Tovar, Juan de. Texcoco (México), 1541 – Ciudad de México (México), 1.XII.1626. Sacerdote, religioso jesuita (SI), filólogo, cronista, escritor.
Hijo del capitán Juan de Tovar, conquistador que llegó a América con la expedición de Pánfilo de Narváez, y de la nieta de un antiguo compañero de armas, Diego de Colio, una mestiza. De su madre aprendió el joven Juan varias lenguas indígenas, en particular el náhuatl, el otomí y el mazahua, en las que incluso llegaría a predicar con tanta elocuencia.
En 1570 se ordenó sacerdote. Fue prebendado de la Catedral Metropolitana de México, racionero y secretario del Cabildo catedralicio antes de su ingreso en la Compañía de Jesús. Solicitó su ingreso al padre doctor Pedro Sánchez, primer provincial de la Compañía en México, argumentando su afán por instruir a los indios.
El 3 de julio de 1573 fue admitido a la Compañía de Jesús y fue el segundo novicio aceptado, a los siete meses de haberse establecido en México. Fue precisamente su Catecismo en lengua náhuatl, el primer libro que los jesuitas imprimieron en México. La característica de este catecismo fue su presentación en forma de diálogos, que por ser sencillos y elegantes gustó tanto a pillis (nobles) y macehuales (plebeyos). Sus compañeros jesuitas lo llamaron la “elocuencia mexicana” o el “Cicerón Mexicano” y los indígenas “Teotlactoli” por la elegancia con hablaba el español y el náhuatl en el púlpito. Cinco mil indios, la mayoría del valle de México, acudían a la iglesia del Colegio Máximo para escuchar en náhuatl los sermones del padre Tovar. El Catecismo, de Tovar fue conocido también como Diálogos en lengua mexicana o Diálogos de Tovar, fue impreso en 1573 por orden y costa de Pedro Moya de Contreras, arzobispo de México (1573-1586), no se conserva ningún ejemplar.
En la primavera de 1575 asoló la peste en la ciudad de México, enfermedad que los indios llamaban cocolixtle, el padre Tovar, junto con Alonso Fernández, ambos conocedores del náhuatl, se dedicaron a confesar a los contagiados. El padre Tovar entendió que la purificación en la religión prehispánica y la católica perseguían un mismo fin, la purificación. Éste fue el motivo por el que los indígenas solicitaran la confesión con el padre Tovar. En la religión nahua solamente se podía confesar una vez en la vida, por lo general se hacía a edad avanzada, Tovar les hizo entender que la confesión en enfermedad podría ser la última y que él como sacerdote oía la confesión y que Dios perdonaba sus pecados, como lo hacía Yoalli-Ehécatl, una de las advocaciones de Tezcatlipoca (Dios del Sol).
En 1580, Tovar junto con el padre Hernán Gómez fueron enviados a Tepozotlán para la fundación de un colegio para el estudio de las lenguas indígenas, bajo el nombre de San Martín, ambos fueron elegidos por hablar lenguas indígenas, llegaron junto con los padres Diego de Torres, Juan Díaz y Pedro Vidal. Los domingos y días de fiesta, que se juntaba el pueblo, aprovechaba para enseñar a los indios a rezar el Rosario a la Virgen de Guadalupe, rezaban junto con él en voz alta, y les iba diciendo y declarando los misterios que en él se encierran. Pronto les contagio la devoción y quedó como costumbre rezarlo en sus casas, cuando no podían asistir a la iglesia. El padre Tovar fue el primero que logró que los naturales asistieran con frecuencia a los sacramento de la confesión y comunión y el que dio la muestra de predicar en otros pueblos.
Su conocimiento en música le sirvió para formar capillas de indios que cantaban las misas con toda solemnidad. Los primeros indígenas que aprendieron a cantar la misa iban con el padre Tovar a otros pueblos y le contagiaban el gusto por las misas cantadas.
