Penagos Zalabardo, Rafael de. Madrid, 7.III.1889 – 24.IV.1954. Dibujante y pintor, creador, en España, de la ilustración Art Déco.
Su amplia obra, de un alto valor artístico y fruto de un estilo propio, mereció que Ortega y Gasset le calificase como “un genio de su época”. Tiene, además, un valioso carácter documental, como testimonio de la transformación y europeización de la sociedad española en la década de 1920.
Pronto mostró sus inclinaciones y dotes para la pintura.
Matriculado en 1900 en la Escuela Superior de Artes e Industria, obtuvo sucesivos galardones y, en 1904, ingresó en la Academia de Bellas Artes de San Fernando; allí tuvo como compañeros a José Solana y Victorio Macho y recibió clases de Emilio Sala y Antonio Muñoz Degrain. Desde el primer momento compaginó la ilustración gráfica y la pintura, pero destacó por la excepcional calidad de sus dibujos, reconocida con numerosos diplomas.
A partir de 1910, inmerso en el ambiente cultural madrileño, fue asiduo de las tertulias del Nuevo Café de Levante, presididas por Ramón del Valle-Inclán y Ricardo Baroja, con los que mantuvo gran amistad.
Al mismo tiempo, empezó a introducirse, con creciente éxito, en el mundo de la ilustración; destaca la realización de un cartel, para la bailarina Tórtola Valencia, en 1912, año en que ya colaboraba con la revista Por esos mundos. Con Ricardo Baroja, Julio Romero de Torres, Arteta y otros artistas trabajó en la ilustración de Voces de gesta, de Valle-Inclán, y realizó la portada para las obras completas de este escritor.
Su estancia en París, en 1913, con una beca de la Junta para la Ampliación de Estudios, fue decisiva, pues le permitió ponerse en contacto directo con las nuevas corrientes estéticas europeas y asumir sus formas; así quedó patente en los carteles enviados al concurso que convocaba la Casa Amatller de Barcelona, con los que obtuvo los premios primero, segundo y cuarto. Su intención de ampliar la experiencia europea, en el verano de 1914, fue interrumpida por el estallido de la guerra, que precipitó su regreso de Inglaterra e instalación definitiva en Madrid.
Desde 1915 empezó a desarrollar una intensa actividad como ilustrador. La influencia de la estética de los ballets de Diaghilev, que actuaron en Madrid en 1917, contribuyó a la maduración de su estilo personal; a partir de esa fecha, y a lo largo de la década de 1920, la obra de Penagos alcanzó su esplendor.
El dibujo, aplicado a las artes gráficas presentaba una amplia oferta, y convertía a la capital en un gran centro artístico. La actividad de Penagos se desplegó en diversos frentes. Por una parte colaboró con la revista España, publicada entre 1915 y 1923; minoritaria y seria, era una publicación progresista y de gran calidad, que tuvo como primer director a Ortega y Gasset. También trabajó para las revistas de gran tirada, La Esfera, Nuevo Mundo, Mundo Gráfico, Blanco y Negro y ABC; éstas, que también tenían selectas colaboraciones literarias y artísticas y contaban con un público más amplio y heterogéneo, introdujeron el modernismo y Art Déco en los hogares de la clase media. Simultáneamente realizó ilustraciones para los Cuentos de Calleja, y para otras editoriales (Espasa Calpe, Renacimiento, Pueyo) así como publicidad.
Los anuncios de perfumería para la casa Gal, con su nota frívola y elegante, tuvieron gran influencia en la difusión del nuevo gusto.
Estuvo muy ligado al Círculo de Bellas Artes, del que en 1919 fue secretario, y colaboró de modo asiduo en la creación de portadas para la “Biblioteca Estrella de Madrid”, “La novela de la noche”, “La novela semanal”, “La novela picaresca”, “Nuestra novela”, “El teatro moderno”, etc.
