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Emilio Burgos Moreno

Biografía

Burgos Moreno, Emilio. Madrid, 18.II.1911 – 20.II.2003. Escenógrafo y figurinista.

Hijo único de María Moreno y Eudaldo Burgos, una familia de clase media natural de Toledo, se aficionó al teatro cuando acompañaba a su padre a ver representaciones teatrales en Madrid. Así nació su amor por la escenografía, comenzando ya a atisbar las enormes posibilidades dramáticas de este arte que manipula el espacio de la escena para provocar la emoción en el espectador.

Por imposición familiar inició los estudios de Arquitectura superior en Madrid, estudios que abandonó para realizar los de Aparejador, contentando de esta forma a sus padres. El aprendizaje de los rudimentos del dibujo técnico, la perspectiva y la proyectación, junto con una natural facilidad para el dibujo, le convirtieron en el escenógrafo más riguroso y con mayor preparación técnica del teatro español de la época. Al acabar la carrera, se dedicó a su pasión y colaboró en el Teatro Escuela de Arte con Rivas Cherif y Felipe Lluch.

Con el desencadenamiento de la Guerra Civil, Burgos se alista en el ejército republicano en el que alcanzó el grado de oficial en la Batalla del Ebro, según sus palabras. Como parte del bando perdedor, pasa dos años en la cárcel en Barcelona, posteriormente pasa a una cárcel convencional en Alcalá de Henares, desde donde es trasladado, al final de la guerra, a un campo de concentración al sur de Francia, acusado de ser amigo de García Lorca y Azaña. Después de esta traumática experiencia, consigue la liberación por la mediación de su amigo José Franco y vuelve a Madrid en 1941. En la capital española, Cayetano Luca de Tena le encarga unos decorados para teatro infantil de los que Sigfrido Burmann no se podía hacer cargo. A partir de este momento ya no dejará de trabajar como escenógrafo y en muchas ocasiones también como gran figurinista, siendo su primer trabajo el mismo año, en el madrileño Teatro Español, con Falstaff y las alegres casadas de Windsor. A partir de ese momento se inicia la obra de uno de los más prolíficos escenógrafos de la posguerra española que, junto con Burmann, más incidió en la estética teatral del teatro de posguerra.

El trabajo de Burgos se caracterizó por su dominio del espacio y su transformación y por un gran sentido de unidad del espacio y la obra, unidad que consiguió mediante soluciones técnicas muy elaboradas y poco frecuentes en el teatro español de posguerra tales como escenarios giratorios, utilización de diferentes alturas, escenarios múltiples, plataformas y tarimas, y una excepcional utilización de la iluminación escénica como recurso expresivo. Sus conocimientos como arquitecto técnico y su intuición para la escena hicieron que fuera el maestro absoluto de la ordenación del espacio teatral, mostrando un especial gusto por las mutaciones más complejas, esto es, por los cambios continuos de escenario de un modo versátil y dinámico y, siempre que fuera posible, a vista de público.

Siempre realizaba planos de planta y perspectivas de sus diseños y levantaba laboriosas maquetas con las que jugaba —y hacía jugar a los directores con los que trabajó— antes de realizar los diseños definitivos. Su conocimiento de la técnica escenográfica le hacen alejarse de ciertos convencionalismos previos, más propios de los pintores, que le permitirán acercarse a la escena desde el dominio del espacio y su ordenación conforme a un esquema dramático previo. Sus primeros pasos como escenógrafo los da junto a los más grandes de la escena española; entre ellos cabe destacar a Sigfrido Burmann, pintor y máximo exponente de la renovación escénica en España, que importa la huella de la escuela alemana de Max Reinhardt. De la mano de este genial artista, Burgos trae los primeros escenarios corpóreos al teatro español (tan acostumbrado a los telones planos pintados) y proporciona profundidad y tridimensionalidad a la escena.

