Álvarez Cabral (o de Gouveia), Pedro. Belmonte (Portugal), 1467-1468 – Santarém (Portugal), 1518 o 1520. Descubridor, consejero real y de la Orden de Cristo.
Descendiente de noble familia lusa, era hijo de Fernão Cabral, hidalgo en la corte de Juan II y alcalde vitalicio de Belmonte, y de Isabel de Gouveia, este rey le nombró consejero real y otorgó el ingreso en la Orden de Cristo. Contrajo matrimonio con Inés de Castro, rica heredera, emparentada con los reyes de Portugal (Fernando I) y de Castilla (Enrique II), sobrina de Afonso de Albuquerque. Sus servicios a la Corona le valieron el nombramiento para capitanear la segunda y apresurada expedición portuguesa a la India tras conocerse, en julio de 1499, el éxito de Vasco de Gama por las noticias llevadas por Nicolás Coelho. El Rey había elegido para esta segunda expedición a un hombre de familia de alcurnia tendente a la suntuosidad, con algunas dotes diplomáticas, castrenses —practicadas, quizá, en África— y de liderazgo, aunque no se le conocieran particulares méritos o preparación náutica alguna; el objetivo era entablar relaciones de amistad con vistas a negociar con el samorín de Calicut, cuya actitud ante Vasco de Gama había sido preocupante.
Se preparó una flota fuerte y numerosa, capaz de hacerse respetar y con dotación suficiente para controlar el complejo mundo del Índico occidental y septentrional. Fue nombrado capitán mayor de la lucida flota (formada por trece barcos y más de mil quinientos hombres, entre los que iban soldados y navegantes, así como algunos nobles y misioneros, entre ellos Duarte Pacheco, el cosmógrafo). Levaron anclas el 8 de marzo de 1500. La escuadra, con excepción precisamente de la capitana, plasmada en el Livro das Armadas (manuscrito de la Academia de Ciencias de Lisboa), es bien conocida tanto en sus características —de ellas, siete eran naos y tres carabelas— como en su dotación, porte, autonomía y capacidad: la carabela menor era de setenta toneles y el barco mayor, la capitana, de doscientos cincuenta.
Las instrucciones habituales, simples, incluidas en los informes de Vasco de Gama, fueron más específicas en cuanto a la derrota a seguir: directamente a la isla de Santiago (Cabo Verde), donde harían escala solamente si precisaban efectuar aguada; desde allí, avanzarían conforme al impulso de los vientos dominantes hasta pasar el cabo de Buena Esperanza. La ejecución comenzó el 9 de marzo de 1500 saliendo de la desembocadura del Tajo para enfilar rumbo a las islas Canarias; cruzó el denominado por los navegantes españoles Golfo de las Yeguas y, con un excelente tiempo, el día 14 se hallaban al Este de Gran Canaria. Vientos favorables los condujeron hacia las islas de Cabo Verde; avistaron la isla de San Nicolás, por el Este, y después pasaron entre las de Santiago y Fuego.
Engolfada la escuadra en el océano, los barcos marcaron tres etapas náuticas en el Atlántico. En la primera aprovecharon sucesivamente el impulso de los vientos alisios del Noreste y Guedes calcula que debieron alcanzar las coordenadas 5º N, 24º30' O (longitudes actuales) a una velocidad de cinco nudos. A continuación tuvieron que sobrepasar, a la velocidad de un nudo, la región de las calmas ecuatoriales, calculada en una extensión de más de 4º. E inmediatamente navegaron a impulsos de los alisios del Sureste, dos días después cruzaban el Ecuador en 27º3' O (c. 10 de abril) habiendo recuperado su velocidad anterior, hasta llegar a la latitud de Puerto Seguro. El viento propicio para navegar hacia el continente inmediato constituía una dificultad para el objetivo del viaje: la India; Álvarez Cabral decidió hacer escala.
