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Alonso de Monroy

Biografía

Monroy, Alonso de. Sevilla, 1544 – 19.VIII.1614. General de la Orden de la Merced (OdeM), provincial, redentor de cautivos y redactor de las Constituciones de la Recolección Mercedaria.

De familia noble, originaria de Extremadura según el padre Pedro de San Cecilio, a los quince años ingresó en el convento de la Merced de su ciudad, y profesó el año 1560 (Tirso de Molina, quizá equivocadamente, dice haber tomado el hábito en 1555. De ser esto cierto, pues coincide en que tenía entonces quince años, habría nacido en 1540, y fallecido a sus setenta y cuatro años, en contra de la afirmación unánime de San Cecilio y de Garí). Era entonces general de la Orden el padre maestro Miguel Puig (2 de mayo de 1546-22 de noviembre de 1567), y provincial de Castilla el gran padre maestro, antes catedrático eximio de Salamanca, y al final obispo auxiliar de Sevilla, nombrado por Pío V, el 9 de junio de 1570. Gobernó la archidiócesis hasta su muerte (15 de enero 1584), pues su arzobispo titular, Gaspar de Zúñiga y Avellaneda, no residió en su sede.

Estudió Artes y Teología, pero no ejerció el lectorado.

Ordenado presbítero, ensayó el púlpito, pero tampoco era su carisma la predicación. Tuvo, sin embargo, “el don de gobierno”, difícil casi siempre en los intelectuales. Antes de cumplir treinta años, ya empezó su carrera de cargos y cargas de responsabilidad, siendo nombrado comendador de Úbeda, y luego de Burgos, siguiéndole, sucesivamente cada trienio, Valladolid, Toledo y Sevilla. Aquí lo fue en varias ocasiones. En todos ellos mostró su talento práctico.

El maestro Salazar, en el capítulo de 1588 —al crear la provincia de Andalucía, separada de la de Castilla—, le nombró presentado. Luego, en el capítulo de Úbeda, en 1591, salió electo segundo provincial de Andalucía. En el capítulo de Calatayud, presidido por el maestro Zúmel, el 5 de junio de 1593, asistió como definidor general de su provincia. Y en 1597 fue elegido vicario general de Perú, donde hizo amistad con el virrey Luis de Velasco —luego marqués de Salinas—, que escribió a Su Majestad un par de cartas en su elogio. En Lima decidió que fuese provincial el padre fray Antonio de Pesquera, que había profesado en la Merced de Burgos, según el padre Pedro de San Cecilio asegura. A los dos años de labor peruana, reorganizando conventos y personal, regresó a España, después de recibir a su sucesor, el padre maestro fray Juan López Salmerón. En el año 1600, al ser anulado el Capítulo General de la Merced, Clemente VIII pensó en el padre fray Alonso Monroy como general, entre otros candidatos posibles.

Tuvo que esperar un par de años. Llegó de Perú al convento de Sevilla, cargado de plata, sobre todo para la redención de cautivos. América ofrecía entonces eso, a cambio del esfuerzo de los viajes y la actividad de gobierno allí.

En 1603 se celebró capítulo en Olivar, y Monroy propuso, y llevó a cabo, la división de la gran provincia de la Corona de Aragón, en tres: Aragón, Valencia e Italia, siendo elegido provincial de Valencia el padre Guimerán. Profesó fray Alonso Remón, licenciado por Alcalá, en la Merced de Santa Catalina de Toledo, el 24 de agosto de 1605, bajo el generalato de Monroy.

Un grupo de “revoltosos” presentó a Roma un memorial acusando al maestro Monroy de haber traído mucho dinero de las Indias, y de otros aspectos de su manera de gobernar. Se delegó de Roma al arzobispo de Sevilla, el cardenal Fernando Niño de Guevara, quien el 2 de enero de 1605 entró en la celda del general, y descubrió en ella cierta suma de plata y oro.

