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Nuño Beltrán de Guzmán

Biografía

Guzmán, Nuño Beltrán de. Guadalajara, c. 1490 – Valladolid, 26.IX.1558. Conquistador (Nueva Galicia), gobernador y presidente de Audiencia (Nueva España).

Nació en el seno de una de las familias de mayor abolengo de la antigua Wad-Al-Hayara, en el reino de Toledo, los Guzmán; su padre Hernán Beltrán de Guzmán, de la casa de los duques de Feria, señor del mayorazgo de Pastrana, Valdenoches, e Iriepal y alguacil del Santo Oficio de la Inquisición en Guadalajara, casó con su prima Magdalena de Guzmán. De este matrimonio nacieron cinco hijos y dos hijas. El primogénito, Juan de Guzmán, entró en la Orden franciscana y fue nombrado comisario general de la Orden en México, si bien no llegó a tomar posesión; los otros fueron caballeros de la Orden de Santiago. El heredero universal de Nuño fue el tercero de los hermanos, Gómez Suárez de Figueroa, caballero desde 1523, nombrado capitán general del estado de Milán en 1554, y más tarde embajador en Génova, donde falleció el día 2 de junio de 1579; sus restos fueron traslados a su ciudad natal y enterrados en la iglesia de Santa María.

No hay datos precisos sobre su paso por la Universidad de Alcalá donde, al parecer, se forjó como jurista sin llegar a ser un verdadero “letrado”. No es hasta 1520 cuando aparece prestando servicio en la Corte, incorporado a la guardia personal de Carlos V. Importantes son las misiones oficiales que desempeñó al servicio del Emperador. En 1521 le acompañó en su viaje a Flandes; en 1522 entró al servicio de Francisco de Cobos —secretario de Carlos V— en Vitoria; en julio de ese año, al regreso del Emperador, se reintegró a su servicio personal; pero su misión más destacada, cuyo éxito atrajo la mirada de la Corona, fue la llevada a cabo, entre mayo y agosto de 1523, en la villa fortificada de Pareja, en el Obispado de Cuenca, al reestablecer la autoridad real frente a la autonomía impuesta por el obispo que, ante su intervención, huyó a Roma. Bajo la protección del Emperador, Nuño acompañará a la Corte a Valladolid, Madrid y Toledo entre 1524 y 1525.

La confianza real se depositó en su persona el 4 de noviembre de 1525 al ser nombrado gobernador de la provincia de Pánuco, un amplio e indefinido territorio cruzado por el río del mismo nombre que se desplegaba hacia el norte, a lo largo del golfo de México, desde el río Tuxpan —en el actual estado de Veracruz— hasta el río Soto la Marina —en el estado de Tamaulipas— y se extendía por el oeste hacia el corazón de la región de población huasteca, hasta la Sierra Madre Oriental. De importancia estratégica para la expansión de Nueva España y las riquezas que se decía encerraba más al norte, el gobierno de este territorio conquistado por Francisco de Garay —que murió en 1523— fue disputado por el adelantado Hernán Cortés, quien en la ribera sur del Pánuco había fundado la villa de Santisteban del Puerto (1522) y otorgado repartimientos o encomiendas a sus soldados, adjudicándose para sí el Tatuin y Oxotipa. El nombramiento de Nuño vino a zanjar las pretensiones del marqués sobre el gobierno de esta prometedora provincia, conformada por tierras de aluvión de gran fertilidad e importancia ganadera y pesquera, cuyo verdor de sus llanuras sólo se interrumpe por lomeríos y sierras de poca altitud.

El 14 de mayo de 1526 junto con treinta y un “criados”, salió del puerto de Sanlúcar con destino a la isla Española. En el mismo barco iba el licenciado Luis Ponce de León con el nombramiento de visitador y el encargo de investigar la administración de Cortés.

En julio de ese año ambos funcionarios llegaron a México y el día 20 Ponce de León murió.

