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Diego de Lepe

Biografía

Lepe, Diego de. Lepe (Huelva), c. 1460 – Lisboa (Portugal), c. 1513. Descubridor.

Natural de Lepe, se había avecindando en Palos de la Frontera, donde, contagiado por el ambiente expedicionario que se respiraba en la zona tras los viajes de Colón, organizó uno de los conocidos como “viajes menores”, en el transcurso del cual arribó al extremo oriental de Brasil en enero de 1500, adelantándose así al descubrimiento oficial efectuado por los portugueses.

En 1499, Cristóbal Colón había perdido parte de la confianza que los Reyes Católicos le habían dispensado en años anteriores y, como consecuencia, se vio privado de su cargo de gobernador general y virrey de las Indias y despojado del monopolio de la acción descubridora y colonizadora que había venido disfrutando.

Fue entonces cuando se organizan los impropiamente llamados “viajes menores”, llevados a cabo entre finales de 1499 y 1503, que aprovechan las Capitulaciones de Descubrimiento y Rescate por las que la Corona autorizaba a organizar expediciones a todos aquellos súbditos que lo solicitaran, siempre que los viajes se efectuaran a expensas de los capitulantes. Estos viajes se caracterizaron por seguir la ruta del tercer viaje efectuado por Colón en 1498 y desarrollar su actividad descubridora en el litoral Este de América del Sur. También compartieron el error de Colón de creer que las tierras descubiertas en ese litoral pertenecían al continente asiático.

En 1499, Diego de Lepe solicitó el permiso de la Corona para dirigirse a Paria (Venezuela), zona que se había hecho famosa por su riqueza perlífera. La capitulación requerida fue despachada por el obispo Juan Rodríguez de Fonseca, ministro de Indias. Era la de Lepe una expedición de carácter descubridor y comercial al mismo tiempo, a la que se lanzaba sin tener experiencia ninguna en navegación. Parece que pensaba marchar con una flota de tres navíos, pero finalmente, hubo de conformarse con dos carabelas.

Para la construcción y el flete de una de ellas, echó mano de su patrimonio, que incrementó con préstamos usurarios, mientras que la segunda embarcación fue costeada por un vecino, Francisco Vélez, conocido como el Comendador. La inexperiencia marinera de Lepe fue subsanada con la presencia en el viaje de pilotos y tripulantes de gran experiencia y prestigio, muchos de los cuales habían acompañado a Colón en sus viajes, como el piloto Bartolomé Roldán, que habría de marchar en la nave capitana, y Pedro Sánchez del Castillo y Andrés García Valdín, que se harían cargo de la segunda embarcación como piloto y maestre, respectivamente. Es probable que Lepe también llevara los datos cartográficos del tercer viaje colombino, que le habrían sido proporcionados por el obispo Fonseca.

Las dos carabelas partieron de la ría del Tinto- Odiel, haciéndose a la mar por Sanlúcar de Barrameda.

En cuanto a la fecha exacta de salida no parece haber acuerdo entre los historiadores. Algunos autores la han fijado a mediados de noviembre de 1499, otros, hacia los primeros días del mes de diciembre de 1499 e incluso en los primeros días de enero de 1500, fecha improbable, puesto que para entonces Lepe ya habría cruzado el Atlántico. En todo caso, la expedición se puso en marcha aproximadamente un mes después de la salida hacia la misma zona de Vicente Yáñez Pinzón.

Aunque la capitulación de Lepe era para efectuar descubrimientos en la zona del Caribe, el propósito principal de éste (al igual que el de Pinzón) era navegar por la ruta que había llevado Cristóbal Colón en su tercer viaje y rebasar la línea ecuatorial por el sur para llegar, con rumbo suroeste, al lugar donde se suponía estaban situadas las islas de la Especiería, es decir, intentar alcanzar el objetivo perseguido infructuosamente por Colón de llegar al continente asiático por el rumbo de poniente. En esta decisión es muy probable que también influyera el éxito obtenido por Vasco de Gama, que en agosto de 1499 regresaba de la India y era recibido con grandes honores en Lisboa por el rey Manuel de Portugal, por quien fue nombrado almirante de las Indias.

