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Juan Pérez de Menacho

Biografía

Pérez de Menacho, Juan. Lima (Perú), 5.III.1565 – 20.I.1626. Religioso jesuita (SI), criollo, catedrático, consejero y asesor de tres virreyes.

Hijo de Esteban Pérez y de Isabel Penacho, “personas de esclarecida estirpe, enlazadas con la primera nobleza del país” (Torres Saldamando, 1882), quienes creyendo, falsamente, que su hijo no tenía capacidad intelectual, no le proporcionaron educación primaria.

La casual visita en su casa del padre Leandro Felipe, para un asunto particular, despertó en éste una rara admiración por la interesante conversación que sostuvo con el joven Juan, quien, a los catorce años, ni siquiera sabía leer ni escribir. Convenció el religioso a sus padres para que lo mandasen a la escuela pública que sostenían los jesuitas en el Colegio de San Pablo. Era el año 1579. “A los tres días de asistencia a ella leía Juan con notable facilidad”. Era esto debido a la extraordinaria memoria que poseía, un don admirable cuya fama se extendió por toda América y aún llegó a Europa.

Se decía que siendo catedrático se sabía de memoria íntegramente toda la Suma Teológica, de santo Tomás. Por otra parte, ante las atribuciones de algunos historiadores que pretendían hacerlo natural del Paraguay o de Colombia, tanto Torres Saldamando (1882) como Mendiburu (ed. de 1933) publicaron la partida de bautismo de Juan Pérez de Menacho, obtenida en el archivo de la parroquia del Sagrario, de Lima.

Entró en el noviciado de los jesuitas de Lima el día 2 de febrero de 1583, un mes antes de cumplir los dieciocho años, siendo recibido por el provincial Baltasar de Piñas, quien había llegado desde España en 1581, al frente de una expedición con veinte jesuitas.

Torres Saldamando publica la sencilla inscripción registral de la entrada en el noviciado de Juan Pérez de Penacho, que se encuentra en el legajo 1174 del Archivo Nacional de Lima: “El hermano Juan Perez Penacho fué admitido á primera probación en 2 de Febrero de 1583, y ça veinte del mismo mes fué recibido en la compañía de Jesús en este collegio de Lima por el padre Baltasar de Piñas provincial desta provincia.

Es de edad de dieciocho años, natural desta ciudad de Lima, hijo de Steban Perez y de Isabel Penacho; fué examinado para estudiante vio las reglas bullas y constituciones y dijo que era contento de pasar ellos y firmolo de su nombre.- Juan Perez Penacho.- Piñas”.

El rector del noviciado era el padre Diego de Zúñiga.

En el Catálogo de los Jesuitas de la provincia del Perú, del año 1585, se lee lo siguiente: “Admitidos durante último bienio, ingresados...: Juan Pérez Menacho, a primera probación, el 2 de Febrero de 1583; al noviciado, el 20; edad 18 años, natural de Lima, hijo de Esteban Pérez e Isabel Menacho, para estudiante” (Monumenta Peruana, vol. III: 608). Se aplicó al estudió de Artes, Teología y otras disciplinas eclesiásticas en el Colegio de San Pablo, del que era rector el padre Juan de Atienza. En el Catálogo de 1595, aparece su descripción así: “Padre Joán Pérez Menacho, Lima, treinta años, buenas fuerças, doce años de Compañía, 3 años de Artes, 4 de Theulogía, Lector de Artes y cassos” (Monumenta Peruana, vol. V: 755). Pronto pasó en el Colegio a leer Escritura y Casos de Conciencia.

Al realizar la llamada por los jesuitas “segunda profesión” se le otorgó el título de doctor en Sagrada Teología. Recibió las sagradas órdenes en el año 1598.

Por sus cualidades intelectuales quedó inmediatamente adscrito al Colegio del Cuzco, como profesor de Teología.

Ocurrido el fallecimiento del catedrático padre Esteban de Ávila, su Cátedra de Teología en el Colegio de San Pablo fue cubierta por el padre Pérez de Menacho, al igual que la otra Cátedra, igualmente de Prima de Teología, que el virrey Luis de Velasco y Castilla, marqués de Salinas, había asignado a los jesuitas en la Universidad de San Marcos, también de Lima. Pero hay que tener en cuenta que desde 1595, al menos, ya era catedrático de la Universidad de San Marcos, no se sabe de qué disciplina, pues en carta del virrey García Hurtado de Mendoza al rey Felipe II, datada en Lima a 8 de noviembre de 1595, informándole al detalle de toda la situación del virreinato dice en un párrafo: “La Universidad está muy poblada, con aver metido en ella dos Catedraticos de la Compañía: Juan Pérez Menacho y Cristóbal Narváez” (Monumenta Peruana, V: 874).