Vaz de Caminha describió cómo avistaron tierra al Sur, sobre todo de un gran monte, alto y redondo, y otras tierras más bajas en su entorno; Guedes deduce que el 21 de abril se hallaban a la vista del Monte Pascoal, lo que podía significar que se hallaban a más de cincuenta millas de distancia y Álvarez Cabral puso rumbo a tierra; habían descubierto tierras de América del Sur (22 de abril de 1500) que habían quedado asignadas, sin saberlo, al reino de Portugal por el Tratado de Tordesillas de 1494; les fueron impuestas el topónimo de Tierra de Vera Cruz, cambiado por el Rey por el de Santa Cruz, y que terminó denominándose Brasil. El hecho adquirió la categoría de símbolo y ha sido objeto de estudio por parte de historiadores de Brasil y Portugal, principalmente, tanto más intensos cuanto más parcas eran las fuentes.
Tomando los diversos elementos de identificación, los investigadores brasileños han determinado que el río avistado primeramente fue el Frade y el fondeadero se halla en la bahía Cabralia, a unos 17º latitud sur. Es, para Portugal, el descubrimiento oficial de Brasil, casi un mes después de que lo hicieran los castellanos Vicente Yáñez Pinzón y Diego de Lepe. Esa realidad ha motivado una nutrida bibliografía sobre la prioridad del conocimiento luso, que mantenían en un presumible secreto el conocimiento de esas tierras como motivo para la ampliación a trescientas setenta leguas en el tratado de Tordesillas (1494); mantener en secreto y sin tomar posesión una gran isla al Oeste durante seis años no parece verosímil y deducir que las tierras visitadas por Yáñez Pinzón no eran entonces brasileñas es una obviedad que igualmente puede aplicarse al resto de aquel territorio; al año siguiente, Américo Vespucio costeó aquella tierra. La tierra descubierta por Yáñez Pinzón, más al Norte, y por Álvarez Cabral, en latitudes más meridionales, recibió, sucesivamente, distintos nombres a lo largo de un par de décadas del siglo xvi: el territorio al que los indígenas denominaban Pindorama es al que los primeros portugueses denominaron Isla de Santa Cruz, primero, y Terra Nova, después; también fue conocida por Tierra de los Papagayos (el mapa de Lopo Homem es ilustrativo al respecto), Tierra de Vera Cruz, Tierra de Santa Cruz, Tierra de Santa Cruz del Brasil, Tierra del Brasil y, desde 1527, Brasil, por el característico palo tintóreo que se cosechaba allí.
Un grupo portugués fondeó y recibieron el auxilio, especialmente aguada y leña, de los nativos el 25 de abril; entre aquéllos se hallaban Bartolomé Días y Vaz de Caminha. Después todos echaron pie a tierra.
Al día siguiente, el encuentro euroindígena fue más festivo y numeroso, se inició un intercambio de productos, una recepción de cuatro nativos y tomaron la decisión de enviar un navío hacia Lisboa para dar cuenta del suceso.
Así pues, desde la tierra de Vera Cruz, Álvarez Cabral envió una nao con Gaspar de Lemos y las novedades, entre ellas la famosa carta del escribano Pêro Vaz de Caminha, a Lisboa para comunicar el hallazgo; el resto de la flota prosiguió el 2 de mayo hacia el Sur suroeste hasta sobrepasar el cabo de Buena Esperanza el 24 de mayo. Fuertes y tormentosos vientos hundieron cuatro navíos y perdió la vida Bartolomé Días, el descubridor del cabo. Reunida la flota costearon África por Sofala (Mozambique, 16 de junio), Melinde (Kenia) y cruzaron el Índico hasta arribar a Goa (India, 22 de agosto) y Calicut (India, 13 de septiembre).
En la India las relaciones fueron tan tirantes que acabaron con el bombardeo de la ciudad por Cabral; prosiguieron hasta Cochim, donde con los hechos anteriores fueron mejor recibidos y pudieron cargar algunas especias y algunos nativos que, amistosamente, iban a Lisboa para conocer al Rey como testimonio de las novedades mutuas para ambos pueblos.
Cabral y sus hombres emprendieron el regreso en Cananor (16 de enero de 1501), cruzaron el Índico hasta la costa africana pasando por Sofala y Quiloa, entre otras ciudades, para arribar los navíos a Portugal el 23 de junio de 1501, quinientos días después de su partida. Pedro Álvarez Cabral pudo ser nombrado para una nueva expedición a la India, pero las tensiones entre aspirantes le hicieron perder la confianza de la Corona y se alejó de la Corte hasta su muerte. Se halla enterrado en la iglesia de Gracia en Santarém.
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Mariano Cuesta Domingo