Pinzón, Francisco Martín. Palos de la Frontera (Huelva), c. 1450 – ?, 1502. Marino, descubridor.
Hermano de los navegantes y descubridores Martín Alonso y Vicente Yáñez Pinzón, eran miembros de una antigua familia de armadores y navegantes andaluces, nativos todos ellos de la ciudad costera onubense Palos de la Frontera. Desde su juventud y siguiendo la tradición familiar se dedicaron a la navegación viajando por el Mediterráneo y el Atlántico. Martín Alonso era el mayor de los tres hermanos, tuvo siempre un navío propio, en ocasiones dos (una carabela y un barco), e incluso en algún tiempo llegó a ser dueño de tres. De él se dijo que era “más valeroso que ninguno de aquella tierra, en su juventud, con un navío de su propiedad, se hizo temer de los portugueses, ninguno de los cuales osaba luchar con [contra] el, pues no había, otro tan hábil para las cosas de guerra, ni de tanto crédito, ni más determinado”. Contaba con grandes conocimientos de navegación adquiridos con la práctica, con el estudio cartográfico (se tiene constancia que viajó a Roma para investigar los documentos conservados en la Biblioteca Vaticana), y con el trato personal con otros navegantes de la época, principalmente portugueses, lo que unido a la posesión de una fortuna personal y varios barcos de su propiedad, le hacía uno de los más reconocidos navegantes de Palos de la Frontera (según Cova) o de España (según Jackson). Y se dedicó al comercio entre Europa y África (a las nuevas colonias de Portugal en Guinea). Asimismo, Vicente Yáñez, al igual que su hermano mayor, era un experimentado marino y “que con el tiempo había de ser el más grande de los pilotos españoles de la época que entonces [...] abría” (cfr. Cova). Francisco Martín era de menor edad, y también tenía fama de ser un buen navegante, aunque no adquirió la notoriedad histórica de sus otros dos hermanos.
Martín Alonso “era á fines del siglo XV el mejor informado de todos los descubrimientos y novedades, y el más dispuesto para comprender la posibilidad de los atrevidos proyectos de Cristóbal Colón”, y por ello fray Juan Pérez y fray Antonio de Marchena se dirigieron a él para que tratase con el propio Cristóbal Colón sobre los detalles del descubrimiento colombino de la nueva ruta a las Indias por el poniente, en el Monasterio de la Rábida o en su propia casa de Palos, dando como resultado un acuerdo personal entre ambos navegantes para concurrir con sus barcos, con aportación de capital y la participación de él, sus dos hermanos, además de amigos y conocidos o conciudadanos.
José María Asensio señala que ninguna de las tres naves eran propiedad de Martín Alonso, ni de ninguno de los hermanos Pinzón, aunque ellos contribuyeron a facilitar sus contratos, aunque existen otros historiadores que apuntan lo contrario (coincidiendo en este sentido con el enigma que rodea a gran parte de la vida y obra de Cristóbal Colón, que, a pesar de la singularidad de su personalidad y el haber sido estudiado por numerosos historiadores y eruditos, presenta tantos puntos oscuros, confusos y contradictorios que en muchos de los principales estudios colombinos no han sido capaces de coincidir en aspectos incluso elementales de su vida), convenció a sus hermanos Vicente y Francisco y sustituyó las naves requisadas para el primer viaje por otras, se supone que de su propiedad, de mejores condiciones para navegar, llamadas las carabelas Pinta (aunque se tiene constancia de que sus propietarios eran Gómez Rascón y Cristóbal Quintero) y la Niña (era propiedad de Juan Niño, con el nombre de Santa Clara, aunque era conocida por el apellido de su propietario), y además persuadió al cosmógrafo Juan de la Cosa para que se uniera a la expedición y aportara su nave La Gallega o Marigalante, que cambiaron de nombre por la nao Santa María (según Mora y Mezquita). Con la conformidad real Luis de Santágel, tesorero de Ración del rey Fernando, adelantó a Colón el importe de 1.400.000 maravedís, destinados a los aprovisionamientos del viaje (Luis de Santágel, en su calidad de arrendatario de ciertas rentas de la Corona de Aragón situadas en el Reino de Valencia, “adelantó la suma en cuestión, garantizándose con dichas rentas”. Pero al final, Santágel se reembolsó este anticipo y sus intereses, por quien realmente pagaba, Isabel I, que no empeñando sus joyas, como demostró Fernández Duro, Sampere y Miquel, sino que lo hizo con las rentas castellanas, acorde a la línea política establecida por la Reina de excluir a la Corona aragonesa de toda participación en los asuntos relativos al Nuevo Mundo), pero pronto se apreció que con esta cifra no se alcanzaba a cubrir las primeras provisiones de todos los géneros necesarios para abastecer tan largo viaje. Además Colón se había comprometido a contribuir con el octavo (ochavo) parte de los gastos del viaje, pero se vio en la necesidad de demandar que le prestasen dicha