Ayuda

Antonio García Solalinde

Biografía

García Solalinde, Antonio. Toro (Zamora), 28.XII.1892 – Madison, Wisconsin (Estados Unidos), 13.VII.1937. Filólogo y medievalista.

De origen zamorano, cursó los estudios de bachillerato en Valladolid y, más tarde, en Madrid desde el primer momento se incorporó a la Residencia de Estudiantes, la cual había abierto sus puertas el 1 de octubre de 1910; Solalinde es uno de los tres primeros becarios de la misma. En la Residencia disfrutó, en efecto, de una de las becas que se concedían a “estudiantes de reconocida inteligencia y vocación”. Uno de sus colegas y amigos posteriores ha dicho que “en excursiones dominicales al Guadarrama recibió en su adolescencia las últimas lecciones de aquel gran forjador de carácter que se llamó don Francisco Giner de los Ríos”.

Asimismo se ha destacado la confianza que en él tuvo desde los momentos iniciales Ramón Menéndez Pidal, y de hecho formó parte enseguida del “Centro de Estudios Históricos”: la Memoria de la Junta de Ampliación de Estudios (JAE) de 1912-1913 informa de que había emprendido la edición crítica “de la Grande y general historia de Alfonso X”, y de que viajaba a unos u otros lugares a fin de poder aportar los manuscritos necesarios para la tarea, algunos de los cuales se empezaban a copiar entonces por otros colaboradores del mismo centro. Tales Memorias no dejarán de considerar en adelante a Solalinde como miembro del grupo pidalino de estudiosos, pese a que él no viviera ya en España.

A poco de ser residente y cuando era aún estudiante, Antonio G. Solalinde firmó un cuaderno de trabajo que publicó la propia Residencia; consistía en una transcripción paleográfica del manuscrito de El Sacrificio de la Misa de Gonzalo de Berceo, que se encuentra en la Biblioteca Nacional de Madrid. La JAE explicó la iniciativa: “Ha comenzado la Residencia una serie de publicaciones, como símbolo y núcleo de la actividad espiritual, nacida al calor de la vida corporativa.

Aportarán á ellas algunos estudiantes los primeros frutos de su formación [...]. Se han inaugurado con la edición de El Sacrificio de la Misa de Berceo, hecha por uno de los becarios de la Residencia, alumno del Centro de estudios históricos, el Sr. Solalinde, y recibida por el público docto con alentador aplauso”. En efecto, la publicación la reseñó Tomás Navarro Tomás en la Revista de Filología Española, quien hacía notar cómo el joven Solalinde se ajustaba “rigurosamente a las condiciones de precisión y exactitud que la filología exige en ediciones de esta índole”. Pasados los años, la revista Residencia (1927) reproducía un artículo de periódico que evocaba, entre tanto “hecho sintomático” del ambiente de calidad moral e intelectual de la vida en esa institución, el que un estudiante hubiese llevado a cabo tal edición de Berceo, y el que la propia institución la hubiese publicado.

En 1914 Antonio García Solalinde fue becario durante cerca de cinco meses de la Escuela de Roma para Arqueología e Historia, y en ese tiempo estudió manuscritos literarios y se dice que comenzó “la edición crítica del Cancionero de Stúñiga”. En ese mismo año inició sus pasos la mencionada Revista de Filología Española, en la que fue admitido siempre como colaborador: publicó allí los artículos “Intervención de Alfonso X en la redacción de sus obras” (1915), “Fuentes de la General Estoria de Alfonso el Sabio” (1934 y 1936), etc.

Hacia 1918-1919 trabajó activamente en el Diccionario del español hablado en ambos mundos que preparaba Calpe, obra que al fin no se terminó, pero cuyos materiales sirvieron para la confección del Diccionario de la Real Academia Española de 1925.

Aunque Solalinde estaba vinculado al centro en Madrid en diverso grado de participación y sucesivos puestos según avanzaban los años, viajó asimismo a Estados Unidos, y en 1922 fue profesor visitante en la Universidad de Columbia y enseguida en otras, regresó a España, pero —según testimonio de su fraternal colega de Wisconsin Joaquín Ortega—, “por motivo de un incidente político, se vio obligado” a ir de nuevo a los Estados Unidos, y desde 1924 ingresó en esa Universidad de Wisconsin, en la cual permaneció hasta el día de su muerte. Allí fundó un Seminario de Estudios Medievales Españoles dentro del Departamento —que se estableció en 1930— de Español y Portugués, y creó una escuela de muchos hispanistas relevantes: Kasten, Herriott, Oelschläger, Kiddle, etc.

Junto con el de Alfonso X, el de Berceo fue el otro gran tema de estudio de Antonio García Solalinde, aunque la corta vida que tuvo no le permitió avanzar lo necesario respecto al primero, ni hacer trabajos más definitivos sobre el segundo. En 1930 apareció el primer volumen de la edición de la General Estoria alfonsí, y se iniciaba con estas palabras interpretativas: “Alfonso X orientó su actividad cultural en una dirección definida: determinar la conducta del ser humano, es decir, averiguar lo que el hombre hizo en tiempos pretéritos, señalar la calidad e índole de sus acciones al estar sometidas éstas a poderes ultravisibles —influencia astral o divina—, y fijar los deberes ciudadanos.

Este sentido moralista se deduce claramente de sus obras de historia, de sus libros astronómicos, astrológicos o de milagros y de su magna producción legislativa. Las demás ciencias [...] tan sólo le interesaban como auxiliares de aquéllas”; no se trataba, pues, de una enciclopedia al estilo isidoriano.

Enfermo cardíaco, Solalinde murió en la tarde del 13 de julio de 1937, tras dejar escuela —según queda dicho—, escuela que ha continuado en parte su labor. La valoración que de sus obras han hecho algunos estudiosos posteriores no parece tan rotundamente elogiosa como la que hicieron sus maestros y compañeros en su momento, aunque Américo Castro lo tuvo por “el mejor conocedor [en su día] de la obra inmensa del Rey Sabio”.

 

Obras de ~: G. de Berceo, El Sacrificio de la Misa, ed. de ~, Madrid, Residencia de Estudiantes, 1913; C. de Villalón (atrib.), Viaje de Turquía, ed. y pról. de ~, Madrid-Barcelona, Calpe, 1919, 2 vols.; G. de Berceo, Milagros de Nuestra Señora, ed. de ~, Madrid, La Lectura, 1922; Alfonso el Sabio, General Estoria. Primera Parte, ed. de ~, Madrid, Centro de Estudios Históricos, 1930.

 

Bibl.: Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, Memoria correspondiente á los años 1910 y 1911, Memoria correspondiente á los años 1912 y 1913 y Memoria correspondiente a los años 1914 y 1915, Madrid, 1912, 1914 y 1916, respect.; A. Castro, “In memoriam Antonio G. Solalinde”, en Boletín de la Academia Argentina de Letras, V, 19 (1937), págs. 345-347; J. Ortega, “Antonio García Solalinde (1892-1937)”, en Hispanic Review, V, 4 (1937), págs. 350-352; “Datos sobre la obra de A. G. Solalinde (1892-1937)”, en Hispanic Review, VI, 1 (1938), págs. 4-9; VV. AA., “Antonio G. Solalinde Memorial Issue”, en Romance Philology, V, n.os 2 y 3 (1951-1952); J. Gómez Pérez, “Solalinde y la Primera Crónica General de España”, en Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, LXII (1956), págs. 405-410.

 

Francisco Abad Nebot