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Claudio Martínez de Pinillos y Ceballos

Biografía

Martínez de Pinillos y Ceballos, Claudio. Conde de Villanueva (I), vizconde de Valvanera. La Habana (Cuba), 30.X.1782 – Madrid, 23.XII.1852.

Superintendente general subdelegado de la Real Hacienda de Cuba, tesorero general del Ejército y Real Hacienda, senador, Grande de España.

Hijo de Bernabé Martínez de Pinillos, un acaudalado comerciante de una familia originaria de Logroño establecida en La Habana a mediados del siglo XVIII, Claudio Martínez de Pinillos fue una de las figuras más prominentes de la primera mitad de siglo XIX en Cuba. Como muchos otros cubanos de su clase, recibió una educación esmerada en el seminario de San Carlos, y muy joven ingresó en el Regimiento de Voluntarios de Caballería de La Habana, donde llegó a adquirir el grado de capitán. Inició su carrera administrativa como oficial junto al intendente José Pablo Valiente, a quien acompañó a la Península en el año 1805. Luchó contra los franceses al lado del general Castaños, del que fue ayudante de campo, recibiendo por su actuación la Medalla de Honor de la batalla de Bailén y el grado de teniente coronel de infantería.

En 1810 el Ayuntamiento de La Habana, el Real Consulado y la Junta de Fomento le apoderaron para representar los intereses de la oligarquía criolla ante el Consejo de Regencia, al que, mediante oscuras maniobras, Pinillos logró arrancar la Real Orden de 17 de mayo de 1810, que autorizaba el comercio libre de los puertos de Indias con las colonias extranjeras y las naciones europeas. Semejante concesión fue anulada de inmediato a consecuencia de la presión de los comerciantes de Cádiz, quienes venían monopolizando aquel comercio. Las relaciones de la oligarquía cubana con el rey Fernando VII tras su regreso a España fueron excelentes. Martínez de Pinillos se ganó la confianza del Monarca, y nombrado tesorero general del Ejército y Real Hacienda volvía a la Antilla en octubre de 1814. Pocos años más tarde, en 1818, se conseguía del Rey un decreto estableciendo el libre comercio.

En 1821 las Cortes hicieron extensivo a Cuba el arancel de aduanas que se había aprobado el año anterior y que era muy lesivo para los intereses cubanos, porque dificultaba las importaciones extranjeras.

Martínez de Pinillos, que desde abril de 1821 había sustituido interinamente al intendente Alejandro Ramírez, consiguió que las Cortes lo dejaran sin efecto a principios de 1822. Restablecida la autoridad plena de Fernando VII después de la intervención francesa, las corporaciones cubanas comisionaron a Pinillos para que se desplazara nuevamente a la Península y plantease la realización de reformas importantes en la isla. Tras su llegada a Madrid, se dispuso que tomara asiento en la Junta de Aranceles para estudiar los que convenían a Cuba. Martínez de Pinillos prestó de su peculio familiar y del de sus amigos 400.000 pesos fuertes al exhausto Erario trabó amistad personal con el Monarca. En gratitud por sus servicios y reconociendo su competencia, Fernando VII le nombró intendente de Hacienda de Cuba. Con dicho nombramiento y condecorado con la Cruz de Isabel la Católica, Martínez de Pinillos regresó a La Habana en octubre de 1825. Desempeñó su cargo casi ininterrumpidamente hasta 1851. Desde la Intendencia este ilustrado criollo logró implantar reformas económicas y fiscales trascendentales para Cuba, que afianzaron su influencia, prestigio y autoridad en la Antilla y en la Corte, donde llegó a ser insustituible para Fernando VII y sus sucesores.

Disminuyó las cargas y las trabas que pesaban sobre la producción y favoreció el desarrollo de la agricultura, hasta el extremo de que su figura se asocia con la prosperidad alcanzada en aquellos años. Fomentó el comercio cubano, conciliando la libertad de comercio con el extranjero con ciertas ventajas hacia el nacional.

En 1823 creó el Depósito Mercantil y dispuso luego la publicación de las Balanzas anuales del comercio, las primeras que se publicaron en España. Reformó el sistema impositivo y lo racionalizó. Mejoró la contabilidad y multiplicó asombrosamente las rentas públicas, que pasaron de 5.000.000 en 1824 a 11.500.000 en 1840, comenzando a remitir a la Península cuantiosos recursos, denominados sobrantes. Además adoptó medidas encaminadas a proteger la isla frente a los planes insurgentes para separar a Cuba de España y frente a diversas expediciones promovidas desde México y Colombia.

A cambio recibió honores y reconocimientos como el nombramiento de consejero de Estado y, en 1829, el título de conde de Villanueva, que heredó de su padre, al que le había sido concedido en 1825 para premiar los servicios de su hijo.

