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Hernando de Santarén de Ortiz

Biografía

Santarén de Ortiz, Hernando de. Huete (Cuenca), II.1567 – Santiago Papasquiaro, Durango (México), 20.XI.1616. Misionero jesuita (SI).

Nació en el mes de febrero del año 1567 en Huete (Cuenca). Estudió en el Colegio de los Jesuitas de Huete, que había sido fundado hacia 1570 por el clérigo Esteban Ortiz, vicario de Montalvo y beneficiado de la parroquia de San Pedro. Un colegio que se había creado bajo los auspicios de Diego Hurtado de Mendoza, el padre de la princesa de Éboli, y con la aprobación de Francisco de Borja, entonces general de la Compañía de Jesús en Roma.

Cursó Humanidades y Filosofía en Belmonte y entró en la Compañía de Jesús en 1584 y mostró deseos de ir a las misiones de las Indias, lo que consiguió años después, en 1588, cuando finalmente formó parte de la expedición de dieciséis jesuitas que con la que Pedro de Ortigosa regresó a la Nueva España.

El padre Ortigosa, nacido en Ocaña (Toledo), estudiante de Teología en la Universidad de Alcalá de Henares, donde se doctoró en Artes, como miembro de la Compañía de Jesús ya había encabezado una expedición de doce jesuitas españoles, que salió de Sevilla el 11 de julio de 1576 y llegó a Nueva España en diciembre del mismo año. En México, la capital del virreinato, enseñó Teología en el Colegio San Pedro y San Pablo desde el 19 de octubre de 1577, siendo el primer lector jesuita de la materia en la Nueva España.

Doctor en Teología por la Real y Pontificia Universidad de México el 27 de mayo de 1582, fue también rector del Colegio San Pedro y San Pablo (1584-1586). En 1585 con motivo de la celebración del Tercer Concilio Mexicano, intervino en el mismo como teólogo al servicio del arzobispo y virrey Pedro Moya de Contreras, doctor en Derecho Canónico por la Universidad de Salamanca. Elegido procurador de su Orden el 4 de noviembre de 1585, viajó al año siguiente, el 11 de junio de 1586, hacia Roma junto al arzobispo Moya de Contreras.

Fue en el viaje de regreso desde Roma, a principios de 1588, cuando se encontraron Hernando de Santarén y el padre Ortigosa, confesor de indios y conocedor de la lengua náhuatl, en la nueva expedición que desembarcó en el puerto de Veracruz el 8 de octubre de 1588.

Una vez en México y tras cursar la Teología, recibió su primer cometido junto a su compañero de estudios desde los tiempos de Belmonte, Pedro Méndez, partiendo para la misión norteña de Sinaloa y el 27 de junio de 1594 estaban ya en Culiacán. Los misioneros jesuitas habían llegado a la región en 1591, los padres Martín Pérez y Gonzalo de Tapia, recibidos por dos vecinos de San Felipe y Santiago de Sinaloa, así como por el hijo de cacique de Mocorito y por la población india.

Pero ahora en 1594 la fundación del pueblo y misión de San Miguel de Mocosito fue obra de Hernando de Santarén y Juan Bautista Velasco, siendo incorporada al rectorado jesuita de Sinaloa, y ese mismo año, el 10 de julio de 1594, tuvieron noticia de la muerte del jesuita leonés Gonzalo de Tapia.

Hernando de Santarén se trasladó entonces, el 25 de enero de 1595, a la villa de San Felipe, desde donde trabajó hasta 1598 entre los guasaves, que junto con los nios, cubiris, bamoas y los tamazulas formaron los grupos naturales de primeros pobladores de la región.

La presencia jesuita en la zona contaría desde el mes de mayo con el apoyo del padre Hernando de Villafañe, quien estableció la misión de Guasave, otro leonés como el padre Gonzalo de Tapia con el que había viajado hasta tierras mexicanas.

Por su parte el padre Hernando de Santarén fundó las misiones de Topia y San Andrés, en el actual estado de Durango, e impulsó los pueblos de Atotonilco y Tamazula, logrando que las autoridades virreinales prohibieran la entrada de españoles a varios pueblos de la zona. Y durante la insurrección de los acaxes (1601- 1604) por el trato que recibían de los patronos mineros españoles fue quien logró negociar la paz, pudiendo consolidar las dos misiones que había fundado.

En septiembre 1606, penetró en el valle de Badiraguato, limítrofe con los actuales estados de Chihuahua, Sinaloa y Durango. Desde 1607, misionó en la sierra de Carantapa, en el límite de las naciones sinaloa y tepehuana, para establecerse, ya en 1614, entre los tepehuanes y lograr la reducción del pueblo de Yamoriba. Por estos años, Hernando de Santarén fue rector del Colegio de Sinaloa (1609-1612) y visitador de las misiones de Sinaloa (1612-1614), dejando escritas numerosas cartas que fueron utilizadas por el cronista jesuita Francisco Javier Alegre para su Historia de la Provincia de la Compañía de Jesús de Nueva España, publicada en México en 1841-1842.

En 1616 residía en San Ignacio Guapixuxe, cabecera de la misión, y contaba con el apoyo del padre Pedro Gravina, quien tras su muerte sería su sucesor entre los xiximes. Llamado por el visitador jesuita a Durango para concretar con el gobernador la fundación de la misión de los nebones, fue su último destino, porque se encontró con el levantamiento de los tepehuanes en Santiago Papasquiaro, San Ignacio del Zape y los pueblos vecinos.

