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José María Gabriel y Galán

Biografía

Gabriel y Galán, José María. Frades de la Sierra (Salamanca), 28.VI.1870 – Guijo de Granadilla (Cáceres), 6.I.1905. Escritor y maestro.

La familia de Gabriel y Galán era campesina en su rama paterna, de raigambre netamente charra, es decir, de la tierra que tiene por vértices la capital, Ciudad Rodrigo y la sierra de la Peña de Francia; también lo era por parte de su abuela materna. En cambio, su abuelo materno era médico-cirujano y natural de Coria (Cáceres).

Su padre, Narciso Gabriel Panadero, era labrador y ganadero acomodado, que había desempeñado el oficio de montaraz en un pueblo cercano a Frades, trasladándose a éste tras casarse con Bernarda Galán Casquero, hija del médico que había sido de la localidad.

Era Narciso el tipo de charro puro que José María dejó retratado en “Ganadero”. De su madre puede decirse que era una mujer llamativamente culta para el medio en que siempre se desempeñó, que hacía versos, de factura ingenua y sencilla, algunos de los cuales se han conservado. Muchas de las estrofas de “El ama” se refieren a ella. El matrimonio tuvo ocho hijos (José María fue el séptimo), de los que sobrevivieron cinco.

La infancia de José María no presenta rasgos reseñables, salvo el importante de su precoz iniciación en la poesía. Se conocen dos composiciones (“El manifiesto electoral” y “La aristocracia de mi lugar”), escrita ésta última a los doce años (cfr. Iscar Peyra), en las que pone en solfa a los políticos de la zona (entre ellos a su propio padre), en estilo satírico y festivo. Tras no pocos esfuerzos, accedió el padre a las indicaciones del maestro local para que el muchacho estudiara una carrera. La de Magisterio fue la elegida, y la Escuela Normal de Salamanca acogió a José María durante los tres años que duraban los estudios de maestro superior, que culminó con extraordinaria brillantez; en el segundo año, y ya con el título de maestro elemental, hizo oposiciones y ganó plaza en la escuela de Guijuelo (Salamanca). Antes de incorporarse a ella, obtuvo permiso para realizar, en la Escuela Normal Central de Madrid, un cuarto curso indispensable para opositar a cátedras (objetivo final que se proponía), lo que llevó a cabo en 1888-1889, con buen aprovechamiento.

Tomó entonces su primer contacto con la gran urbe, cuyo rastro reflejó más tarde en su obra.

El verano de 1889 lo pasó en Galicia, donde contempló por primera y única vez el mar, incorporándose luego a la escuela de Guijuelo, en la que permaneció hasta 1892, cuando, tras nuevas oposiciones, obtuvo una plaza de superior categoría en Piedrahita (Ávila), que desempeñó hasta 1898. En este año, contrajo matrimonio con una joven extremeña, Desideria García Gascón, que vivía en Guijo de Granadilla con unos tíos suyos, mayores, sin hijos, pero con buena hacienda. Ellos propusieron poco después al joven maestro el abandono de la docencia y su traslado a dicha localidad, para hacerse cargo de sus negocios agrícolas y ganaderos. Tras largas reflexiones, José María aceptó porque, como diría a la condesa de Pardo Bazán unos años después, “mis aficiones todas estaban en el campo”. El matrimonio tuvo cuatro hijos.

Durante su estancia en Piedrahita, José María, que nunca había dejado los versos, comenzó a publicarlos en la Revista Popular, en el Heraldo de Ávila y en La Lectura Dominical de Madrid.

