Echave Orio, Baltasar de. El Viejo. Oiquina, Zumaya (Guipúzcoa), 1548 – Ciudad de México (México), c. 1640. Pintor, fundador de la escuela mexicana de pintura.
Era el hijo segundo del matrimonio entre Juan Martínez de Echave Lurcain, IV señor de la Casa de Echave, y María Joanes de Orio. Nació en la casa solar.
En 1573 se trasladó a Sevilla. Se ignoran detalles de su estancia en tierras andaluzas, pero es posible que adquiriese allí sus conocimientos en leyes y, tal vez, también en pintura. La tradición mexicana atribuye a su primera mujer la iniciación artística de Baltasar. Se casó en dos ocasiones: en 1582, con Isabel de Ibia; y con Ana de Arriola, en 1623. Isabel de Ibia pertenecía al linaje gamboíno de los Zumaya, por lo que recibía el apodo de la Zumayana, la Zumaya o la Sumaya.
Era dama de notables cualidades y destacada pintora, motivo por el que bien pudo haber inculcado esta afición a su familia (los dos hijos fueron, como ella y su marido, pintores). Algunos autores, como Cayetano Cabrera, asignan a la Zumaya la autoría de un Martirio de San Sebastián localizado en el trascoro de la catedral de México, opinión que, sin embargo, no es unánime (Clavé).
Baltasar de Echave arribó a Nueva España en el último tercio del siglo XVI (se citan como fechas 1573 o 1590), probablemente a instancias de su carrera judicial. En 1606 fue oidor de la Real Audiencia de México. Pero la faceta que le hizo célebre fue la pintura.
Hasta la fecha, los templos católicos mexicanos se habían adornado con obras flamencas, primero, y venecianas después (Tintoretto, Veronés, Tiziano).
Entre los pintores españoles gozaban de particular estima Murillo, Herrera, El Españoleto y Zurbarán.
Echave cultivó exclusivamente la temática religiosa, aunque desde una concepción variada y original. Trabajó sobre lienzo y sobre tabla. Se caracterizó por su toque fino y transparente, así como por la belleza rafaelesca de sus figuras, sin llegar a caer en el amaneramiento.
Tales rasgos le acercan al eclecticismo del valenciano Vicente Juan Macip, Juan de Juanes (Bernardo Couto). Bien pudo familiarizarse Echave con la obra de este pintor en la Península, antes de partir a México; o bien, ya instalado allí, le llegó su influencia a través de su primera mujer, la Zumaya.
Echave no pudo sustraerse al influjo mexicano, del que absorbió su señalado realismo. La mayoría de sus obras presenta un acabado bien trabajado, si bien en algunas de ellas las figuras de segundo término tienen una factura más torpe. Tal descuido no debe atribuirse tanto a la impericia como al destino de los cuadros, paredes altas de iglesias. Buen dibujante, se complacía en el detalle y manejaba el desnudo y la perspectiva con habilidad. En ocasiones presentaba escorzos violentos, verdaderos alardes de su dominio.
Era un notable colorista. Estas características, unidas a una sólida cultura histórica y una portentosa imaginación, dotaron de originalidad a su obra. Overbeck encuentra similitudes con las maneras de los prerrafaelitas, observación que comparte Ángel Huarte al advertir “el suave destello de beatitud que irradia de las representaciones plásticas de Jesús”. Gozaron de especial fama San Cristóbal (1601), de gran tamaño proveniente de la puerta grande del convento de San Francisco; la Adoración de los Reyes al Divino Infante y la Oración del Huerto de los Olivos (1608), del retablo de La Profesa, conservados en la Academia de Nobles Artes de México; el Martirio de San Panciano (en la Academia de Nobles Artes de México); la Gloria de San Ignacio, el Martirio de las Vírgenes de Colonia y San Apronio (obras de gran tamaño datadas en torno a 1610-1612); San Francisco de Paula (1625), de tamaño natural proveniente del claustro de Santo Domingo; Santa Cecilia, del convento de San Agustín; y La Sacra Familia localizada en La Profesa, entre otras.
La principal clientela de Echave la conformaron los templos. En 1609, por ejemplo, pintó catorce cuadros para el retablo de la iglesia de Tlatelolco, entre ellos la Aparición del Salvador y de la Virgen a San Francisco, y de los que se ignora su paradero. Muchas de las tablas y lienzos sufrieron un fuerte deterioro por su exposición a la intemperie en claustros y pórticos. Otros fueron sometidos a restauraciones tan deficientes que la factura de Echave quedó irreconocible.
