos casos, el maestro tomó como principal motivo decorativo a la mujer valenciana con su traje típico, acompañada de amorcillos y de emblemas propios del uso del edificio. Así, en sus trabajos de 1916 la plasmó como una idealización del mundo rural, rodeada de los frutos emblemáticos de la huerta, mientras, en ambas construcciones, todo refulge al contactar el sol con las superficies definidas por el maestro con desbordante paleta.

Hacia 1916 realizó Valenciana con plato, Valenciana con crisantemos o Junto a las flores, obras protagonizadas por el mismo arquetipo femenino, aunque ahora lo muestre en actitud más relajada, dando paso, como en sus mosaicos, a todo un cúmulo de colores en vestidos, flores y cerámicas. Tras presentar, en 1920, Pescadores valencianos en la exposición organizada por Justo Bou en Buenos Aires, insistió durante estos años en nuevas escenas de playa, con títulos como Mañana de Sol, de 1921, o Saliendo del baño, de 1923, donde un niño desnudo se seca con la vela blanca de una barca. Ese mismo año tuvo lugar su primera exposición individual en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, muestra con amplio eco en la prensa y comentada elogiosamente por los críticos más importantes.

En 1927 recibió el encargo de realizar el testero del Salón de San Jorge del palacio de la Generalitat, obra de grandes dimensiones encargada por el presidente de la Diputación de Barcelona, el conde de Montseny.

La obra representa La Virgen de Montserrat con santos y reyes rindiéndole culto, gran composición de aire barroco que, con su terminación en semicírculo y su situación al fondo del salón, ofrece todo el aspecto de un rincón de templo a modo de capilla.

Durante la década de 1930 volvió a realizar temas de galanteo similares a los elaborados en Cullera años atrás, no faltando el sugerente cruce de miradas de una pareja junto al mar, o el atrevido huertano que, en feraz entorno, ofrece un ramo de uvas a su favorita mientras otras compañeras contemplan la escena complacidas, valgan Abundancia y alegría y Entre las redes, ambas telas de 1930, o Luz, mujeres y flores y la delicada Nido entre flores, las dos de 1931, a modo de ejemplo. El retrato de Carmen Mongrell, su hija, de hacia 1934, su Familia de pescadores, de 1935, o Pescadores en la playa, un año posterior, vinieron a poner fin a la rica y variada trayectoria artística de este maestro, quien falleció en Barcelona en noviembre de 1937, ya iniciada la Guerra Civil.

 

Obras de ~: Mi tía Amalia, 1887; Mosqueteros jugando al ajedrez, 1894; Anciana con niña, 1897; Retrato de Bernardino Roca de Togores, 1901; Sin remedio, 1904; Esperando la pesca, 1907; El piropo, 1910; Retrato de Alfonso XIII como oficial de húsares, 1915; Mañana de sol, 1921, Saliendo del baño, 1923; La Virgen de Montserrat con santos y reyes rindiéndole culto, 1927; Abundancia y alegría, 1930; Retrato de Carmen Mongrell, c. 1934; Pescadores en la playa, 1936.

 

Bibl.: R. Doménech, “Exposición de Bellas Artes”, en El Liberal (Madrid), 16 de junio de 1904; J. Francés, “La vida artística. Mongrell y su pintura”, en La Esfera (Madrid), 22 de diciembre de 1923; F. Almela Vives, “El pintor José Mongrell”, en Valencia Atracción (Valencia) (abril de 1947); VV. AA., Gran Enciclopedia de la Región Valenciana, vol. VII, Valencia, Gran Enciclopedia de la Región Valenciana, 1973, pág. 188; M. A. Català, 100 años de pintura, escultura y grabados valencianos, 1878-1978, Valencia, Caja de Ahorros, 1978, págs. 77, 83-84 y 139; B. de Pantorba, Historia y crítica de las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes celebradas en España, Madrid, Jesús Ramón García Rama, 1980, págs. 134 y ss.; M. Muñoz, La pintura contemporánea del País Valenciano (1900-1980), Valencia, Prometeo, 1981, págs. 111- 112; VV. AA., Historia de l’Art Català, vol. VII, Barcelona, Ediciones 62, 1985, págs. 218 y 239; V. Aguilera Cerni (ed.), Historia del Arte Valenciano, t. V, Valencia, Consorci d’Editors Valencians, 1987, págs. 242-245; C. Reyero, Imagen histórica de España (1850-1900), Madrid, Espasa Calpe, 1987, pág. 125; VV. AA., Cien años de pintura en España y Portugal (1830-1930), vol. VI, Madrid, Antiquaria, 1991, págs. 195-212; VV. AA., Diccionario de pintores y escultores españoles del siglo xx, vol. IX, Madrid, Editorial Forum Artis, 1994, pág. 2737; VV. AA., Otros Emigrantes. Pintura española del Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires, Madrid, Caja de Madrid, 1994, págs. 152-153 y 216-217; VV. AA., Los salones Artal. Pintura española en los inicios del s. xx, Madrid, Fundación Central Hispano, 1995, págs. 122- 123; VV. AA., Museo Nacional de Cuba. Pinturas españolas y cubanas del siglo xix, Salamanca, Caja Duero, 1999, págs. 33 y 227; J. Pérez Rojas y J. L. Alcaide, José Mongrell (1870- 1937), Valencia, Generalitat, 2001.

 

Ángel Castro Martín