Benlloch y Vivó, Juan Bautista. Valencia, 29.XII.1864 – Madrid, 14.II.1926. Obispo de Hermópolis, Solsona, Urgel y andorra, arzobispo de Burgos, senador y cardenal.
Tras cursar las primeras letras en las Escuelas Pías de Valencia, pasó al Seminario Conciliar Central, donde concluyó la carrera eclesiástica con los grados de doctor en Teología y Derecho Canónico. Ordenado sacerdote el 25 de febrero de 1888, desempeñó la docencia en la Universidad Pontificia y otros ministerios parroquiales, entre ellos, rector de la parroquia de los Santos Juanes. En 1899 fue nombrado vicario general de Segovia y chantre de la catedral. Al fallecer el obispo Quesada y Gascón, en 1900, fue elegido vicario capitular de la diócesis segoviana.
El 16 de noviembre de 1901, León XIII lo nombró obispo titular de Hermópolis y administrador apostólico de Solsona, diócesis que debía haber sido suprimida en virtud del Concordato de 1851, y por ello estuvo gobernada durante muchos años por vicarios capitulares y administradores apostólicos. Su consagración episcopal tuvo lugar el 2 de febrero de 1902 en la iglesia de San Francisco el Grande, de Madrid, donde Benlloch era conocido como brillante orador sagrado. La tenía que haber recibido de manos del nuncio Rinaldini, asistido por los obispos de Segovia, José Cadena Eleta, y Jaén, Salvador Castellote Pinazo, pero una repentina indisposición le privó al nuncio de poder realizar este acto, sustituyéndolo el obispo titular de Sión, Jaime Cardona Tur, vicario general castrense. Durante los años que gobernó la diócesis de Solsona destacó por su empeño en defender los derechos históricos de la misma, en un momento en que se intentaba suprimirla. Creció su fama como orador, llegando a predicar ante el rey Alfonso XIII y ante el presidente del Gobierno, así como en diversos actos celebrados en Roma, en la Iglesia Nacional Española de Montserrat y en la basílica de Santa María sopra Minerva, ante los futuros papas Benedicto XV y Pío XII, que entonces eran, respectivamente, monseñor Giacomo Della Chiesa, sustituto de la Secretaría de Estado, y monseñor Eugenio Pacelli, secretario de la Congregación de Asuntos Eclesiásticos Extraordinarios.
Ante ellos glosó la gloria de las misiones españolas y de los mártires del Tonkín. Participó en el último Congreso Católico Nacional, celebrado en Santiago de Compostela en 1902, e hizo la visita ad limina en mayo de 1906. Su pontificado en la diócesis celsonense fue relativamente breve, pues en el consistorio de 6 de diciembre de 1906 fue trasladado a Urgel, donde hizo su entrada solemne el 25 de julio de 1907. Su ministerio en esta diócesis fue largo y fecundo. Celebró en 1913 su jubileo sacerdotal con solemnes actos en Valencia y Urgel. Con oportunas exhortaciones pastorales y numerosas circulares estimuló asiduamente a los sacerdotes de la diócesis en el cumplimiento del deber, reavivó la fe y excitó la piedad de los fieles, pues, además de predicar habitualmente en la catedral todos los domingos de Adviento y Cuaresma, aprovechó muchas otras oportunidades para dirigir la palabra a los fieles en este mismo templo, en otras de la ciudad y en muchas de la diócesis.
El 19 de agosto de 1907 tomó posesión del principado de Andorra como copríncipe soberano del mismo. La memoria de su paso por el Principado pirenaico la proclama todavía hoy la estatua de su efigie que campea en la plaza de Andorra la Vella. Organizó tanto las parroquias como la vida del clero y del seminario. Fue senador del reino por la provincia de Tarragona y realizó numerosos viajes a Madrid para conseguir ayudas materiales para su diócesis y para Andorra, gracias al favor que siempre encontró en la Familia Real, en la Corte y en el gobierno de la nación, del que recabó el cumplimiento de su compromiso respecto a la carretera de Andorra, cuyos trabajos no hubiesen podido continuarse sino mediante una real orden que consiguió.