Fue el 24 de mayo de 1527, cuando Nuño desembarca en Santisteban del Puerto —actual Pánuco— villa de cuarenta y cinco vecinos españoles y apenas unas cuantas casas con tejados de paja. Entre las acciones realizadas por el nuevo gobernador a su llegada destaca la promulgación de ordenanzas con objeto de regular la vida político-administrativa, económica y social de su nueva jurisdicción. Reglamentó sobre el trabajo indígena y el buen trato de los encomenderos; contra el comportamiento de los españoles frente al juego, la barraganería, la blasfemia y el vagabundeo; para el control de los metales preciosos obtenidos de los indios por trueque o robo; sobre el establecimiento de libros-registros para el control y pago de impuestos por los españoles; acerca de la apertura y limpieza de caminos y puentes enfatizando en el que iba hacia la ciudad de México —eje vital para el control de su gobernación—; y sobre la prohibición de exportación de trigo, frutas y ganado desde los territorios de su gobernación hacia otras provincias, evitando así la merma de sus posibilidades de expansión. También oficializó mediante pregón (8 de julio de 1527) la saca y venta de esclavos indios para las islas a cambio de ganado; práctica esgrimida años más tarde como argumento contundente por sus enemigos políticos para acusarle de mala gestión e imputación centralde su juicio de residencia en Pánuco (3 de enero de 1536).

Mientras tanto, las quejas contra Cortés seguían llegando a la Corte. De ahí que se resolviera establecer en México —para zanjar las arbitrariedades y abusos cometidos por los oficiales reales— una Audiencia Gobernadora (29 de noviembre de 1527) compuesta por un presidente y cuatro oidores y se le ordenó a Cortés regresar a España para rendir cuentas (1528).

El 5 de abril de 1528 el Emperador designó a Nuño Beltrán de Guzmán presidente de su Audiencia. El primer presidente de la primera Audiencia de Nueva España conoció su nuevo nombramiento en noviembre de ese año, así como las instrucciones que lo acompañaban: investigar los cargos en contra de Hernán Cortés y realizar repartimiento de indios; un mes más tarde llegaba a México. Casi al mismo tiempo llegaba a la capital el primer obispo de México, el franciscano Juan de Zumárraga, junto con los oidores de la primera Audiencia. Enseguida ambas autoridades entraron en un abierto enfrentamiento que respondía a una doble causa: la pugna mantenida entre franciscanos y dominicos por la preeminencia sobre los nuevos territorios y la rivalidad existente entre Hernán Cortés y Nuño de Guzmán. Conformados los bandos en disputa abierta, las acusaciones emergieron de los púlpitos; Nuño promovió un expediente contra Los frailes Franciscanos formando Bando e parcyalidad con Don Hernando Cortés (abril-mayo de 1529) e informó de un supuesto complot franciscano, “para un día señalado convocarían los caciques de la tierra” (23 de agosto de 1529); por su parte, el obispo, declarado “protector de lo indios”, logró burlar la vigilancia de Nuño y envió una larga carta de denuncia al Emperador (29 de agosto de 1529), acusando al presidente de la Audiencia de utilizar en su provecho, los indios puestos bajo la tutela de la Corona; de realizar repartimientos entre sus partidarios; de ser arbitrario en los cargos imputados a Cortés y desmedido por despojarle de todo su patrimonio; y, entre otros “excesos”, de dejarse llevar por el lujo y los placeres de la carne haciendo construir una “casa de recreo” sobre el emplazamiento de la ermita de San Lázaro. A raíz de estos hechos, la Corona decidió reemplazar a todos los miembros de la Audiencia y enviar a Cortés, ahora marqués del Valle de Oaxaca, con el cargo de capitán general.

La noticia del regreso a México de Hernán Cortés lanzó a Nuño a ir en busca de nuevas tierras de conquista hacia el noroeste. Su intención era —según dejaría escrito en carta al Emperador el 16 de enero de 1631— llegar al paralelo 40° por la costa del océano Pacífico y de allí volver al golfo de México, en un intento por emular las hazañas de Cortés. Dejando a Lope de Mendoza como lugarteniente de gobernador de Pánuco —con instrucciones de realizar incursiones armadas para incrementar su gubernatura—, y a los oidores Matienzo y Delgadillo a cargo de la Audiencia de México, el 21 de diciembre de 1529, “tres días antes de la Pascua de Navidad” —según relata el intérprete de la expedición, García del Pilar—, Nuño Beltrán de Guzmán salió a la cabeza de varios centenares de españoles y siete u ocho mil indios aliados con doce piezas de artillería y 10.000 pesos —que como presidente tomó de las cajas reales— a “descubrir la tierra y conquistar la provinçia de los tebles chichicmecas que confina con la nueva españa y las que más adelante se ofresçiesen”, tal como relata en carta al Emperador (8 de julio de 1530).

