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Miguel de Guevara

Biografía

Guevara, Miguel de. ?, u. t. s. XVI – Charo (México), c. 1645. Misionero agustino (OSA) y poeta.

Hijo de Diego de Peredo Suárez y Mariana de Aguilera y Guzmán, vecinos de Ciudad de México, según consta en el acta de profesión religiosa emitida por Miguel Suárez de Guevara, en la provincia de Michoacán, de la Orden de San Agustín, el día 6 de enero de 1611. El provincial de Michoacán era el andaluz Diego del Águila. En el acta citada aparece con el nombre de Miguel Suárez de Guevara, cambiando después de algún tiempo a Miguel de Guevara, y con el que será conocido en la posteridad.

Su labor principal la desarrolló de misionero entre los nativos de Nueva España. Estando en la parroquia de Istapa, sin causa justa ni fundamento, fue denunciado a la Inquisición. No hubo proceso contra Guevara. Demostró gran facilidad para los idiomas, llegando a aprender las lenguas mexicana, otomí y matlatzinga.

La provincia agustiniana de Michoacán le confió varias veces el cargo de prior. Lo fue del convento de Santiago de Undameo en 1620 y en 1638; de Charo en 1628; en 1640 del convento de Pátzcuaro; de noviembre de 1641 a mayo de 1643 también fue prior del convento de Salamanca, tiempo en el que levantó la estructura arquitectónica de la iglesia. El Capítulo de 1643 le eligió visitador de la provincia de Michoacán.

Miguel de Guevara escribió Arte doctrinal y modo general para aprender la lengua matlatzinga, obra redactada en el convento de Charo y concluida en 1638, con el propósito de que sirviera de ayuda en el aprendizaje del citado idioma e instruyera a los predicadores del Evangelio. “Es un curioso tomo de buena y bien cortada letra”, según Escobar. Consta de cinco partes y unos cuantos versos, algunos compuestos por Bernardo de Alarcón, entonces secretario de la provincia de Michoacán, junto con algunas oraciones traducidas en matlatzinga. En esta obra aparece el famoso soneto místico, emblema de la poesía espiritual castellana: “No me mueve, mi Dios, para quererte / el cielo que me tienes prometido; / ni me mueve el infierno tan temido / para dejar por eso de ofenderte. / Tú me mueves, Señor, muéveme el verte / clavado en una cruz, y escarnecido, / muéveme el ver tu cuerpo tan herido, / muévenme tus afrentas y tu muerte. / Muéveme, en fin, tu amor y en tal manera, / que si no hubiera cielo, yo te amara, / y, si no hubiera infierno, te temiera. / No me tienes que dar porque te quiera, / porque si cuanto espero no esperara, / lo mismo que te quiero te quisiera”.

Los críticos literarios han tratado durante años sobre la autoría de este soneto, atribuyéndole a Ignacio de Loyola, fray Luis de León, santa Teresa de Jesús, san Juan de la Cruz, Antonio de Rojas, Pedro de los Reyes, Antonio Panes, etc., pero en quien más se ha fijado la historiografía ha sido en el agustino Miguel de Guevara. La cuestión de la autoría sigue, no obstante, abierta. La anonimia de este soneto ha sido resaltada, entre otros, por Shurhammer, Wicki, Bataillon, Huff, Melquíades Andrés. Sea lo que fuere, sí consta que el soneto apareció impreso en Madrid el año 1628, en el libro Vida del espíritu para saber tener oración con Dios, de Antonio de Rojas, escritor místico del siglo XVII, un decenio antes de que Miguel de Guevara le incluyese en su Arte doctrinal. En las tres primeras ediciones de Vida del espíritu, revisadas por el mismo Antonio de Rojas, el texto del soneto sufre algunas variaciones; por ejemplo son sustituidas las cacofonías de las fórmulas adversativas (“que aunque”, “porque aunque cuanto”) por fórmulas condicionales (“que si”, “porque si cuanto”). Otras variantes y correcciones han ido sucediéndose con el paso de los años y que reproducen en sus ediciones Zarco Cuevas, González Palencia, Julio Cejador, Castro Leal, Bartolomé Mostaza, etc.

El soneto, por su belleza poética e intensidad espiritual, figura como modélico en todas las antologías de versos y obras literarias que se precien de lengua española.

Marcelino Menéndez Pelayo incluyó esta poesía en sus Cien mejores poesías de la lengua castellana. Es una excelsa declaración de amor a Cristo crucificado por encima de cualquier otra consideración e interés humano. La fuerza e intensidad poética están presentes en este soneto cuatro siglos después de su composición, pues sigue conmoviendo los sentimientos de quien lo recita o escucha.

Su autor posee una admirable preparación teológica y mística. Muestra, por otra parte, gran habilidad y destreza en cuanto poeta. Miguel de Guevara, en efecto, poseyó una extraordinaria sensibilidad poética, como lo demostró en otros poemas suyos, aunque la cumbre de la poesía mística se encuentre en “No me mueve, mi Dios, para quererte”.

 

Obras de ~: Arte doctrinal y modo general para aprender la lengua matlatzinga, y para la administración de los santos sacramentos, así para confesar, casar y predicarla con la definición de sacramentos y demás cosas necesarias para hablarla y entenderla por el modo más ordinario y versado común y generalmente no para no ofuscarse la inteligencia, en tres lenguas que generalmente corren en esta provincia de Michoacán, mexica, tarasca y matlatzinga. Año 1638, México, Imprenta Vicente García Torres, 1862.

