Asensi Cubells, Bernardo. Algemesí (Valencia), 16.IV.1889 – Valencia, 7.VIII.1962. Sacerdote, confesor y director de almas.
El 1 de octubre de 1899, con diez años, inició sus estudios sacerdotales y en 1902 ingresó en el Colegio de Vocaciones Eclesiásticas San José, de Valencia.
Allí se distingue por su piedad, su obediencia, sus estudios, etc., siendo modelo para el resto de los seminaristas. Éstos un día manifestarán que una de las cosas que le distinguían, desde los primeros tiempos de seminarista, fueron sus cartas y escritos espirituales. Concluidos los cursos académicos, inicia los de doctorado en Derecho Canónico en la Universidad Pontificia de Valencia, que, después, abandona para lograr el doctorado en Sagrada Teología.
Fue ordenado sacerdote el 11 de febrero de 1913. El joven sacerdote buscó pronto y descansó su alma en experimentados directores espirituales: Manuel Pérez Arnal, Francisco Martínez Olmos, Bernardo Verdú OFM, Francisco Arnau Moles... La salvación de su alma, el cumplimiento del “plan de Dios” en su vida, la gloria de Dios y la salvación de todas las almas serán su preocupación obsesiva.
Nombrado vicario de Torrechiva, entonces diócesis de Valencia, permanecerá allí desde finales de marzo al 1 de octubre de 1913. Dedicó entonces no pocas horas a leer, reflexionar, meditar y estudiar libros de espiritualidad, entre otros, a José Tissot en La vida interior (ed. Herder).
Desde el 1 de octubre de 1913 hasta el 24 de febrero de 1922, fue nombrado prefecto de disciplina del Seminario Conciliar de Valencia colaborando en la formación de los seminaristas, quienes encuentran en él al amigo que los orienta, los ayuda y los estimula en su vocación al sacerdocio. Por ello, emprendió bien pronto a impartirles clases complementarias y optativas De ascetica et mystica.
El 2 de marzo de 1917 comenzó a tener una relación epistolar muy intensa con el padre Juan G. Arintero, OP, que perduró hasta el 24 de febero de 1922.
Tras dirigir unos ejercicios espirituales en Tenerife, brota en su corazón y en el de unos sacerdotes amigos el deseo de emprender en Valencia una tarea eclesial renovadora, similar a la que él había podido ver funcionando en Málaga con el obispo Manuel González.
Fundan los Misioneros Eucarísticos Diocesanos, de los que será nombrado director, desplegando un intenso trabajo en las parroquias dando numerosas tandas de ejercicios y retiros espirituales.
A los treinta y cuatro años es nombrado asimismo cura ecónomo de la parroquia de San Juan y San Vicente y, más tarde, de la real parroquia de San Andrés Apóstol de Valencia. Durante este tiempo compagina su celo pastoral parroquial con su labor como misionero. Mas, en los concursos diocesanos de 1921 y siguientes, al realizarse el reajuste parroquial consiguiente, deja esta actividad.
La experiencia diocesana de los Misioneros Eucarísticos termina el día en que monseñor Lauzurica, nuevo rector del Seminario Conciliar de Valencia, le llama a colaborar con él y le nombra director espiritual (1931). Desde entonces, salvo el período de la Guerra Civil, y hasta finales del curso 1956-1957, en que por motivos de salud tuvo que retirarse, se entregará con toda dedicación y conciencia a su tarea en la formación de los seminaristas.
En este largo período alternó su quehacer sacerdotal con la dirección espiritual, confesiones, retiros, ejercicios espirituales, sermones, pláticas, etc., a sacerdotes, religiosas y seglares de Valencia y fuera de ella. En su confesionario, en la iglesia de El Salvador, siempre había personas esperándole para descargar en él su conciencia y recibir sus consejos, pues poseía una gran discreción de espíritu.
Al producirse la revolución popular-marxista en Valencia (1936-1939) tuvo que abandonar el seminario y se refugió en principio en casa de un matrimonio, que vivía cerca. Mas, por motivos de seguridad, tuvo que dejar pronto aquel lugar.
Sufrió persecución y fue encerrado en la cárcel Modelo de Valencia (desde el 27 de febrero hasta el 18 de octubre de 1937), dando allí ejemplo de intensa caridad cristiana hacia sus compañeros de prisión.
Fueron muchas sus actividades sacerdotales desde la salida de la cárcel hasta finalizar la Guerra Civil. La ocasión de afirmarlo se la ofreció Antonio Montero Moreno, arzobispo emérito de Mérida-Badajoz, quien le escribe diciéndole que está a punto de terminar un volumen de la Historia de la persecución religiosa en España, 1936-1939 y recaba su colaboración.
Terminada la Guerra Civil, fue de los primeros en incorporarse al seminario para reorganizar la residencia- seminario y solucionar los problemas de ubicación existentes. Pero, aparte de las obras materiales, para él había otros “problemas” mucho más importantes: había que reconstruir cuanto antes la vida espiritual de sus futuros moradores. Por eso, organiza pronto en la casa de ejercicios La Purísima de Alaquás y en la casa de espiritualidad San Vicente Ferrer de Agullent sendas tandas de ejercicios espirituales En esas fechas fue nombrado canónigo de la santa iglesia catedral de Valencia (junio de 1939).
Por otra parte, desde sus inicios, se incorporó a la recién fundada asociación de la Unión Apostólica del Clero en Valencia (1910), siendo elegido secretario en 1917 y, después, presidente en 1931.
Ante los problemas sociales subsiguientes a la Guerra Civil española, se preocupó en hacer realidad el amor efectivo y real al prójimo; y por ello, en 1942, funda en Algemesí la Pía Unión o Asociación de las Misioneras de la Divina Providencia, Auxiliares de la Parroquia, cuyo fin concreto era la “evangelización de los pobres (Lc. 7, 18), que tienen hambre de pan, de cultura y de Dios, especialmente en las barriadas y centros o lugares más alejados de la parroquia”.
Para él otro apostolado de grandes dimensiones fue el de la palabra y el de la pluma.
Restablecido de su enfermedad, que le alejó del seminario, se le nombra director de la residencia sacerdotal Venerable Agnesio de Valencia (1957) y se le confiere la dignidad de maestrescuela de la santa iglesia catedral (1958).
El 15 de julio de 1960, tras tres tandas consecutivas de ejercicios espirituales, cansado y agotado, se retiró a la casa de las Misioneras de la Divina Providencia en Algemesí. El 29 de abril de 1962 tuvo una apoplejía con las consecuencias motoras pertinentes y se le administran los últimos sacramentos. A los dos meses, le repite el ataque cardíaco, que le postró definitivamente en cama.
El 7 de agosto de 1962, a las diez de la mañana, tras repetir varias veces: “¡Cúmplase en mí tu plan; acábese en mí tu obra!”, junto con otras muchas jaculatorias y plegarias, expiró.
Fuentes y bibl.: Valentina beatificationis et canonizationis servi Dei Bernardi Asensi Cubells sacerdotis, conffesoris et animarum ductoris informatio, Roma, 1998.
J. Aliaga Girbés, Fiel al plan de Dios, Valencia, Edicep, 1998.
José Aliaga Girbés