Unzaga y Amézaga, Luis de. Le Conciliateur. Málaga, 6.IV.1717 – 21.VI.1793. Capitán general de la Habana, primer capitán general de Venezuela, teniente general, gobernador de Luisiana, de las costas de los reinos de Granada y Galicia, caballero de la Orden de Carlos III.
De ilustre familia: sobrino del marqués de Riscal de Alegre, Hurtado de Amézaga Unzaga, que fue gobernador de Málaga y comendador de la Orden de Santiago; hijo del alcaide de la Alcazaba de Málaga, Francisco de Unzaga-Amézaga Aperribay; nieto del regidor de Bilbao, Tomás de Unzaga Gardoqui y biznieto del comisario real y pagador de la Armada, Francisco de Unzaga Beraza; por la materna, nieto de Luis de Paniza-Ladrón de Guevara, capitán de las costas de Granada, y tataranieto del filántropo y fundador de escuelas en Lombardía, Luigi de Paniza.
Con sólo 13 años, siguiendo el ejemplo familiar, ingresó como cadete en el Ejército. Participó en la reconquista de Orán (1732) y hasta 1735 lo hizo en varias misiones de Italia. Partió (1740) de Guipúzcoa a América, en plena Guerra del Asiento, combatió (1741) con tres fragatas de la Compañía Guipuzcoana a dos navíos de guerra ingleses. Colaboró en reorganizar a las tropas supervivientes, logrando constituir el Regimiento Fijo de la Habana; fue nombrado (1744) teniente de guerra de Baracoa y capitán gobernador de Puerto Príncipe (1747) donde reconstruyó la iglesia de la Merced. “En atención a su mérito” fue elevado a comandante (1753) en el mismo regimiento, acometiendo la reforma de su caballería. Como teniente coronel, durante el asedio inglés a La Habana (1762), trabó amistad con los irlandeses Alejandro O’Reilly y Oliver Pollock, juntos lograron provisiones para las guarniciones españolas. Cagigal y Bucareli lo ascendieron a coronel (1766) por su óptima gestión en el pago de sueldos a las tropas de su Regimiento de Santiago de Cuba, anticipándose así a los Reglamentos (1767) que regularían los salarios.
Acompañó a O’Reilly a Luisiana (1769) para restablecer el gobierno español tras la expulsión de Ulloa en la Revolución (1768). Allí presidió el Cabildo de Nueva Orleans hasta ser nombrado gobernador titular de Luisiana (1770), cuya población, de tradición francesa, estaba recelosa de la reciente Administración española. Durante este periodo realizó reformas urbanas y tuvo que acometer el gran incendio, decretando multas a quienes no colaborasen en la extinción de fuegos y marcando pautas de seguridad.
Su manera de gobernar fue conciliadora entre los intereses españoles y franceses, entre otras, sacando de prisión a los líderes de la Revolución que estaban vinculados a la Masonería. Ordenó estudios agrónomos e incentivó la productividad agrícola, entregando parcelas a nuevos colonos de varias procedencias y creencias. Con la promulgación de su Código (1770), que ha sido referencia jurídica pionera, reformó la administración de justicia con la práctica de expedientes minuciosos que evitaran la ineficacia en los juicios y alivió la abusiva regulación en la adquisición de esclavos, antes de la abolición plena de la esclavitud. Aplicó políticas de relaciones pacíficas con los amerindios, haciendo prosperar así la economía de Luisiana (un tercio de los actuales EE.UU.), gracias a su permisividad con el libre comercio.
Dentro del proceso de españolización y como gobernador ilustrado, Unzaga creó en 1771 el primer sistema educativo público bilingüe del mundo, en español y francés. Contrajo matrimonio (1775) con la joven Isabel, hija mayor del rico hacendado Gilbert de Saint Maxent, unión que mejoró la relación con los comerciantes franceses. Supo conciliar la rivalidad surgida entre capuchinos franceses y españoles.