El 16 de noviembre de 1616 se inició el alzamiento en Santa Catalina donde mataron al padre Hernando de Tovar, nacido en Culiacán. En el ataque a Atotonilco el 17 de noviembre de 1616 murió el franciscano Pedro Gutiérrez.

La iglesia y la población española de Santiago de Papasquiaro fue asaltada el 18 de noviembre de 1616 y allí murieron los jesuitas Bernardo de Cisneros, nacido en Plasencia (Cáceres), y Diego de Orozco, nacido en Carrión de Condes (Palencia).

El mismo día, entraron en la iglesia de San Ignacio del Zape y mataron a los jesuitas Luis de Alavés, nacido en Oaxaca, hijo de los señores de Texestistlán, y Juan del Valle, nacido en Vitoria (Álava), en ese momento al frente del rectorado jesuita. Otros dos padres jesuitas que se dirigían hacia allí, Jerónimo de Moranta, nacido en Mallorca (Islas Baleares) y el superior de la misión, Juan Fonte, nacido en Tarrasa (Barcelona), encontraron la muerte en el camino.

Y en iguales circunstancias murió la última víctima jesuítica de los tepehuanes, el padre Hernando de Santarén, el 20 de noviembre de 1616, cuando iba camino de Santiago Papasquiaro desde Santa Catalina.

La sublevación amenazaba Durango, porque caciques como Quatlatas intentaban implicar no sólo a los tepehuanes, sino también de los acaxes y xiximes.

Hubo de intervenir el gobernador Gaspar de Alvear, quien con el respaldo del propio virrey, pudo acabar en 1618 con Quatlatas, bautizado como Francisco de Oñate, el líder de los tepehuanes. Sin embargo, Andrés López, el único jesuita superviviente, consiguió que se les ofreciera la paz y el perdón, restaurando la misión con la ayuda del padre José de Lomas, que conocía su lengua.

La muerte de Hernando de Santarén y de los otros padres jesuitas a manos de los indios conmocionó tanto la Nueva Vizcaya, como la Compañía de Jesús, cuyo general, el padre Muzio Vitelleschi, escribió el 2 de abril de 1618 al provincial de México: “[f ]alta harán los ocho padres martirizados por los indios tepehuanes.

Dios proveerá de nuevos y fervorosos operarios en su nueva viña, regada con la sangre de estos sus siervos, cuyos retratos y la relación de su muerte se ha recibido y leído en el refectorio con universal consuelo de todos, por tener ocho hermanos más en el cielo. Vanse pintando en lienzo para ponerlos con los demás, como es razón y V. R. pide”.

 

Bibl.: G. Decorme, La obra de los jesuitas mexicanos durante la época colonial, 1572-1767: Compendio histórico, Tomo 1. Fundaciones y obras, México, Antigua Librería Robredo de José Porrúa e Hijos, 1941; F. J. Alegre, Historia de la Provincia de la Compañía de Jesús de Nueva España, ed. de E. J. Burrus y F. Zubillaga, Roma, Institutum Historicum, 1956-1960, 4 vols.; G. González Dávila, Teatro Eclesiástico de la Primitiva Iglesia de la Nueva España en las Indias Occidentales, Madrid, Porrúa, 1959, págs. 183-184; F. Zambrano y J. Gutiérrez Casillas, Diccionario Bio-bibliográfico de la Compañía de Jesús en México, México, Editorial Jus, 1961-1977, 16 vols.; J. Gutiérrez Casillas, Santarén, conquistador pacífico, México, Editorial Jus, 1964; L. Lopetegui y F. Zubillaga, Historia de la Iglesia en la América española. Desde el Descubrimiento hasta comienzos del siglo XIX. México. América Central. Antillas, Madrid, Biblioteca de Autores Cristianos, 1965, págs. 700-720; J. Gutiérrez Casillas, Mártires jesuitas de los tepehuanes, México, Editorial Tradición, 1981; E. J. Burrus y F. Zubillaga, Misiones mexicanas de la Compañía de Jesús, 1618-1745: Cartas e informes conservados en la Colección Mateu, Madrid, José Porrúa Turanzas, 1982; El noroeste de México: Documentos sobre las Misiones Jesuíticas, 1600-1769, México, Universidad Nacional Autónoma (UNAM), 1986; F. J. Casado Arboniés, M. Casado Arboniés y E. Gil Blanco, Diccionario de Universitarios en la Administración Americana: Arzobispos y Obispos de Nueva España, 1517-1700, Guadalajara, Diputación Provincial, 1989; M. Cuevas, Historia de la Iglesia en México, ed. de J. Gutiérrez Casillas, México, Porrúa, 1992, 5 vols.; Ch. E. O’Neill y J. M.ª Domínguez (dir.), Diccionario histórico de la Compañía de Jesús: biográfico-temático, Roma-Madrid, Institutum Historicum, Universidad Pontificia Comillas, 2001; vol. I, págs. 43-44; vol. II, pág. 1955; vol. III, págs. 2620 y 2927; vol. IV, págs. 3501-3502 y 3702-3703; C. B. de la Plaza y Jaén, Crónica de la Real y Pontificia Universidad de México, versión paleográfica, proemio, notas y apéndice de Nicolás Rangel, México, UNAM (Edición Conmemorativa de los 450 años de la Universidad de México), 2001, 2 vols.

 

Manuel Casado Arboniés

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