Benedicto XV le nombró arzobispo de Burgos el 21 de noviembre de 1918 y en el consistorio de 7 de marzo cardenal del título de Santa María in Ara Coeli.
Alfonso XIII le impuso la birreta cardenalicia y el propio pontífice el capelo rojo. También en la metrópoli burgalesa tuvo un pontificado fructífero, destacando por la creación del Seminario Nacional de Misiones Extranjeras para la formación del clero secular, de forma que, a partir de 1919, su vida quedó estrechamente vinculada a esta institución que él mismo fundó secundando la invitación que Benedicto XV le había hecho en carta fechada el 30 de abril de 1919.
En 1920 fue candidato del Gobierno para suceder al cardenal Guisasola en la sede primada de Toledo y la noticia fue publicada en la prensa. Pero el nombramiento no llegó a hacerse debido a un cambio ministerial y también a las presiones de algunos personajes eclesiásticos y civiles, que impidieron que se llevara a cabo. En su lugar fue designado el valenciano Enrique Reig Casanova. De carácter extrovertido, exuberante y abierto, se le acusó de cierta ligereza en sus actuaciones públicas dadas sus buenas relaciones con la Corte, con la alta sociedad y con políticos y militares, así como por sus cualidades artísticas y musicales, que demostró en diversos actos públicos, no siempre bien vistos en ámbitos eclesiásticos.
El acontecimiento más importante de los últimos años de su vida fue la embajada extraordinaria de carácter político-religioso, que presidió en 1923 por encargo del rey Alfonso XIII y del papa Pío XI, destinada a visitar varios países de Hispanoamérica (Uruguay, Panamá, Cuba, Colombia, Perú, Chile y Argentina), donde manifestó sus cualidades diplomáticas y su espíritu sacerdotal y patriótico, ya que intentó restablecer los vínculos espirituales entre España y aquellas jóvenes repúblicas, independientes de la madre patria desde principios del siglo XIX. Este largo y agotador viaje fue la causa de su prematura muerte, pues el ajetreo del periplo, los cambios de clima y la intensa actividad desplegada durante cuatro meses minaron notablemente su salud y le aceleraron la muerte. Sus restos mortales, trasladados posteriormente a Valencia, reposan ante el altar mayor de la Real Basílica de Nuestra Señora de los Desamparados, donde el propio cardenal dispuso ser enterrado para testimoniar su amor a la patrona de Valencia y a las tradiciones de su ciudad natal.
Obras de ~: De graecae linguae studii merito, Valencia, 1894; El gran pedagogo San José de Calasanz, Madrid, Revista Calasancia, 1919 (2.ª ed.); La primera víctima y el primer Prefecto Apostólico, Burgos, Polo, 1925.
Bibl.: C. Rabaza, Biografía del Excmo. y Rvmo. Sr. Dr. D. Juan Bta. Benlloch y Vivó, Obispo de Urgel y Príncipe Soberano de los Valles de Andorra, Valencia, 1911; S. Pétreo, Cardenal Benlloch: su pontificado en Burgos, Burgos, Tipografía de El Monte Carmelo, 1923; A. Villanueva Gutiérrez, Crónica Oficial de la Embajada del Cardenal Eminentísimo Señor Doctor Don Juan Benlloch y Vivó, arzobispo de Burgos, a la América española, Valencia, La Guttengerg, 1928, 2 vols.; J. A. Izco Ilundáin, Proyección misionera del clero diocesano español. Historia del Seminario de Misiones-IEME, Salamanca, Sígueme, 1991; V. Cárcel Ortí, “Benedicto XV y los obispos españoles. Los nombramientos episcopales en España desde 1914 hasta 1922”, en Archivum Historiae Pontificiae, 29 (1991), págs. 197-254; “Nombramientos de obispos en España durante el pontificado de san Pío X (1903-1914)”, en Analecta Sacra Tarraconensia, 68 (1995), págs. 235-423; R. Arnau García, “El Cardenal Benlloch, reflexión teológica y acción pastoral en las misiones de la Iglesia”, en Anales Valentinos, 47 (1998), págs. 43-57; “Los cardenales Reig y Benlloch”, en Valencianos en la Historia de la Iglesia, Valencia, Universidad Cardenal Herrera, 2004.
Vicente Cárcel Ortí