Tras la llegada de tropas británicas a las Trece Colonias para reprimir las sublevaciones contra la subida de impuestos, Unzaga vio la necesidad de apoyar secretamente a los colonos norteamericanos en su Independencia; para ello, poco antes de la Masacre de Boston (1770), empezó a trazar una red de espías para informarse de los sucesos: Motín del Té (1773) y el asedio (1775-76). Tomando consciencia de la débil defensa de Luisiana y de la dificultad de ayuda de la metrópolis en caso de guerra, optó por reorganizar sus posiciones estratégicas, formando a sus milicias y por subdividir su extensa provincia, creando fuertes, como el Puesto Unzaga, que sirvieran de núcleos de intercambio de información y libre comercio. En la red participaron agentes militares, comerciantes, amerindios e incluso miembros del clero, además del especialista en espionaje Estachería que luego, como director de la Academia Militar, formará al también malagueño y futuro cuñado de Unzaga, Bernardo de Gálvez.
En abril de 1776 Unzaga fue pionero en atender las peticiones de ayuda del Ejército Continental americano, primero, al dar refugio a varios buques perseguidos por otros de guerra británicos y al ofrecer suministros al Comité Secreto vía Pollock-Gibson; luego, respondiendo a las peticiones del general Lee, en mayo de 1776, y a las de Patrick Henry, padre fundador de EE.UU., que prometió a Luis que, si seguía ayudando, España encontraría en EE.UU. un fiel aliado. Así fue cómo Unzaga proporcionó las primeras ayudas (toneladas de pólvora, mantas, materiales sanitarios, uniformes y harina) a los colonos, a través del Mississippi y el Ohio hasta Fort Pitt, bajo bandera española para no ser detectadas por los ingleses y por vía de su primo Diego de Gardoqui, lo que permitió a Washington sus primeras victorias.
En una misiva de respuesta a Charles Lee, el 4 de septiembre de 1776, el gobernador y general Unzaga reconocía a este como “general de los Estados Unidos Americanos”; esta expresión de Unzaga, formulada en castellano, constituía la primera vez que un representante gubernamental de una potencia europea identificaba a EE.UU. como país independiente y a uno de sus generales como tal y no como un mero líder de tropas rebeldes. La carta de Unzaga en la que ofrecía a la nueva nación prestar toda la ayuda que estuviera en su poder, por su carácter halagüeño, pasó al conocimiento del general George Washington a través de su edecán Joseph Reed, de manera que el general Unzaga se convirtió en inspirador del nombre de los Estados Unidos de América, dando el espaldarazo en emplear el término ya sin anteponer Thirteen o Colonies a la denominación.
En 1776 a Unzaga se le encomienda la creación de la Capitanía General de Venezuela, siendo sustituido interinamente desde enero de 1777 por el joven Bernardo de Gálvez, casi 30 años más joven que el brigadier Unzaga. El gobernador Unzaga acompañó al teniente coronel Gálvez durante varios meses, poniéndole al día en todos los asuntos de la magna provincia de La Luisiana española, cuya próspera economía Gálvez supo mantener, a pesar de la situación bélica, en la misma línea de su paisano. Bernardo de Gálvez se convirtió en su hermano político al casarse con Felicité Saint Maxent, hermana de su esposa Isabel.
El 17 de junio de 1777 Unzaga llegó a Caracas, donde, tras desgajar territorios del virreinato de Nueva Granada y fusionarlos a Cumaná, Guayana, Maracaibo, Margarita y Trinidad, se convirtió, el 8 de septiembre de ese año, en el primer capitán general de Venezuela. Unzaga se mantuvo contrario a los monopolios ya que arruinaban a los pequeños productores, teniendo que apaciguar varias sublevaciones debido a los métodos de cobranza del intendente Ávalos sobre el tabaco.
Unzaga, entre 1777 y 1779, creó las dos primeras escuelas públicas de Venezuela, presidió la Junta que examinó a los primeros farmacéuticos, a semejanza de Nueva Orleans y supervisó al ingeniero Crame en su Plan de Defensa para la Provincia de Caracas, plan que firmó (1779) el entonces mariscal de campo Luis de Unzaga y que evitó el avituallamiento inglés, favoreciendo así a los incipientes EE.UU.; de hecho Unzaga permitió que embarcaciones norteamericanas practicaran el libre comercio con Venezuela durante la guerra contra Inglaterra incluso antes del Decreto de Libre Comercio (1781).