Al arzobispo Pedro de Moya y Contreras le gustaba mucho ir a Tepozotlán para escuchar estas misas solemnes cuando acudía el pueblo que cantaba la Doctrina Cristiana en la plaza, y luego le decía un sermón.
El 2 de noviembre de 1585 asistió a la congregación provincial donde expuso la importancia de procuradores que conocieran el ministerio de los indios o al menos tuvieran experiencia y trato para que se pudiera llevar en armonía la evangelización. De 1585 a 1589 se dedicó a defender a los indios como puede verse en sus epistolarios y sermones. En 1588 escribió al padre Alonso Sánchez sobre los ministerios de los indios: “Con esta ocasión, creo no me culparán, si yo dijere que es desgraciado este asunto de indios; pues en todas partes, así en México, como la Puebla y otras partes, hasta éste, está accidentario [...] jamás haremos fruto en los indios; porque como V. R. sabe, no bastan misiones para esto; a lo menos tan breves, como por acá se practica, diciendo que así se usa en nuestra Europa. No considerando que el modo y disposición de las otras gentes, es de tal suerte, que les basta el tiempo de las misiones, que, por allá se practica.
Y que está gente de por acá, les falta todo lo que se supone en las de allá. De manera que se dijese, que es el indio poco menos que un puro embrión [...]”.
En otra carta enviada de Roma por el padre G. Claudio, fechada el 15 de mayo de 1589, al padre Tovar, le dice: “Hace muy bien de aplicarse a ayudar a esa pobre gente; pues aunque es oficio trabajoso, es también muy grato a Dios, y muy ganancioso para lo que lo hacen con la voluntad y veras que, por la suya, me dice. Y nuestro señor aliviará siempre, los trabajos que, en esta ocupación; se pasan, con tal gusto de su mano, que haga apetitoso, lo que a los humanos ojos, parece tan difícil”.
En 1590 hizo la profesión de cuatro votos. El 22 de enero de 1592 fue la tercera congregación provincial en México y el padre Tovar fue ayudante del padre Francisco Ramírez, rector de Michoacán. Y en 1599 fue uno de los profesos reunidos en la quinta congregación provincial de México, por el padre Francisco Váez. Más tarde, del 19 al 25 de octubre de 1603 se halla entre los profesos que asistieron a la sexta congregación provincial en México.
En 1606 el padre Tovar fue superior del Colegio de San Gregorio de México, erigido para la formación de jóvenes indígenas, ubicado cerca de la iglesia de Loreto y del Colegio de San Pedro y San Pablo.
Los seis últimos años de su vida padeció de graves enfermedades que le impidieron salir de su aposento, sobre todo la pérdida de la vista, cuya desgracia llevó con admirable paciencia. Se dedicó a la oración, sobre todo a la Virgen de Guadalupe, del cual fue muy devoto. Le rezaba el Rosario, hincado en medio de su aposento, aún en su vejez. Tovar tenía la costumbre de hincarse de rodillas ante la imagen de la Virgen, cuando pasaba delante de ella, y principalmente lo hacía con una imagen suya que tenía ubicada en una de las escaleras del Colegio de México. Solía ir a rezar a diversos santuarios, como el de Los Remedios, Guadalupe y Piedad.
El 1 de diciembre de 1626, en la víspera del apóstol San Francisco Javier (6 de diciembre) que en aquel entonces se celebraba el 2 de diciembre, falleció el padre Juan Tovar, a los ochenta y cinco años, en los aposentos de maestros del Colegio de San Pedro y San Pablo. Durante cincuenta y tres años se dedicó a instruir a lo indios, como sacerdote recorrió numerosas comarcas recogiendo incansablemente testimonios indígenas, datos y noticias históricas. Con una actitud decididamente “indianista”, Juan de Tovar expresa en sus textos las tradiciones indígenas, así como el dramático enfrentamiento entre dos imperios, el español y el azteca, visto desde la óptica de los vencidos, criticando a veces duramente la política y comportamiento de los vencedores.
