Centurión y Negro, Octavio. Marqués de Monesterio (I). Génova (Italia), 1575-1580 – Madrid, 12.V.1653. Banquero, asentista y factor del rey, caballero de Santiago y de Alcántara, miembro de los Consejos de Hacienda y Guerra, comendador de la Zarza, factor y tesorero general de los presidios y fronteras de España, camarero de la reina Isabel, mayordomo mayor de la infanta María Teresa, tesorero de la Reina.
Octavio Centurión y Negro fue uno de los grandes banqueros del rey en la primera mitad del siglo xvii.
Sus padres eran Cristóbal Centurión y Liquineta de Negro. El II marqués de Estepa, Juan Baptista Centurión era primo segundo de Octavio Centurión, ya que sus respectivos abuelos paternos eran hermanos, pero, a pesar de este parentesco, ambas ramas familiares actuaron con total independencia en España.
Octavio llegó a Madrid con veinticinco años, la que entonces se consideraba mayoría de edad para hacer negocios, dentro de una estrategia diseñada por su familia para negociar asientos de dinero en la Corte del rey de España. Sus cinco hermanos y él: Battista, Filippo, Gio Giacomo, Vicencio y Adamo Centurión, junto con Felipe Cataneo, crearon en 1601 dos compañías para actuar de forma coordinada. Una en Génova, llamada Filippo Cattaneo, Adam e Vicenzo Centurión, y la otra en Madrid, bajo la denominación Octavio Centurión. Unos años más tarde, la compañía de Génova fue sustituida por Felipe, Adán y Juan Jácome Centurión. Octavio era propietario de un 9,6 por ciento de la compañía genovesa y de un 33 por ciento de la madrileña.
A diferencia de otros hombres de negocios que empezaron trabajando para particulares y, poco a poco, fueron entrando al servicio de la Corona, la compañía de Octavio Centurión y sus socios se constituyó para trabajar con la Monarquía desde el primer momento.
Los asientos de dinero que firmó se cifraban en millones de ducados, demostrando una capacidad que ningún otro hombre de negocios pudo nunca igualar. Esto no impidió que, al mismo tiempo, también tuviese otro tipo de clientes y que gestionase el patrimonio que muchos genoveses tenían invertido en España.
La actividad financiera de Octavio en España se divide en dos grandes fases, separadas por un largo y complejo pleito con la Real Hacienda a raíz de la liquidación de sus primeros asientos.
El 31 de diciembre de 1602, Centurión ofreció en un solo asiento 9.600.000 escudos y ducados en Flandes y Madrid. Se trataba del asiento más importante que un banquero jamás había firmado ni firmaría con la Monarquía española. Desde entonces y hasta 1612 ofreció su crédito en distintos contratos por un total de más de 13.391.000 escudos y ducados. En esas negociaciones contó con la colaboración de Baptista Serra y Cataneo Serra, los cuales solían hacerse cargo cada uno de una cuarta parte de sus asientos.
En 1608 trató de disuadir a la Corona de continuar con su proyecto de convertir Milán en un centro de acumulación de metal precioso, como estrategia para abaratar el crédito en Flandes. En su lugar, aconsejaba concentrar la plata en Génova, poniendo al embajador de España en la República como responsable de su custodia, y a su hermano Vicencio Centurión y al marqués Spínola como garantes de los pagos que se librarían sobre dicho fondo. Ese mismo año Octavio fue nombrado diputado del Medio General junto a Nicolao Balbi, Baptista Serra y Sinivaldo Fiesco.
Sus desavenencias con varios ministros del rey le llevaron a retirarse de la negociación y a irse de España durante una temporada. Regresó a Génova, dejando al frente de sus negocios en Madrid a Ambrosio Salvago. En Génova se casó en torno a 1615 con Battina Doria y Centurión. Sólo tuvieron una hija, Clara, que esposó en Madrid con su primo Domingo Centurión.
Con la llegada al trono de Felipe IV, desde el consejo de Hacienda se hicieron gestiones para atraerlo de nuevo a la negociación crediticia, y se consiguió en 1624. Su regreso fue como la primera vez, con un enorme asiento de 5.290.000 ducados, en un momento en el que el resto de banqueros era muy reticente a seguir prestando fondos. Puso como condición la liquidación definitiva de los pleitos que aún estaban abiertos contra él.