A través de Toluca, Ixtlahuaca, Xilotepec, entró en el actual estado de Michoacán y llegó hasta Tzinzuntzan —la capital del reino purépecha—, vadeando el río Lerma —bautizado como Nuestra Señora de la Purificación de Santa María, por haberse cruzado ese día—. En este punto entró por primera vez en “tierra de enemigos”; mediante ceremonia religiosa, edificación de iglesia y lectura de ordenanzas, tomó posesión de su conquista el 7 de febrero de 1530; siete días más tarde se hizo el requerimiento. Aquí tuvo lugar la tortura y ejecución del Caltzontzin, rey de Michoacán, suceso de dramática significación en la biografía del conquistador, recogido por García del Pilar y difundido en el siglo xviii por el franciscano Pablo de Beaumont en su Crónica de Michoacán, y que ha sido utilizado por la historiografía para conformar un retrato legendario del conquistador —al que pocos historiadores escapan— marcado por la crueldad e insaciable sed de codicia.

Dejando en la fortaleza levantada a un español vecino de Michoacán, salió con su ejército rumbo al norte y, por seis días, penetró —probablemente hasta tierras del actual estado de Guanajuato— “por despoblado la mitad dellos por rrío abaxo dexando en cada aposento su cruz puesta”. Continuó rumbo Cuynaquero —región actual de Zapotlanejo—, donde halló “alguna gente de guerra”, para más tarde entrar en “la otra provinçia que digo, donde ay mucha poblaçión y mucha abundançia de mahiz y fructales de la tierra y donde hallamos harta gente muerta y sacrificada, de la provinçia pasada que allí se avían rretirado” —región de Pontitlán— Cuiseo del Río —al sur de Jalisco—.

Tras someter al cacique y tomar posesión de aquellas provincias en nombre del Emperador, partió hacia la otra margen del río Lerma hasta la laguna de Chapala y hacia el occidente, internándose en la provincia gobernada por la cihuapili Tzapotzintli, soberana de la Monarquía tonalteca —cerca de la actual Guadalajara—, donde presentó batalla. Tras un duro combate que quebrantó la resistencia de los indígenas —perpetuado en la ceremonia de los Tastuanes, representada hasta el día de hoy—, Nuño Beltrán de Guzmán entró en Tonalá el 25 de marzo de 1530 en paz y en medio de un gran festejo.

De esta tierra de temperatura templada, densamente poblada y próspera —ideada por Nuño para el marquesado de Tonalá, a semejanza de Cortés—, partió a los pocos días hacia el norte. Después de recorrer varios poblados —Huentitlán, Chapetala, Ximoantla— y vadear la barranca del río Santiago —uno de los espacios naturales más impresionantes del actual estado de Jalisco—, llegó a Tlacotán, donde pernoctó y tomó rumbo hacia Nochistlán —capital de la aguerrida nación caxcana—, de donde salieron para El Teúl, centro religioso de toda la región “ques un peñol el más fuerte que se ha visto, todo de peña tajada al derredor y muestra ser cosa de mucha grandeza y abtoridad porque lo más hera de edefiçios y ques muy suntuoso”, que incendiaron al encontrarlo abandonado.

En este punto Nuño dividió su ejército. Envió al veedor Pedro Alméndez Chirinos en campaña expedicionaria con fines de exploración a través de la meseta central y la cordillera occidental; extraordinario periplo de dos semanas “el mas aspero y trabajoso que jamás se ha bisto” —manifestaría Chirinos más tarde—, que llegó hasta el emplazamiento de la futura ciudad de Zacatecas; en Tepic esperó a Nuño que desde El Teúl y tras atravesar el río Santiago, había pasado por Ixtlán, Ahuacatlán, Tetitlán y Xalisco. No se había encontrado, como se esperaba, ni la ciudad de las “amazonas” —leyenda presente durante toda la conquista—, ni cultura comparable a las del sur y centro de la Nueva España.

Ya en Tepic, Nuño llamó a los caciques de Xalisco para hacerles requerimiento y al no comparecer partió hacia el norte en su busca; cruzó el río Santiago entrando en el reino de Sentipac —territorio no explorado anteriormente—; ya cerca del Pacífico decidió ir hacia la costa a tomar posesión en nombre de su majestad y regresó a Tepic, donde por ser esta incursión “nuevo descubrimiento y conquista y no yncluyrse en la nueva españa”, otorgó oficios en nombre de Su Majestad. El domingo día del Espíritu Santo, de nuevo Nuño pasó el río y, de forma simbólica “con las çerimonias que se acostunbran”, tomó posesión de aquel extenso territorio y en su condición de presidente de la Audiencia puso al río el nombre del “Espíritu Santo” y a las tierras descubiertas conquista del “Espíritu Santo de la Mayor España” si bien, la Corona no estaba conforme y ordenó se bautizara como reino de la Nueva Galicia y se fundaba como capital una ciudad con el nombre de “Santiago de Galicia de Compostela” (Real Cédula de 25 de enero de 1531).