Escribió dos obras enteramente distintas sobre la “Historia de los mexicanos”: la primera, que llevó por título Historia detallada, se extravió poco después de terminada, y la segunda es el manuscrito Historia de la benida de los Yndios a poblar México que se conserva en la Biblioteca de John Carter Brown, de Providencia, Rhode Island, Estados Unidos. Esta última obra fue publicada con el título de Códice Ramírez. Dejó un Calendario, que fue dado a conocer por G. Kubler y Charles Gibson. Dejó también un documento conocido como Sermón de la santísima Virgen de Guadalupe, escrito entre 1550 y 1560, que estuvo por mucho tiempo en la Biblioteca de Tepozotlán y que actualmente se halla en la Biblioteca Nacional. “Del tratar los nuestros con los indios”, respuesta del P. Tovar al P. Joseph de Acosta. Se conservan también sus sermones bajo el título de “Sermones y ejemplos en México: del P. Juan de Tovar, del santísimo Sacramento”.
Obras de ~: Diálogos y catecismo de la lengua española, traducidos al Mexicano, México, 1573; Historia de la benida de los Yndios a poblar México de las partes más remotas de occidente, los sucesos y peregrinaciones del camino, su gobierno, ydolos y templos dellos, ritos y ceremonias y sacrificios y sacerdotes dellos, fiestas y bayles y sus meses y calendarios de los tiempos, los reyes que tuvieron hasta el postrero que fue Ing [sic] a con otras cosas curiosas, sacadas de los archivos y tradiciones antiguas por ellos, México, 1944; Relación de los indios que habitan esta Nueva España, según sus historias, México, Editorial Leyenda, 1944 (publicada también como Manuscrit Tovar. Relación del origen de los Yndios, que havitan en esta Nueva España según sus historias. Tratado de los ritos y ceremonias y dioses que en su gentilidad usavan los Indios de esta Nueva España; Graz, Austria, Akademische Drug, 1972, Collection Unesco d’oeuvres représentatives. Serie ebéro-americaine); “Sermones y ejemplos en México: del P. Juan de Tovar, del Santísimo Sacramento”, en Sermonario de Mijangos, México, Boletín de la Biblioteca Nacional, Universidad Nacional Autónoma de México, t. XVII (enero-junio de 1966), págs. 83-89.
Bibl.: M. Cuevas, Álbum histórico guadalupano, México, Editorial Jus, 1931; G. Decorme, La obra de los jesuitas mexicanos durante la época colonial, 1572-1767: compendio histórico, México, José Porrúa, 1941; J. M. Quintana, La primera crónica jesuítica mexicana y otras noticias, México, Editorial Vargas Rea, 1944; F. Sandoval, Estudios de historiografía de la Nueva España, México, El Colegio de México, 1945, págs. 80-83; J. Sánchez Baquero, Fundación de la Compañía de Jesús en Nueva España 1571-1580, México Editorial Patria, 1945; Á. M. Garibay K., Historia de la literatura náhuatl, México, Editorial Porrúa, 1953; L. Leal, “El Códice Ramírez”, en Historia Mexicana, n.º 3 (1953), págs. 11-33; F. J. Alegre, Historia de la provincia de la Compañía de Jesús de Nueva España, ed. de E. J. Burrus y F. Zubillaga, Roma, Editorial Institutum Historicum, 1956; E. J. Burrus “Two Lost Mexican Books of the Sixteenth Century”, Hispanic American Historical Review, 37 (1957), págs. 330-339; J. Gutiérrez Casillas, SJ, Diccionario Bio-Bibliográfico de la Compañía de Jesús en México, t. XIV, México, Editorial Tradición, 1975, págs. 233-276; M. Cuevas, La historia de la iglesia en México, t. II, México, Editorial Porrúa, 1992; Ch. E. O’Neill y J. M.ª Dominguez (dirs.), Diccionario Histórico de la Compañía de Jesús. Biográfico-Temático, vol. IV, Roma-Madrid. Institutum Historicum, S.I., Universidad Pontificia Comillas, 2001, págs. 3830-3831.
Raquel Ofelia Barceló Quintal