Dice Torres Saldamando (319) que al posesionarse el padre Pérez de Menacho de la Cátedra de Prima de Teología, suplicó que se le admitiera como tesis del certamen que debía leer, lo que la suerte determinara sobre un pasaje de la Suma Teológica de santo Tomás, cuyos volúmenes estaban en la mesa del rector. Ordenó éste al secretario que cogiera uno al azar y lo abriera por donde quisiera, leyendo al padre Pérez un pasaje. Inmediatamente, el nuevo catedrático disertó, en latín, durante una hora, con tanta variedad de doctrina y tantas opiniones de santos y de doctores sobre el asunto sacado al azar y, además, con tanta elocuencia, que todos los oyentes quedaron admirados de tan singular ilustración.

En el informe a Roma del provincial del Perú, del año 1601, se dice: “Es catedrático de Prima de Teología en la Universidad, nacido en esta ciudad, tan crecido en la sufficencia de letras, religión y aplauso de la República, como en la estatura de cuerpo” (Monumenta Peruana, 1981: 585). En efecto, era uno de los hombres más altos de Lima.

En 1605 renunció la Compañía de Jesús a la regencia de las cátedras que tenía en la Universidad; quince años después, en 1620, fueron admitidas nuevamente y volvió a encargarse de la de Prima de Teología el Padre Pérez de Menacho, que la tuvo hasta que el provincial Juan de Frías Herrán, cumpliendo órdenes del general, las renunció nuevamente. Sin embargo, la Cátedra de Teología de San Pablo la regentó el padre Pérez de Menacho durante veinte años, entre 1601 a 1621. Y la Cátedra en la Universidad la ejerció en los períodos de 1601 a 1605 y de 1620 a 1624. En sus enseñanzas siguió las orientaciones tomistas, pero presentando en ellas algunas doctrinas de san Agustín y de los neoplatónicos.

Su fama de alta autoridad en cuestiones de teología, moral y jurisprudencia eclesiástica hizo que fuera nombrado calificador y consultor de la Inquisición.

No era menor su fama de predicador. Por todo ello, recibió también el nombramiento de consultor de tres virreyes; del IX, el marqués de Salinas, del X, el conde de Monterrey, y del XI, el marqués de Montesclaros.

Dos veces a la semana atendía consultas de particulares sobre la conciencia; aparte las innumerables contestaciones orales, es un hecho, que pasaron de cuatro mil las respuestas a estos casos que dio por escrito. Como consultor de los virreyes dice Torres Saldamando (1882: 320) que nunca entró en el palacio virreinal, recibiendo las consultas de los diversos virreyes, siempre por escrito, en su Colegio de San Pablo.

En el corto espacio de tiempo que le dejaba su actividad de catedrático, de predicador y de consultor, fueron muchas las obras que, manuscritas, escribió, tanto en latín como en español.

El gran terremoto que padeció Lima el 19 de octubre de 1609 le provocó una fatal caída, de la que resultó con rotura de huesos, que le hicieron sufrir una dolorosa parálisis durante más de dieciséis años, hasta su muerte. Fue guardando cama, para aliviar los terribles dolores que padecía, cuando con más intensidad se dio a la redacción de sus manuscritos.

Falleció en el Colegio de San Pablo el 20 de enero de 1626, cuando no había cumplido todavía los sesenta y un años de edad; le faltaban unos días para alcanzar los cuarenta y dos años de vida religiosa y llevaba veintiocho de sacerdote jesuita.

Mendiburu (ed. de 1932) recoge elogios sobre su persona. El catedrático de Alcalá Diego de Daza, confesor del virrey príncipe de Esquilache, vuelto a España decía en Madrid: “Todos somos niños en comparación de este hombre; jamás creí oir semejante grandeza de sabiduría”. El padre Francisco Serrano, en Madrid, en un escrito sobre el limeño José Eusebio Llano Zapata, escribe de Pérez de Menacho lo siguiente: “la Universidad de París entendía que con él estaba en Lima la mente de Santo Tomás”. Y añade que la Curia romana hizo esfuerzos para tener cerca de sí al docto jesuita, no consiguiéndolo del Reino del Perú, a pesar de ofrecer mandar a Lima en su reemplazo a cuatro sujetos de muy probada literatura en recompensa.

