Yáñez Pinzón, Vicente. Palos de la Frontera (Huelva), c. 1461-1462 – Sevilla, IX.1514. Marino, descubridor.
Vicente Yáñez Pinzón era hijo de Martín Alonso Pinzón y de Mayor Vicente. Tenía otros dos hermanos, uno menor que él, Francisco Martín Pinzón y otro mayor, Martín Alonso Pinzón. Sobre los orígenes de esta familia, escribe Alice Gould, que podía tener sus raíces en Aragón o en la montaña castellana. Lo cierto es que, en los momentos del Descubrimiento del Nuevo Mundo, estaba perfectamente asentada en la villa de Palos. La tradición familiar era larga y siempre dedicada al mar por lo que Vicente desde niño navegó en las carabelas de la familia, y si con su padre trabajó poco por su muerte temprana, sí lo hizo con su hermano, como grumete primero y como marino después, aprendiendo el oficio del mar de Martín Alonso.
Pinzón se casó en primeras nupcias con Teresa Rodríguez, con quien engendró dos hijas: Ana Rodríguez y Juana González, conocidas vulgarmente como “las Pinzonas”. La Historia registra que Ana, la mayor, se casó con García Álvarez y vivía en el barrio de Triana, en Sevilla; y Juana se casó con Alfonso Núñez Tenorio y vivía en San Juan del Puerto. Al regreso de su viaje con Solís al fondo del Caribe en 1509, Vicente Yáñez se casó de nuevo, esta vez con Ana Núñez de Trujillo, con quien vivió en Sevilla hasta el final de sus días.
La vida de Vicente Yáñez se desarrolló en el comercio marítimo siguiendo la costumbre familiar. Pronto se enroló en un navío a las órdenes de su hermano Martín Alonso y su nombre aparece mencionado, por primera vez, en un documento sobre la piratería en 1477, donde se dice “Vicens Anes Pinsón, de la vila de Pals”, relacionándole con unos desmanes y robos en las costas catalanas hechos por tres carabelas castellanas al mando de Diego de Mora de Sevilla.
En estas andanzas vivió otros episodios que se han calificado como piráticos, es el caso del viaje que realizó en 1478 con su hermano Martín en la carabela La Condesa al centro del Mediterráneo español, donde apresaron un navío, denominado Vallener, cargado de trigo y otras mercancías de mercado, que estaba fletado por unos vecinos de Ibiza.
De nuevo aparece la figura de Vicente Yáñez relacionado con el viaje del descubrimiento del Nuevo Mundo en 1492, evento en que, si bien la mayor importancia la tuvo su hermano Martín, sin embargo él participará de forma activa capitaneando una de las carabelas, la Niña.
Para seguir la actuación de este Pinzón en el viaje de 1492 o viaje descubridor, hay que remitirse a la actuación de su hermano Martín Alonso, bajo cuya autoridad y dirección actuó siempre. Si acaso, hay que destacar los momentos en que Vicente Yáñez estuvo separado de su hermano, y por tanto tuvo que tomar las decisiones, principalmente náuticas, que creyó necesarias.
Recuérdese que Vicente Yáñez zarpó en su carabela Niña del puerto de Palos el 3 de agosto de 1492 junto con la Santa María de Colón y la Pinta que capitaneaba su hermano mayor Martín. Realizó con la flotilla el viaje hasta las islas Canarias donde arribaron el día 9, permaneciendo en el archipiélago hasta el 9 de septiembre fecha en que la flotilla navegaba en mar abierto rumbo Oeste.
Vicente fue testigo directo de todos los avatares de la travesía y ayudó a su hermano Martín Alonso a sofocar los motines contra Cristóbal Colón, a los que la larga permanencia en alta mar había conducido a los marineros. Pinzón estuvo presente el 12 de octubre en la ceremonia de toma de posesión de la isla de San Salvador. Tanto él como sus hermanos, llevaban en la mano una bandera con una cruz verde, y encima de la señal cristiana una F y una Y coronadas, como gallardetes reales, siguiendo el protocolo del acto. En los días que siguieron al descubrimiento, Yáñez siguió las órdenes que Colón dio para descubrir la región.
