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Luis Antonio José Moncín Narciso

Biografía

Moncín Narciso, Luis Antonio José. Paulino Montesinos Cijon, LAJM. Barcelona, p. m. s. XVIII – ¿1801? Apuntador, cómico y autor dramático.

El matrimonio formado por Luis Moncín y Josefa Narciso tuvieron, al menos, dos hijos: Luis e Isidoro. Luis Antonio José Moncín nació en Barcelona en fecha desconocida. Su padre era apuntador y su madre actriz, que trabajaban entonces en la Casa de les Comedies de la Ciudad Condal. Luego pasaron a servir a los coliseos de Madrid. Los dos hermanos siguieron la profesión de sus progenitores. Isidoro, casado con la cómica María Hidalgo, desempeñó la misma profesión que su padre en las compañías de María Guerrero y José Parra durante la década de 1750. El futuro dramaturgo aprendió los secretos del arte de Talía en la escuela práctica de los coliseos donde actuaron sus padres. Se casó con la actriz Victoria Ferrer en Madrid el 14 de febrero de 1756. Ejerció de apuntador en la compañía madrileña de María Hidalgo. En 1758, con motivo de la muerte de su madre, elevó un oficio a la Junta de Teatros para que se le socorriera, pasando a actuar como comparsa de dicha compañía. Dos años después empezó a trabajar, junto a su esposa, en los coliseos de Andalucía.

Se desconoce la fecha en que se inició en la creación dramática, pero se sabe que en 1768 había estrenado la comedia Perder por su tiranía reino, esposa y libertad. No hay constancia de que escribiera otras obras en los años posteriores, mientras su carrera de actor fue asentándose poco a poco. A partir de 1777 estuvo adscrito al teatro de Cádiz, el más importante tras los de la Corte, donde llegó a ser segundo galán. Este año fue el de la definitiva consagración como autor dramático: estrenó en Madrid el sainete Casarse con su enemigo y la comedia en prosa El padre avariento, tal vez traducción de alguna pieza francesa. Además, el Ayuntamiento gaditano le encargó una obra para celebrar la onomástica de Carlos III y escribió el drama heroico Lograr el mayor imperio por un feliz desengaño. Poco a poco, fue integrándose en la ciudad este dramaturgo y actor, que participó en las tertulias culturales que se celebraban en los palacios de familias nobles y burguesas. En este contexto se sitúa el poema épico España gloriosa por su ilustre hijo (1779), escrita en alabanza de Pedro de Ceballos, virrey de Buenos Aires, en cuarenta y seis octavas y con un ropaje erudito. Con motivo de la inauguración del nuevo coliseo de Cádiz, el actor-poeta escribió Thalía (1781), poema laudatorio al conde O’Reilly, promotor de la obra. Se ignora si algunas de las dos comedias escritas por Moncín en este año fueron utilizadas en el estreno: Quedar triunfante el vencido y vencido el vencedor, Codro el ateniense o Amistad, lealtad y amor saben vencer el rigor.

Habiendo sido reclamado a la Corte por los gestores de los coliseos madrileños, que pensaban que sus servicios podrían ser de gran utilidad tanto en su condición de cómico como de poeta dramático, quedó adscrito en la temporada 1784-1785 a la compañía de Manuel Martínez, que ocupaba aquel año el coliseo de la Cruz. En 1788 mantuvo una agria polémica con el toledano Cándido María Trigueros, quien había dirigido unas duras críticas a los cómicos en el Diario de Madrid. Respondió con un folleto intitulado Recurso de fuerza al tribunal trigueriano (1788). En medio de quejas e insultos, Moncín defendió el trabajo de los actores en los ensayos, a pesar de las dificultades del sistema, que obligaba a continuos cambios en la cartelera. Alabó su espíritu cristiano, su humanidad y valores patrios. Mostró, respecto a la estética teatral, una opinión contraria a las reglas neoclásicas que predicaba Trigueros.

En 1792 se jubiló como actor, dedicando a partir de esta fecha todos sus desvelos a la creación dramática, lo cual resolvió sus problemas económicos. Fue Moncín un escritor muy prolífico, por la continua demanda de obras suyas por los gestores de los coliseos madrileños. Se conservan en torno a un centenar de obras suyas, no todas originales, entre comedias y piezas de teatro breve. Sigue la estética del teatro popular, por lo cual hubo de soportar los dicterios de los neoclásicos. Cultivó casi todos los géneros de la comedia: heroica, trágica, jocosa, de figurón, sentimental... Dominó con soltura la fábula heroica que supo enriquecer con tramoyas espectaculares. Fue su comedia La más heroica piedad más noblemente pagada o El elector de Sajonia (1784), estrenada por la compañía de Ribera, la que le abrió el camino definitivo de la fama. Agradaron mucho al público sus comedias de figurón con novedades sensibles en el tratamiento de los temas: El asturiano en Madrid y observador instruido (1790) o Un montañés sabe bien dónde el zapato le aprieta (1795). No todas las historias fueron originales, ya que extrae algunas del acervo tradicional o adapta sin complejos a autores extranjeros (Goldoni, Graissé, Moyssi...). La última pieza que escribió fue Los esposos reunidos, comedia jocoseria que pasó la censura en 1798.

