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Sancho de Londoño

Biografía

Londoño, Sancho de. Hormilla (La Rioja), 1515 – Spa (Bélgica), V.1569. Maestre de campo.

Fue uno de los militares hispanos del siglo XVI más célebres de su tiempo, que cuenta con los caracteres propios deseados por los políticos que gobernaban la Monarquía, porque fue un soldado con “fortuna”. Su trayectoria vital fue de subido interés para el conocimiento de la organización del aparato militar de la Monarquía. Era hijo primogénito de Antonio de Londoño, señor de Hormilla (La Rioja), y de Ana Martínez de Ariz, natural de Nájera. Su abuelo paterno fue Juan de Londoño y Rojas, casado con Inés de Porras, hija del señor de Agoncillo. En los libros parroquiales de Hormilla no consta el año y el día en que nació, y sólo se sabe que fue padrino de Antonio de Londoño, su hermano, quien también destacó en Lombardía, al amparo de su experimentado hermano, con responsabilidades económicas en Milán como “podestá”. Aunque algún autor ha señalado que se casó con Elvira, y que en 1529 tuvieron un hijo, según unos versos suyos y, sobre todo, según su última voluntad, permaneció soltero y no tuvo hijos. Consta que tuvo varios hermanos y que dejó buena parte de su herencia a su única hermana. Estudió en Alcalá de Henares, alcanzó un buen conocimiento de letras, posiblemente se graduó en Artes, pues dominaba el Latín y las Matemáticas, se enorgullecía de disponer de “una no pequeña librería”, y él mismo afirma que estudió los cursos que realizaban los que se preparaban para el sacerdocio y que podía haber vestido “luengo manto”. Conocía bien la historia antigua y escribió unos poemas poco conocidos, todavía inéditos, que se conservan en la Biblioteca Nacional de Madrid, titulados Laberinto de las cosas de España y Soliloquios del estado de la Monarquía, que no pudo terminar porque le sorprendió la muerte.

Cuenta con una brillante hoja de servicios, su nombre se hizo legendario muy pronto, un héroe que realizó hazañas memorables, defensor de sus oficiales y soldados, dispuesto a premiar a sus subordinados; pasó por todos los escalafones, adquiriendo un caudal de conocimientos y experiencias a través de misiones militares y diplomáticas difíciles. Estuvo al servicio de Carlos V y Felipe II, participó en frentes mediterráneos y atlánticos, en suma, combatió en mil batallas y nunca fue herido, y se jactaba de que desde que entró en servicio, en 1542, no había perdido almena ni palmo de tierra donde se había encontrado y siempre bajo sus órdenes se habían ganado muchas plazas fuertes “con poquísima efusión de sangre de amigos y mucha de enemigos”. Su azarosa vida no le quitó cultivar su afición más íntima, escribir tanto en prosa como en verso: “Yo profesé, como sabéis, la espada, mas nunca aborrescí la pluma que no le diese alguna trasnochada”. Su gran obra fue el Libro del arte militar, publicada póstumamente, en Valencia en 1596 por el sargento Francisco Lenguin. En 1589 vio la luz por primera vez en Bruselas su Discurso de la forma de reducir la disciplina a mejor y antiguo estado, trabajo que le había encomendado su mentor, el duque de Alba, en 1568, escrito en tres meses, mientras permanecía convaleciente de una inesperada enfermedad. Este libro alcanzó diversas ediciones en Bruselas, en 1590 y 1596, y en Madrid apareció en 1592, 1593 y 1596. Posiblemente también es autor del Diálogo Militar que publicó en 1578 Francisco Valdés, oficial que estuvo a las órdenes de Londoño. El diálogo se establece entre el capitán Alonso de Vargas y Londoño, todos de la escuela militar forjada por el duque de Alba.

Su carrera militar comenzó como piquero en Pamplona en 1542 bajo las órdenes del duque de Alba, luego fue enviado a Alemania. En 1544 Carlos V reunió un ejército en Metz y marchó sobre París, los franceses hubieron de negociar. Londoño pasó desde Asti a Metz con varias banderas. En 1546 tuvo lugar la campaña del Danubio, en la que el Emperador logró el control del sur de Alemania. Londoño probablemente participó en la batalla de Mühlberg de 1547. Al año siguiente el duque de Alba fue enviado a España, como “mayordomo mayor”, con la misión de reorganizar la Corte. Londoño fue nombrado teniente de caballos ligeros de la compañía de Ruy Gómez de Silva, cuando éste era chambelán y segundo sumiller de corps del príncipe Felipe. En 1552 participó durante los meses de noviembre y diciembre como capitán en el fracasado asedio de Metz, cuando las tropas imperiales atacaron la ciudad, defendida por el duque de Guisa.