La vida de los componentes de la armadilla discurría de asombro en asombro por la belleza de los lugares, pero iban apareciendo algunos problemas derivados de la desorientación que producía la actuación colombina. Este proceder generó desazón entre las personas, si bien en la Niña el sentimiento no era tan fuerte, pues las costumbres de abordo se conservaban similares a las de España, y se permitía a los hombres rescatar y cambiar mercancías con los nativos.
A esta altura de la misión, dos hechos van a sobresaltar la vida de Vicente Yáñez: uno fue la separación de la carabela Pinta, capitaneada por su hermano, que implicó una actitud hosca por parte de Colón, resultando difícil la convivencia; y el segundo, la pérdida de la nao Santa María la noche de Navidad en la isla La Española. Esta desgracia supuso para Yáñez tener que compartir el espacio de su pequeña carabela con los náufragos y dar el mando a Colón. Este último extremo necesitaría un estudio, pero acuérdese que debió resultar embarazoso para Vicente que tuvo que soportar la presencia continuada del genovés, y sus continuas quejas sobre la actuación de su hermano Martín.
Este período de tensión terminó el 6 de enero de 1493 con la vuelta de Martín Alonso y con la elaboración del plan de vuelta. Sin embargo, se repetirá la situación de nuevo en alta mar, en concreto el 14 de febrero, día en que ambas carabelas se separaron por los efectos de una gran tormenta. A partir de este momento, Yáñez Pinzón observa cómo la tensión sube mucho entre los tripulantes ante el miedo cierto de zozobrar, y por no tener noticias de la carabela Pinta que podía haber naufragado con sus dos hermanos.
Al fin el día 18 de febrero avistaron la isla de Santa María, del archipiélago de las Azores, y con ello retorna la esperanza en la marinería. Sucedieron los conocidos acontecimientos desagradables con los portugueses, y al fin Colón y Vicente Yáñez pusieron rumbo a la Península, teniendo que afrontar duras tormentas de nuevo. Extenuados por la insistencia de tormentas, el 4 de marzo avistaron tierra firme, frente a la roca de Çintra y, costeando, llegaron al puerto de Lisboa. Estaban salvados, si bien Vicente Yáñez tendría el temor de lo que le habría ocurrido a la carabela Pinta de su hermano. Esta última etapa del viaje la pasó Pinzón en Portugal y no se conoce cuál fue su papel en las conversaciones de Colón con Juan II. Sólo consta que el día 13 de marzo zarpó de Lisboa rumbo al puerto español de Palos, como lo tenían ordenado. De este último recorrido no hay noticias, sólo se sabe que la carabela entraba en puerto el 15 de marzo, el mismo día que lo hacía la carabela Pinta de su hermano Martín Alonso Pinzón. La zozobra había terminado y ahora venía el momento de las cuentas. Sin embargo, el esperando enfrentamiento de los Pinzón con Colón no se produjo por la pronta muerte de su hermano en la Rábida, y porque Vicente Yáñez desaparece del horizonte de la organización del segundo viaje.
No se conoce el motivo de esta aparente separación del joven Pinzón de la carrera del Nuevo Mundo, sólo consta que se trasladó a Barcelona a mediados de 1493. Allí recibió de los Reyes Católicos 34.000 maravedís en cuatro pagas abonadas en la Ciudad Condal, hecho que recuerda los salarios a Colón antes del descubrimiento, cuando estaba en la Corte. Se puede considerar esta actuación real como paga de mantenimiento, que se entregaba a los pilotos en reserva. Es probable que los Reyes se quedasen con Pinzón como un seguro de conocimiento de la ruta de los descubrimientos, por si Colón tenía dificultades.