Explicó Monroy su sentido, en función de sus viajes y ayudas que hacía. Todas las provincias se pusieron del lado del general, que envió al Papa esta carta de descargo: “Beatísimo Padre: Por mandado de Vuestra Santidad, el cardenal Guevara, arzobispo de Sevilla, visitó la celda de mi habitación, y el dinero que halló en ella lo secretó, embargándolo y poniéndolo en ajeno depósito. En tanto, pues, que el dicho cardenal, como executor de Vuestra Santidad, le hace relación de todo, en defensa de mi derecho me atrevo a informarle en ésta de que en la Religión de Nuestra Señora de la Merced, desde que se fundó, nunca los generales ni provinciales ponen en depósito lo que, durante sus oficios tienen, porque, como no asisten en conventualidad determinada, respecto de que siempre andan visitando, llevan en su poder lo preciso para su sustento, vestuarios y otras ocurrencias, y las Constituciones de esta familia, confirmadas por esa Santa y Apostólica Sede, en el capítulo veinte de proprietariis, sólo obligan a los generales y provinciales den quenta en los capítulos de lo que recibieron, a sus inmediatos sucesores, y en mí hay otras particularidades, como le constará a Vuestra Santidad, por donde no es culpa el tener yo aquel dinero, como lo fuera en otros. Suplico a Vuestra Santidad no sean poderosos contra mí mis enemigos, pues por reformar a algunos desbaratados, ofendidos del castigo, pretenden desacreditarme ante Vuestra Santidad, a quien como criador mío, compete con especialidad mirar por su criatura, pues debe, quien pudo hacerme General, conservarme en este puesto. Prospere Nuestro Señor Todopoderoso a Vuestra Santidad en el que está y le guarde para bien y tranquilidad de su Santa Iglesia, etc. Suae Beatitudinis filius humilissimus, qui osculator pedes Vestrae Beatitudinis, frater Alfonsus Monrroy, Magister Generalis.

El papa Clemente VIII falleció antes de recibir esta carta (mes de mayo de 1605). “Vacó la tiara” veintiocho días, hasta que fue entronizado Pablo V. La solicitud del maestro fray Hernando de Ribera logró que la Congregación de Regulares diese orden al cardenal de Sevilla de devolver al general Monroy los 2.600 escudos que le había sustraído. Desde entonces el cardenal Guevara venía a comer con Monroy al refectorio de la Merced, y su amistad se acrecentó, superada esta tormenta.

Ayudó tanto a las provincias que quedó como proverbio que, “desde el principio de la Orden, no se conoció generalato más feliz que el del Maestro Fray Felipe de Guimerán, su inmediato sucesor, por haber gozado del fruto de los árboles plantados y cultivados por el Maestro Monroy”. En el capítulo de 1606, celebrado en Daroca, el presentado Usabiaga salió electo provincial, y el reverendo Monroy le nombró, en 1608, visitador de Francia. Al regresar de Roma fray Hernando de Santiago —destituido como provincial de Roma— se opuso, en 1608, defendiendo la casa y la causa del prior de Barcelona, contra la opinión de Monroy, que era vicario general, finalizado ya el sexenio generalicio. En realidad, va a dar por definitivamente acabado su gobierno el 5 de junio de 1609. El rey Felipe III le presentó para obispo de Puerto Rico, pero hizo cesión de esta merced. Buscaba la paz de su celda, a sus sesenta y cinco años de edad. Entregó su espíritu a Dios el miércoles por la tarde, 19 de agosto del año 1614, a los setenta años cumplidos.

Su confesor, recolecto, el padre fray Luis de Jesús María, dejó escrito: “Fundóse la Recolección por el Reverendísimo Padre General, el Maestro Fray Alonso de Monroy, natural de Sevilla, gran gobernador de la Religión, así en Indias —donde fue Vicario General—, como en España —donde fue muchas veces Comendador y Provincial, y, últimamente, como se ha dicho, General de toda ella— con aplauso de la inmensa mayoría”. Los descalzos mercedarios le quedaron siempre agradecidos a la ayuda que les prestó, en sus comienzos, definitiva para lograr la plena descalcez.

Sin duda que ha sido uno de los máximos generales de la Orden, con sentido preciso de su papel de gobierno, y su clara decisión en los momentos concretos de las decisiones. En su generalato “salieron de la tiranía pagana 673 cautivos” (Tirso de Molina).

 

Obras de ~: Constituciones de los religiosos de la Recolección de la Orden de nuestra Señora de la Merced, Redención de cautivos. Ordenada por el Reverendísimo Padre Maestro Fray Alonso de Monroy [...], Madrid, Pedro Madrigal, 1603; Cartas pastorales a sus súbditos, exhortándolos a la más extricta observancia, Sevilla, 1604.

 

Bibl.: A. A. de Hardá y Múxica, Biblioteca Scriptorum [...], t. I, Madrid, s. f. (ms. en la Real Academia de la Historia); G. Téllez (pseud. de Tirso de Molina), Historia General de la Orden de Nuestra Señora de las Mercedes, Madrid, 1639 (ed. de M. Penedo Rey, Madrid, Provincia de la Merced de Castilla, Imp. Sáez, 1974 [col. Revista Estudios]); J. A. Garí y Siumell, Biblioteca Mercedaria, Barcelona, Imprenta de los herederos de la viuda Pla, 1875; G. Placer, Bibliografía Mercedaria, t. I, Madrid, Publicaciones Monasterio de Poio-Revista Estudios, 1968.

 

Luis Vázquez Fernández, OdeM

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