Ayuda

Octavio Farnesio y Orsini

Biografía

Farnesio y Orsini, Octavio. Duque de Parma y de Piacenza (II). ?, 1524 – Parma (Italia), 18.IX.1586. Militar, noble, político.

Hijo segundo de Pedro Luis Farnesio, a su vez hijo natural, legitimado, del que sería, en 1534, Papa con el nombre de Paulo III, y de Jerónima Orsini, de la familia de los condes de Pitigliano. Siendo todavía adolescente, en noviembre de 1538, Octavio casó con Margarita de Austria, hija natural de Carlos V, viuda de Alejandro de Médicis. Paulo III, en 1540, le concedió el señorío de Nepi y la investidura para sí y sus sucesores del ducado de Camerino, feudos de la Iglesia.

Como el mismo Paulo III y sus sucesores, y una buena parte de la nobleza italiana de aquel tiempo, estuvo implicado en las guerras entre Francia y España por el dominio de Italia, aliándose a una u otra parte, según las circunstancias, para conservar su ducado, si bien en el caso de Octavio más bien del lado de Carlos V y de Felipe II.

Paulo III, en 1545, erigió varias baronías en ducado de Parma, al que en 1556 se añadiría el de Piacenza, título que otorgó a su hijo Pedro Luis Farnesio, con derecho de sucesión para Octavio, que hubo de restituir a la Iglesia los feudos de Camerino y de Nepi. En julio de 1546, Octavio marchó a Alemania al frente de doce mil hombres que el Papa enviaba en ayuda del Emperador contra los príncipes protestantes de la Liga de Esmalkalda. La alianza entre Carlos V y Paulo III había sido concluida por un plazo de seis meses y con condiciones bien definidas, pero al no respetarlas el Emperador, el Papa no quiso renovarla y reclamó su ejército. La nueva ruptura entre el Emperador y el Papa tuvo graves consecuencias: en Piacenza, una conjura de varios nobles, partidarios del Emperador, condujo al asesinato de Pedro Luis, padre de Octavio, mientras que Ferrante Gonzaga, gobernador de Milán, ocupaba Piacenza. Para que el ducado no cayera en manos de Carlos V, Paulo III estaba dispuesto a devolverlo a los Estados Pontificios y envió a Camilo Orsini a ocupar Parma en nombre de la Iglesia.

Octavio, temiendo perder el ducado, heredado a la muerte de su padre, acudió en agosto de 1549 a defender la ciudad, que le había permanecido fiel, y rehusó obedecer las órdenes del Papa. Éste, ante la actitud de los habitantes, decidió devolver Mantua a Octavio, pero falleció poco tiempo después. Orsini no obedeció la orden que le había dado el Papa difunto y Octavio no llegó a recobrar Parma hasta que el nuevo pontífice, Julio III, intervino a su favor en febrero de 1550.

Piacenza, sin embargo, permanecía en manos del Emperador.

Decidido Octavio a recuperar aquella estratégica plaza, situada en la frontera del Milanesado, se alió con Enrique II de Francia, lo que originó la llamada “guerra de Parma”. El papa Julio III, enojado, castigó a la familia Farnesio: los cardenales Alejandro y Ranuccio Farnesio, hermanos de Octavio, fueron alejados de Roma y privados de sus cargos, beneficios y rentas, a Horacio, el hermano menor, le fue quitado el cargo de prefecto de Roma y confiscado su ducado de Castro.

La guerra, que parecía desfavorable a los Farnesio, cambió totalmente de signo con la derrota de un ejército francés, que obligó al Papa a negociar una tregua por dos años con los nobles oponentes (abril de 1552), a la que se adhirió también Carlos V. A los Farnesio se les devolvieron los bienes y honores que se les había sustraído, pero a Octavio no se le devolvió Piacenza. Nuevas esperanzas suscitó en Octavio la elección de Paulo IV Carafa al pontificado, acérrimo enemigo de la presencia de los españoles en Italia, que concluyó un tratado secreto con el rey de Francia para expulsarlos, y confió a Octavio el mando del ejército aliado que debía combatir contra ellos. La guerra concluyó, con el papa Carafa, con la inmediata entrada del tercer duque de Alba en los Estados Pontificios, y después con una tregua de cinco años en febrero de 1555 entre Carlos y Enrique II. Los Farnesio, indignados porque el rey de Francia no hubiera procurado tratar con el Emperador la restitución de Piacenza, se dejaron atraer, secretamente, al campo español, con la promesa formal de Felipe II, sucesor de Carlos V, de devolver a Octavio las posesiones que le habían sido quitadas a su padre Pedro Luis (septiembre de 1556). Pero en el tratado de Cateau-Cambrésis (mayo de 1559) entre Felipe II y Enrique II no se confirmó a Octavio cuanto deseaba obtener.

Mantuvo, sin embargo, Octavio grandes esperanzas, cuando Felipe II, al regresar de Bruselas a España, en el otoño de 1559, dejó como gobernadora de los Países Bajos a su hermanastra Margarita de Austria, que estaba casada con aquél. En este cargo permanecería hasta la llegada del duque de Alba en 1567, fecha en que dimitió para unirse en Parma a su esposo.

Los éxitos de Alejandro Farnesio, hijo de ambos, en dichos Países, donde fue gobernador desde 1577 hasta su muerte, inclinaron al monarca español a devolver la ciudadela de Piacenza a Octavio poco antes de que acabase su vida (1586). Ese mismo año falleció su esposa. Fue un buen príncipe, no obstante los muchos momentos borrascosos que tuvieron lugar en los cuarenta años de gobierno del ducado; paternal con su pueblo, moderado con la nobleza, y preocupado por el bienestar público, incluso material, para lo que promovió varias industrias. Instituyó un consejo supremo de justicia, cuyas decisiones podían ser apeladas al duque en última instancia. Con todo, en noviembre de 1582 se organizó una conjura contra él, pero los dos nobles acusados de promoverla, lo confesaron en la tortura y fueron ajusticiados.

Dejó un solo hijo legítimo, Alejandro Farnesio, nacido en Roma en 1545, que le sucedió en 1586 en el ducado, aunque nunca gobernó, pues estuvo y murió en los Países Bajos al servicio de Felipe II. El ducado pasaría a su hijo, Ranuccio Farnesio.

 

Bibl.: R. Massignan, Il primo duca de Parma e la congiura del 1547, Parma, 1907; E. N assali-Rocca, I Farnese, Milano, 1969; E. del Vechio, I Farnese, Roma, Istituto di Studi Romani, 1972; L. Ballestrieri, Feste e spettacoli alla corte dei Farnese, Parma, Tipografía Donati, 1981.

 

Valentín Vázquez de Prada