Ayuda

Cristóbal de Mondragón

Biografía

Mondragón, Cristóbal de. Medina del Campo (Valladolid), 1514 – Amberes (Bélgica), 4.I.1596. Militar, capitán general del ejército de Brabante y maestre de campo general del ejército de Flandes.

Uno de los soldados más veteranos e insignes del ejército de Flandes, al que sus hazañas hicieron célebre.

De origen vizcaíno, parece que era de familia hidalga. Hijo de Martín de Mondragón y de Mencía de Mercado, debió de alistarse en el Ejército hacia 1532. Tuvo Mondragón su bautismo de fuego en Italia, más tarde estuvo en Túnez y en la jornada de Provenza, y por último en la guerra de Alemania contra la Liga de Smalkalda. Según su biógrafo, Ángel Salcedo, Mondragón no pasó, durante quince años, de soldado raso, y no empezó a despuntar hasta la batalla de Mühlberg en 1547. Después se pierde su rastro hasta 1558, en que se encontraba al mando de una compañía de caballos luchando contra los franceses en la frontera franco-belga. Fue hecho prisionero por éstos tras la toma de Calais. Mondragón, al contrario que la mayoría de los soldados españoles en Flandes, permaneció en los Países Bajos como gobernador de Damvilliers, en Luxemburgo, tras la firma del tratado de Cateau-Cambrésis. Más tarde, se hizo cargo de una compañía de valones.

Con la llegada del duque de Alba a los Países Bajos en 1567, tras el primer brote de rebelión, Mondragón se incorporó a las filas del ejército del duque, y participó en las campañas de Frisia contra Luis de Nassau y en la de Brabante contra Guillermo de Orange (1568-1569). Concluida la campaña con la completa derrota del enemigo, Mondragón fue destinado con su Regimiento a guarnecer la villa de Deventer, sin dejar su cargo de gobernador de Damvilliers.

En 1570, cuando la futura reina Ana de Austria embarcó en los Países Bajos rumbo a España para ir a desposarse con Felipe II, Mondragón fue elegido entre otros distinguidos soldados para dar escolta a tan egregia señora. Fue por esta época cuando volvió a su pueblo natal y cuando le fue denegado el hábito de Santiago, cosa que le produjo una gran frustración.

En la primavera de 1570 estaba ya Mondragón de regreso en Flandes. Con el inicio de la segunda y definitiva rebelión tras la toma del puerto de Brill (1 de abril de 1572), cuenta el capitán de Caballería Bernardino de Mendoza que Alba “mandó a Mondragón que levantase una coronelía de diez banderas” para que fuera a reforzar la ciudad de Amberes, donde ya se encontraba Sancho Dávila como castellano.

Dávila y Mondragón fueron a liberar con un ejército la isla zelandesa de Goes, sitiada por los “mendigos del mar”. Para ello tuvieron que vadear a nado, y por la noche, un brazo de mar que separaba la isla de la tierra firme, intentando burlar la vigilancia de los bajeles enemigos que patrullaban las aguas en la desembocadura del Escalda. Esta hazaña sólo liberó momentáneamente a Goes y la isla de Duveiland, pues la superioridad de la armada holandesa no dejaba otra posibilidad. Mondragón se distinguió también en el asalto a la isla de Tholen, donde cayó del caballo y fue herido, y donde protagonizó una heroica batalla en el dique de la citada isla, al arrasar a los enemigos.

En la isla de Walcheren, principal de las que componían la provincia de Zelanda, los españoles sólo conservaban la plaza de Middelburg. El duque de Alba nombró a Mondragón gobernador y capitán general de esta provincia. Cuando éste llegó a Middelburg para tomar posesión de su cargo, la ciudad fue sitiada por el enemigo. Mondragón dirigió heroicamente la defensa, pero los socorros eran cada vez más escasos, así como las vituallas, por lo que los sitiados empezaron a flaquear y hasta a padecer hambre. El sucesor de Alba en el gobierno de los Países Bajos, el comendador Luis de Requesens, protagonizó un último intento, con una escuadra al mando del valeroso maestre de campo Julián Romero, para acudir en ayuda de Mondragón y los sitiados, ya al borde de la inanición, pero todo fue inútil, pues la escuadra de Romero fue hundida por la del enemigo, mucho más preparado que los españoles en las lides por mar. El comendador ordenó entonces a Mondragón que capitulase, lo que se llevó a cabo en el castillo de Ramekin el 18 de febrero de 1574.

Después de Middelburg, Mondragón participó en la batalla de Moock, a orillas del Mosa (14 de abril de 1574). Por aquel tiempo recibió la “castellanía” de Gante, o, lo que es lo mismo, el gobierno de aquella ciudad.

