Altabella Hernández, María de la Salud Alicia. Alicia Altabella. Caspe (Zaragoza), 1924 – ?, 2015. Actriz.
Nacida maña, pero criada en Madrid, donde su familia se trasladó, cuando apenas contaba tres años, al ser su padre destinado como militar a la capital de España. Con un cuerpo atlético, compaginó, en sus años de adolescencia y juventud, la práctica de varios deportes, sobre todo el baloncesto, con sus estudios de declamación en el Conservatorio. Debutó en el Teatro Lara en 1948, y casi toda su carrera de actriz la desarrolló en el teatro clásico. Así, se integró en varios grupos de cámara, como Dido Pequeño Teatro y La Carbonera, pero donde destacó fue en las compañías titulares de los teatros nacionales, el Español y el María Guerrero. Posteriormente, fue contratada por la compañía de Conchita Montes, donde desarrolló de igual manera su buen quehacer interpretativo en el género de la alta comedia. Simultaneó sus trabajos teatrales con su pertenencia al cuadro de actores de Radio Nacional de España, entre 1952 y 1964, donde naturalmente destacó sobremanera por su excelente voz para encarnar a destacados personajes del teatro clásico y contemporáneo y recitar poesía. Inquieta siempre, incluso llegó a ser presentadora de algunos espectáculos en el circo Price.
En 1952 tomó parte en el concurso Cifesa busca una estrella, que motivó su debut cinematográfico al año siguiente en el papel de señora misteriosa para la película Novio a la vista que dirigió Luis García Berlanga.
A partir de entonces su carrera estuvo fundamentalmente centrada en el cine, que alternó con los seriales radiofónicos. Intervino en casi una veintena de películas, entre las que se encuentran, en 1954, Amor sobre ruedas, de Ramón Torrado; Llegaron siete muchachas, de Domingo Viladomat, e Historias de la radio, de José Luis Sáenz de Heredia. Dos años después actuó en Piedras vivas, del cubano Raúl Alfonso, y Juego de niños, de Enrique Cahen Salaberry. En 1963 su presencia se cuenta en cuatro películas: El diablo también llora, de Nieves Conde; Una chica casi formal, de Ladislao Vajda; El llanero, de Jesús Franco, y La frontera de Dios, de César Fernández Ardavín. Más tarde, su filmografía se reduce sobre todo a películas de serie B, aunque destaca en otras películas como Encrucijada para una monja (1967), de Julio Buchs; El otro árbol de Guernica (1969), de Pedro Lazaga, o El hombre que supo amar (1976), de Miguel Picazo. Tras su paso por la televisión —donde tomó parte en distintos programas dramáticos ajenos a las comedias que interpretó para la gran pantalla del tipo Mariana Pineda, La lola se va a los puertos, Retrato de una dama, El otro árbol de Guernica o Los gozos y las sombras—, fue rescatada por Pedro Almodóvar para un papel secundario en su película Entre tinieblas que rodó en 1983 y, también, más adelante, en 1991, a las órdenes de Fernando Fernán-Gómez para su película Fuera de juego.
Obras de ~: Filmografía: actriz en R. Torrado (dir.), Amor sobre ruedas, 1954; D. Viladomat (dir.), Llegaron siete muchachas, 1954; J. L. Sáenz de Heredia (dir.), Historias de la radio, 1955; R. Alfonso (dir.), Piedras vivas, 1956; E. Cahen Salaberry (dir.), Juego de niños, 1957; N. Conde (dir.), El diablo también llora, 1963; L. Vajda (dir.), Una chica casi formal, 1963; C. Fernández Ardavín (dir.), La frontera de Dios, 1963; J. Franco (dir.), El llanero, 1963; J. Buchs (dir.), Encrucijada para una monja, 1967; J. Romero-Marchent (dir.), Fedra West, 1967; P. Lazaga (dir.), El otro árbol de Guernica, 1969; P. Lazaga (dir.), París bien vale una moza, 1972; J. A. Bardem (dir.), La corrupción de Chris Miller, 1972; J. Darnell (dir.), El juego del diablo, 1974; M. Picazo, El hombre que supo amar, 1976; P. Almodóvar (dir.), Entre tinieblas, 1983; F. Fernán Gómez (dir.), Fuera de juego, 1991.
Bibl.: F. Vega, Quién es quién, Barcelona, C.I.L.E.H., 1991, pág. 39; J. Rodríguez Conde, “Altabella, Alicia”, en J. L. Borau (dir.), Diccionario del cine español, Madrid, Alianza Editorial‑Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, 1998, pág. 53.
Manuel Román Fernández