cantidad. En la documentación a la que alude el fiscal del Rey se designa a Martín Alonso Pinzón como la persona que facilitó los fondos necesarios para el aprovisionamiento de las naves, después de haberse empleado el millón de maravedís aludido. Nada se dice de las condiciones de este último préstamo, por lo que el largo silencio mantenido por los herederos de Pinzón hasta 1508, y además podía haber sido alentado por las reclamaciones colombinas, lo que evidencia que se cumplieron los acuerdos aprobados entre ambos navegantes. Aunque Bartolomé de Las Casas indica “cosa es verosímil y cercana de la verdad, que el dicho Martín Alonso, según yo tengo entendido, prestó sólo al Cristóbal Colón el medio cuento [medio millón de maravedís], ó él y sus hermanos”, pero esto no justifica el criterio mantenido por algunos historiadores de que Colón, a cambio de este préstamo, ofreció la mitad de todos los beneficios que obtuviera del descubrimiento en el primer viaje colombino, como expresó el testigo del acuerdo Diego Fernández Colmonero, pero de nuevo Las Casas pone en duda esta afirmación al señalar que “cierto, si le oviera prometido Cristóbal Colón la mitad de las mercedes, no era tan simple Martín Alonso, siendo él y sus hermanos sabios y estimados por tales, que no oviéranle pedido alguna escriptura dello, aunque no fuera sino un simple cognoscimiento con su firma, ó al menos, pusiéranle algún pleito sus herederos; y Vicente Yáñez, que vivió después muchos años, el cual yo cognoscía, oviera alguna quejá ó fama dello, pero nunca ovo dello memoria, ni tal se boqueó, hasta que el dicho pleito se comenzó, que creo fue el año de 1508, venido el Rey Católico de Nápoles”. Y, por todo esto se puede deducir que Martín Alonso Pinzón, con o sin la colaboración de sus dos hermanos, realizó el préstamo a Colón en metálico, sin que conste ningún escrito en la operación económica, o en su defecto se hizo cargo de los pagos de los avituallamientos... habidos en Huelva (Palos de la Frontera) y Canarias (Gran Canaria y Gomera).
En la madrugada del 3 de agosto partieron del puerto de Palos las tres naves. Martín Alonso capitaneó la carabela La Pinta, mientras que su hermano Francisco Martín era contramaestre y Cristóbal García Sarmiento el piloto de la nave más rápida, al ser ligera y de pequeño calado, por lo que durante todo el primer viaje siempre fue a la cabeza de la flotilla colombina.
Cuando se produjo el motín provocado por la tripulación de la nao Santa María, que capitaneaba el propio Cristóbal Colón y cuyo contramaestre era Juan de la Cosa, y los pilotos Sancho Ruiz de Gama y Bartolomé Roldán, por no hallar tierra en tantos días de navegación, Martín Alonso Pinzón consiguió reducir el motín e incluso logró animar a Colón a proseguir el viaje, divisando tierra unos días más tarde, el 12 de octubre de 1492, en Guanahaní (San Salvador); pero dieciséis días más tarde, el 28 de octubre, al descubrir y llegar a Cuba, y posteriormente a La Española, se produjeron importantes diferencias entre Martín Alonso Pinzón y Cristóbal Colón, que parecen estar motivadas por querer seguir dos direcciones para el resto de viaje, a pesar de que Bartolomé Colón dijera “que sin no fuera por Martín Alonso, ni hallaren ni descubrieran tierras”, aunque también puede ser debido a que, descubiertas estas tierras, Pinzón no necesitaba a Colón para conocer otro mundo.
A la nao Santa María de Colón le acompañaba de cerca la carabela Niña capitaneada por Vicente Yáñez Pinzón, y de la que el contramaestre es Juan Niño y el piloto Pero Alonso Niño, hasta que naufragó la nao Santa María (encalló el 24 de diciembre de 1492), con sus restos se construyó el Fuerte Navidad, y parte de su tripulación pasó a integrar la carabela Niña.
Sólo La Pinta se separó de la flotilla, para navegar por su cuenta del 21 de noviembre de 1492 al 6 de enero de 1493, fecha esta última en la que todos los barcos debían reunirse en la isla La Española, para programar el retorno a España, que iniciaron el 16 de enero de 1493. Emprendieron el viaje las dos carabelas que restaban, La Pinta con Martín Alonso y Francisco Martín Pinzón y La Niña con Cristóbal Colón y Vicente Yáñez Pinzón. La Pinta fue la primera en llegar a España, desembarcando en Bayona (Galicia), desde donde Martín Alonso informó a los reyes Isabel y Fernando del viaje y del retorno, y a continuación partió camino a Palos, adonde llegó el 15 de marzo de 1493, pocos días después de que lo hiciera La Niña, el 5 de marzo, en Palos, tras desembarcar Colón primero en Lisboa (4 de marzo de 1493), y ser recibido por el rey portugués Juan II. No se sabe si por necesidad o por deseos propios Vicente Yáñez Pinzón entabló amistad con Cristóbal Colón, y siempre se esforzó en minimizar las diferencias entre éste y su hermano mayor Martín Alonso, lo que no siempre pudo conseguir por la intransigencia entre ambos descubridores.