En 1575 Mondragón tuvo que volver a realizar una empresa tan arriesgada como la de la isla de Goes; se vio obligado a vadear con sus hombres tres brazos de mar con el agua al cuello. Para la empresa se prepararon en Amberes muchos barcos a propósito, y se juntaron los soldados más aguerridos y los más expertos capitanes que había en Flandes; Sancho Dávila fue comandante general de la escuadra, Mondragón de los valones y alemanes que iban a su bordo, y Juan Ossorio de Ulloa de los españoles. La operación hubo de desarrollarse en tres partes sucesivas: la primera fue pasar de la isla de Tholen a la de Philipisland, a la sazón enteramente anegada, y por la que únicamente se podía andar con el agua por encima de las rodillas.

La segunda consistió en cruzar el canal hondo que separa a Philipisland de Duveiland, tomando los fuertes con que los rebeldes tenían defendidos los diques.

Por último, la tercera fase consistió en el paso de la isla de Duveiland a la de Schouwen, donde le tocó a Mondragón dirigir el vadeo. Tal proeza ha quedado en los anales de las más grandes hazañas del ejército de Flandes. Al llegar a la isla, los dos mil hombres dirigidos por Mondragón tuvieron que hacer frente a quinientos orangistas, parapetados en el dique. Ciertamente, era de las empresas más arriesgadas que se intentaron en toda la guerra de los Países Bajos, y las perspectivas de culminar la acción con éxito eran muy reducidas.

Sin embargo, y a pesar de haberse producido numerosas bajas, los soldados españoles consiguieron su objetivo e hicieron huir a los protestantes que, en la escapada, fueron a refugiarse en Zierickzee, la ciudad principal de la isla de Schouwen. Así, hubo que poner un sitio en regla a esta ciudad. El comendador y Sancho Dávila se volvieron al continente dejando a Mondragón en su calidad de gobernador de Zelanda, con la ardua tarea de rendir Zierickzee. “Entre los acontecimientos militares que han hecho célebres las guerras de los Países Bajos —dice Gachard— el sitio de Zierickzee es justamente considerado como uno de los más notables”, comenzó en el otoño de 1575 y se prolongó hasta el 1 de julio de 1576. Al final, Zierickzee se rindió a los españoles. Sin embargo, esta victoria no pudo ser aprovechada debidamente, ya que la soldadesca se amotinó tras la toma de la ciudad.

La muerte del comendador mayor, el 5 de marzo de 1576, agravó la situación, al dejar un vacío de poder que fue aprovechado por el Consejo de Estado, es decir, la representación de la nobleza flamenca, que era tan hostil a España. Los soldados amotinados recorrieron sin freno el territorio flamenco haciendo todo tipo de tropelías. En su camino, se encontraron con los soldados del tercio de Valdés, también amotinados, y juntos se apoderaron de la villa de Aalst. Constituyeron allí la más singular república guerrera, gobernada por “electos”, es decir, por soldados elegidos tumultuariamente por sus compañeros, y enviaron a Bruselas mensajeros con la intimidación de que, o se les pagaban inmediatamente cuantos sueldos les eran debidos, o procederían ellos a cobrárselos manu militari.

Los amotinados de Aalst protagonizaron poco después el famoso “saqueo de Amberes”. Después de este suceso, el Consejo de Estado dictó una sentencia por la cual se proscribía a los soldados españoles y, por extensión, a toda persona de esta nacionalidad.

Mientras que en las provincias continentales se desarrollaban estos acontecimientos, Mondragón permanecía en Zierickzee, abandonado por los españoles y tratando en vano de someter a sus valones. Quiso Mondragón salir de la ciudad, pero éstos no se lo consintieron.

Y así, por extraña peripecia de la fortuna, este caudillo quedó prisionero en la misma plaza que acababa de conquistar y por los mismos guerreros que acababa de conducir a triunfo tan señalado.

Tras el mal llamado “dicto Perpetuo” firmado por Juan de Austria, Mondragón no partió para Italia como el resto del ejército de Flandes. Es muy probable que se retirara a la Lorena, de donde era su mujer, a disfrutar de una vida tranquila. Sin embargo, con la vuelta de los tercios a tierras flamencas, esta vez bajo el mando de Alejandro Farnesio, se ha podido encontrar una vez más a Mondragón entre ellos. Le acompañaba su amigo y antiguo subordinado Francisco Verdugo, diecisiete años más joven que él y también coronel de valones, que había estado, durante la época de la expulsión de los españoles, guarneciendo la villa y fortaleza de Thionville, en Luxemburgo, con su Regimiento. Entre Mondragón y Verdugo existía no sólo una gran semejanza de caracteres y de carrera, sino también el vínculo de una amistad entrañable.

Participó Mondragón en la toma de Limbourg y del castillo-fortaleza de Dalhem a las órdenes de Alejandro Farnesio. Participó también en el asedio de la ciudad de Maastricht. En 1579 Farnesio le envió a España para dar cuentas al Rey de la verdadera situación en los Países Bajos.

Durante los años de 1580 y 1581 Cristóbal de Mondragón figuró en el consejo del duque de Parma, que se componía de diez miembros, todos principales personajes.

