López y de Vega, Andrés. Málaga, 28.VI.1820 – Barcelona, 1.XI.1905. Militar, general de división, procedente de Ingenieros.
Era hijo de un capitán de Ingenieros de su mismo nombre. El 6 de noviembre de 1832 empezó a servir en el ejército en clase de cadete del Regimiento de Infantería de “América” y con fecha 24 de marzo de 1835 ascendió a alférez de dicha arma con destino al regimiento de “Saboya”. Un año después, el 7 de septiembre de 1836 ingresó en la Academia de Ingenieros de Guadalajara, donde permaneció hasta completar sus estudios, saliendo de la misma como teniente del Cuerpo, según una Real Orden de 24 de diciembre de 1839.
Destinado al único regimiento de Ingenieros entonces existente (el segundo no se creó hasta 1850) e integrado en el Ejército de operaciones del Norte en plena Primera Guerra Carlista, tomó parte en numerosas acciones en Aragón, Valencia y Cataluña, a las órdenes del general en jefe duque de la Victoria. En el transcurso de la guerra civil, estuvo en los trabajos de los sitios de Segura, del 24 al 27 de febrero de 1840; de Castellote, del 22 al 26 de marzo siguiente, y en los de Morella, hasta su rendición, desde el 13 hasta el 30 de mayo del mismo año. Por los servicios prestados en estos hechos de armas, obtuvo el grado de capitán del Ejército (los oficiales de Ingenieros, Artillería y Estado Mayor podían ascender en tres escalas: la de su Cuerpo, por antigüedad, y por méritos en las de grado del Ejército, y efectivo en el mismo), la Cruz de distinción y la de primera Clase de San Fernando.
Posteriormente era destinado a la Dirección Subinspección de Ingenieros en Cuba como capitán en Ultramar (al ser destinados a Ultramar, recibían el grado inmediato superior, que perdían al volver a la Península), donde permaneció desde 1841 a 1851.
Desde su llegada a La Habana se le encargaron varias comisiones, habiéndole confiado el capitán general, en febrero de 1842, el estudio del proyecto de las obras de fortificación del puerto de Guantánamo, que presentó a las pocas semanas. Nombrado segundo comandante del batallón de Ingenieros de la isla de Cuba en enero de 1843, ejerció este mando hasta fines del año siguiente. En 1846 redactó el proyecto de una batería de frente elíptico, cerrada y defendida por los alojamientos de su gola, para la punta Cabotoro, en la parte oriental. También en 1846 tuvo a su cargo la dirección de los trabajos de apertura de una trocha de reconocimiento en las montañas de Baracoa, como preliminar del camino proyectado entre la expresada ciudad y el pueblo de Saltadelo de Guaro. Al año siguiente formuló el proyecto de un teatro para La Habana y en 1848 otro proyecto de teatro para Santiago de Cuba y se le encomendó la construcción de una torre fanal en la entrada de la bahía de Cienfuegos, que dejó muy adelantada al pasar a dirigir las reparaciones del camino de San Antonio de los Baños a San Diego de la Vuelta dé Abajo y la construcción, en San Diego de los Baños, de un cuartel con pabellones para oficiales. En 1849 se le encargó el proyecto de una calzada, malecón y muelle para el puerto de Guantánamo y el de un muelle y tinglado de depósito para el de Manzanillo.
No obstante haberse dispuesto el 12 de febrero de 1851 su regreso a España por haber cumplido el plazo máximo de residencia en Ultramar, no se embarcó hasta el 3 de julio siguiente, por habérsele ordenado por la autoridad superior de la isla el reconocimiento de más de 80 leguas de camino en el Departamento Oriental para fijar la dirección que debía darse a la carretera central, trabajo que llevó a cabo a pesar de hallarse en la convalecencia de una grave enfermedad.
Vuelto a la Península, se le concedió el empleo de capitán del Cuerpo con la antigüedad de 30 de mayo de 1842. Destinado a la Comandancia de Ingenieros de Mahón, dirigió las obras del fuerte de Isabel II o de la Mola, ascendiendo a teniente coronel de Ingenieros el 27 de noviembre de 1857. Estuvo al mando de las citadas obras hasta que el 12 de noviembre de 1858 se le nombraba comandante de Ingenieros del Campo de Gibraltar y director de las obras de Tarifa, donde permaneció hasta su promoción a coronel del Cuerpo, por Real Orden de 22 de agosto de 1863, siendo destinado a la Dirección Subinspección de Valencia.
En los pocos años que estuvo en Algeciras, formó un anteproyecto del puerto militar de Tarifa, con Memoria y gran número de planos; el proyecto de terminación de las obras de defensa de la plaza y península de Tarifa, cuyas obras dirigió hasta concluirlas, y, finalmente, los proyectos de aumento de un cuartel y de un edificio nuevo de pabellones para el gobernador y oficiales de la guarnición en la línea del Campo de Gibraltar, cuya construcción dejó bastante adelantada a su salida de Algeciras.