Entre tanto, en 1494, los Reyes Católicos encomendaron a Vicente Yáñez una interesante misión particular y privada “al levante” mediterráneo, relacionada con la actividad española en Nápoles y Sicilia. Pinzón capitaneaba una flotilla de dos carabelas: el navío Vicente Yáñez, de 47 toneles, y la Frayla de 50 toneles. Se asignó al palermo un sueldo anual de 20.000 maravedís, como capitán único. En cada navío irían unos cuarenta hombres, de diversas profesiones, pero aguerridos. El servicio era personal a la causa de los Reyes, en concreto a don Fernando, y por el espacio de dos años. El inicio de esta misión fue a primeros de enero de 1496. El itinerario de la misión a realizar lo trazó Fonseca, y mandó que Pinzón y sus barcos se presentasen en Tortosa con los barcos y la gente para servir a los Reyes donde le mandasen. De allí, como buen piloto del Mediterráneo, Pinzón navegó por el cabo Creus, por el golfo de León a Marsella o islas Hyers, luego por el mar de Liguria hasta Génova, y por el Tirreno a Roma, Nápoles y Sicilia. En esta isla Pinzón y sus hombres intervendrían en la guerra de Nápoles a lado de los soldados del Rey Católico.
Dentro de la nueva política de descubrimientos, dirigida por Juan Rodríguez de Fonseca, Vicente Yáñez Pinzón y su familia firmaron una capitulación en Sevilla el día 6 de junio de 1499 para viajar al Oeste y conseguir llegar al Maluco. Los Pinzón querían aprovechar la oportunidad que les daba la situación política de tensión entre ambas coronas ibéricas, y por ello aportaron capital familiar para acelerar todos los trámites burocráticos y facilitar la salida. La flotilla zarpó del río Saltés, desde donde se dirigió a Sevilla para ultimar gestiones con Juan Rodríguez de Fonseca y, una vez logrado su propósito de favorecerse con descuentos fiscales en su cargazón, la armadilla se dirigió por el río Guadalquivir hacia la costa andaluza.
Vicente Yáñez Pinzón zarpaba del puerto de Sanlúcar de Barrameda en los primeros días de diciembre de 1499, adelantándose a Diego de Lepe, que tenía idéntico propósito, con la misión de ir al Catay y Cipango. El jefe de la familia de los Pinzón realizaba esta arriesgada misión conocedor ya de los resultados positivos de los portugueses, pues Vasco de Gama había regresado en el verano del 1498 con buenos resultados comerciales, y además disponía de las anotaciones cartográficas del viaje de Alonso de Ojeda-Cosa- Vespucio, que le había proporcionado en Sevilla Juan Rodríguez de Fonseca, confirmándoselo con estas palabras: “vos Vicente Yañez Pinzón e los otros que con vos se juntaren que fueren para el viaje susodicho ayays de armar a vuestra costa e misión e para ello Sus Altezas vos dan e nos en su nombre [Fonseca] vos damos y daremos todo favor e ayuda que menester fuere para faser el dicho viaje, como viaje fecho por mandado de Sus Altezas en su servicio”.
Con Pinzón viajaban, como capitanes, su hermano Diego Martín, su sobrino Arias Pérez, hijo de Martín Alonso, y Diego Fernández Colmenero. Dispuso además de un magnífico equipo de hombres de mar, encabezado por los pilotos Juan de Xerez, Juan de Umbría y Juan de Quintero, que mandarán un grupo de marineros como: Pedro Mendel, Cristóbal de Vega, Diego de Alfaro, Pedro Ledesma, Bartolomé Martín, Manuel de Valdovinos, Pero Ramírez, Juan de Palencia, García Fernández, Antón Fernández Colmenero, Diego Prieto Juan Calvo, García Ferrando (Hernando) físico de Palos, Juan Martín, Francisco Martín y otros desconocidos hasta un total aproximado de sesenta y cinco hombres. Todos, o la mayor parte de estas tripulaciones, eran expertos conocedores de las nuevas rutas por haber participado ya antes en estos viajes.