 

Bibl.: M. de Escobar, Americana Thebaida. Vitas Patrum de los Religiosos Hermitaños de N. P. San Agustín de la Provincia de San Nicolás de Tolentino de Mechoacán (1729), Morelia, Imprenta y Litografía en la Escuela de Artes, 1890, ed. incompleta (2.ª ed. México, Imprenta Victoria, 1924, pág. 217); Foulche-Delbosch, “Le sonet ‘A Cristo crucificado’”, en Revue Hispanique (RH), 2 (1895), págs. 120-145; 6 (1899), págs. 56-57; F. X . Drebitka, Hymnus Francisci Faluci eiusque origo hispano-lusitana et “O Deus, ego amo te...”, Budapestini, 1899; A. M. Carreño, Joyas literarias del siglo XVII, encontradas en Méjico. Fr. Miguel de Guevara y el célebre soneto castellano “No me mueve, mi Dios, para quererte...”, México, Imprenta Franco-Mexicana, 1915 (2.ª ed., México, Victoria, 1965); E. Negrete, “Una joya que vuelve a su dueño. Fr. Miguel de Guevara y el célebre soneto castellano: ‘No me mueve, mi Dios, para quererte...’”, en España y América (EyA), 14/3 (1916), págs. 480-487; en La Basílica Teresiana (BT) (Salamanca), II (1916), págs. 289-295; E. de Santiago Vela, Ensayo de una Biblioteca Ibero-Americana de la Orden de San Agustín, vol. III, Madrid, Imprenta del Asilo de Huérfanos del S. C. de Jesús, 1917, págs. 499-505; E. Negrete, “Rectificando, pero insistiendo”, en EyA, 18/4 (1920), págs. 81-86 y 174-185; G. de Santiago Vela, “El P. Miguel de Guevara y el soneto ‘No me mueve, mi Dios, para quererte’”, en Archivo Histórico Hispano Agustiniano (AHHA), 13 (1920), págs. 282- 290; en BT, VI (1920), págs. 225-233; “Otra vez Fr. Miguel de Guevara”, en AHHA, 18 (1922), págs. 87-100; A. M. Carreño, Fr. Miguel de Guevara. Un poeta del siglo XVII, una denuncia y un Inquisidor del siglo XX, México, Imprenta Pedro Robredo, 1921; ‘No me mueve mi Dios para quererte’. Consideraciones sobre un viejo tema, México, 1942; G. Schurhammer- I. Wicki, “Apéndice II”, en Epistolae S. Francisci Xaverii aliaque eius scripta, II, Roma, 1945; M. C. Huff, The sonnet ‘no me mueve mi Dios’. Its theme in spanish tradition, Washington, The Catholic University of America Press, 1948; V. Adib, “Fray Miguel de Guevara y el soneto a Cristo Crucificado”, en Abside, 13 (1949), págs. 311-326; E. Asensio, “El soneto ‘No me mueve, mi Dios...’ y un auto vicentino inspirados en Santa Catalina de Siena”, en Revista de Filología Española, 34 (1950), págs. 125-136; M. Bataillon, “El anónimo del soneto ‘No me mueve, mi Dios’”, en Nueva Revista de Filología Hispánica (NRFH), 4 (1950), págs. 254-269; en M. Bataillón, Varia lección de clásicos españoles, Madrid, Gredos, 1964, págs. 419- 440; E. Esparza, “Sobre el soneto ‘No me mueve, mi Dios’”, en Príncipe de Viana, 11 (1950), págs. 105-110; F. López Estrada, “En torno al soneto ‘A Cristo Crucificado’”, en Boletín de la Real Academia Española, 33 (1953), págs. 95-106; L. Spitzer, “No me mueve, mi Dios”, en NRFH, 7 (1953), págs. 608-619; (en L. Spitzer, Sobre antigua poesía española, Buenos Aires, Universidad, 1962, págs. 131-141); I. Elizalde, “Sobre el autor del soneto ‘No me mueve, mi Dios, para quererte’ y su repercusión en el mundo literario”, en Revista de Literatura, 13 (1958), págs. 3-29; M. González, “Fr. Miguel de Guevara y el soneto: ‘No me mueve...’”, en Casiciaco, 14 (1960), págs. 79-82; I. Elizalde, “El soneto, ‘No me mueve, mi Dios, para quererte’”, en San Francisco Xavier en la literatura española (Anejos a la Revista de Literatura, 12), Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 1961, págs. 58-103; A. Iglesias, “A propósito del soneto anónimo a Cristo Crucificado y algunas apostillas sobre el misticismo literario español en el manierismo americano”, en Boletín de la Academia Chilena, 59 (1970), págs. 163-274; J. L. Alborg, “El ‘Soneto a Cristo crucificado’”, en Historia de la literatura española. I. Edad Media y Renacimiento, Madrid, Editorial Gredos, 1975 (2.ª ed. y 2.ª reimpr.), págs. 838-842; L. López Baralt, “Anonimia y posible filiación del soneto ‘No me mueve, mi Dios, para quererte’”, en Huellas del Islam en la literatura española, Madrid, 1985, págs. 92-117; R. Lazcano, Bibliographia Missionalia Augustiniana. América Latina (1533- 1993), Madrid, Editora Revista Agustiniana, 1993, págs. 344- 348; A. Enríquez Chillón, “Sugerencias en torno al soneto ‘No me mueve, mi Dios’”, en Naturaleza y Gracia, 49 (2002), págs. 299-332.

 

Rafael Lazcano González

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