Siguiendo, pues, la misma ruta del tercer viaje de Colón y tras los pasos de Pinzón, la expedición de Lepe navegó hasta las Islas Canarias, donde se detuvo únicamente el tiempo necesario para proveerse de agua fresca, y de allí marchó hasta el archipiélago de Cabo Verde, propiedad de Portugal, en una de cuyas islas, la de Fuego, hizo escala para preparar la larga travesía del Atlántico. Tras cruzar el océano y rebasar el ecuador con su zona de calmas, puso rumbo al suroeste y desembarcó en Brasil a principios de enero de 1500, adelantándose así al descubrimiento que tendría lugar el 21 de abril de ese mismo año por la expedición portuguesa capitaneada por Pedro Álvarez Cabral.

La identificación del lugar en que se produjo el desembarco, un cabo en el que Lepe erigió una cruz como testimonio de su paso por allí y al que llamó de la Santa Cruz, no ha resultado fácil para los historiadores, e incluso se ha convertido en motivo de controversia.

Aunque algunos lo identifican con el cabo de San Julián y otros con el de San Roque, situado a unos 5º de latitud Sur, al norte de la actual ciudad de Natal, casi con toda probabilidad se trata del cabo de San Agustín, situado todavía más al sur, a aproximadamente 8º de latitud, cerca de la actual ciudad de Recife. Se trata del mismo cabo avistado pocos días antes por Pinzón, quien lo bautizó con el nombre de Santa María de la Consolación, situado en el extremo más oriental de Brasil y que por aquel entonces marcaba el límite entre las posesiones españolas y portuguesas en virtud del Tratado de Tordesillas.

Según la información del cronista Bartolomé de Las Casas, al que siguen muchos historiadores, continuó navegando todavía más hacia al sur de este cabo, rebasando el extremo más oriental de Brasil para seguir después rumbo hacia occidente, hasta que los vientos contrarios y las corrientes le obligaron a volver sobre sus pasos. Aunque es probable que así fuera, no hay constancia documental de ello, y mucho menos, de la latitud a la que llegó.

Desde el cabo de San Agustín, la expedición de Lepe siguió rumbo noroeste hacia el golfo de Paria.

En su recorrido por este inmenso litoral, los navegantes se encontraron con las desembocaduras de los ríos más caudalosos del continente americano, el primerode ellos, el Amazonas, con su brazo derecho, el Pará, aproximadamente a mitad de camino entre el cabo San Roque y el golfo de Paria. Cuando Lepe llegó a la desembocadura del Amazonas, estaban fondeadas allí las cuatro carabelas que formaban la expedición de Vicente Yáñez Pinzón. Puesto que la costa desde el cabo de la Consolación o de San Agustín hasta el Amazonas, con su provincia aledaña, Paricura, ya había sido descubierta por Pinzón, Lepe no se detuvo, sino que siguió navegando hacia el noroeste y comenzó desde allí sus descubrimientos. Así pues, la zona explorada por Lepe sería la comprendida entre la explorada por Pinzón al sur y la costa de Paria al norte, que había sido descubierta por Colón en su tercer viaje. En esta zona, que comprende parte del actual Brasil, las Guayanas y parte de Venezuela, fue efectuando actos de toma de posesión en nombre de la Corona de España.

Descubrió la bahía de Oyapock, donde desemboca el río del mismo nombre, próxima al cabo Orange, frontera con la actual Guayana francesa, e impuso el nombre de San Julián tanto al río como a la bahía. Siguió costeando hacia el norte y descubrió la enorme desembocadura del río Orinoco con sus numerosas islas, donde tuvo ocasión de comprobar el fenómeno conocido como macareo, la formación de gigantescas olas en los canales y barras de la desembocadura producidas por la fuerza de las aguas del río al chocar contra el agua del mar, fenómeno que se aprestó a reseñar en su cuaderno de viaje. Impuso a la desembocadura el nombre de Boca de los Navíos y el de Marañón al río. En esta zona, once miembros de la expedición fueron muertos por los indios. Como represalia, Lepe capturó a varios indígenas, que entregaría al obispo Fonseca a su regreso a España.