A finales de octubre de 1898 llegó el poeta a Guijo de Granadilla, localidad del norte de Cáceres cercana a Plasencia, a orillas del Alagón, río que, curiosamente, nace en la sierra de Frades. Allí estrenó una nueva vida que le permitió desarrollar una actividad literaria ya incesante. A poco de llegar, nació su primer hijo y con este motivo escribió “El Cristu benditu”, acogido con gran entusiasmo por Unamuno, quien lo dio a conocer a todo el que se ponía a su alcance, y de esta manera el nombre de Gabriel y Galán comenzó a sonar en Salamanca. Se inició entonces su amistad con el rector que, con algunos altibajos, duró toda su vida. También el “Cristu benditu” puso en relación a su autor con Menéndez Pidal, muy interesado por entonces en las hablas dialectales; el ilustre filólogo pidió al poeta la recogida de romances y leyendas populares por la zona, estableciéndose entre ambos una interesante correspondencia. Mantuvo también José María relación, más o menos estrecha, con otros escritores de la época, como Pardo Bazán, Pereda, Sánchez Rojas, Fernández Villegas, Maldonado, González Castro, Mir, Roso de Luna, y otros.

En mayo de 1901 falleció su madre, acontecimiento que le inspiró una composición que presentó, a instancias de su hermano Baldomero, a los primeros Juegos Florales de Salamanca, celebrados en septiembre y en los que actuó de mantenedor Joaquín Costa. Allí ganó José María la Flor Natural con “El ama”, elegía que obtuvo un enorme éxito y lanzó a la fama el nombre de su autor. Comenzó entonces una fase de su vida, que ya duró hasta el fin, de un intenso trabajo literario al que le obligaban su propia iniciativa y el aluvión de peticiones que le llovían de todas partes.

Publicaron poesías suyas prácticamente todos los periódicos y revistas de Extremadura, Salamanca y otras capitales castellanas, así como de Madrid y del resto de España. En mayo de 1902 publicó su primer libro (sin contar otro que, con seis composiciones del poeta, sacó a sus expensas el padre Cámara, obispo de Salamanca), con el título de Castellanas y prólogo de F. Fernández Villegas (Zeda). En ese mismo mes fue invitado a dar un recital en el Ateneo de Madrid, que tuvo gran éxito, aunque silenciado en esta ocasión por casi todos los periódicos liberal-progresistas de la capital, lo que produjo un gran disgusto al poeta. Hay que señalar que ya por entonces, y debido a su profundo sentido religioso, se le adscribió a una suerte de clericalismo incompatible con él, y que ha deformado lamentablemente su auténtica imagen.

En octubre de 1902 ganó la Flor Natural en los Juegos Florales de Zaragoza con la poesía “Amor” y, caso insólito, otros tres premios con “La romería del amor”, “Fe” y “Patria”.

En enero de 1903 apareció el libro Extremeñas, escrito en el dialecto de la Alta Extremadura, y en abril recibió el nombramiento de Hijo Adoptivo de Guijo de Granadilla, leyendo entonces “Solo para mi lugar”, composición que dedicó a las gentes del pueblo. En septiembre de este año obtuvo el premio a la composición libre de los Juegos Florales de Murcia por su poema “Ara y canta”, y en este mismo mes, la Flor Natural en los Juegos Florales de Béjar con “Amor de madre”.

En octubre se ofreció en Salamanca un banquetehomenaje a Gabriel y Galán y a Unamuno, como “representantes” de las tendencias conservadora y liberal que tantas y tan crónicas discordias promovían allí, sobre todo en los estamentos intelectuales. Vano intento: no acudieron los elementos más integristas de la Universidad, cuya cabeza visible era el catedrático de Derecho Político, Enrique Gil Robles. Unamuno hizo un discurso en su estilo y el poeta, en el suyo, compuso para la ocasión y leyó “Brindis”. Por segunda vez (la primera lo fue el año anterior, con ocasión del envío del diploma de los Juegos Florales de Zaragoza), la figura de Gabriel y Galán se había instrumentalizado, bien a su pesar.

En marzo de 1904 publicó Campesinas y, en agosto, ganó un certamen convocado en Lugo para conmemorar el cincuentenario del dogma, con la composición “A la Definición dogmática de la Inmaculada Concepción”. En octubre de este año obtuvo la Flor Natural y el Premio Especial del Centre Catalá de Buenos Aires, en los Juegos Florales celebrados en la capital del Plata; las poesías premiadas en esta ocasión fueron “Canto al trabajo” y “A la montaña”.