Con posterioridad a este primer viaje colombino, Vicente Yáñez se mantuvo informado a través de sus antiguos compañeros que habían tripulado en las expediciones del segundo y tercer viajes colombinos, sobre la existencia de las costas de Paria, que él mismo había tenido oportunidad de ver en el primer viaje a América con Colón. Anulado el monopolio colombino, preparó un viaje por cuenta propia que comandará personalmente. En los meses de noviembre a diciembre de 1499 ultimó los preparativos para iniciar su segundo viaje personal hacia América, que partió de Palos de la Frontera a finales de diciembre de 1499, con cuatro carabelas y más de cien marinos, algunos de ellos supervivientes de la primera expedición colombina, y llegaron a la parte más oriental de Brasil, al cabo de Santa María de la Consolación (poco después llamado San Agustín, y la existencia de este subcontinente podría ser el secreto que guardara su hermano Martín Alonso), el 26 de enero de 1500, y continuaron viaje hacia el noroeste, hasta llegar a la desembocadura del Amazonas, delta del Orinoco, y recorrió las costas de las actuales Guayanas hasta alcanzar la península de Paria, convirtiéndose, por tanto, en la primera expedición que cruzó la línea del Ecuador, pisó por primera vez tierra brasileña (pues la expedición de Diego de Lepe arribó más tarde —diciembre de 1499 a julio o agosto de 1500— y Álvarez Cabral lo hizo tres meses después) y surcó las aguas del Amazonas. Asimismo, fue el verdadero descubridor del Orinoco y el que dio noticias de su curso, desembocadura y caudal, y encontró la desembocadura del Marañón. Todo ello le permitió comprobar que se había descubierto un nuevo continente. Regresó al Caribe, arribando a las Bahamas. Poco después, con una sola nave y una veintena de supervivientes, regresó a España. Como no se conoce el lugar ni la fecha de la muerte de su hermano Francisco Martín, ni tampoco se sabe si murió antes de 1499 o después, y como, en cambio, es conocida la unión mantenida entre los hermanos Pinzón, no sería extraño pensar que le acompañara en este segundo viaje a América, y que fuera uno de los 75 por ciento de marinos muertos (algo más de setenta y cinco marinos) en esta expedición, y asimismo comandara una de las tres carabelas perdidas en dicho viaje, pero también se puede pensar que no viajara en esta ocasión, pues estaba ya muerto, si atendemos a la lista de los principales miembros de la expedición, que estaba constituida, según Morales Padrón, por Vicente Yáñez Pinzón, sus sobrinos Juan y Francisco Martín, Diego Fernández, Arias Pérez, Diego Fernández Colmenero y los tres juanes: Umbría, Jérez y Quintero.
Posteriormente, en 1508, Vicente Yáñez Pinzón, junto con Solís, aunque no se tiene constancia que lo hiciera también con su hermano Francisco Martín (con lo que se confirmaría la teoría de su muerte con anterioridad a esta última fecha), realizó un nuevo viaje en el que exploró la costa oriental del Yucatán (México). Estos dos viajes realizados por Vicente Yáñez Pinzón, al contrario de la insistencia colombina de explorar el Caribe y el istmo de Panamá, trasladaron su interés al sur y al norte del continente americano, aunque los hermanos Pinzón al igual que hiciera Colón, pensaban que al navegar a América lo hacían a las Indias, hasta alcanzar Cipango. Se cree que Vicente Yáñez (según Malamud Rikles) y por supuesto Francisco Martín Pinzón murieron en uno de sus viajes a América, en alusión al otorgamiento del blasón familiar a los descendientes de los hermanos Pinzón en 1519, en clara referencia a la muerte de todos ellos antes de dicha fecha.
Bibl.: W. M. Jackson, Diccionario Enciclopédico Hispano- Americano de Literatura, Ciencias, Artes [...], t. XVI, Londres, W. M. Jackson Editor, s. f., 23 vols.; J. M. Asensio, Martín Alonso Pinzón, estudio histórico, Madrid, La España Moderna, 1891-1895; J. A. Cova, Descubridores, conquistadores y colonizadores de Venezuela, Madrid-Caracas, Sociedad Hispano- Venezolana de Ediciones, 1961; J. M. López Piñero, T. F. Glick, V. Navarro Brotons y E. Portela Marco, Diccionario Histórico de la ciencia moderna en España, t. II, Barcelona, Ediciones Península, 1983; J. Manzano Manzano, Los Pinzones y el descubrimiento de América, Madrid, Ediciones de Cultura Hispánica, 1988; F. de la Mora y J. L. Barceló Mezquita, Summa colombina, Diccionario enciclopédico de Colón, Sevilla, Quinto Centenario, 1990; F. Morales Padrón, Atlas Histórico Cultural de América, t. I, Las Palmas de Gran Canaria, Gobierno de Canarias, 1988, ; B. de las Casas, Historia de las Indias, ed. de I. Pérez Fernández, M. A. Medina y J. A. Barreda, Madrid, Alianza Editorial, 1994; C. Malamud Rikles, “Vicente Yáñez Pinzón”, en VV. AA., Historia de España. Diccionario de Historia de América y América, t. II, Madrid, Espasa Calpe, 2004.
Miguel Héctor Fernández-Carrión