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Ramona María del Remedio Llimargas Soler

Biografía

Llimargas Soler, Ramona María del Remedio. Vic (Barcelona), 24.III.1892 – Barcelona, 8.X.1940. Fundadora de la Congregación religiosa de las Hermanas de Jesús Paciente.

Fueron sus padres Andrés Llimargas Caralt, labrador, y Rosa Soler Subirachs, dedicada a las labores del hogar. Nona —que así era llamada en familia— fue la única sobreviviente de ocho hermanos, la mayoría de los cuales murieron en la infancia. Ella misma hubo de superar la poliomielitis y la dislexia. Su niñez se desarrolló en medio de las necesidades económicas, pues la familia era pobre, y el duro trato recibido de parte de su madre, que la consideraba poco agraciada y hasta inepta; siendo así que, por el contrario, fue una niña precoz y despierta. La religión fue para Ramona una fuente de gran consuelo y gozaba del cariño que le dispensaban los frailes del convento franciscano de Vic, especialmente fray Francisco Sedó, que fue su primer padre espiritual y consiguió que sus hermanos de hábito, vista su pobreza, la ayudaran dándole pequeños encargos como recadera de la comunidad.

Desde temprana edad se manifestaron en ella experiencias místicas. En 1916, su madre entró al servicio de las monjas de clausura de San Felipe Neri y de la Purísima Concepción como demandadera, persona encargada de todas las diligencias fuera del claustro. En calidad de tal tenía derecho a ocupar una casa aneja al convento, en pleno centro histórico de Vic. Aquí pasó Ramona su juventud, dedicada a los recados que le encomendaba su madre y, más tarde, a cuidar de ésta y de su padre cuando enfermaron. Rosa Soler contrajo un cáncer de garganta; murió en 1924. Su esposo la seguiría en 1936, quedando Ramona libre para seguir su ya manifiesta vocación a la vida consagrada.

Las monjas de San Felipe Neri habían sido expulsadas de su convento durante la Segunda República. Ramona arriesgó su vida hospedando en su casa al obispo vicense, Juan Perelló i Pou, el cual logró escapar a Mallorca. Su anfitriona fue, en cambio, encarcelada y a punto estuvo de morir junto con otros católicos de la diócesis cuando fue liberada inesperadamente por Francisco Freixenet. Ramona se dedicó, una vez en libertad, a cuidar enfermos graves durante la noche. A través de un confesor suyo, el claretiano padre Felipe Calvo, entró en contacto con la familia Alsina-Casany, que tenía una finca en el Pujol de Calldetenas, en las afueras de Vic, verdadero asilo de sacerdotes y centro de vida litúrgica y espiritual durante la guerra. Ramona fue llamada para atender a cinco de los hijos de la familia, que habían enfermado seriamente, llegando a la finca en octubre de 1938.

Allí trabó amistad con Mercedes Alsina la cual se convertiría en su hija espiritual y confidente.

Al terminar la guerra en 1939, Ramona ya tuvo claro que había de fundarse una nueva Congregación con el especial carisma del auxilio de los enfermos, especialmente los desahuciados y moribundos. Reunió a Mercedes Alsina y a dos amigas de ésta y, bajo el asesoramiento del padre Calvo, decidió el nombre del nuevo instituto y la norma de vida de las religiosas.

Así nació la Obra de Jesús Paciente, cuyas hermanas debían dedicarse al cuidado de los enfermos más pobres de modo gratuito. Fijar la residencia de la nueva fundación fue tarea que se reveló ardua. Uno de los intentos dio, sin embargo, un fruto óptimo. El padre Calvo indicó a la madre Ramona que en Játiva (Valencia) había personas que se habían interesado en la obra y que quizás allí podían establecerse las hermanas.

Después de comprobar que sobraba buena voluntad pero faltaban medios, regresaron a Barcelona, llevando consigo una nueva vocación: María Luisa Vidal Rubio (Játiva, 23 de abril de 1913-Barcelona, 6 de noviembre de 1981), hija de sus anfitriones en la ciudad de los Borja y que habría de ser la continuadora de la obra de la madre Ramona, hasta el punto de ser considerada como la segunda fundadora (con el tiempo, ambas serían conocidas como “las flores del Calvario”).

El instituto de las Hermanas de Jesús Paciente se instaló finalmente en Barcelona, en la buhardilla abandonada de una antigua masía que daba a la calle Mayor de Gracia (hoy n.º 117). Fue el 26 de enero de 1940 y se debió a la generosidad de unos caballeros catalanes; uno de ellos, dueño de la propiedad, la legaría al instituto a su muerte. La primera comunidad la formaron seis religiosas, a las cuales, sin embargo, se las consideraba en la curia barcelonesa como piadosas doncellas. En esta condición canónica murió la madre Ramona, aquejada de un cáncer de seno.

Sus hijas espirituales quedaban huérfanas y, de momento, sin el reconocimiento oficial de la Iglesia. El obispo de entonces, el doctor Miguel de los Santos, no dio la aprobación diocesana. Fue su sucesor, el doctor Gregorio Modrego Casaus, quien por rescripto de 11 de diciembre de 1943, la otorgó, reconociendo a la Obra de Jesús Paciente como Pía Sociedad con estatutos propios, redactados por el padre Calvo, y hábito distintivo. Las hermanas serían algunas contemplativas, consagradas al culto del Santísimo y de la Cruz; y otras activas, dedicadas a la atención a domicilio de los enfermos. La vida sin la fundadora no fue fácil y hubo un momento en el que pareció que la comunidad se dispersaría y se acabaría la obra, pero fueron los ímprobos esfuerzos de la madre María Luisa Vidal Rubio los que llevaron a la Obra de Jesús Paciente, de la que fue superiora general desde 1946 hasta su muerte, en 1981, a un nuevo florecimiento.

 

Bibl.: P. Fernández Rodríguez (OP), Ramona María del Remedio Llimargas Soler. Fundadora de las HH. de Jesús Paciente, Barcelona, Hermanas de Jesús Paciente, 2001; D. Pallás Tribó (CMF), María Luisa Vidal Rubio. “Luisita de Játiva”. Una flor del Calvario, Barcelona, Hermanas de Jesús Paciente, 2003; M.ª L. Vidal Rubio, Autobiografía (inéd.).

 

Rodolfo Vargas Rubio y José Martín Brocos Fernández

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