El nombre de Marañón con el que Lepe bautizó al río Orinoco ha sido motivo de confusión entre los historiadores. Algunos afirman que se trata del Amazonas, mientras que otros lo identifican con el Pará.

Pero lo cierto es que Lepe no entró ni en el Pará ni en el Amazonas. La información de que rebasó a la expedición de Pinzón está confirmada por los propios tripulantes de ésta, que en las Probanzas de los Pleitos Colombinos testificaron ver cómo los barcos de Lepe pasaban de largo cuando ellos se encontraban fondeados en la desembocadura del río. No parece haber, pues, lugar a dudas. La confusión proviene de tomar como fidedigna la información que da el cronista Bartolomé de Las Casas, sin tener en cuenta que cuando éste escribió su crónica, en torno a 1547, el Orinoco no era conocido ya con el nombre de Marañón sino con el de río Dulce, y así sería llamado durante todo el período colonial, mientras que el nombre de Marañón se había trasladado al Amazonas.

En el mes de abril llegó a la costa de Paria, donde cambió las mercaderías que llevaba por algunas perlas.

Después de explorar la isla de Trinidad, se adentró en el golfo por el canal sur, llamado de la Serpiente.

En esta zona, posiblemente en las cercanías de Guarapiche, tuvo lugar el encuentro con la expedición de Pinzón, que esta vez había seguido los pasos de la de Lepe. Al no poder desembarcar debido a la hostilidad de los indígenas por los atropellos cometidos por anteriores expediciones, se encaminaron a la salida del golfo de Paria por el canal del norte, conocido como boca del Dragón, y navegaron hasta una isla próxima, a la que pusieron el nombre de Mayo por llegar a ella en dicho mes. Se trataba de la actual isla de Tobago, desde donde siguieron hacia Guadalupe para pasar a Puerto Rico. Allí las expediciones se separaron, siguiendo Pinzón hacia La Española (Santo Domingo), mientras Lepe ponía rumbo a España. Sin incidentes dignos de reseñar en el camino de vuelta, arribó al puerto sevillano de Muelas a mediados de agosto de 1500, yendo inmediatamente a rendir cuentas de sus exploraciones al obispo Fonseca, a quien entregó sus apuntes cartográficos y el relato del viaje, así como los indios capturados en el Orinoco, por lo que fue severamente amonestado.

Si bien no logró el objetivo perseguido de abrir una ruta marítima hacia el ansiado Oriente, el viaje de Lepe ensanchó el panorama geográfico y confirmó la conjetura de Colón acerca de la existencia de una masa continental que se adentraba en el hemisferio sur. Sus descubrimientos hacia el este de Brasil, con el cabo de San Agustín y la costa que le sigue al sur, fueron registrados por Juan de la Cosa en su célebre mapamundi de 1500.

Tampoco obtuvo las ganancias que esperaba, sino que, más bien, desde el punto de vista económico, la expedición fue un auténtico desastre. Para la construcción de los barcos, el avituallamiento y la compra de mercaderías para intercambiar con los indios, además de gastar la mayor parte de su hacienda, Lepe había comprado de fiado con préstamos usurarios en razón del riesgo, que no pudo cubrir, como era su propósito, con los beneficios del viaje, que se reducían a algunas perlas y ciertas cantidades de cinamomo, jengibre y palo tintorero de Brasil, cuya venta no dio el rendimiento esperado. Por añadidura, ya se había recibido en España la noticia de la llegada al Brasil de la expedición portuguesa capitaneada por Pedro Álvarez Cabral, y, si bien los españoles Pinzón y Lepe habían sido sus primeros descubridores, iba a ser Portugal quien extendiera su dominio en la zona al amparo de la demarcación establecida en el Tratado de Tordesillas.

De vuelta ya en la villa de Palos, tuvo que enfrentarse a sus acreedores, quienes le exigían la devolución de sus préstamos. Por su parte, Lepe, que había pagado ciertas cantidades a algunos de los hombres que embarcaron con él, les reclamaba ahora la devolución del dinero adelantado, pero éstos se negaban alegando encontrarse también en la miseria. Tal fue la maraña de pleitos en los que se vio envuelto, que tuvo que solicitar el amparo de la Corona, que el 9 de noviembre de 1500 promulgó una Real Provisión para que se le hiciera justicia en las demandas contra él interpuestas y en las suyas contra sus deudores.