Como cartelista su actividad fue imparable; destacan en esta amplia producción la obra realizada para Catalina Bárcena y los de la Exposición Iberoamericana de Barcelona y Sevilla, que le fueron encargados tras obtener, en 1926, el primer premio del concurso convocado al respecto. En 1927 trabajó con la industria del cine, creando un cartel para la película La hermana San Sulpicio, dirigida por Florián Rey e interpretada por Imperio Argentina.
En 1925 participó en la Exposición Internacional de Artes Decorativas de París y recibió la Medalla de Oro, el galardón más prestigioso.
En su obra, llena de gusto y sensibilidad, se advierte un artista original, el más elegante, severo y Déco de nuestros ilustradores. Dibujante de la estilización, simplificación y sobriedad, muestra trazo seguro y breves líneas. Las figuras, exentas sobre fondos monócromos, delicadamente entonados, son línea pura, con la aguada y carboncillo como simple complemento.
La neutralidad de la guerra había hecho de Madrid una ciudad chic, alegre y cosmopolita. Su clima gentil y atractivo durante la década de 1920 están seductoramente ilustrados por Penagos, cuyos personajes, plenamente contemporáneos y estilizados, representaban una nueva sociedad urbana y moderna. Creó un tipo de mujer que rompía con la ecuación bellezasalud- gordura; la “mujer Penagos” era mujer delgada, sin caderas, maquillada, moderna y coqueta, fumaba, practicaba los deportes más sofisticados, mostraba gran afición por lo exótico, etc. Ejemplo de una juventud dorada de círculos lujosos y modernos, se convirtió en el modelo de los ‘felices años veinte’ madrileños.
Son figuras que parten de la realidad, pero, como las de Botticelli o Modigliani, están inventadas; sin embargo, tuvieron una influencia sociológica de primer orden pues, como dijo Julio Camba, las madrileñas, al ver sus dibujos, decidieron parecerse a ellos.
La vinculación de Penagos a Madrid no fue un obstáculo para que su obra y su propia vida trascendieran esta geografía. En 1927 inició la colaboración con las revistas argentinas Caras y caretas y Cigarrillos 43, así como con la española Cosmópolis. Sus méritos, aplaudidos en las diversas exposiciones de su obra, se reconocieron en un homenaje de la Unión de Dibujantes Españoles. De 1928 a 1934 continuó haciendo portadas para libros e ilustraciones para “Saturnino Calleja”, “La novela de noche”, “Los novelistas”, así como para las revistas Estampa y Crónica. Esto no supuso abandono del cartelismo, que cultivó con éxito, avalado por constantes premios de los concursos en que participó.
Fueron estos años también decisivos a nivel personal: en 1923 contrajo matrimonio con María Jiménez Angulo, y en 1924 nacieron sus hijos Rafael y José María.
En la primavera de 1935, tras superar con el número uno las pruebas de la oposición, fue nombrado catedrático de Dibujo del Instituto Cervantes de Madrid; tuvo allí como compañero de claustro a Antonio Machado.
Durante la Guerra Civil, Penagos marchó a Valencia; ejerció la docencia en el Instituto Luis Vives y en el Instituto Obrero y fue uno de los veteranos cartelistas republicanos.
Regresó a Madrid en 1939 y trató de recuperar su actividad de ilustrador, pero las ofertas escaseaban. En 1941 se trasladó a Barcelona e impartió clases en el Instituto Montserrat, pero en 1948 partió hacia América del Sur; vivió en Santiago de Chile y Buenos Aires, donde coincidió con Eduardo Zamacois y colaboró en la revista Atlántida.
Volvió a España en 1953, y murió en Madrid el 24 de abril de 1954.
La colección más importante que existe de su obra es propiedad de la Fundación Mapfre, que la recibió en 1989 por donación. Se compone de doscientas cuarenta y seis piezas, en su mayor parte originales para ilustraciones gráficas, anuncios y carteles publicitarios, así como un conjunto significativo de primeras ediciones de sus dibujos publicados en diferentes revistas y abundante documentación.
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Ana María Ruiz Zapata