La firma de este asiento le hizo acreedor de la mayor parte del tesoro de la armada de Antonio de Oquendo que había llegado en mayo de aquel mismo año. Salvo el dinero necesario para pagar los azogues, el resto del tesoro fue entregado a Centurión. Después de la bancarrota de 1627, siguió firmando provisiones, pero Octavio prefirió ocupar un segundo plano en la negociación.
En 1630 se ocupó temporalmente de la embajada genovesa en España, mientras la República nombraba a su nuevo representante en la Corte.
En 1632 se le nombró marqués de Monesterio. Ese mismo año aceptó hacerse cargo de la financiación de las fortificaciones y ejércitos que defendían la península Ibérica, un tema que preocupaba mucho a Olivares. Esto significaba una continua transferencia de fondos hacía los lugares donde se encontraban las tropas, gestionando adecuadamente los recursos disponibles en cada reino y encargándose de realizar transferencias desde Madrid, cuando aquéllos no eran suficientes. Posteriormente entró a formar parte de los Consejos de Hacienda y de Guerra.
Octavio estuvo al frente de dos patronatos. El primero, que compartió con su mujer, consistió en la fundación del convento de Nuestra Señora de la Concepción del Rosario de los padres dominicos en la calle San Bernardo de Madrid, en cuya iglesia fueron enterrados ellos y sus descendientes. El segundo fue el convento-colegio de Descalzos de la orden de la Santísima Trinidad en Alcalá de Henares. De este segundo convento, Octavio fue también patrón de la obra pía de redención de cautivos, haciendo generosas contribuciones.
Los negocios de Octavio con la Corona sobrevivieron a tres suspensiones de pagos: 1607, 1627 y 1647.
Durante los años cuarenta fue delegando en su principal colaborador en Madrid: su sobrino y yerno, Domingo Centurión. Después de ver morir a su mujer y a su única hija, Octavio falleció en Madrid en mayo de 1653. Su principal y única heredera, su nieta Ana Centurión, heredó el título de marquesa de Monesterio.
Fuentes y bibl.: Archivo General de Simancas, Consejo y Juntas de Hacienda, legs. 621, 622, 632, 656, 665, 688, 714; Archivo Histórico Nacional, FC_Hacienda, lib. 7886, Órdenes Militares, Santiago, exp. 1870, Órdenes Militares, Alcántara, exp. 340; Archivo Histórico de Protocolos Notariales de Madrid, Protocolos, 5479; Archivo General de Indias, Contaduría, leg. 358-4. Biblioteca Nacional de españa, ms. 1492.
A. Domínguez Ortiz, Política y Hacienda de Felipe IV, Madrid, Editorial de Derecho Financiero, 1960, pág. 106- 107; J. H. Elliott y J. F. Peña (eds.), Memoriales y Cartas del Conde Duque de Olivares, vol. II, Madrid, Alfaguara, 1978, pág. 178; C. Sanz Ayán, Los banqueros de Carlos II, Valladolid, Universidad, 1988, pág. 181; E. Neri. Uomini d’affari e di goberno tra Genova e Madrid, Milano, 1989, págs. 54-55 y 119; F. Ruiz Martín, Las Finanzas de la Monarquía Hispánica, Madrid, Real Academia de la Historia, 1990, págs. 69 y 82; C. Álvarez Nogal, Los banqueros de Felipe IV y los metales preciosos americanos (1621-1665), Madrid, Banco de España, 1997; El crédito de la Monarquía Hispánica durante el reinado de Felipe IV, Valladolid, Consejería de Educación y Cultura, 1997; I. Pulido Bueno, La familia genovesa Centurión al servicio de España 1380-1680, Huelva, Pulido Bueno, 2004; C. Álvarez Nogal, “Las compañías bancarias genovesas en Madrid a comienzos del siglo xvii”; y C. Sanz Ayán, “Presencia y fortuna de los hombres de negocios genoveses durante la crisis hispana de 1640”, en Hispania LXV/1, 219 (2005), págs. 67-90 y 101, respect.
Carlos Álvarez Nogal