Larra y Ossorio, Mariano. Madrid, 15.VIII.1858 – Valdemoro (Madrid), 8.X.1926. Actor.
Primogénito del matrimonio formado por el autor teatral Luis Mariano de Larra y Wetoret y la actriz Cristina Ossorio Romero, Mariano nació en Madrid el 15 de agosto de 1858 y su infancia transcurrió entre literatura, artistas eminentes y todo cuanto con el teatro se relacionaba. Su decidida afición por el arte escénico le hizo desconsiderar los demás estudios a que sus padres le indujeron durante las primeras décadas de su vida. Después de cursar el bachillerato en las Escuelas Pías de San Antón —donde también se educaron su padre y su abuelo— cumplió tres cursos preparatorios de Arquitectura, fue alumno de la Academia de Caballería, pero abandonó la carrera militar para ingresar en la redacción del diario madrileño La Época.
En la Biblioteca Nacional de Madrid se conserva un documento curioso, se trata de una autobiografía escrita por Mariano, en realidad más bien resulta ser una necrología porque, según sus propias palabras: “Ante la posibilidad de que al ocurrir mi fallecimiento los principales diarios de Madrid y quizá alguno de provincias deseen dedicar unas líneas a mi memoria, he recopilado los principales pormenores de mi vida pública formando esta especie de autobiografía, para que la prensa, utilice de ella, lo que crea digno de publicarse…” y con cierta sorna añadía “De ilustre abolengo literario y artístico procedía el célebre actor recientemente fallecido cuyas dotes, premiadas con general aplauso durante cerca de cuarenta años, son desconocidas por la presente generación…”; el testimonio, sin fecha, debió redactarlo muy poco antes de morir (1926), quizá sospechando su inminente fin.
A través de unos renglones manuscritos con una letra clara y apretada el consumado comediante fue desgranando los episodios profesionales más importantes de su existencia.
En los primeros años de la década de 1880 y siguiendo la tradición literaria familiar estrenó en Madrid dos comedias en tres actos (Fuera caretas y Con familia) y varios juguetes cómicos, algunos de ellos representadas por él mismo. Más tarde, aconsejado por Francisco Arderius, se lanzó de lleno a la interpretación, debutando en el teatro de la Comedia el 25 de septiembre de 1883. A partir de entonces empezó su verdadera carrera profesional, figurando en las principales compañías y actuando como primera figura y director en los teatros de Recoletos, Maravillas y Príncipe Alfonso. Después de recorrer las ciudades españolas más importantes, entre abril y septiembre de 1893 cruzó el océano y emprendió una gira que le llevó a actuar en las salas más afamadas de Montevideo, Buenos Aires y Rosario de Santa Fe.
Volvió a España donde trabajó en el teatro de la Corredera de Madrid hasta 1901. En el mes de marzo del mismo año, junto a su amigo Juan Balaguer, formó la sociedad artística Balaguer-Larra, que durante muchas temporadas cosechó notables éxitos en los mejores escenarios de España, Cuba y Méjico. Uno de los críticos más veraces de la época, José Martínez Ruiz, consideraba que Mariano de Larra era uno de los principales actores cómicos del momento.
En noviembre de 1902 retornó a América donde la compañía permaneció en Cuba hasta junio de 1903.
Cuando sus compañeros dejaron La Habana él se quedó en la capital caribeña y allí recibió el encargo de reorganizar y dirigir el prestigioso teatro Albisú. En la antigua colonia llegó a ser considerado como el mejor director y el actor más querido y popular de cuantos habían pisado el suelo cubano desde las épocas de José Valero y Ricardo Zamacois, hasta el punto de ser nombrado profesor de declamación del Conservatorio Nacional habanero (octubre de 1903) y desempeñar el cargo de delegado en la isla de Cuba de la Asociación de Artistas Dramáticos y Líricos Españoles y director artístico del Casino Español de Matanzas.
Pero el clima tropical hizo estragos en una persona de salud delicada y retornó a la patria en 1904.
Tras su regreso definitivo a España siguió trabajando incansablemente en lo que mejor sabía hacer: la interpretación cómica, intercalada, a veces, con modestas incursiones en la literatura, como la pequeña obra titulada El Entreacto, escrita en 1910 con la colaboración de José Caldeiro en beneficio del tenor cómico Ventura de la Vega.
Su vida profesional agitada, constantemente viajando de un lado para otro, no le impidió que pasara temporadas de descanso en su residencia familiar de Valdemoro (Madrid), donde murió, según dejó escrito el reportero del diario ABC: “En su casa de Valdemoro, donde, hace algún tiempo vivía, retirado de la escena, ha fallecido, víctima de cruel dolencia, el notabilísimo actor D. Mariano de Larra y Ossorio, cuyas dotes artísticas, premiadas con general aplauso durante cerca de cuarenta años, son desconocidas por la presente generación” (9 de octubre de 1926).
Obras de ~: con VV. AA., Teatro Español del siglo xix, Madrid, 1853; ¡Fuera caretas!, Madrid, Imprenta de C. Rodríguez, 1882; con L. Arnedo, Estar en vilo, Madrid, Imprenta de José Rodríguez, 1882; con L. Arnedo, ¡Qué pillín!, Madrid, 1883; El lunes del Escorial, Madrid, Imprenta de José Rodríguez, 1887; con E. Gullón y Fernández Terán, De contrabando, Madrid, Imprenta de José Rodríguez, 1887; con M. Gullón y Terán, Dos pájaros de un tiro, Madrid, Imprenta de José Rodríguez, 1887; con T. Reig, Viajeros ¡al tren!, Madrid, 1988; con L. París, El nene, Madrid, 1900; También la gente del pueblo, Madrid, Imp. de R. Velasco, 1998; con J. Caldeiro, El entreacto, Madrid, 1910; Autobiografía de Mariano de Larra y Ossorio, 1924.
Bibl.: “Muerte de Mariano de Larra”, en ABC (Madrid), 9 de octubre de 1926, pág. 21; J. Miranda de Larra y Onís, Larra. Biografía de un hombre desesperado, Madrid, Aguilar, 2009; M.ª J. López Portero, Valdemoro: los Larra y su tiempo, 1875-1925, Madrid, Ayuntamiento de Valdemoro, 2010; “Los fondos particulares de la familia Larra”, en Quintas Jornadas de Archivo y Memoria. Extraordinarios y fuera de serie: formación conservación y gestión de archivos personales (2011), en http:// archivoymemoria.com [consulta: 18 de enero de 2012].
María Jesús López Portero