Fue durante la estación de lluvias de 1530, en Aztatlán —en los confines de los actuales estados de Nayarit y Sinaloa—, cuando Nuño se tropezó con tres importantes obstáculos en su empresa: el clima que acabó con la mitad de sus hombres —inundaciones, hambre y epidemias—; la resistencia indígena dirigida por el cacique Ocelott —batalla de Atecomatlán—; y la noticia de la llegada de Cortés junto a la de su remoción y nombramiento de la segunda Audiencia —septiembre de 1530—. Ante esta situación envió al veedor Chirinos a México, con amplios poderes para litigar ante los tribunales y dirigió su ejército más el norte —Chiametla—, en espera de la llegada de Gonzalo López, que había regresado a Xalisco con la misión de pacificar la zona —ahora levantada— y convencer a algunos de los españoles para que se sumaran a la expedición.

El 16 de enero de 1531 Nuño escribió al Emperador, ya que supo de la llegada a México de la segunda Audiencia —diciembre de 1530— con autoridad para tomar su residencia y, tras recibir refuerzos, continuó su camino hacia el norte —en busca de las Amazonas— a través de Colipan, Frijoles y Piaxtla, culminando con la fundación de la villa de San Miguel de Culiacán —capital del actual estado de Sinaloa— (29 de septiembre de 1531). Nuevamente dividió la expedición en tres frentes en un intento de extender su conquista y conectarla por el oriente hasta la provincia de Pánuco, sin embargo, la barrera de la sierra de Durango no hizo factible este proyecto y Nuño comprendió que su avance había terminado.

En otoño de 1531 regresó a Tepic para organizar el nuevo reino.

Nuño estuvo en el cargo de gobernador de la Nueva Galicia hasta 1537, pese a los procesos legales abiertos y el juicio de residencia formado por la segunda Audiencia a su llegada a México —diciembre 1530—.Durante estos años fue él quien estableció las bases de la nueva entidad regional creando su incipiente infraestructura urbana al fundar o mandar fundar las ciudades de Culiacán, Chiametla, Compostela, Purificación y Guadalajara. Compostela, nacida —por decisión de Nuño— bajo el nombre de villa del Espíritu Santo, fue por treinta años la capital del nuevo reino; primero estuvo ubicada cerca de la población indígena de Tepic y más tarde en el valle de Cactlán —actual ciudad de Compostela, en el estado de Nayarit—.

Guadalajara, llamada a ser la cabecera provincial, fue fundada en honor a la ciudad natal de Nuño por Cristóbal de Oñate en Nochistlán —diciembre de 1531—; vasta meseta sin agua en medio de la belicosa nación caxcana que expulsó a los primeros pobladores en busca de una mejor ubicación; en 1533 la ciudad se trasladó a Tonalá —en el sur del río Santiago—, de donde los vecinos fueron expulsados por el gobernador que se reservó para sí el territorio —con la esperanza de fundar su marquesado—; después, en marzo de 1535, a Tlacotán sobre la banda derecha del río y, en 1542, tras la guerra del Mixtón, a su actual ubicación, en el amplio valle de Atemajac.

El fin de la conquista de la Nueva Galicia marcó el inicio del declive de Nuño: se le despojó del título de de gobernador de Pánuco (20 de abril de 1533), se le confiscaron sus bienes y fue acusado, con evidencias que se mandaron a la Corte, de lo inútil y precipitado de su expedición. Pero, a pesar de los cargos presentados contra Nuño que incluían el asesinato de Calzontzin y otros caciques indígenas, el uso de fondos reales para financiar la conquista, la esclavitud de los indígenas, la crueldad de su empresa marcada con “sangre y fuego” como enseña, así como el desacato a las autoridades de la Nueva España, Nuño todavía abrigaba la esperanza de conseguir, a través de las cartas enviadas a la Corte, el favor del Emperador, así como ejemplar castigo para Cortés, quien, además de mandar desde México a Luis de Castilla para someterlo, entró en las costas de California alborotando la región —junio 1535—.