A la cabeza estaba el anciano conde de Mansfelt, y el segundo era Mondragón. Hasta 1582 siguió mandando su Regimiento de valones, que compatibilizaba con su cargo de consejero. Farnesio nombró a Mondragón maestre de campo del tercio viejo, dejando así de ser coronel, aunque se le siguió conociendo para la posteridad como coronel Mondragón. El tercio viejo que mandó Mondragón desde 1582 hasta 1588 era la flor y nata de la Infantería española.

Participó en el sitio de Amberes, una de las mayores gestas militares de todo el siglo xvi. Una vez tomado Amberes, en 1585, Mondragón fue nombrado castellano de esta ciudad, es decir, gobernador, no sólo de la ciudadela, sino de toda la plaza y su territorio y mando representante de la autoridad real en el orden militar. No por eso dejó la maestría de campo del tercio viejo, pero sí dejó de mandarlo personalmente.

A la muerte de Farnesio en el otoño de 1592, le sucedió en el mando el conde Pedro Ernesto de Mansfelt, quien dio a Mondragón el título de capitán general del ejército de Brabante y de maestre de campo general de todo el ejército de Flandes, mientras él iba a Francia a guerrear contra los hugonotes. A pesar de su avanzada edad, Mondragón siguió dirigiendo ejércitos en el campo de batalla, aunque ya menos que antes. Permaneció en la Castellanía de Amberes hasta su muerte.

Mondragón casó, que se sepa, al menos dos veces, y tuvo una hija en los Países Bajos de su primera mujer, Guillemette de Chastelet. Murió a los noventa y dos años, habiendo servido como militar durante unos treinta y nueve años en Flandes.

 

Bibl.: B. de Mendoza, Comentarios de don Bernardino de Mendoça, de lo sucedido en las Guerras de los Payses Baxos, desde el año de 1567 hasta el de 1577, Madrid, Pedro Madrigal, 1592 [ed. facs., Alicante, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 2003, http://www.cervantesvirtual.com/FichaObra.html?Ref=9548); ed. de C. Rossell, en Historiadores de sucesos particulares, vol. II, Madrid, M. Rivadeneyra, 1853, págs. 389- 560 (Madrid, Atlas, 1946-1948, col. Biblioteca de Autores Españoles, n.º 28)]; C. Coloma, Las guerras de los Estados Baxos desde el año de mil y quinientos ochenta y ocho hasta el de mil y quinientos noventa y nueve, Barcelona, Iuan Simon, 1627 (ed. de C. Rossell, en Historiadores de sucesos particulares, vol. II, op. cit., págs. 1-203); F. Estrada, Primera década de las guerras de Flandes hasta el principio del gobierno de Alejandro Farnesio, Colonia, 1682; G. Bentivoglio, Las guerras de Flandes: desde la muerte del emperador Carlos V hasta la conclusión de la tregua de los doze años, Amberes, 1687; L. P. Gachard, Correspondance de Philippe II sur les affaires des Pays-Bas, vol. IV, Bruxelles, Librairie ancienne et moderne (C. Muquardt), 1848-1861; “Mémoires anonymes sur les troubles des Pays-Bas”, en C. Guillaume, Collection de Memoires relatifs á l’histoire de Belgique, vols. III, VII y XII, Bruxelles, Société de l’Histoire de Belgique, M. Weissenbruch, 1859-1866; F. Barado, Sitio de Amberes 1584-1585: antecedentes y relación crítica [...], Madrid, J. Palacios, 1895; “Dominación y guerras de España en los Países Bajos”, en Revista Técnica de Infantería y Caballería, 2.ª época, año II (enero de 1902); J. López Ossorio, “Principio, grandezas y caída de la noble villa de Medina del Campo [...]”, en I. Rodríguez Fernández, Historia de Medina del Campo, lib. III, cap. XVIII (“De los hechos del Coronel Cristóbal de Mondragón [...]”), Madrid, Imprenta de San Francisco de Sales, 1903-1904; A. Salcedo Ruiz, El Coronel Cristóbal de Mondragón. Apuntes para su biografía, Madrid, Marcelino Tabarés, 1905; I. Calvo Sánchez, Retratos de personajes del siglo XVI, relacionados con la Historia militar de España, Madrid, Julio Cosano, 1919, pág. 119; J. Almirante, Bosquejo de la Historia Militar de España, vol. II, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1923; J. Brouwer, Kronieken van Spaansche soldaten uit het begin van den tachtigjarigen oorlog, Zutphen, Thieme, 1933; C. Martínez de Campos y Serrano, duque de la Torre, España bélica: el siglo XVI, 2.ª parte, Madrid, Aguilar, 1966; J. Albi de la Cuesta, De Pavía a Rocroi. Los Tercios de Infantería española en los siglos XVI y XVII, Madrid, Balkan, 1999; J. Giménez Martín, Tercios de Flandes, Madrid, Falcata Ibérica, 1999.

 

José Miguel Cabañas Agrela

Relación con otros personajes del DBE