Éste fue el caso del conjunto de lienzos para el patio grande del convento de los Franciscanos en México, que recreaban la vida del fundador de la Orden y entre los que se hallaba un Éxtasis de San Francisco que, a comienzos del siglo XX, estaba en posesión de la familia Arguinzóniz de Durango, en Vizcaya. Para 1898 la mayoría de su obra había sido trasladada a la Escuela Nacional de Bellas Artes de México. Echave superó en éxito y fama a sus predecesores en aquel país (Rodrigo Cifuentes, Alonso Vázquez y Andrés de Concha). El historiador franciscano Torquemada lo ensalzó como “único en su arte”. La crítica lo señala como fundador de “la verdadera Escuela Mexicana” (Castro de la Mora); mérito que, en opinión de otros estudiosos, comparte con Alonso Vázquez. Entre sus primeros seguidores se encuentran dos de sus hijos, de los que destaca Baltasar de Echave Ibia, el Mozo o el Joven, así como también Luis y José Juárez y Sebastián de Arteaga.
Todos ellos desplazaron el dominio de la metrópolis en el ámbito artístico mexicano, iniciando una etapa de esplendor autóctono.
En mejor estado de conservación ha llegado hasta hoy su obra literaria Discursos de la antigüedad de la lengua Cántabra Bascongada. En ella muestra su erudición y sus conocimientos de historia. Las teorías que expone sobre la lengua vasca serían compartidas siglos más adelante por K. W. von Humboldt y el padre Fidel Fita Colomer, entre otros. Existen noticias de que escribió un trabajo sobre nobleza e hidalguía vasca titulado Casas Guipuzcoanas, cuyo paradero se ignora en la actualidad.
Obras de ~: San Cristóbal, proveniente de la puerta grande del convento de San Francisco, 1601; Adoración de los Reyes al Divino Infante y La Oración del Huerto de los Olivos, retablo de La Profesa, 1608 (Academia de Nobles Artes de México); Aparición del Salvador y de la Virgen a San Francisco, La Visitación de la Virgen a su prima Santa Isabel, Porcíncula, retablo de Tlatelalco, 1609; Gloria de San Ignacio, Martirio de las Vírgenes de Colonia y San Apronio, 1610- 1612; San Francisco de Paula, claustro de Santo Domingo, 1625; Martirio de San Panciano, s. f. (Academia de Nobles Artes de México); Santa Cecilia, convento de San Agustín, s. f.; La Sacra Familia, La Profesa, s. f.; Vida de San Francisco, convento de los Franciscanos de México, s. f.; Santa Isabel, reina de Portugal, s. f.
Escritos: Discursos de la antigüedad de la Lengua Cántabra Bascongada. Compuestos por Balthasar de Echave, natural de la villa de Çumaya en la provincia de Guipúzcoa, y vezino de México. Introdúcese la misma lengua, en forma [de] una matrona venerable y anciana, que se quexa, de que siendo ella la primera que se habló en España, y general en toda ella, la ayan olvidado sus naturales, y admitido otras Estrangeras. Habla con las Provincias de Guipúzcoa y Vizcaya, que le han sido fieles, y algunas vezes con la misma España, México, Imprenta de Enrico Martínez, 1607 (ed. de Irurac-bat, Bilbao, 1860, con ortografía modernizada; ed. facs. de M. de Zabalburu, Bilbao, 1874; reprod. facs., Bilbao, La Gran Enciclopedia Vasca, 1971; Valladolid, Maxtor, [2001]); Casas Guipuzcoanas, s. f. (inéd.) (desapar.).
Bibl.: C. Cabrera y Quintero, Escudo de armas de México, México, Viuda de J. B. de Hogal, 1746; B. Couto, Diálogo sobre la historia de la pintura en México, México, 1872; F. Arrangóiz, Historia de la pintura en México, Madrid, 1879; F. López Alén, Iconografía biográfica de Guipúzcoa, San Sebastián, Imprenta de J. Baroja e Hijo, 1898; S. Ispizua, Historia de los vascos en el descubrimiento, conquista y civilización de América, vol. II, Bilbao, J. M. Lerchundi, 1914-1917, págs. 330- 346; [“Echave Orio, Baltasar de”], en Euskalerriaren alde, n.º 15 (1925), págs. 449-450 y 547; n.º 17 (1927), pág. 41; A. Huarte, Echave el viejo, exposición sintética de su personalidad, San Sebastián, 1927; A. Gabriel de Urquijo Ibarra, conde de Urquijo, Casas y linajes de Echave y de Laurcain, [San Sebastián], Nueva Editorial, [1928], págs. 46-61; F. L. de Madariaga, “Echave Orio, Baltasar de”, en B. Estornés Lasa (ed.), Enciclopedia General Ilustrada del País Vasco. Cuerpo A. Diccionario Enciclopédico Vasco, vol. X, San Sebastián, Auñamendi, Estornés Lasa Hnos., 1979, págs. 44-47; L. Martínez Kleiser, La Villa de Villagrana de Zumaya, Zarautz, Itxaropena, 1983 (2.ª ed.).
Elena Legorburu Faus