Casaravilla Ríos, Carlos. Montevideo (Uruguay), 12.X.1900 – Valencia, 17.II.1981. Actor, escritor.
Hijo de padres españoles, fue llevado con dos años a Buenos Aires, donde residió hasta 1932. Allí comenzó sus estudios de Medicina, pero los abandonó para dedicarse profesionalmente al teatro. Debutó en el género de la opereta musical, con El último vals y Baile en el Savoy. En sus últimas temporadas teatrales en la capital argentina, estrenó asimismo algunas comedias escritas por él.
En 1932 llegó a España, contratado en Barcelona por la compañía del Teatro Romea. Breve fue su estancia española, aunque pudo rodar su primera película, Viva la vida, en 1934, de José María Castellví, ambientada en el mundo de la farándula del Paralelo barcelonés. Al iniciarse la Guerra Civil se volvió a la Argentina, donde permaneció hasta 1942. Rodó en unos estudios bonaerenses su segundo filme, Un señor mucamo, en 1940, cuya realización corrió a cargo del polifacético Enrique Santos Discépolo, celebrado autor de tangos.
A su vuelta a Barcelona volvió a pisar el escenario del Teatro Romea y se incorporó al elenco de la compañía, que representaba toda suerte de zarzuelas, revistas y comedias. Aunque también rodó algunas películas durante esa década, entre ellas Las aguas bajan negras (1948), de José Luis Sáenz de Heredia. Dadas las características de su físico, fue siempre un perfecto villano en la pantalla, lo que contrastaba con su faceta de galán de revista.
Entre 1950 y 1958 estuvo varias temporadas en los madrileños teatros Eslava y Martín con la compañía de Celia Gámez. Durante esta década impuso su personalidad, su talento de actor también en películas del género policíaco y de misterio, pues fue en la gran pantalla donde continuó hasta finales de la década de 1970, superando una filmografía de ochenta títulos.
Aunque también participó durante los años sesenta, la época de los mejores programas dramáticos de Televisión Española, en muchos de los espacios de Estudio 1. De hecho, al repasar su historial queda demostrada su gran versatilidad en toda clase de géneros de cine y teatro, donde su voz era un arma poderosa en sus mejores interpretaciones, cuando defendía personajes de corte irónico, crítico o pendenciero.
A partir de su interpretación en la película de César Fernández Ardavín, El lazarillo de Tormes, en 1959, considerada por la crítica su mejor interpretación en la pantalla, paradójicamente sus intervenciones en el cine tuvieron menos resonancia. Esa última época cinematográfica de Carlos Casaravilla se caracterizó por su frecuencia en los repartos de coproducciones, la mayoría de ellas del género del llamado “spaghettiwestern”, y clasificadas como de serie B. Sin duda alguna su capacidad como actor estaba muy por encima de esos trabajos postreros de su biografía cinematográfica.
En 1978 rodó su última película, Pasión inconfesable, de Ramón Torrado.
Obras de ~: J. M.ª Castellví (dir.), Viva la vida, 1934; E. Santos Discépolo (dir.), Un señor mucamo, 1940; J. L. Sáenz de Heredia (dir.), Las aguas bajan negras, 1948; J. A. Bardem (dir.), Cómicos, 1953; J. A. Bardem (dir.), Muerte de un ciclista, 1955; F. Rovira-Beleta (dir.), Expreso de Andalucía, 1956; L. Vajda (dir.), Un ángel pasó por Brooklyn, 1957; J. A. Bardem (dir.), Sonatas, 1959; C. Fernández Ardavín (dir.), El lazarillo de Tormes, 1959; León Klimowsky (dir.), Las paz empieza nunca, 1960; E. Neville (dir.), Mi calle, 1960; M. Oti (dir.), Milagro a los cobardes, 1961; J. de Orduña (dir.), Teresa de Jesús, 1962.
Bibl: C. Aguilar y J. Genover, Las estrellas de nuestro cine, Madrid, Alianza Editorial, 1996, págs. 139-140; J. Rodríguez Conde, “Casaravilla, Carlos”, en J. L. Borau (dir.), Diccionario del cine español, Madrid, Alianza Editorial-Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, 1998, pág. 196.
Manuel Román Fernández