Revisar su obra significa pasear por la historia del teatro español de la posguerra en todos sus géneros, pues desde la década de los cuarenta a los primeros noventa, tiene en su haber una producción muy rica por la diversidad de géneros tocados, además de ser artífice de la mayoría de las obras capitales del teatro de esa época. Básicamente su producción se desarrolló en los teatros de Madrid entre los años 1941 y 1991, sobre todo en los Teatros Nacionales (Español y María Guerrero) y en el Teatro de la Zarzuela, aunque también montó escenografías para ópera en el Liceo de Barcelona o para operetas de Luis Mariano en el Châtelet de París; además trabajó con todos los directores de teatro, ópera y zarzuela más reconocidos como José Tamayo, Cayetano Luca de Tena, José Franco, Luis Escobar, Modesto Higueras, Claudio de la Torre, José Luis Alonso, Adolfo Marsillach, Gustavo Pérez Puig o Ángel Fernández Montesinos.

Una de sus obras cumbre, Historia de una escalera, de Buero Vallejo, inaugura en 1949 la llamada generación realista; en ella, el drama social es mostrado mediante la claustrofóbica cubicación geométrica de una escalera magistralmente proyectada por Burgos.

Con Buero también diseña los decorados para Hoy es fiesta (1956), Un soñador para un pueblo (1958), Las Meninas (1960), entre otras. Otra obra importante es Divinas Palabras (1961 y 1986) dirigida por José Tamayo en el Teatro Bellas Artes.

Diseña los decorados de Don Juan Tenorio en varias ocasiones entre 1941 y 1961 con diferentes directores como Luca de Tena o Tamayo. Monta innumerables piezas de teatro clásico, como Antígona (1945) en el Teatro Español, Hamlet, Otelo (1944, 1947 y 1970), Julio César (1961 y 1976)), La Tempestad (1963) o Romeo y Julieta (1943) y las obras de teatro español La dama duende (1942), La vida breve (1945), El burgués gentilhombre (1948), El perro del Hortelano (1962), No hay burlas con el amor, La Celestina (1966) o Luces de Bohemia.

Proyecta las escenografías para numerosas comedias, tan recurrentes en la época de posguerra, como Catalina no es formal (1958) o La boda de la chica (1960), El cianuro... ¿solo o con leche? (1963), entre muchas otras. Famosos fueron sus montajes para zarzuela, sobre todo bajo la dirección de José Tamayo con el que participa en Doña Francisquita (1956 y 1969), El barberillo de Lavapiés (1961), Maruxa (1963), Pan y toros (1964), La verbena de la Paloma (1951 y 1964) y La boda de Luis Alonso (1975), entre otras, pero sobre todo en el montaje de los grandes espectáculos Antología de la Zarzuela y Festivales de España. Con directores como Ángel Fernández Montesinos monta Casi cien años de zarzuela (1980 y 1982) con más de veinticuatro mutaciones o cambios de escenario y Por la calle de Alcalá (1981) y Por la calle de Alcalá. Antología de la revista (1983) con más de veinte mutaciones.

También en ópera son espectaculares sus decoraciones para Giulio Cesare (1966), Madama Butterfly (1968 y 1979), La Bohème, Don Giovanni (1964), La Dolores, Lucia de Lamermoor (1969) o Selene (1974). Y en numerosas revistas, espectáculos y comedias musicales, algunas tan sonadas como Te espero en El Eslava de Luis Escobar y Volver al ayer (1984) o Mamá, quiero ser artista (1986) dirigidas por Fernández Montesinos con más de veinticuatro cambios de escenario. Otros montajes de este género son Marta la Piadosa en versión musical-rock de Jaime Capmany, “Tiovivo madrileño”, Antología de la revista española años veinte, Yola, Kiss me Kate (1963) y ¡Oh Calcuta! (1977).

Algunos de sus mayores éxitos de crítica como escenógrafo fueron por sus creaciones para Noches de San Juan (1965), Pedro de Urdemalas (1969), Luces de Bohemia (1971), Abelardo y Eloísa (1972) o Tirano Banderas (1974). En 1989 recibió el Premio Nacional de Teatro.