La llegada del virrey Mendoza a México —noviembre de 1535— supuso el fortalecimiento del gobierno de la Nueva España y Nuño decidió ir a la Corte a exponer su causa. Otro acontecimiento se sumó a su decisión: la instrucción dada al licenciado Diego Pérez de la Torre para tomarle residencia como gobernador de Pánuco, presidente de la primera Audiencia y gobernador de Nueva Galicia (marzo de 1536). Dejó Compostela al mando de Cristóbal de Oñate y partió rumbo a Veracruz, pero en el camino decidió pasar por México con la esperanza de saludar y congraciarse con el nuevo virrey, con quien compartía linaje y era coterráneo. En la puerta del palacio se le montó una emboscada y fue arrestado por el licenciado Pérez de la Torre (19 de enero de 1537); conducido a la cárcel de México, su juicio se prolongó durante dos años, después fue trasladado a España (1539) formando parte de la leyenda, que lo hizo en jaula de hierro con grilletes.

Sus últimos años (1539-1558) fueron oscuros, marcados por la caída en desgracia y esperando, siempre cerca de la Corte, el reconocimiento a los servicios prestados. Sin embargo, la Corona se desinteresó por la resolución de los tres juicios de residencia que se le abrieron y no se sabe del pronunciamiento de sentencia.

Fue una manera de mantener alejado a Nuño de la escena política y retrasar hasta su muerte el pago de los salarios que se le debían por sus gobernaciones que —como señala en su testamento— “es mucha cantidad”.

 

Obras de ~: “Carta a S.M del presidente de la Audiencia de México Nuño de Guzmán, en que se refiere la jornada que hizo a Mechoacan, a conquistar la provincia de los Tebles Chichimecas, que confina con la Nueva España, 8 de julio de 1530”, en Colección de Documentos relativos del Descubrimiento, Conquista y Organización [...] (CODOIN), t. XIII, Madrid, 1870, págs. 356-392; “Carta de Nuño Beltrán de Guzmán al Presidente y Oidores de la Audiencia de la Nueva España, dándoles parte de varias cosas de su gobernación, 21 de febrero”, en CODOIN, t. XIII, Madrid, 1870, pág. 418-119; “Carta de Nuño Beltrán de Guzmán, al Consejo de Indias, avisando que el obispo remite una probanza, hecha contra él, sobre lo de la inmunidad de Cristóbal de Angulo y García de Herrera, 15 de enero de 1531”, en CODOIN, t. XIII, Madrid, 1870, pág. 393-405; “Carta del gobernador Nuño Beltrán de Guzmán al Emperador en que se expone haber hecho varias conquistas y pide que en recompensa se le mande restituir lo que se le había vendido para el pago de diez mil pesos que tomó adelantados, y además que se le deje el sueldo de Presidente, que gozaba, 10 mayo de 1534”, en CODOIN, t. XIII, Madrid, 1870, págs. 436-442; “Carta de Nuño Beltrán de Guzmán al Emperador, avisando el paso por la costa de Astatlán de una armada al mando de Sebastián Caboto, y de otros asuntos, 16 de enero de 1535”, en CODOIN, t. XIII, Madrid, 1870, págs. 408-413; “Carta de Nuño Beltrán de Guzmán a la Audiencia de Nueva España, en la que se queja de que el Marqués del Valle, quería penetrar con su gente por su gobernación, siendo así que sólo era capitán general de la Nueva España como conquistador de ella, 9 de marzo de 1535”, en CODOIN, t. XIII, Madrid, 1870, págs. 443-444; “Carta de Nuño Beltrán de Guzmán al Consejo de Indias, avisando su salida para pacificar los valles de Valleras, 7 de junio de 1535”, en CODOIN, t. XIII, Madrid, 1870, págs. 414-417; “Carta de Nuño Beltrán de Guzmán a S. M., disidiéndole que, antes dellegar a aquellos valles, a donde había ido a pacificar, escribió lo que allí le había sucedido con el Marqués del Valle, que había entrado en su gobernación con pendón en mano, a manera de descubridor y conquistador, de quien se queja, 8 de junio de 1535”, en CODOIN, t. XIII, Madrid, 1870, págs. 445- 449; “Carta al Consejo de Indias de Nuño Beltrán de Guzmán preso en la cárcel pública de Méjico a resultas de la residencia que se le formó después de haber servido en Pánuco y en la Nueva Galicia, de gobernador y Capitán general, 13 de febrero de 1537”, en CODOIN, t. XIII, Madrid, 1870, págs. 450-455; “Memoria de los servicios que había hecho Nuño de Guzmán desde que fue nombrado gobernador de Pánuco en 1525”, en F. del Paso y Troncoso, Epistolario de Nueva España, t. XIV, México, Robredo, 1940, págs. 166-194.

 

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María del Pilar Gutiérrez Lorenzo

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