Este buen equipo humano muy unido por lazos familiares, se completaba con cuatro carabelas de poco calado, muy aptas para la labor de descubrimiento. Asimismo, el dinero suficiente como para un alto viaje, reuniéndolo en su totalidad de la familia Pinzón. Pues parece que la intención de estos palermos era llevar a término la idea que Colón no había logrado en el primer y tercer viajes.
Terminaba el año 1499 y todo el pueblo de Sevilla contemplaba las cuatro carabelas que estaban ya prestas a zarpar, junto con los hombres. A la salida a mar abierto en el pueblo de Sanlúcar, Vicente Yáñez Pinzón, capitán principal de toda la flotilla, ordenó rumbo Suroeste camino de Canarias. En unos días avistaron las islas, que según el testigo, Pedro Ramírez, pasaron de largo con prisa. En esta ocasión la flota no toma la ruta de los Alisios, sino que Pinzón ordenó rumbo Sur, hasta el archipiélago portugués de Cabo Verde, en concreto a la isla de Santiago, donde pasaría las fiestas navideñas. Esta determinación es significativa, pues suponía navegar por aguas reservadas a Portugal desde el Tratado de Tordesillas. Ello implicaba un alto grado de secreto, al menos en la ruta y los objetivos de la flota.
El capitán general de la flota, Vicente Yáñez, ordenó zarpar de la isla de Santiago el 13 de enero de 1500. Su intención y plan secreto del viaje era una larga travesía del océano Atlántico con destino a la China. El rumbo que eligió para su flotilla fue Suroeste con el que se desplazó unas 300 leguas mar adentro. Navegaban con comodidad hasta que se desató una tempestad tropical, que les arrastra situándoles en una latitud en que ya no divisaban la estrella Polar. Según Max Justo Güedes, a unos 5.º de latitud Norte, y 33.º de longitud Oeste. Una vez que finalizó la tormenta, la flota se encontró que estaba en el área de las calmas. En esta región el régimen de vientos dificulta el desplazamiento y navegaron hasta situarse sobre 1.º Norte de latitud. A partir de este momento encabalgaron los bordes de la corriente del Alisio del Sudeste, que les llevó a navegar 240 leguas más y a avistar una punta de tierra a 540 leguas de Cabo Verde, el día 24 de enero de 1500. El nombre que pusieron a este cabo fue el de Consolación. Si bien, algunos declararon que se denominó Rostro Hermoso, y Pinzón nombró a esta punta como cabo de Santa María. Estas denominaciones señalan un único lugar que investigadores de prestigio, caso Capistrano de Abreu, Güedes, han identificado como la Punta Macuripe.
Mientras Pinzón navegaba, capitanes y pilotos iban carteando, dibujando estos lugares y escribiendo los nombres con que les iban llamando, a modo de bautizo. Se conocen por estar recogidos en la carta de Juan de la Cosa, como cabo Santa María, río Fermoso, playa de arena, isla de baciabarriles, o rio do se halló una cruz, Bahía San Marcos etc., hasta el Ecuador, donde encontraron un fenómeno extraordinario como era la presencia de agua dulce a 30 leguas mar adentro. Este hecho está provocado por la desembocadura de un río fantástico que denominaron río Grande. Se trataba de la bahía de San Marcos. Por la desembocadura de este río se introdujo toda la flota y navegaron remontándole. En él pescaron un atún o marrajo, y mientras estaban anclados una gran ola les elevó cuatro brazas.
Pinzón y sus hombres zarparon de la actual bahía San Marcos, y siguieron costeando, navegando por delante de otro gran río de agua dulce, el actual Pará, que pasaron de largo al comprobar la presencia de Diego de Lepe. Sin embargo, entraron y reconocieron el archipiélago de la desembocadura del río Amazonas. Resulta así que la costa brasileña, al Noroeste del actual Amazonas, también fue descubierta por Pinzón, siendo, por tanto, ambos paleños codescubridores del Brasil en tiempo y lugar.
Ya fuera del litoral del actual Brasil, navegaban ambas flotillas una en pos de otra. Encabezaban la ruta las naves de Vicente Yáñez Pinzón, al haber pasado a Lepe en el río Pará, y serán las primeras en llegar a los territorios descubiertos por Alonso de Ojeda, Juan de la Cosa y Américo Vespucio meses antes.