También participó en la guerra de Siena. En 1554 gestionó la concesión de un hábito de la Orden de Santiago. Por las pruebas realizadas sobre su linaje se sabe que ya era capitán de infantería y señor de Hormilla, por lo que había muerto su padre. Regresó de Alemania a su lugar natal en la primavera de 1554 y portando consigo dos caballos apareció ante todos sus convecinos “a la manera de caballero”, según aseguran los testigos. Acudió de Hormilla a Nájera con frecuencia para solucionar cuestiones relativas a su casa; se muestra, por tanto, como un verdadero señor de vasallos. En 1555 volvió con el duque de Alba a Flandes. Se encontraba en medio de las tensiones entre dos personajes que habían comenzado a odiarse cordialmente desde 1552, entre Ruy Gómez y el duque de Alba, éste conciliador con Inglaterra y beligerante con los Países Bajos, y aquél lo contrario, éste castellanista y belicoso, y aquél imperial y pacífico. Londoño se inclinaba confiadamente a favor de Alba, consciente de que bajo su amparo y protección todo le iría mejor. En 1552 había sido nombrado capitán en las campañas alemanas. Después fue destinado como capitán de Infantería del tercio de Milán, unidad procedente de Alemania que se había establecido en Lombardía a las órdenes de Álvaro de Sande en 1548. El maestre de su tercio fue Sebastián de San Miguel (1548-1558). Luego fue nombrado capitán de la guarda del duque de Alba, en los Países Bajos, por expreso deseo del duque. Posiblemente fue destinado a Nápoles para apoyar a las tropas del duque de Alba cuando invadió en 1556 los Estados Pontificios.

El duque de Sessa, Gonzalo Fernández de Córdoba, gobernador de Milán, dijo de él que era uno de los mejores soldados que había entonces en toda la Monarquía. En 1558 fue nombrado maestre de campo del tercio de Lombardía, que ya entonces era una unidad de veteranos, un auténtico cuerpo de elite, soldados bien preparados y organizados. En 1559 estaba de nuevo en Lombardía, y el duque de Sessa le encomendó misiones en los distintos presidios cerca de Saboya, concretamente la gobernación del presidio de Asti, misión delicada ante la nueva situación política. Desde el presidio de Asti informó al duque de Sessa de todas las actividades del duque de Saboya, de su salud, la relación con sus consejeros, actividades, etc. En 1561 entró en negociaciones con el depuesto marqués de Saluzzo, enviado en misión diplomática desde su enclave de Asti. En algo más de un año, Londoño se había podido percatar perfectamente de la situación difícil en que se encontraba la presencia hispana en las plazas de Saboya. Siguió en contacto con Alba, le informaba de cómo se encontraba el tercio, de las tensiones provocadas por la ociosidad, de mil pequeños detalles.

Entre 1564 y 1565 Londoño fue comisionado ante la liga grisona para evitar su alianza con Francia y asegurar los pasos entre Italia y Alemania (Engadina y Valtelina), pero no tuvo éxito. A su regreso fue enviado al socorro de Malta, en junio de 1565. El propio Londoño era consciente de la dificultad de la misión. En cualquier caso, las negociaciones comenzaron con los Grisones, en las que fue partidario de asegurar el terreno, ceder si fuera necesario en el peliagudo punto de los bandidos-herejes con tal de conseguir el paso que asegurase la ruta de comunicación con Alemania y los Países Bajos. Al margen de cualquier asunto religioso, lo principal era asegurar el paso. Resultan de gran valor dos largos escritos que hizo con motivo de las negociaciones, se trata de la Suma del origen, asiento, costumbres y gobierno de los Grisones y de los Caminos y Pasos que hay por sus tierras desde Alemania a Italia y de la manera que se podría haber, así como la Suma de lo que don Sancho de Londoño hizo en tierra de Grisones. En ellos entra en pequeños detalles que revelan su carácter.

Terminada su infructuosa misión en Chur, Londoño regresó a Asti, donde le esperaban nuevas órdenes. En Madrid se sabía a finales de 1564 que pronto podían atacar los turcos enclaves estratégicos, bien La Goleta bien Malta. Pese a los avisos, los españoles y caballeros sanjuanistas fueron sorprendidos por una invasión turca en Malta el 18 de mayo de 1565. Felipe II se apresuró a organizar un socorro inmediato que encargó a su capitán general de las galeras del Mediterráneo García de Toledo. A finales de mayo de 1565 Felipe II envió las órdenes a los maestres de campo Sancho de Londoño y Álvaro de Bracamonte para servir en la armada bajo las órdenes de Gabriel de la Cueva.