Para salir de esta comprometida situación, solicitó permiso para organizar una segunda expedición a la misma zona con la esperanza de obtener los beneficios que no había logrado en la anterior. La capitulación para el viaje le fue otorgada en Granada el 14 de septiembre de 1501. En ella se le nombraba capitán de una armada compuesta por cuatro barcos y se explicitaba el carácter descubridor del viaje, concediéndosele permiso para explorar tanto en la zona ya explorada en su anterior viaje como en otras que encontrara, con la condición de no sobrepasar la demarcación luso-española. Se le daba permiso para embarcar los productos que encontrara, especialmente metales nobles, perlas y especias, pero se le imponían restricciones en cuanto a la cantidad de palo de Brasil que podía traer, que no podía ser superior a dos quintales, ya que este producto se consideraba renta estancada, por lo que su entrada en España sólo se permitía por asiento o merced real y en las cantidades que la Corona estipulase. En vez de tener que entregar a la Corona el “quinto real” de lo obtenido en el viaje, como era lo habitual, debía entregar la mitad de los productos que obtuviera en la zona ya explorada en el anterior viaje, mientras que de las regiones nuevas que descubriera, habría de entregar la sexta parte, una vez deducidos los gastos del viaje, siendo las otras cinco para él y su tripulación. En cada uno de los barcos marcharía un asentador real para llevar cuenta de los productos obtenidos y con instrucciones muy estrictas de no permitir el desembarco de mercancías en ningún puerto hasta volver a España. También se le prohibía terminantemente apresar indios, como había hecho en su anterior viaje. La fecha de partida quedó fijada para el mes de noviembre de 1501. A principios de dicho mes, estaba plenamente dedicado a armar su flota, que pretendía formar con más de cuatro barcos, que eran los estipulados en las capitulaciones, por lo que fue denunciado por el encargado real de los aprestos, el corregidor Diego Gómez.

Los preparativos del viaje se fueron dilatando. El plazo concedido para la salida expiraba el último día de noviembre de 1501, por lo que Lepe se vio obligado a solicitar una prórroga que le fue concedida con fecha de 28 de diciembre. Todavía en 1502 seguía sin hacerse a la mar, puesto que hay constancia documental de que el 17 de enero de dicho año se le autorizó a incorporar a su flota un pequeño bergantín de remos.

A partir de esta fecha las informaciones son confusas.

Algunos historiadores afirman que sí llegó a efectuar el viaje capitulado en 1501 y que hay indicios de otro viaje, efectuado en 1503 o 1504. En 1512 se hallaba en Lisboa, donde, según algunas fuentes, murió ahorcado poco después.

 

Bibl.: M. Fernández de Navarrete, Viajes de los españoles por la costa de Paria, Madrid, Espasa Calpe, 1937; J. d’Escragnolle-Taunay, Algunos puntos controvertidos en la historia del descubrimiento del Brasil, México, 1954; Pleitos colombinos, Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1967; G. Morón, Historia de Venezuela, Caracas, Italgráfica, 1971, 4 vols.; J. Manzano Manzano, Colón descubrió América del sur en 1494, Caracas, Academia Nacional de la Historia, 1972, págs. 393-418; D. Ramos Pérez, Audacia, negocios y política en los viajes españoles de “descubrimiento y rescate”, Valladolid, Casa-Museo de Colón, 1981; J. Manzano Manzano, Los Pinzones y el descubrimiento de América, Madrid, Instituto de Cooperación Iberoamericana, 1988, 3 vols.; M. Hernández Sánchez-Barba, La Corona y el descubrimiento de América, Valencia, Asociación Francisco López de Gómara, 1989, págs. 153-163; B. de Las Casas, Historia de las Indias, Madrid, Alianza Editorial, 1994; J. Varela Marcos, Castilla descubrió el Brasil en 1500, Valladolid, Instituto Interuniversitario de Estudios de Iberoamérica y Portugal, 2001; I. Fernández Vial y G. Fernández Morente, Los marinos descubridores onubenses, Huelva, Diputación Provincial, 2004.

 

Cristina González Hernández