Miralles, Bartolomé. Ginebrosa (Teruel), 7.1V.1777 – Valencia, 9.IX.1857. Escolapio (SChP), provincial, lector de Filosofía y Teología y predicador.
Comenzó su noviciado escolapio en Peralta de la Sal (Huesca) el día 17 de abril de 1791 y cambió su nombre Francisco por el de Bartolomé. Profesó en la misma casa el día 29 de septiembre de 1793. Realizó todos los estudios humanísticos, de Filosofía y de Teología en Peralta, en Daroca y en Valencia respectivamente.
Dedicó los primeros años de su magisterio a la instrucción y educación de los niños de primaria y de enseñanza media en varios colegios. Los primeros años del siglo XIX estuvo en Daroca. En 1815 se encontraba en Zaragoza en misión importante encomendada por el general Palafox, capitán general de Aragón. Pero debe volver a Daroca y Palafox pide al padre Gabriel Hernández, vicario general de España, que revoque la orden.
Lo que realmente había recibido el padre Miralles era destino a Barbastro. Estuvo al menos cinco años fecundos en este colegio y, entre sus alumnos, dio clases a un conocido y esclarecido discípulo: Pascual Madoz, geógrafo, político y ministro, que defendió con éxito a sus antiguos maestros en el Congreso de los Diputados y alabó de palabra y con la pluma los escritos del padre Miralles. Y aquí también se le destinó, a petición del obispo de Barbastro, monseñor De Lera y Cano, a la mejor formación de los seminaristas, impartiendo un curso de Filosofía, como lector de Filosofía y de Teología. El obispo quedó encantado y así se lo expresó a él mismo y a los superiores en carta que se conserva. Se dio a conocer y sobresalió como predicador, admirado por la profundidad de su doctrina y la claridad en la exposición. Pasa a ser rector del colegio de Daroca en 1821. Cinco años después, en 1826, es elegido para el mismo cargo en Alcañiz y poco después de tomar posesión del rectorado, recibió orden de trasladarse al Colegio Militar de Segovia, como capellán y director espiritual del mismo, “donde debe desempeñar en primer lugar el cargo de capellán y además ser profesor de religión y bellas letras”. Allí escribió tres interesantes obras de religión y moral, que han permanecido manuscritas.
En 1829 recibió también el nombramiento de predicador supernumerario de Su Majestad. Allí estuvo hasta noviembre de 1836, año en que volvió a Zaragoza como director de internos, pero enseguida fue designado provincial de Valencia (1845-1853).
Otros ocho años de aciertos.
El papa Pío IX lo nombró asistente general de España, reteniendo el cargo de provincial que tenía.
Como dice el padre Cueva, “pasará a la historia escolapia como uno de los escolapios más notables del siglo XIX”.
Obras de ~: Oda a Fernando VII en su exaltación al trono, Valencia, 1808; El soldado español, Valencia, 1811; Oración fúnebre de la reina nuestra señora D.ª Isabel de Braganza, celebrada en Barbastro, Zaragoza, 1819; Sermón en el restablecimiento de S. M. Fernando VII, Zaragoza (entre 1823-1826); Vida interior del V. P. Juan Crisóstomo Salistri, Valencia, 1827.
Fuentes y bibl.: Memorias de la Provincia de Aragón (en Archivum Scholarum Piarum Aragoniae, vol. 24, fol. 128).
P. Madoz, Diccionario geográfico, estadístico, histórico de España y sus posesiones de Ultramar, Madrid, Est. Tipográfico de P. Madoz y L. Sagasti, 1850; C. Lasalde, Historia literaria y Bibliográfica de las Escuelas Pías de España, Madrid, Agustrín Avrial y Revista Calasanciana, 1893-1927, t. I, págs. 368-368, y t. III, págs. 153-154; A. Clavero, Historia de las Escuelas Pías de Aragón, t. V, Zaragoza, 1947, págs. 377-386 (ms. inéd.); D. Cueva González, Las Escuelas Pías de Aragón, t. I, Zaragoza, Edita Diputación General de Aragón, 1999, págs. 249-251.
Pedro Sanz Navío, SChP