García de Toledo decidió desembarcar las tropas que llevaba en sesenta galeras el 24 de agosto, pero el desembarco no se pudo realizar hasta el 7 de septiembre a causa de las diversas tempestades, y, cuando hubo posibilidad, en menos de una hora se pudo realizar la arribada de cinco mil soldados. Cada hombre portaba sus armas, municiones y un saco de comida. Londoño estaba sorprendido, no tanto por la rapidez, cuanto por lo tétrico del panorama que observó, pues tan sólo quedaban en la isla cien españoles. A finales de ese año, tras las operaciones en Malta, entró en otra crisis vital, pidió permiso al Rey para ir a la Corte y a su casa, dejando el presidio de Asti en manos competentes, toda vez que en invierno no hacía tanta falta. Pidió también que durante su ausencia pudiera gozar del sueldo que recibía. Felipe II aceptaría si el gobernador duque de Alburquerque lo consentía. El gobernador se lo consintió, y parece que pudo acudir a Madrid, pues consta que a mediados de marzo de 1566 estaba en Barcelona para embarcar diez compañías de bisoños. No obstante, pese a la autorización de Alburquerque, enseguida regresó de nuevo a Malta.

Londoño permaneció aproximadamente un año en la isla con la misión de reforzar el lugar. Había diseñado una fortificación, pero los otros mandos decidieron seguir otro camino, lo que le enojó mucho por el evidente peligro que había de que fueran aniquiladas las tropas. Acabada la misión en Malta, las tropas se reincorporaron a sus destinos, Londoño fue a España a la vez que siguió organizando el presidio de Asti, especialmente para evitar que los soldados hicieran daño a la población y que el castillo quedara bien protegido. Llegó a Génova en octubre de 1566 pero debía ir luego directamente a Milán, a su lado estaba el capitán Francisco de Valdés. Alburquerque deseaba encontrarse con Londoño y Valdés, a quien había nombrado capitán por sus méritos en el tercio de Londoño.

A finales de 1566 fue nombrado Alba comandante en jefe de las fuerzas que debían ir destinadas a los Países Bajos, para evitar el culto calvinista y neutralizar a Orange en Holanda y Zelandia y Egmont en Flandes. El proyecto consistía en reunir el ejército en el Franco Condado o Luxemburgo durante el mes de diciembre. Las tropas españolas debían cruzar los Alpes desde Lombardía antes de que las nieves cerraran los pasos. Los efectivos procedentes de Sicilia, Nápoles y Cerdeña llegaron a finales de diciembre. En el último momento se intentó convencer a Carlos IX para que dejara paso, desembarcado las unidades en Marsella y luego ir directamente al Franco Condado, pero el Rey lo impidió. El Consejo de Guerra decidió aplazar la operación hasta la primavera de 1567. Las tropas pasaron el invierno en Lombardía y el duque de Alba en España. Londoño salió el 20 de junio directamente a Flandes con el duque de Alba, con diez compañías del tercio, apoyadas por trece de bisoños que vinieron de España.

Londoño se reencontró amigablemente con Alba. Enseguida entró en combate, concretamente en la jornada de Nimega, que culminó con éxito rotundo. Pero el destino al que había sido enviado, a Lier, no era de su agrado, y pronto surgieron retrasos en las pagas que afectaron a la buena marcha de las unidades. A petición del duque de Alba, escribió en tres meses un tratado militar que concluyó en Lier el 8 de abril de 1568, fue titulado Discurso sobre la forma de reducir la disciplina militar al mejor y antiguo estado. Alburquerque le pidió que le enviara el diseño del castillo de Amberes, cosa que él hizo inmediatamente, con diseño del italiano Tomás Corbeta. En abril de 1568 se había destacado en la batalla de Dalheim. En octubre de ese año derrotó completamente en las inmediaciones del río Mossa con setecientos infantes y doscientos jinetes a las tropas del príncipe de Orange. Enfermó en abril de 1568, no se sabe bien de qué, aunque no parecía algo que le pudiera costar la vida, quizá algo artrítico. Pese a la enfermedad, estuvo al frente de las tropas hasta el último momento.

Su muerte provocó una reacción de admiración en el mundo militar. Tras cinco meses de agonía, de enfermedad incurable, sabiendo que le esperaba la muerte, tuvo fuerzas para redactar su última voluntad, que era favorecer a su hermana y a su alférez. Murió a finales de mayo de 1569. Posiblemente murió a causa de un cuadro articular infectivo, que no tuvo cura, en parte, por el mal tiempo. Aunque Londoño pensaba que su vida había sido un fracaso, “un desengaño”, ya que no pudo restaurar su patrimonio “con el coselete y con la pica”, basta una mirada rápida de conjunto para admirar la vida de un soldado desgastada en servicios a la Corona, que las generaciones posteriores admiraron por su afanosa entrega.