Pinzón, al llegar al Orinoco, se introdujo en sus aguas por la boca Sur, para cargar tres mil libras de palo brasil. Días después llegó Diego de Lepe, que hizo lo propio y posibilitó así el encuentro de ambos capitanes en este majestuoso río, con lo que se conformaba una armada de seis carabelas de hombres de Palos en su mayoría.
A principios de mayo del año 1500 y, ya en mar abierto, siguieron por la isla de Trinidad, isla de Mayo, por las islas de Barlovento a la de Guadalupe, y ambas armadas unidas llegaron hasta la isla de San Juan de Puerto Rico. La flotilla de cuatro carabelas de Vicente Yáñez Pinzón no estaba dispuesta a regresar a España con la poca carga que tenía, pues suponía la ruina para una empresa familiar como ésta, por lo que Pinzón decidió navegar desde San Juan hacia regiones caribeñas, ya conocidas por él desde el primer viaje que hizo con Colón en 1492, y tratar de rescatar, comerciar y cargar todo lo posible para evitar la quiebra. Con tal intención zarparon de la isla de Puerto Rico, y se dirigieron hacia la isla Española desembarcando en su región Nororiental.
Hay pocos datos concretos del recorrido de Pinzón y sus cuatro carabelas por estas regiones descubiertas en el primer viaje de Colón, tan sólo las que proporciona Anglería y las declaraciones de un testigo en los pleitos. Se trata de un tal Pedro Ramírez, compañero de Pinzón, que cuenta el viaje, y dice que desde la isla de Mayo “fueron su viaje a dar a la isla de Guadalupe, que es a las once mil vírgenes, e de allí se partieron a San Juan, e de San Juan fueron a la Isabela, e de allí fueron a otra isla que dizen Samana e a otra someto e a otra Maguana”.
Mártir de Anglería completa esta información cuando escribe que, ya en julio, les sobrevino una gran tormenta que hizo zozobrar dos carabelas y apunto estuvo de anegar otra, causando muchos desperfectos a la cuarta. El cronista italiano hace ver que la situación fue tan desesperada que los supervivientes del cuarto navío, que estaban en tierra sufriendo el embate de la tempestad, pensaron en construir alojamientos para vivir como náufragos y enfrentarse a los peligros de la región. Nada aclara dónde estaban en el momento de la tempestad en qué isla, ni el sentido del recorrido.
En otra fuente, en este caso cartográfica, y correspondiente al mapa de Juan de la Cosa, aparece reflejado el recorrido por este área del Caribe señalizado por banderolas. Estas noticias de los avatares de Pinzón en el Caribe las tuvo que dar obligadamente el propio Vicente Yáñez después de septiembre de 1500, pues Lepe ya no estaba con ellos, sino que había regresado a Castilla. Este dato resulta fundamental para situar a Vicente Yáñez en España antes de 1501, y antes de la conclusión de la pintura de la carta o planisferio de Juan de la Cosa.
Una vez repuestos de la pérdida de dos carabelas y reconstruyendo, como pudieron, las dos que se salvaron, decidieron regresar de inmediato a Castilla arribando al puerto de Palos el 30 de septiembre de 1500, hambrientos y en muy mal estado físico.
De vuelta a casa, Vicente va ha ser honrado por el rey Católico que, para compensar el valor y los esfuerzos de este palermo valiente, le va a armar caballero. El acto de introducirle en la hidalguía castellana tuvo lugar el 8 de agosto de 1501 en la Alhambra de Granada en la Torre de Comares. Pinzón comentó al rey “que bien sabia cómo le abia muy bien servido en las guerras pasadas, especialmente en el descubrir de las Indias”.
