Ayuda

Joaquín Esteve

Biografía

Esteve, Joaquín. Fuentespalda (Teruel), 4.III.1772 – Valencia, 9.VII.1830. Escolapio (SChP), poeta, pedagogo, vicario general de las Escuelas Pías de España.

Discípulo aventajado del colegio de Alcañiz, profesó en el noviciado de Peralta de la Sal el 9 de septiembre de 1788. Terminados sus estudios, ejercitó su ministerio como maestro de Latín, Humanidades, Retórica y Lengua Griega con los colegiales del seminario Andresiano de Valencia. Calasanz Rabaza le califica de “profesor incomparable, que no se contentaba con iniciar a sus alumnos en el conocimiento de los autores, sino que no paraba hasta formar en ellos criterio propio, exquisito gusto y particular estilo”. Prueban suficientemente estos juicios las academias o exámenes públicos que mantuvo con sus alumnos, y que han sido calificados de verdaderos tratados pedagógicos. Del Andresiano pasó a Zaragoza para ser lector de Filosofía y Teología de los Juniores escolapios (1811-1817).

En 1817 fue nombrado rector del colegio de Valencia. Terminado el trienio canónico, y por imposición gubernamental, confirmada por el voto democrático de los religiosos de su comunidad, continuó en el cargo por otro trienio. Fueron años difíciles, por la situación política que atravesaba España, pero el padre Esteve supo sortear los peligros y con su sabiduría aumentar el prestigio del colegio. Tanto que en 1823 fue elegido provincial de las Escuelas Pías de Aragón y Valencia, trasladando de nuevo su residencia a Zaragoza. Las dificultades junto al Ebro no fueron menores que a orillas del Turia. Y una vez más trabajó incansablemente para mantener unidos a los religiosos y lanzarlos con entusiasmo por los caminos se la perfección y del apostolado con la juventud y sus familias. En 1825, último año de su provincialato, dirigió una exposición al intendente del reino de Aragón sobre la “situación miserable” que padecen los colegios de Peralta de la Sal, Tamarite, Jaca y Daroca a causa de los incumplimientos de los ayuntamientos. Se trata de una exposición muy documentada, que transcribe íntegra Rabaza. La cierra el padre Esteve con un doble argumento, social y patriótico: “No se puede ocultar, Señor, cuán indecoroso es, como lo han censurado algunos extranjeros, para una Nación que se precia de religiosa y culta, que se vean, no sólo mal dotado, sino aún peor pagados unos establecimientos consagrados a la gratuita educación religiosa y literaria de la juventud, y especialmente de las clases más menesterosas que más lo necesitan...”.

Se celebró en Zaragoza, septiembre de 1825, el primer Capítulo General de la vicaría de las Escuelas Pías de España. Asistió el padre Esteve como vocal. En ese capítulo quedó elegido nuevo vicario general, en sustitución del padre Gabriel Hernández, el padre Pío Peña. Inmediatamente nombró su asistente general al padre Esteve. Pero en pocos meses fallecieron el padre Peña y su sucesor Pascual Suárez, y en 1826 fue nombrado vicario general el padre Esteve. Su nombramiento, recibido con gozo y esperanza, calmó el dolor de las dos muertes recientes y colmó las expectativas depositadas en su persona. No se encontraba fuerte de salud y trasladó su sede de Madrid al mejor y más suave clima de Valencia.

Durante el breve período de su vicariato (1826- 1830) autorizó a dos escolapios para que con el padre Jacinto Feliu trabajasen en el colegio militar de Segovia y a un tercero en el seminario de Segorbe. Restableció con Roma la comunicación de sufragios por los difuntos, y arregló la contribución general según lo establecido por el Capítulo General de 1825. Por dos veces acudió al Rey para intentar restablecer, contra lo establecido por la Bula Inter graviores, un solo gobierno en la Orden y para defender la legislación de las Escuelas Pías en materia de enseñanza frente a las injerencias estatales. Realizó la visita canónica a la provincia de Cataluña y a los colegios de Valencia y Zaragoza, donde recibió y obsequió a Fernando VII y su esposa María Josefa Amalia durante su visita al colegio en abril de 1838, y completó e impulsó las fundaciones de Fraga, Talarn, Colegio Reunido de Valencia, Alcira, Játiva (San Felipe) y Ejea de los Caballeros.

Pero, tal vez, su éxito más logrado fue la erección en 1826, en unión con el padre Lorenzo Ramo, de la viceprovincia de Valencia, independiente de Aragón, que llegará a provincia canónica en 1833.

Era la manera práctica de sumar una nueva estrella a la corona de la Orden y ampliar el mapa escolapio en España con nuevas casas y nuevas vocaciones.

Los valores intelectuales del padre Esteve eran muchos.

