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Pedro de Villacreces

Biografía

Villacreces, Pedro de ¿Villacreces (Valladolid)?, 1346-1347 – Peñafiel (Valladolid), 10.X.1422. Fraile franciscano (OFM), reformador.

El epitafio que, poco después de su muerte, se colocó sobre la tumba de fray Pedro indica que era tenido por pincianus, esto es, por natural de Valladolid, aunque, a juzgar por su apellido, podría proceder del pueblo, hoy despoblado, de Villacreces, situado en el extremo norte de la actual provincia vallisoletana, ya que era costumbre de muchos religiosos de su época cambiar su apellido por el nombre de su lugar de origen Se calcula que nació en 1346 o 1347, pero es muy poco lo que se sabe de los primeros años de su vida y de su familia; era hermano de Juan de Villacreces, que fue obispo de Calahorra (1382-1394) y luego de Burgos (1394-1406), y tuvo otro hermano, de nombre Álvaro Díaz de Villacreces Al parecer ingresó muy joven en la Orden de los conventuales franciscanos, en la provincia de Castilla, pero se ignora en cuál de sus conventos, aunque hay quien afirma que fue en el de Valladolid Estudió en las Universidades de Toulouse y París, donde alcanzó el grado de bachiller en Teología, y en 1396 en la de Salamanca, donde al año siguiente obtuvo el título de maestro en la misma disciplina.

Sin embargo, no era el estudio ni los grados académicos la ambición primordial de fray Pedro; su mayor interés estaba en la reforma de su Orden Aunque hay muy pocos datos sobre los inicios de la reforma franciscana en el Reino de Castilla y León, parece ser que, después de una visita apostólica, hecha en 1374 durante el pontificado de Gregorio XI, fray Pedro, ante el fracaso de este primer intento, se retiró a hacer vida eremítica en una cueva junto al Monasterio benedictino de San Pedro de Arlanza (Burgos), donde permaneció varios años En 1395 aparece en Aviñón en compañía de su hermano, el obispo de Burgos, para conseguir del pontífice Benedicto XIII el permiso para fundar en Castilla un eremitorio donde vivir en estrecha observancia con siete compañeros El Papa concedió lo que le era pedido mediante la bula Sacrae religionis, fechada el 11 de noviembre de 1395, que le permitía retirarse a cualquier lugar de los Reinos de Castilla y León para vivir allí el rigor de la regla primitiva Pero el mismo Papa dirigió el 18 de febrero de 1396 una bula al canciller de la Universidad salmanticense para que, tras un año de lectura, examinase a fray Pedro y le honrase con el título de maestro si así lo merecía Por esas fechas fray Pedro debió de fundar, de acuerdo con los poderes que le otorgaba el Papa, un convento en La Salceda (Guadalajara), pero, por razones que se desconocen, la nueva fundación terminó momentáneamente en fracaso.

En 1403 llevó a cabo una nueva fundación que, esta vez sí, estaba destinada a perdurar en el tiempo Cerca de Aranda de Duero, en La Aguilera, actual provincia de Burgos pero entonces diócesis de Osma, se establecieron los religiosos observantes, recibiendo para su formación a niños, futuros frailes, entre los que destacaron fray Lope de Salazar y Salinas y fray Pedro Regalado, eficaces continuadores de la reforma de Villacreces A La Aguilera siguió en fecha imprecisa una nueva fundación en Composto, lugar que no ha sido aún posible identificar, aunque quizás se trate del Monasterio de La Cabrera (Madrid), fundado por fray Pedro o alguno de sus discípulos Vino después El Abrojo, Convento situado en las cercanías de Valladolid, en terrenos cedidos por su hermano Álvaro el 5 de febrero de 1415 A fin de asegurar el futuro de su reforma, fray Pedro consiguió un breve de Benedicto XIII (Sincerae devotionis affectus), que garantizaba el futuro de La Aguilera sin separarse del resto de la Orden Pero más tarde fray Pedro viajó también a Constanza, donde se hallaba reunido el concilio que consiguió terminar con el Cisma de Occidente, a fin de obtener el apoyo del nuevo Papa, Martín V Éste, por medio de tres breves fechados el 27 de abril de 1418, aseguraba los propósitos de Villacreces, anulando lo dispuesto por Benedicto XIII y dotando de cierta autonomía a los observantes Fray Pedro volvió a España, visitando casas reformadas en Italia, Francia y Aragón, falleciendo algunos años después, cuando se celebraba capítulo provincial en el Convento de Peñafiel Poco después de su muerte se ennobleció su sepulcro e incluso se pensó en su canonización; el marqués de Santillana llegó a suplicarla en un soneto a Calixto III (1455-1458) y compuso unos versos a la “canonización de los bienaventurados santos maestre Vicente Ferrer, predicador, e maestre Pedro de Villacreçes, frayre menor”, pero el 29 de junio de 1455 sólo fue elevado el primero a los altares, mientras que de la canonización del segundo no se volvió a hablar.

La reforma villacreciana se distinguió claramente de la observancia dicha claustral en varios puntos esenciales Su objetivo se centraba en la restauración del ideal franciscano primitivo, con observancia estricta de la Regla, en la mayor pobreza y soledad De hecho, sus conventos se situaron en lugares apartados con clara vocación eremítica, aunque sin olvidar la atención pastoral de los fieles, que era su finalidad última Con el tiempo se integraron en los franciscanos descalzos Como guía segura para sus frailes escribió fray Pedro un Memorial de los oficios activos y contemplativos de los frayles menores, aunque se cree que no es obra suya, sino de fray Lope de Salazar Se conserva una carta suya.

 

Obras de ~: “Memoriale religionis o Breve memorial de los oficios activos y contemplativos de la religión de los frailes menores”, en Archivo Ibero-Americano (AIA), XVII (1957), págs. 687-713; A Uribe, “Nuevos escritos inéditos villacrecianos”, en AIA, XXXIV (1974), págs. 303-334.

 

Bibl.: D Cornejo, Chrónica seráphica del glorioso patriarca S Francisco de Assís Quarta parte, Madrid, J García Infanzón, 1698, págs. 266-276; E González de Torres, Epístola familiar monitoria y satisfactoria al R P Fr Mathías Alonso, Madrid, 1736, págs. 28-75; J L operráez, Descripción histórica del obispado de Osma, vol. I, Madrid, Imprenta Real, 1788, págs. 325- 326; J A mador de los Ríos (ed.), Obras de Don Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, Madrid, J Rodríguez, 1852, págs. 296 y 299-308; C González García-Valladolid, Historia biográfica de la M L M N H y Excma ciudad de Valladolid, vol. II, Valladolid, Imprenta y Librería Nacional y Extranjera, 1894, págs. 596-598; L de Salazar y Salinas, “Satisfacciones y responsiones”, en AIA, XVII (1957), págs. 775-896; F de Lejarza y A Uribe, “¿Cuándo y dónde comenzó Villacreces su reforma?”, en AIA, XX (1960), págs. 79-94; M de Castro, “Villacreces, Pedro de”, en Q. Aldea Vaquero, T Marín Martínez y J Vives Gatell (dirs.), Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. IV, Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Instituto Enrique Flórez, 1975, págs. 2759-2760; A R ucquoi, “Los franciscanos en el reino de Castilla”, en J I de la Iglesia et al (coords.), VI Semana de Estudios Medievales, Logroño, Instituto de Estudios Riojanos, 1996, págs. 65-86; V Beltrán de Heredia, Cartulario de la Universidad de Salamanca (1218-1600), vol. I, Salamanca, Universidad, 2001, págs. 227-229.

 

Miguel C Vivancos Gómez, OSB