Murió a los treinta y cuatro años de edad en Guijo de Granadilla y allí reposan sus restos. Estaba entonces en la plenitud de su popularidad, lo que se puso de manifiesto en los periódicos y en la multitud de actos necrológicos que en su honor se celebraron.

 

Obras de ~: Castellanas, pról. de F. Fernández Villegas (Zeda), Salamanca, Francisco Núñez, 1902; Extremeñas, Salamanca, Est. Tipográfico Calón, 1902 (pról. de J. Maragall en la 3.ª ed.); Campesinas, Salamanca, Viuda de Colón e Hijo, 1904; Nuevas Castellanas, pról. de E. Pardo Bazán, Salamanca, 1905; Religiosas, Salamanca, 1906; Obras Completas, Madrid, F. Fe, 1912, 2 vols. (ed. en 1 vol., Madrid, Aguilar, 1941).

 

Bibl.: F. Iscar Peyra, Silueta de Gabriel y Galán, Madrid, F. Beltrán, s. f.; J. González Castro, “en honor de Salamanca”, en El Adelanto (Salamanca), 6 de mayo de 1902; F. Araujo, “Un gran poeta castellano”, en La España Moderna (Madrid), mayo de 1902; J. González Castro, “Galán prosista”, en El Adelanto (Salamanca), 17 de enero de 1905; A. Salcedo Ruiz, “Gabriel y Galán como poeta bucólico”, en El Universo (Madrid), 27 de enero de 1905; C. Gómez Álvarez, “Galán en la escuela”, en Boletín de Primera Enseñanza (Salamanca), enero de 1905; C. Muiños Sáenz, “Gabriel y Galán”, en La Ciudad de Dios (Madrid), febrero de 1905; M. de Unamuno, “Discurso”, en El Adelanto (Salamanca), marzo de 1905; C. Vega, Gabriel y Galán. Esbozo biográfico, Valladolid, A. Rodríguez, 1905; J. Ibarrola Muñoz, Discurso, velada necrológica, Cáceres, Imprenta El Noticiero, 1905; E. Pardo Bazán, Discurso, velada necrológica de Salamanca, Madrid, Moreno, 1905; P. Henríquez Ureña, “José María Gabriel y Galán”, en Horas de Estudio, París, Ediciones Literarias y Artísticas, 1907; E. Pardo Bazán, “Gabriel y Galán”, en Retratos y apuntes literarios, Madrid, R. Velasco, 1908; F. Fernández del Campo, “Recuerdos”, en Patria y Letras (Madrid), 15 de septiembre de 1909; L. Herrera Oria, S. J., “Gabriel y Galán”, en Razón y Fe (Madrid), 1909-1910; J. Sánchez Rojas, “Elogio de Gabriel y Galán”, Nuestro Tiempo (Madrid), agosto de 1913; A. y A. García Carraffa, Gabriel y Galán, Madrid, Juan Pueyo, 1918; C. Blanco Cabeza, Cartas y poesías inéditas de Gabriel y Galán, Madrid, Hernando, 1919; A. Cotarelo y Valledor, “Prólogo”, en J. M.ª Gabriel y Galán, Casto Blanco Cabeza: cartas y poesías inéditas, Madrid, Hernando, 1919; A. Revilla Marcos, José María Gabriel y Galán. Su vida y sus obras, Madrid, Rivadeneyra, 1923; M. de Unamuno, “Prólogo”, en A. Revilla Marcos, José María Gabriel y Galán: su vida y sus obras, Madrid, Rivadeneyra, 1923; J. Rincón Lazcano, “Madrid y el poeta Gabriel y Galán”, en Revista de Bibliotecas Ayuntamiento de Madrid, mayo de 1925; J. Ibarrola Muñoz, Literatura sublime e Historia gloriosa, Cáceres, Imprenta Moderna, 1927; M. Santiago Cividanes, Epistolario de Gabriel y Galán, Madrid, Fernando Fe, 1928; M. Alonso, S. J., “El cantor de Castilla”, en Estudios, Buenos Aires, 1929; F. Onís, Antología de la poesía española e hispanoamericana, Madrid, 1934; F. Iscar Peyra, Gabriel y Galán.

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Jesús Gabriel y Galán Acevedo