Como presidente de la Real Junta de Fomento, Martínez de Pinillos promovió ambiciosas empresas en beneficio de Cuba, como la construcción del Canal del Vento, que permitió abastecer de agua a la populosa ciudad de La Habana, o la creación del primer ferrocarril, La Habana-Güines, en 1837. Para costearlo colocó un empréstito en Londres, posible por sus buenas relaciones con G. Villiers y su propio prestigio personal, una iniciativa que sirvió de estímulo para la realización de empresas similares. A él se debió la creación del Banco de Fernando VII y del Monte de Piedad, así como la construcción de mercados y plazas. Por todo ello le fueron concedidas las Cruces de Carlos III y la de caballero del Santo Sepulcro en 1833. Al año siguiente fue nombrado prócer en las Cortes del Estatuto, aunque no llegó a tomar posesión.

Su hábil gestión de la Hacienda cubana le proporcionó a Pinillos la simpatía y protección de la Corona, que optó por el intendente en el enfrentamiento que éste mantuvo con el capitán general Miguel Tacón en 1837. En marzo de 1839, cuando a instancias de los enemigos de Pinillos, el ministro de Hacienda, Francisco Pita Pizarro, nombró una Comisión Regia para fiscalizar la administración en la isla, sintiéndose desautorizado el conde de Villanueva presentó su dimisión.

Poco después, en agosto, era restablecido en su puesto. En marzo de 1841 el regente Espartero le relevó de la Intendencia y nombró a Antonio Larrúa para sustituirle. En septiembre de 1843, tras el retorno de los moderados al poder, se le repuso en la Intendencia y se le colmó, nuevamente, de satisfacciones, como el nombramiento de senador vitalicio, el 15 de mayo de 1845 y la Grandeza de España para sí y sus sucesores. En 1851 el conde de Villanueva pidió licencia para retirarse a la Península, juró su cargo de senador y se incorporó al Consejo de Ultramar.

En una de sus sesiones falleció el 23 de diciembre de 1852. De su matrimonio con María Teresa Ugarte y Risel, celebrado en La Habana el 22 de septiembre de 1827, nació su único hijo, Claudio.

 

Obras de ~: Representación hecha a las Cortes Generales del Reino en 11 de diciembre e 1821, por la Diputación Provincial, Ayuntamiento, Consulado y Sociedad Patriótica de La Habana, de cuyas resultas dejó de hacerse estensivo (sic) a la Isla de Cuba el sistema de aduanas y aranceles mandado generalmente a observar en el año anterior, Madrid, Imprenta de la Compañía Tipográfica, 1839.

 

Fuentes y bibl.: Archivo del Senado, Expedientes personales, HIS-0519-01.

Apuntaciones para continuar la historia del célebre Don Claudio Martínez de Pinillos, Burdeos, 1836; A. Daumont, L’ile de Cuba, le Comte de Villanueva et le Géneral Tacón, Paris Maudl et Renou, 1837; M. Ferrer y Martínez, El general Tacón, Marqués de la Unión de Cuba, y el Conde de Villanueva, o sea contestación a varios artículos y folletos a favor del primero y contra el segundo, Madrid, Imprenta de L. Amarita, 1838; Apuntaciones de un empleado de Real Hacienda en vindicación de la Superintendencia General Delegada de la isla de Cuba, bajo el mando del Excmo. Sr. Conde de Villanueva, con motivo de las especies falsas y calumniosas esparcidas en varios folletos y periódicos recién publicados en la península, Key West, G. F. Hopkins & Son, 1838; Estado actual de la isla de Cuba y medios que han de adoptarse para fomentar su prosperidad con utilidad de la madre patria, Madrid, Cía. General de Impresores, 1838; Refutación del papel anónimo titulado: estado actual de la isla de Cuba, y medios que han de adoptarse para fomentar su prosperidad con utilidad de la madre patria, Madrid, Imprenta de L. Amarita, 1838; “Biografía del Excmo. Sr. Don Claudio Martínez de Pinillos, Conde de Villanueva”, en M. Ovilo y Otero, Historia de las Cortes de España y biografías de todos los diputados y senadores más notables contemporáneos, vol. III, Madrid, Imprenta de D. B. González, 1849, págs. 121-143; Biografía del Excmo. Sr. Don Claudio Martínez de Pinillos, Conde de Villanueva, La Habana, Imprenta del Tiempo, 1851; J. M. Rodríguez, Elogio fúnebre: acordado por la Sociedad Económica de esta ciudad al Excmo. Sr. D. Claudio Martínez de Pinillos, La Habana, El Tiempo, 1853; J. de la Pezuela, Diccionario geográfico, estadístico histórico de la isla de Cuba, vol. IV, Madrid, Imprenta del Est. de Mellado, 1866, págs. 221-224; J. Pérez de la Riva, Correspondencia reservada del capitán general don Miguel Tacón, 1834-1836, La Habana, Consejo Nacional de Cultura, 1963; J. le Riverend, Historia económica de Cuba, La Habana, Instituto Cubano del Libro, 1974; R. Guerra, Manual de Historia de Cuba, desde su descubrimiento hasta 1868, Madrid, Ediciones Erre, 1975.

 

Inés Roldán de Montaud

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