 

Obras de ~: Laberinto de las cosas de España y Soliloquios del estado de la Monarquía (Biblioteca Nacional de España, ms.); Carmen hispanicum de Vita sua [Biblioteca de la Universidad de Leiden (BUL), Códice Vulcaniani, 93C]; Commentarius de Rebus gestis anno 1568 in Belgio hispanice (BUL, Códice Vulcaniani, 93C); El discurso sobre la forma de reduzir la disciplina militar a meyor y antiguo estado, Brussellas, Roger Velpius, 1589 (BUL, códices Vulcaniani, 92D) (ed. junto con F. Valdés, Espejo y disciplina militar, Bruselas 1590; ed. junto con M. de Eguiluz, Milicia, discurso y regla militar, Madrid, 1592; Madrid 1989); Diálogo Militar, s. l., por Francisco Valdés, 1578 (atrib.); Breve recopilación de los Tratados de don Sancho de Londoño y de otros autores graves acerca de lo que usa agora el arte militar, recop. por F. Lenguin, Valencia, 1596 (Real Academia de la Historia, 2/3321; Archivo General de Simancas, E. 1221, 198); Suma de todas las cartas que don Sancho de Londoño escribió al señor don Gabriel de la Cueva y traslado de las respuestas y cartas de su Excelencia desde los 27 de noviembre de 1564 hasta los 10 de febrero de 1565 (Archivo General de Simancas, E. 1214, 108); Summa de lo que don Sancho de Londoño hizo en tierra de Grisones [...].

 

Bibl.: A. Bombín Pérez, Los caminos del imperio español, Valladolid, Universidad, s. f.; D. Carutti, Storia della diplomazia della corte di Savoia, 1494-1773, Roma-Torino-Firenze, F. lli Bocca (Torino, V. Bona Tipografía di SM), 1875-1880; F. J. Gómez, Memoria biográfica de los varones ilustres de la Rioja, Logroño, Imprenta propia, 1884; E. Marengo, “Alfonso II del Carretto marchese di Finale e la republica di Genova”, en Atti della Società Ligure di Storia Patria, 46/II (1915), págs. 1-141; F. Álvarez de Toledo, Epistolario del III duque de Alba, Madrid, Diana, 1952; J. García Morales, “Las trasnochadas de la pluma, de don Sancho de de Londoño (Manuscrito desconocido de la Biblioteca Nacional)”, en VV. AA., Homenaje a don Agustín Millares Carlo, vol. I, Gran Canaria, Caja Insular de Ahorros de Gran Canaria, 1975, págs. 637-660; W. S. Maltby, El gran duque de Alba. Un siglo de España y de Europa, 1507-1582, Madrid, Turner, 1983; G. Parker, España y la rebelión de Flandes, Madrid, Nerea, 1989; M. A. Carugo, Treviso una pieve valtelinesse tra Riforma e Controriforma, Sondrio, Raccolta di Studi storici sulla Valtellina 29, 1990; S. Fernández Conti, “La profesionalización del gobierno de la guerra: don Alonso de Vargas”, en J. Martínez Millán (ed.), La corte de Felipe II, Madrid, Alianza Editorial, 1994, págs. 417- 450; G. Vigo, Un Stato nell’impero. La difficile transizione al moderno nella Milano di età spagnola, Milano, Guerini e Associati, 1994; P. Merlin, Emanuel Filiberto. Un principe tra il Piemonte e l’Europa, Torino, SEI, 1995; G. Mazzocchi, “Nel testo del “Discurso” di Sancho de Londoño: note bibliografiche ed ecdotiche”, en VV. AA., La espada y la pluma: il mondo militare nella lombardia spagnola cinquecentesca (Atti del Convegno Internazionale di Pavia, 16, 17, 18 ottobre 1997), Pavia, Viareggio-Lucca, Baroni, 2000, págs. 563-579; A. Espino, Guerra y cultura en la época moderna, Madrid, Ministerio de Defensa, 2001; J. L. Martín, “El Tercio ordinario del estado de Milán, o de Lombardía, 1536-1636”, en Researching and Dragona, 7/17 (2002), págs. 4-27; E. García Hernán, “Sancho de Londoño. Perfil biográfico”, en Revista de Historia Moderna (Universidad de Alicante), 22 (2004), págs. 61-86.

 

Enrique García Hernán