El 10 de diciembre de 1782 fue nombrado capitán general de Cuba, ocupando el cargo en un lugar y momento claves para la Historia Mundial, ya que desde su posición privilegiada de La Habana y en coordinación con el Ejército de Operaciones, dirigido por Ezpeleta y luego Gálvez, pudo seguir gestionando esfuerzos de ayuda material y militar a favor de EE.UU. Entre 1783 y 1785 Unzaga recibió varias peticiones de los padres fundadores de EE.UU., G. Washington y Robert Morris, para liberar el comercio con EE.UU. Gracias a la intermediación de Unzaga con unas letras de cambio de los banqueros Le Couteulx, se pudo pagar al Ejército Continental, evitando una rebelión en sus filas que pusiera en peligro la paz de los nacientes EE.UU. con Inglaterra.
En el entreacto entre el fin de la guerra y el Tratado de Paz de París (3.IX.1783), Luis y su esposa Isabel, ambos con reconocidas dotes diplomáticas y conciliadoras, recibieron en su residencia de La Habana, con pirotecnia y otros agasajos, la visita del príncipe Guillermo de Inglaterra, futuro Guillermo IV, que sirvió para canjear prisioneros y anunciar los preliminares de la Paz, intercambiando Bahamas por Florida y ordenando Unzaga al embajador español que comunicase el fin de la guerra en EE.UU. y en el resto del continente.
Las gestiones de Unzaga, tanto en Luisiana y Venezuela, como después en Cuba y más tarde en Málaga, trascendieron la esfera militar, adentrándose en la labor de gobernador civil y político. En 1784, cuando se desató el fuerte ciclón San Juan, dispuso órdenes ilustradas, entre ellas una para proteger la extinción de cedros o la fundación de la Villa de San Antonio de los Baños para las familias damnificadas. En Cuba desempeñó también un papel reseñable en relación con Francisco Miranda.
Tras 45 años en el continente americano, al servicio de la Corona española, regresó a su Málaga natal, dejando en los principales puestos de América a personas de su confianza: en Nueva España a su cuñado Gálvez y en la Embajada en EE.UU. a Gardoqui.
En 1786 ocupó la gobernación política y militar en Galicia; entre 1787 y 1793 la de la Comandancia General del reino de Granada y como presidente de la Junta de Reales Obras de Málaga, una ciudad en expansión, aún llevó a cabo actuaciones que permitieron vertebrar la ciudad y afrontar su flujo comercial. Falleció en Málaga, donde su viuda desplegó una intensa vida sociocultural, creando sociedades femeninas filantrópicas y donde sus hijos desempeñarán también un papel destacado en la Historia.
Fuentes y bibl.: Archivo Catedralicio de Málaga, legs. 19, 44 y 55; Archivo Diocesano de Málaga, legs. 486, 514, 526-528, 568, 592, 623-627. Archivo General de Indias, Cuba, 70, 81-82, 101-105, 110-112, 131, 134, 147-151, 172-181, 186-194, 204, 208, 224-226, 569, 585, 593, 626, 630, 1049, 1147, 1051-1055, 1137, 1145-1146, 1198, 1222, 1277, 1334-1368, 1393-1394, 2357-2358, 2370; Indif., 158; Santo Domingo, 1218, 2530, 2534, 2543, 2547, 2552, 2581-2585, 2594, 2633, 2661, 2674; Caracas, 58, 84-85; C-15057-C-15060; MP-Florida_Luisiana, 48, 75; Archivo General Militar de Segovia, Exps. Personas célebres, leg. 1198, 1212; Archivo General de Simancas, legs. 96, 963 y 4609; Archivo Histórico de la Autoridad Portuaria de Málaga, leg. 399; Archivo Histórico Provincial de Málaga, legs. 52-57; Archivo Municipal de Málaga, legs. 140, 165, 177-181.
C. Gayarré, History of Louisiana. The Spanish Domination, New York, W. J. Widdleton, 1854; E. Beerman, España y la independencia de EEUU, Málaga, Arguval, 1992; P. Hoffman, Luisiana, Madrid, Mapfre, 1992; J. Montero de Pedro, The Spanish in New Orleans and Louisiana, Gretna, Pelican Publishing, 2000, pág. 39; J. C. Frederick, “In Defense of Crown and Colony: Luis de Unzaga and Spanish Louisiana”, en Louisiana History, 49 (2008), págs. 390-422; F. J. Cazorla Granados, R. García Baena y J. Polo Rubio, El gobernador Luis de Unzaga (1717-1793) Precursor en el nacimiento de los EE.UU. y en el liberalismo, F. Cazorla (coord.), M. Reder Gadow (pról.), Málaga, Fundación Málaga, 2019.
Francisco J. Cazorla Granados