El acto resultó muy brillante golpeando el Rey los hombros de Pinzón con una espada que éste llevaba en su vaina. El nombramiento llevaba aparejado una serie de beneficios, como era la exención de impuestos, igualándole a los demás caballeros del Rey, además este privilegio era para sí y sus descendientes; el consiguiente ascenso social y la posibilidad de llegar a los más altos cargos de la Marina.
La siguiente etapa importante en la vida de Pinzón corresponde a su presencia en Burgos, donde se celebró la junta general de pilotos en marzo de este 1508. Como consecuencia de esta junta, se determina viajar a la Especiería. El documento para la realización del viaje se fechó en Burgos el 23 de marzo de 1508 y se otorgó a Pinzón y Solís conjuntamente. La capitulación firmada y tomada contenía el encargo de encontrar el paso a Oriente por Occidente.
A la expedición se les unió el afamado piloto Pedro de Ledesma, que había viajado con Cristóbal Colón en su cuarto y último viaje y por tanto debía tener conocimientos de las tierras descubiertas en la costa centroamericana.
El costo de esta expedición ascendió, según el profesor Ramón Ezquerra, a 1.780.863 maravedís. Los navíos fueron el San Benito, que capitaneaba Vicente Yáñez, y la nao Magdalena, que dirigía Díaz de Solís. La fecha de partida se desconoce, pero Navarrete aventura el 29 de junio de 1508.
Del itinerario en aguas americanas se dispone de pocos datos y contradictorios. La cartografía debe ayudar; se piensa que el recorrido de este viaje fue el que nos describe el piloto de este viaje, Pedro de Ledesma, quien en los pleitos colombinos declaró que: “descubrieron delante de la tierra de Veragua a una parte de la vía del Norte todo lo que hasta hoy (1513) esta ganado desde la isla de Guanaja hasta el Norte y que estas tierras se llaman Chavañin y Pintigua e allegaron por la vía del Norte fasta veintitrés grados e medio...”. Se cree que llegados de España, los expedicionarios visitarían a frey Nicolás de Ovando, gobernador de La Española, y de allí zarparían rumbo a las islas Guanajas. Era el inicio del proyecto de ir al Catay. La flotilla de Pinzón-Solís recorrió la fachada del Sureste de la península de Yucatán, y entró en el golfo mexicano navegando hasta los 23º,30’.
Vicente Pinzón en las probanzas de 1513, dice que descubrió: “desde la isla de guanaxa fasta la provincia de Camarona; yendo la costa de luengo fasya el oriente está otra provincia que se llama Chabañin e Pintigua, que descubriola este testigo e Juan Solis, e que asi mismo descubrieron yendo la costa de luengo, una gran baya que le pusieron la Gran baya de la Navidad, e que de allí descubrió este testigo las syerras de Carya e otras tierras demas adelante, e que a estas provincias nunca el dicho don Cristóbal colón ni otro por él llegó”.
Se piensa que la región recorrida en este viaje está en el primer mapa impreso de América, y que lo publicó Anglería en sus Décadas, siendo su autor Fonseca y su fecha 1514, y de él se tratará de extraer un contorno para reconstruir este viaje.
Solís-Pinzón, de regreso, tocaron en Santo Domingo en mayo de 1509 y allí tuvieron unos problemillas con el gobernador frey Nicolás de Ovando que les registró la armadilla y les quitó unos indios que declaraban habían tomado como lenguas. Unas jornadas más tarde, ambos capitanes zarpaban rumbo a España donde arribaron el 29 de agosto de 1509, según reza en la nómina de Vicente Yáñez, a quien se le pagó el servicio a la Corona hasta dicha fecha.
El resultado de la expedición fue considerado en la Corte como negativo y se les abrirá proceso a Solís y Pinzón. El pleito pretendía determinar si habían cumplido con la capitulación, pues se tenían fundadas sospechas de que habían hecho negocios particulares en una expedición patrocinada por la Corona. En un primer momento llegó a encarcelárseles, pero tras el envío de unos guanines por Ledesma a Valladolid, donde estaba el Rey, se resolvió favorablemente el pleito, y don Fernando ordenó a la Casa de la Contratación que empleara a Pinzón, mientras que nombraron a Ledesma piloto de la Casa de la Contratación.