Destinado al mando de la Comandancia de Valencia, así como la de Alicante y de Morella, permaneció ejerciendo su mando, hasta que fue nombrado vocal de la Junta Superior Facultativa del Cuerpo y encargado de la Comisión de defensas de las costas del Reino el 14 de octubre de 1870. En el transcurso de su mando en Valencia, realizó proyectos de: mejora de los cuarteles de Caballería de San Francisco y de Santo Domingo, dos cuarteles de nueva planta y los de reforma de varios edificios militares de la Comandancia. También llevó a cabo las obras de defensa de los puertos del Grao y Alicante para precaver los ataques que pudieran intentar los corsarios chilenos y peruanos.
En los acontecimientos que tuvieron lugar en Valencia, desde el 7 al 16 de octubre de 1869, López y de Vega tomó parte combatiendo con la guarnición la insurrección republicana, dirigiendo en el último día señalado, los tres principales ataques que se dieron, al frente de las columnas de los brigadieres Velarde y Palacios y de la del general Alaminos. Por su distinguido comportamiento y sus servicios en estos hechos de armas, se le otorgó la Cruz de segunda clase del Mérito Militar roja.
Por Real decreto de 20 de marzo de 1872 se le ascendió a brigadier de Ingenieros en Ultramar, con el cargo de segundo jefe de la Dirección Subinspección de la isla de Cuba.
A su llegada a La Habana fue nombrado presidente de la Comisión de defensa permanente de aquella isla, con cuyo carácter vino a España en marzo de 1873, para que diera personalmente a la Junta Superior Facultativa del Cuerpo, las noticias y aclaraciones necesarias, entregando al ingeniero general una Memoria sobre la guerra de Cuba y la colonización de aquella isla. El 19 de marzo de 1874, regresó a La Habana. En agosto, era designado por el capitán general de la isla para desempeñar una misión diplomática en la República de Venezuela, con el fin de adquirir noticias sobre proyectos de expediciones filibusteras que se preparaban en algunas costas. Encontrándose falto de salud, solicitó y obtuvo su regreso a España en diciembre de aquel mismo año.
En 1875 estaba en Valencia como jefe de la Dirección Subinspección de la Región, cargo que debía simultanear con el de comandante general de Ingenieros del Ejército del Centro. Con él asistió, ya en la última fase de la Tercera Guerra Carlista, a numerosos hechos de armas como el sitio del fuerte de Seo de Urgel, y, por disolución de ese ejército, pasaba destinado al del Norte, con residencia en Barcelona.
En 1877 se le nombró jefe de la comisión defensiva de la frontera con Francia y en 1881 era segundo jefe de la Dirección-Subinspección de Ingenieros de Cataluña, cargo compatible con la comisión señalada anteriormente. En el marco de la primera comisión citada, realizaba numerosos proyectos, como el de fortificación de la plaza de Gerona, la reforma de una batería en Barcelona o, finalmente, el de un acuartelamiento y diversos edificios militares en esta última ciudad.
En 1881, pasó a la situación de supernumerario, marchando a Filipinas como administrador general de la Sociedad de desarrollo del tabaco y otras producciones agrícolas en aquellas tierras. Volvía a la Península dos años después, en 1883, y a la actividad militar, como jefe de la Comandancia General del Establecimiento Central del Cuerpo de Ingenieros en Guadalajara, mando que llevaba consigo el de la Academia del Cuerpo, el del primer Regimiento del Arma y el de los Talleres del Material de Ingenieros. En ese mismo año de 1883 era promovido a mariscal de campo y destinado a la Comandancia General de Cataluña, donde permanecía hasta 1888, en que pasó a la reserva.
Estaba en posesión de tres Cruces de tercera clase del Mérito Militar, Gran Cruz de Isabel la Católica y de la Cruz, Placa y Gran Cruz de San Hermenegildo y de la Medalla de Alfonso XII. Por último, por dos veces se le declaró benemérito de la patria por las Cortes del Reino.
Fuentes y bibl.: Archivo General Militar de Segovia (AGMS), Exps. personales.
Estados (Escalillas) del Cuerpo de Ingenieros de Ejército, 1836-1905; Estado Militar de España e Indias, Madrid, Imprenta nacional, 1858; “Necrologías”, en Revista del Memorial de Ingenieros del Ejército, 60, 12 (diciembre de 1905), págs. 381-386; W. E. Retana, Breve Diccionario Biográfico de los Ingenieros Militares que han estado en las Islas Filipinas, Madrid, Imprenta del Memorial de Ingenieros, 1923; L. de Sequera Martínez, Historial de las Unidades de Ingenieros en Ultramar (la Campaña de 1898), Madrid, Talleres del Centro Geográfico del Ejército, 1999; J. Carrillo de Albornoz y Galbeño, “Caballeros de la Real y Militar Orden de San Fernando pertenecientes al Arma de Ingenieros”, en Memorial del Arma de Ingenieros (Madrid, Ministerio de Defensa), n.os 63-66 (2001 y 2002); M. Galcerán, “La Dirección de Ingenieros en el Principado de Cataluña en el siglo XVIII”, en La ilustración en Cataluña. La obra de los Ingenieros Militares, Madrid, Ministerio de Defensa, 2010, págs. 130-149; C. Sánchez de Alcázar García, “Los ingenieros militares en Tarifa 1939-1945”, en Al Qantir: Monografías y documentos sobre la historia de Tarifa, 12 (2012), págs. 176-183.
Juan Carrillo de Albornoz y Galbeño