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Pedro de la Cueva y Velasco

Biografía

Cueva y Velasco, Pedro de la. Cuéllar (Segovia), c. 1491 – Roa (Burgos), 1.IX.1544. Consejero de Estado y Guerra, mayordomo de Carlos V, noble y militar.

Fue el segundogénito de las terceras nupcias que contrajo Beltrán de la Cueva, I duque de Alburquerque, con María de Velasco, hija del condestable de Castilla, Pedro Fernández de Velasco. Su hermano fue Cristóbal de la Cueva y Velasco, casado con la III condesa de Siruela. Su padre le dejó el señorío de Torregalindo y la heredad de Portillejo, que de tomar el camino de la Iglesia habrían de pasar a su hermano. Esta fue la intención de su madre, lo que, quizás, determinó su envío al estudio de Salamanca. De hecho, Pedro de la Cueva era en 1508 prior de Aroche, tras ser presentado a este beneficio vacante por muerte de Luis de Castilla. Pero parece que abandonó la Iglesia en 1509, año en que falleció su madre y en el que se registran disputas con su hermano Cristóbal por la tenencia del señorío de Torregalindo.

Pedro de la Cueva estuvo al mando de una compañía del ejército que entró en 1512 en Navarra. El 21 de marzo de 1518 pasó en Valladolid su probanza como caballero de la orden de Santiago, en la que ulteriormente recibió la encomienda de Reina.

Durante la guerra de las Comunidades abrazó la causa imperial, destacándose en varias acciones de armas, como en diciembre de 1520 cuando evitó que los soldados enviados por Segovia se uniesen a los comuneros que habían ocupado Valladolid; hechos que le valieron el agradecimiento de Carlos V en carta de 21 de febrero de 1521. Participó en Villalar, siendo el encargado de escoltar al cadalso a los capitanes Padilla, Bravo y Maldonado. Los gobernadores de Castilla eligieron a don Pedro para ir a Flandes a dar cuenta a Carlos V del triunfo de Villalar, pero nunca llegó a su destino. Debido a la guerra con Francia fue apresado en Burdeos, siendo liberado en el otoño de 1521.

Al regresar Carlos V a España entró a servirle como gentilhombre de cámara, cargo en que figura desde 1523. Por orden del Emperador intervino en el invierno de 1522 en Valencia en la rendición de Alcira al virrey Diego Hurtado de Mendoza, pasando más tarde a Mallorca a sofocar a los agermanados. El 19 de junio de 1523 Carlos V expidió una cédula por la que nombró a Pedro de la Cueva capitán general y proveedor de la Armada. Como tal, recibió órdenes el 31 de julio de partir con varias naves y 1.500 soldados hacia las Azores para escoltar a Pedro Manrique, capitán de la Armada de la Guarda de la Costa y evitar que cayese en manos de corsarios franceses. Asimismo, el arribo de noticias de Cuba en las que se daba cuenta de los desafueros perpetrados por Hernán Cortés contra el gobernador Diego Velázquez impelió a Carlos V a requerir nuevamente los servicios de Pedro de la Cueva, disponiendo que zarpase hacia el Nuevo Mundo y prendiese a Cortés. Empero, la intervención del duque de Béjar a favor del conquistador extremeño suspendió el mandato imperial. En estos años de 1523 y 1524, don Pedro colaboró igualmente en el asedio imperial a Fuenterrabía, que en los primeros compases dirigió su sobrino Beltrán de la Cueva, obstaculizando las tentativas de auxilio por mar.

En los años que Carlos V permaneció en España en la década de 1520, Pedro de la Cueva fue comisionado con diversos encargos. Por ejemplo, en 1526 escoltó a los hijos de Francisco I que habían de quedar como rehenes en Castilla. Dos años después se le mandó a supervisar cómo el condestable de Castilla cuidaba de los hijos de Francisco I.

Abandonó la Península en 1529 para asistir a la coronación imperial en Bolonia. Un año después, en noviembre de 1530, fue enviado a Roma a tratar con el pontífice Clemente VII varios asuntos, entre ellos el de un concilio general y la entrega de Florencia a los Médici. Al comenzar el invierno de 1531 fue puesto al frente de la República de Siena para apaciguar los ánimos, cumplido lo cual se reintegró en el séquito de Carlos V.

En la corte imperial, Pedro de la Cueva mantuvo a lo largo de toda su vida una estrecha relación con el poderoso secretario Francisco de los Cobos. Ello y sus propios servicios hicieron que Carlos V le concediera el 24 de julio de 1531 en Bruselas la encomienda mayor de Alcántara, vacante por la muerte del señor de La Chaulx, para lo cual medió bula de Clemente VII. Carlos V también le dispensó una de las tres mayordomías de la Casa de Borgoña.