La vuelta del viaje al Caribe y la Real Orden del rey Fernando de 8 abril de 1510 agradeciendo a Pinzón sus trabajos marcan la última etapa de su vida. En ella destaca su segundo matrimonio con Ana Núñez que celebró en Sevilla en el verano de 1509, pasando a vivir a la colación de San Salvador. Vivió en Sevilla en torno a la Casa de la Contratación, asistiendo al crecimiento del comercio indiano. En 1510, Pinzón sirvió a la institución sevillana realizando viajes por asuntos económicos a Madrid.
Al año siguiente Vicente Yáñez participó en el problema de espionaje del portugués Alonso Álvares, y en 1512 se ocupó de sus asuntos económicos relacionados con las propiedades en Sevilla. En la reanudación de los pleitos colombinos se le llamó a declarar en la probanza de 1513, donde respondió a las preguntas relacionadas con el tercer viaje de Cristóbal Colón.
En 1514 parece que va realizar un viaje organizado por la Corona y dirigido por Pedrarias Dávila. El rey Fernando el Católico le pidió personalmente que ayudase a esta armada con sus conocimientos y Pinzón se avino a ello. Por tal motivo, participó en el apresto del viaje y preparó la carabela Santi Spiritus de la que era capitán, pero ya en la costa, y antes de la salida definitiva, se sintió enfermo y escribió al Rey al respecto, quien le pidió que no embarcase por carta de 14 de marzo de 1514. Le sustituyó Rodrigo Yáñez, y Pinzón se trasladó a Sevilla donde murió en su casa de la calle Sola del Marino, en el barrio de Triana, en septiembre de 1514.
Bibl.: A. Ortega, La Rábida. Historia documental crítica, Sevilla, Editorial de San Antonio, 1925-1926; A. B. Gould, “Documentos inéditos sobre la hidalguía y genealogía de la familia Pinzón”, en Boletín de la Academia de la Historia (Madrid), t. 91 (1927), pág. 319; B. de las Casas, Historia de las Indias, est. y ed. de J. Pérez de Tudela, Madrid, Atlas, 1957 (Biblioteca de Autores Españoles); G. Fernández de Oviedo, Historia General y Natural de las Indias, ed. de J. Pérez de Tudela, Madrid, Atlas, 1959 (Biblioteca de Autores Españoles); A. Muro Orejón, F. Pérez Embid y F. Morales Padrón (eds.), Pleitos Colombinos, Sevilla, Escuela de Estudios Hispanoamericanos, 1964-1967; R. Ezquerra Abadía, “El viaje de Pinzón y Solís al Yucatán”, en Revista de Indias (Madrid), n.º 199-122 (1970), págs. 217-238; A. B. Gould, Nueva lista documentada de los tripulantes de Colón en 1492, Madrid, Real Academia de la Historia, 1984; H. Colón, Historia del Almirante, ed. de L. Arranz, Madrid, Historia 16, 1984; J. Manzano Manzano y A. M.ª Manzano Fernández-Heredia, Los Pinzones y el Descubrimiento de América, Madrid, Ediciones de Cultura Hispánica, 1988, vol. II; I. Caraci, Navegantes italianos, Madrid, Mapfre, 1992; J. Varela, “Colón-Pinzón una sociedad para el descubrimiento del Nuevo Mundo”, en J. Varela (coord.), Descubrimientos y Cartografía, vol. II, Tordesillas, Seminario Iberoamericano y Descubrimientos y Cartografía, 1998; J. Varela y M. León, El Itinerario de Cristóbal Colón (1451-1506), Valladolid, Diputación, 2003; C. Colón, Diario de Colón, ed. de J. Varela y J. M. Fradejas, Valladolid, 2005; J. Varela, Colón y Pinzón. Descubridores de América, Valladolid, Instituto Interuniversitario de Estudios de Iberoamérica y Portugal-Universidad de Valladolid, 2005.
Jesús Varela Marcos