Y a su reputación como sabio en cuestiones de teología, cánones, jurisprudencia y disciplina eclesiástica, se unía la santidad de su vida, una vida llena de humildad, de carácter bondadoso y de servicio a los demás.

Por eso, los virreyes le daban dinero para que lo distribuyera según su mejor entender entre pobres, viudas, enfermos, monjas sin recursos, hasta el punto de que se calcula en unos 30.000 pesos lo que Menacho distribuyó en estas obras de caridad.

 

Obras de ~: Commentarii Summa theologicæ S. Thomæ, 6 vols. [ms. en Biblioteca Nacional de Perú (BNP)]; Theologiæ moralis tractatus, 2 vols. (ms. en Biblioteca Nacional, Lima, Perú); Tractatus de praeceptis Ecclesiæ; Privilegios de la Compañía de Jesús, 2 vols. (BNP, ms.); Privilegios de los Indios (BNP, ms.); De redditibus Ecclesiasticis; Preminencias de las Iglesias Catedrales respecto de sus sufragáneas (BNP, ms.); Tratado breve sobre la cuarta episcopal que se debe a los Obispos de la Provincia del Perú (BNP, ms.); El Decálogo (BNP, ms.); Censuras y bula de la Santa Cruzada (BNP, ms.); Conciencia errónea (BNP, ms.); Regalo de obsequios (BNP, ms.); Consejos morales (BNP, ms.); Vida, virtudes y revelaciones de Rosa de Santa María (BNP, ms.); De Sacramentis in genere (en Catalogue de la Bibliothèque de M. Ricardo Heredia, comte de Benahavís, vol. I, Paris, n.º 184, pág. 62).

 

Bibl.: D. de Torres Vázquez, “Carta de Edificación del Reverendo Juan Pérez de Penacho” [1626], en El Siglo (Lima), n.os 43 y 44 (1878); F. de Irisarri, Vida admirable y heroicas virtudes del Seraphin en el amor divino. El V. P. Juan de Alloza [...], Madrid, D. Martínez Abad, 1745; J. Rossi y Rubí, “Noticia Histórica sobre la vida del Reverendo Padre Juan Pérez de Menacho”, en El Mercurio Peruano (Lima), n.º 11, 3 de marzo de 1771; F. de Rotalde, Elogium sapientissime P. Joanne Perez de Menacho Provinciaæ Peruviannæ Societatis Jesu, en M. de Odriozola, Colección de Documentos Literarios del Perú, Lima, 1863-1877; E. Torres Saldamando, Los Antiguos Jesuitas del Peru. Biografías y Apuntes para su Historia, Lima, Imprenta Liberal, 1882, págs. 318-322; C. Sommervogel, Bibliothèque de la Compagnie de Jésus [...], vol. VI, Bruxelles- Paris, Oscar Schepens, Alphonse Picard, 1896; M. de Mendiburu, Diccionario Histórico Biográfico del Perú [...], vol. VII, Lima, Imprenta Gil, 1933 (2.ª ed.), págs. 298-301; Monumenta Peruana, vol. III, Romae, Apud “Monumenta Historica Soc. Iesu”, 1961, pág. 608; F. Mateos, “Juan Pérez de Menacho, teólogo y jurista del siglo xvii (1565-1626)”, en Revista del Instituto de Historia del Derecho, n.º 14 (1963), págs. 87- 109; A. Tauro, Diccionario Enciclopédico del Perú, Ilustrado, vol. II, Lima, Editorial Mejía Baca, 1966, pág. 525; Monumenta Peruana, vol. V, Romae, Apud “Monumenta Historica Soc. Iesu”, 1970, págs. 755, 784 y 874; A. Aldea Vaquero, T. Marín Martínez y J. Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. III, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Instituto Enrique Flórez, 1973, pág. 1968; Monumenta Peruana, vol. VII (1600- 1602), Romae, Apud “Institutum Historicum Societatis Iesu”, 1981, págs. 11, 43, 186, 234, 263, 496, 499, 502, 565, 670, 693, 905 y 915; Monumenta Peruana, vol. VIII (1603-1604), Romae, Apud “Institutum Historicum Societatis Iesu”, 1986, págs. 5, 156, 485 y 502.

 

Fernando Rodríguez de la Torre