“Nació —dice Bono Serrano— para dominar todas las ciencias.” Un epitafio inédito le considera “el primero de los teólogos”. Y el padre Rabaza lo define como “hombre organizador, amigo de las personas estudiosas, amante de los progresos de las ciencias y notable sabio al mismo tiempo”. Conocía las lenguas clásicas, especialmente el griego, que dominaba a la perfección. Tal vez por eso le apellidaron sus contemporáneos el Griego, pues escribía y hablaba el clásico de Homero y Demóstenes, pero también el moderno, de tal manera que mientras residió en Valencia fue intérprete obligado para los turistas y sabios que, llegados de Grecia, visitaban las bellezas de la ciudad del Turia.

Estos valores se manifestaron también fuera de casa, en los púlpitos de Valencia, Zaragoza y Madrid. Impresionó la oración fúnebre que pronunció a la muerte de la reina María Josefa Amalia de Sajonia en la iglesia de las Escuelas Pías de Valencia por encargo de la Real Maestranza. Juan Nicasio Gallego, en la descripción que publicó de las exequias, pondera con grandes elogios la oración del padre Esteve. Joven todavía, había ingresado como socio de número en la Real Academia de Bellas Artes de Valencia y en esa Academia leyó el 6 de diciembre de 1798 su Canción a las Nobles Artes.

Escrita en dieciséis estancias, apareció publicada en las actas de la academia, y Bono Serrano reproduce las siete estancias que considera más representativas. Este mismo autor dice que Juan Nicasio Gallego “sabía de memoria la Canción”. Y añade que Meléndez Valdés, en su visita a Valencia, también la leyó y quiso felicitar personalmente a su autor, pero le resultó imposible por haber sido destinado a Zaragoza. Por estos mismos años, mantuvo una abierta discusión con el poeta Quintana, cuando éste publicó su Colección de poetas españoles y en el prólogo no deja en buen lugar a Luzán ni a los hermanos Argensola. Esteve le puntualizó por dos veces la falta de objetividad y triunfó sobre Quintana, porque si el escolapio no llegaba a la altura poética del autor de la Colección, le superaba en talento crítico y en la corrección y casticismo de lenguaje.

Le unía al padre Esteve gran amistad con Francisco Tadeo Calomarde. Es bien sabido que al preparar su plan de enseñanza, Calomarde llamó a los escolapios Cayetano Losada, Juan Bautista Cortés y Joaquín Esteve.

En su segunda Exposición al Rey (1826) escribe el padre Esteve que en 1824, cuando se arreglaban los planes de estudios, mandados por Su Majestad, dirigió al actual secretario de Estado y del Despacho de Gracia y Justicia una memoria sobre “la necesidad urgente y el modo de establecer y planificar desde las aulas de primeras letras y de latinidad, una idea y método de educación...”. A este método de educación lo llama el padre Lasalde Plan de estudios y dice que “lo escribió el autor por orden del ministro Calomarde”.

Nunca gozó el padre Esteve de buena salud. Una fuerte gastritis crónica, que creyó curada con las aguas de Caldas de Montbuy, fue minando su naturaleza, pero no pudo apagar la llama de un temperamento activo, servicial, profundamente religioso, siempre comprensivo y fraterno.

 

Obras de ~: Canción a las Nobles Artes, Valencia, Actas de la Sociedad de Amigos del País, 1798; Memoria sobre los remedios de mejorar la cría de caballos en el Reino de Valencia, Valencia, 1799; Reglamento general para las Escuelas de Latinidad y Colegios de Humanidades, Zaragoza, 1825; Exposición al Rey, Valencia, 1825; Exposición al Rey, Valencia, 1826; Escuela de primeras letras o método práctico de enseñar a leer correctamente, Valencia, 1828; Oración fúnebre que en las solemnes exequias de la católica reyna de las Españas Doña María Josefa Amalia de Sajonia, celebradas por la Real Maestranza de Valencia en la Iglesia de las Escuelas Pías de la misma ciudad el 1 de junio de 1829 dijo el P. Joaquín Esteve de San Miguel, Vicario General de las Escuelas Pías de España, Madrid, Leonardo Núñez, 1829; Reglamento de profesores, Valencia, 1829; De ratione docendi Oratio, Valencia, s. f.; Solus Christus felicitatis imperiorum certus auctor et vindex, Valencia, s. f.

 

Bibl.: G. Bono-Serrano, Miscelánea religiosa, política y literaria en prosa y verso, Madrid, Viuda de Aguado é hijo, 1870, págs. 415-421; J. de Calasanz del Pilar Rabaza, Historia de las Escuelas Pías en España, t. II y t. III, Valencia, Miguel Gimeno, 1917-1918, págs. 267-279 y págs. 136-153, 336-357, 438-440, respect.; C. Lasalde, Historia literaria y Bibliografía de las Escuelas Pías de España, t. II, Madrid, Escuela Tipográfica de San Antón, 1925, págs. 385-388; Á. Clavero, Historia de las Escuelas Pías de Aragón, t. V, Zaragoza, 1947, págs. 321- 350; D. Cueva, Las Escuelas Pías de Aragón, t. I, Zaragoza, Gráficas Navarro, 1999, págs. 246-253.

 

Dionisio Cueva González

Relación con otros personajes del DBE

Biografías que citan a este personaje

Personajes citados en esta biografía

Personajes similares