Junto a Luciano Francisco Comella, destacó de forma especial como autor de piezas breves en las dos últimas décadas del siglo, llenando el espacio que había dejado vacante en la escena madrileña Ramón de la Cruz. Llevó a los escenarios sainetes muy renombrados, que recibieron buenas críticas por parte de la prensa: Casarse con su enemigo (1777), El engaño descubierto (1791), El queso de la Casilda, o Herir por los mismos filos (1792), que alcanzó cinco ediciones. Con pluma castiza pinta ambientes y tipos populares del Madrid de la época, siguiendo el magisterio de Cruz. Fueron muy apreciados por el público al ser pintorescos, y, sobre todo, divertidos.

En su faceta de autor de introducciones, cultivó con acierto los modelos de las loas cortesanas y de las loas cómicas o de presentación de compañías, en las que dibuja costumbres teatrales. En las primeras se muestra como un auténtico poeta áulico con gran habilidad para el elogio. Todas permanecen inéditas, aunque las más destacadas son: Carlos III aplaudido en el templo de la Fama (1788), y La nueva compañía de Luis Navarro (1795). Escribió también fines de fiesta, muchos de ellos adaptaciones libres de sainetes, con un uso similar de los temas, como El asturiano aburrido (1793), Los currutacos del día (1795) o La noche de Carnaval (1798).

Moncín fue un dramaturgo de éxito. Siguió la estética del teatro popular que provenía de la tradición barroca, pero que él adaptó a su personalidad y a los gustos de la época. Intentó siempre atender las preferencias del público que él conocía bien, acostumbrado como estaba a moverse en ese ambiente. Partidario de un teatro lúdico más que educador, no olvidó unas leves pinceladas didácticas que saciaran las exigencias de los atentos censores.

Se desconoce la fecha precisa en que murió Moncín, aunque no sobrevivió a 1801.

 

Obras de ~: Lograr el mayor imperio por un feliz desengaño, Cádiz, M. Espinosa de los Monteros, 1777; España gloriosa por su ilustre hijo, poema heroico, Barcelona, P. Camping, 1779; Thalía, Cádiz, J. Ximénez, 1781; Recurso de fuerza al tribunal trigueriano, Madrid, 1788; La más heroica piedad más noblemente pagada o El elector de Sajonia, Madrid, 1790; De dos enemigos hace el amor dos amigos, Barcelona, P. Nadal, 1797; Los esposos reunidos, Madrid, A. Cruzado, 1799; Casarse con su enemigo, Madrid, 1800; Herir por los mismos filos, Alcalá, 1800; El engaño descubierto, Madrid, 1800; El queso de la Casilda, Valencia, J. Ferrer de Orga, 1813; A pícaro, pícaro y medio, Salamanca, F. de Tóxar, s. f.; Cómo ha de ser la amistad, s. l., s. f.; El asturiano en Madrid y observador instruido, Barcelona, J. F. Piferrer, s. f.; Un montañés sabe bien dónde el zapato le aprieta, s. l., s. f.

 

Bibl.: H. R. Falk, “Elightenment Ideas, Attitudes, and Values in the ‘Teatro menor’ of Luis Moncín”, en D. Banette y L.J. Barnetre (eds.), Studies in Eighteenth-Century Spanish Literature and Romanticism in Honor of John Clarkson Dowling, Newark, Delaware, Juan de la Cuesta, 1985 (col. Juan de la Cuesta Hispanic Monographs. Series Homenajes, 3), págs. 77- 88; R. Andioc, Teatro y sociedad en el Madrid del siglo XVIII, Madrid, Castalia, 1988 (2.ª ed.); J. Herrera Navarro, Catálogo de autores teatrales del siglo XVIII, Madrid, Fundación Universitaria Española, 1993, págs. 309-319; E. Palacios Fernández, “Breve noticia sobre Luis Moncín, actor y poeta dramático en los coliseos del siglo XVIII”, en J. Álvarez Barrientos y J. Checa Beltrán (coords.), El siglo que llaman ilustrado. Homenaje a Francisco Aguilar Piñal, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1996, págs. 689-706; E. Palacios Fernández, “Teatro”, en Historia literaria de España en el Siglo XVIII, Madrid, Trotta-CSIC, 1996; El teatro popular español del siglo XVIII, Lleida, Milenio, 1998.

 

Emilio Palacios Fernández