En años sucesivos siguió a Carlos V en los escenarios bélicos en que este se vio implicado. En 1532 participó activamente en la organización de la defensa de Viena, amenazada por los turcos. En octubre don Pedro fue despachado a Roma a residir junto al cardenal Loaysa y el embajador Mai, con la misión de solicitar a Clemente VII una reunión con el Emperador cuando este regresara a Italia. Posteriormente, Pedro de la Cueva luchó en la campaña de 1535 contra Túnez, siendo al año siguiente capitán de la artillería imperial durante la incursión de Carlos V en Provenza.

En 1539 marchó junto a Carlos V cuando este atravesó Francia para castigar la revuelta de Gante. En noviembre de 1540 abandonó la corte imperial para regresar a Castilla con la oferta de ocupar el cargo de capitán general de la Artillería, vaco por la muerte de Miguel de Herrera, el cual asumió en el verano de 1541. Como capitán general de la artillería sirvió en la jornada de Argel de 1541, poco antes de la cual hizo un primer testamento.

La última campaña imperial en la que don Pedro participó fue el socorro de Perpiñán en el otoño de 1542, pues cuando Carlos V abandonó la Península en mayo de 1543, don Pedro quedó en Castilla. El 17 de agosto de 1544, ya enfermo, hizo testamento en favor de su sobrino Juan de la Cueva y Velasco, IV conde de Siruela, falleciendo el primer día de septiembre de 1544. Mandó ser enterrado en la iglesia Santa María de Roa de Duero, templo que financió y donde permanece enterrado.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de Indias (AGI), Indiferente, 120, Leg. 9, fol. 172v-173r; Archivo General de Simancas (AGS), Estado, Leg. 496, fol. 314; AGS, Estado, Leg. 41, fol. 84; AGS, Cámara de Castilla, Leg. 140, docs. 114 y 116; Archivo Histórico Nacional (AHN), Órdenes Militares, Pruebas de caballero de Santiago, Exp. 2292; Archivo Histórico de la Nobleza (AHNob), Fernán Núñez, C. 2, doc. 16 (1-5); AHNob, Fernán Núñez, C. 17, doc. 11; AHNob, Fernán Núñez, C. 89, doc. 22; AHNob, Fernán Núñez, C. 96, doc. 2; AHNob, Fernán Núñez, C. 705, doc. 8; AHNob, Frías, C. 23, doc. 6.

M. Fernández Navarreteet al., Colección de documentos inéditos para la Historia de España, t. 3, Madrid, Imprenta de la viuda de Calero, 1843, pág. 214; L. Correa, Historia de la conquista de Navarra por el duque de Alba, Pamplona, Imprenta de Longás y Ripa, 1843, pág. 63; L. de Padilla, “Crónica de Felipe 1º llamado el Hermoso” en M. Fernández Navarrete et al., Colección de documentos inéditos para la Historia de España, t. 8, Madrid, Imprenta de la viuda de Calero, 1846, pág. 201; A. Rodríguez Villa, “Un cedulario del Rey Católico (1508-1509)[II]”, en Boletín de la Real Academia de la Historia, LV (1909), págs. 137-272; A. Rozet y J. F. Lembey, L'invasion de la France et le siège de Saint-Dizier par Charles-Quint en 1544, París, Libraire Plon, 1910; A. Santa Cruz, Crónica del Emperador Carlos V, t. 4, Madrid, Real Academia de la Historia (RAH), 1923; M. Fernández Navarrete et al., Colección de documentos inéditos para la Historia de España, t. 14, Madrid, Imprenta de la viuda de Calero, 1849, págs. 99-104; F. López de Gómara, Guerras de mar del Emperador Carlos V, M. Á. Bunes Ibarra y N. Edith Jiménez (ed. y estudio), Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000, pág. 161; J. Martínez Millán (coord.), La Corte de Carlos V, vol. 1, t. II, Madrid, Sociedad Estatal para la Conmemoración de los Centenarios de Felipe II y Carlos V, 2000; F. Fernández de Béthencourt, Historia genealógica y heráldica de la Monarquía española, Casa Real y Grandes de España, t. X, Sevilla, Fabiola de Publicaciones Hispalenses, 2003; B. Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, parte 1ª, J. A. Barbón Rodríguez (ed.), México D.F., Colegio de México, 2005, pág. 716.

 

Diego Pacheco Landero

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