 

Obras de ~: escenografías: Don Juan Tenorio, 1941; La dama duende, 1942; Romeo y Julieta, 1943; Hamlet, 1944; La vida breve, 1945; Antígona, 1945; Otelo, 1947; El burgués gentilhombre, 1948; Historia de una escalera, 1949; La verbena de la Paloma, 1951; Doña Francisquita, 1956; Hoy es fiesta, 1956; Catalina no es formal, 1958; Un soñador para un pueblo, 1958; La boda de la chica, 1960; Las Meninas, 1960; El barberillo de Lavapiés, 1961; Julio César, 1961; Divinas Palabras, 1961, Don Juan Tenorio, 1961; El perro del Hortelano, 1962; La Tempestad, 1963; Maruxa, 1963; Pan y toros, 1964; Don Giovanni, 1964; El cianuro... ¿solo o con leche?, 1963; Noches de San Juan, 1965; La Celestina, 1966; Giulio Cesare, 1966; Madama Butterfly, 1968; Pedro de Urdemalas, 1969; Lucia de Lamermoor, 1969; Doña Francisquita, 1969; Luces de Bohemia, 1971; Abelardo y Eloísa, 1972; Tirano Banderas, 1974; Selene, 1974; La boda de Luis Alonso, 1975; Julio César, 1976; Casi cien años de zarzuela, 1980; Por la calle de Alcalá, 1981; Volver al ayer, 1984; Divinas Palabras, 1986; Mamá, quiero ser artista, 1986.

 

Bibl.: A. Marquerie, Veinte años de teatro en España (1939- 1959), Madrid, Editora Nacional, 1959; F. Nieva et al., Escenografía teatral española (1940-1977), catálogo de exposición, Madrid, Galería Multitud, 1977; L. Santa-Cruz, “Con todo el paisaje por delante”, El Público (Madrid), n.º 68, mayo de 1989, págs. 39-40; A. Arias de Cossío, Dos siglos de escenografía en Madrid, Madrid, Mondadori, 1991; A. Peláez Martín et al., Historia de los Teatros Nacionales (1939-1962), vol. I, Madrid, Centro de Documentación Teatral-Ministerio de Cultura, 1993; A. Peláez Martín et al., Historia de los Teatros Nacionales(1960-1985), vol. II, Madrid, Centro de Documentación Teatral-Ministerio de Cultura, 1995; Á. Martínez Roger, “Emilio Burgos, una vida dedicada al teatro”, ADETeatro (Madrid), n.º 54-55 (octubre-diciembre de 1996); A. Peláez Martín, “Emilio Burgos”, en VV. AA., Emilio Burgos en el Teatro Español: Bocetos de escenografías y figurines. Fondos del Museo Nacional del Teatro, catálogo de exposición, Madrid, Teatro Español, 1999, págs. 2-3; J. A. Sánchez (ed.), La escena moderna: Manifiestos y textos sobre el teatro de la época de las vanguardias, Madrid, Akal, 1999; J. M.ª Díez Borque y A. Peláez Martín (eds.), Calderón en escena: siglo xx, Madrid, Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid, 2000; A. García López, “Producción escenográfica en el teatro español de posguerra”, en I. L. Henares Cuéllar, J. Castillo Ruiz, G. Pérez Zalduondo y M.ª I. Cabrera García (coords.), Dos décadas de cultura artística en el franquismo (1936-1956): Actas del Congreso, Granada, Universidad- Proyecto Sur Ediciones, 2001, págs. 523-534; Á. Martínez Roger, “Emilio Burgos, el oficio tenaz”, en ADE-Teatro (Madrid), n.º 84 (enero-marzo de 2001), págs. 179-185; A. García López, “La plástica escénica en el período de la autarquía franquista: ¿inexistencia o desprecio?”, en ADE-Teatro (Madrid), n.º 84 (enero-marzo de 2001), págs. 190-195; A. García López, Estructura y ordenación espacial en el diseño escenográfico, tesis doctoral, Granada, Universidad, 2003 (inéd.); Á. Martínez Roger, “Emilio Burgos, in memoriam”, en ADE-Teatro (Madrid), n.º 96 (julio-septiembre de 2003), págs. 158-163; Á Fernández Montesinos, “Emilio Burgos, una vida en el escenario”, en ADE-Teatro (Madrid), n.º 96 (julio-septiembre de 2003), págs. 164-166; Á. Martínez Roger, “Escenografía teatral en la posguerra. El caso de Emilio Burgos”, en Acotaciones. Revista de Investigación teatral (Real Escuela Superior de Arte Dramático, Madrid), n.º 11 (juliodiciembre de 2003), págs. 21-44.

 

Ana García López

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