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José María Beránger Ruiz de Apodaca

Biografía

Beránger Ruiz de Apodaca, José María. Cádiz, 12.II.1823 – Madrid, 23.I.1907. Capitán general de la Armada, marino y político.

Cuando una misma persona ocupa seis veces una cartera ministerial en diferentes regímenes políticos y situaciones alternativas puede pensarse que se trata de un hombre excepcional o un arribista.

Tal vez el almirante Beránger tuviese algo de ambas cosas.

Nacido en Cádiz de familia de raigambre marinera (su abuelo fue Juan Ruiz de Apodaca, conde del Venadito), ingresó muy joven en la Armada, comenzando a navegar a los trece años, en destinos subalternos, a bordo siempre de corbetas y avisos hasta que en 1840 obtuvo su primer mando. Muchos años de mar complementaron sus conocimientos náuticos y durante ellos tuvo ocasiones muy repetidas de probar su pericia.

Fue el primer comandante de la fragata Victoria, destinada a la campaña del Pacífico, viaje que no pudo realizar por un incidente a que dieron lugar las autoridades inglesas deteniendo a este buque por razones diplomáticas fundadas en leyes de neutralidad.

Su tacto y discreción en aquel delicado asunto evitaron males mayores, evidenciando un singular talante que habría de ser característico en su larga carrera tanto de marino como de político.

En 1868 era el jefe de la Comisión de Marina en Inglaterra, creada para conocer y estudiar los progresos navales de aquella nación y desde Londres prestó importante colaboración a los conspiradores de la revolución de 1868, especialmente en una amplia labor de información con el brigadier Topete al que le unía una gran amistad y del que recibió la cartera de Marina en el nuevo gobierno, el 20 de marzo de 1870, año en que también había obtenido el acta de diputado. Beránger prosiguió en la cartera de Marina durante la regencia de Serrano, manteniéndola también en los comienzos del reinado de Amadeo I en los gabinetes de Serrano y Ruiz Zorrilla, cesando como consecuencia de la crisis ministerial de dicho gobierno el 5 de octubre de 1871. Fue este ministro quien, acompañado de una comisión del Almirantazgo y a bordo de la fragata Numancia, recogió en el puerto italiano de la Spezia a Amadeo y lo trasladó a Cartagena.

De esta primera gestión ministerial de Beránger, en tiempos de gran inestabilidad política, hay escasez de noticias. Una de las pocas medidas que tomó fue la de conceder la Cruz de Plata del Mérito Naval al reducido grupo de supervivientes del combate de Trafalgar, quienes habían aprovechado la inclusión del diputado civil Segismundo Moret en la Junta del Almirantazgo para solicitar la gracia, aduciendo que en los más de setenta años que habían transcurrido desde la acción naval nadie se había acordado de ellos.

Beránger fue relevado por Malcampo que cambió la cartera de Marina por la presidencia del Consejo de Ministros. Tuvo que dimitir de este cargo que ocupó Sagasta, y la cartera de Marina volvió nuevamente a Beránger, quien la desempeñó desde el 13 de junio de 1872 hasta el 24 de febrero de 1873, siendo, por tanto, el último ministro del reinado de Amadeo I y el primero de la República, aunque sólo permaneciera en el cargo durante trece días.

De la acción de Beránger en su segundo mandato puede destacarse la redacción de unas nuevas ordenanzas de Arsenales y los intentos de reformas de las Ordenanzas Generales. Modificó la Ley de ascensos de Topete y potenció la Infantería de Marina, teniendo en cuenta la antigüedad de su creación. También redactó el Reglamento de la Escuela Naval flotante creada por Topete en 1870.

Tras el golpe de Pavía que acabó con la primera República, Beránger y Topete fueron convocados en aquella junta de “notables” para decidir sobre el futuro de la nación. Durante el reinado de Alfonso XII, Beránger permanece en destinos profesionales, como el mando del Apostadero de La Habana y la Capitanía General del Departamento de Cádiz, pero el 27 de noviembre de 1885 vuelve al ruedo político al frente de la cartera de Marina por tercera vez, en un gabinete de Sagasta y representando políticamente a la izquierda dinástica. Durante este mandato reformó la estructura orgánica del Ministerio, tratando de recomponer su administración con el fin de mejorar el funcionamiento de los distintos cuerpos y servicios, pero su aportación más importante es la presentación de su discutido plan naval que tiraba por la borda el programa elaborado por el almirante Antequera tres años atrás, pero que sería continuado por su sucesor, el almirante Rodríguez Arias. Beránger, acérrimo partidario de la Jeune École, proyectó un plan de construcciones que no contemplaba la intervención de España en un conflicto europeo y sí en Ultramar, por lo que propugnaba dotar a la escuadra de unidades ligeras y veloces muy en la línea de la “Jeune École”. Su cese el 10 de octubre de 1886 no le permitió ver culminado su programa naval que siguió con algunas modificaciones el almirante Rodríguez Arias.

Una cuarta incursión de Beránger en la cartera ministerial de la Armada se produjo el 5 de julio de 1890, esta vez en un gobierno de Cánovas, lo que da idea de su versatilidad política, y en el que va a permanecer hasta el 10 de noviembre de 1891, relevado por el propio Cánovas, en tanto que éste busca su sucesor. Posiblemente, el cese del marino se debiera a roces con el ministro de Hacienda (muy frecuentes en aquella época) por cuestiones presupuestarias, al estimar Beránger que se incluían en el ministerio de Ultramar partidas que correspondían a la Armada.

Ministro por quinta vez, el 11 de marzo de 1892 sigue en un gabinete conservador, aduciéndose en su defensa que se veía obligado por los cambios políticos a ejercer su acción en diferentes gobiernos muy alejados entre sí en el tiempo; constante que condiciona el cargo. De esta manera, su cese el 11 de diciembre del mismo año lo provoca un nuevo gabinete de Sagasta con un cambio total de carteras ministeriales y de los programas de actuación política que había mantenido Cánovas. Beránger no sería la excepción de la regla.

Con los conservadores volvió a aparecer por sexta vez el vicealmirante Beránger en el Ministerio de Marina a pesar de que desde 1894 estaba en la reserva.

Beránger no solamente será ministro con Cánovas desde el 24 de marzo de 1895, sino que continuará en el gabinete de su sucesor, Azcárraga, hasta el 4 de octubre de 1897 —su período más largo—.

Sin embargo al regresar nuevamente al poder Sagasta, el ministro de Marina, Beránger, volvió a cesar, y esta vez para siempre después de dirigir a la Armada en esta última etapa durante dos años, seis meses y once días.

En éste su último mandato ministerial se registra una decisión de extraordinaria importancia como es la creación del Estado Mayor de la Armada, con la eliminación de la Subsecretaría. La creación de tan importante organismo se había visto influenciada, cuando no condicionada por reiteradas reclamaciones del conjunto de la Armada, previniendo el conflicto con Estados Unidos.

La actividad profesional y política de Beránger no cesó tras su última caída ministerial y su anterior pase a la reserva. Desempeñó, entre otros destinos, los de vocal del Consejo Supremo de Guerra y Marina; presidente del Consejo de Redenciones y Enganches de la Sección de Marina en el Consejo de Estado, Comisión codificadora de la Armada y presidente del Consejo de Administración de la Caja de Huérfanos de la guerra, senador vitalicio y caballero de la Orden militar de Calatrava.

Personaje controvertido donde los haya, para unos fue intrigante y ambicioso, para otros prestó meritísimos servicios a la patria, que como recompensa a sus relevantes cualidades lo elevó a la más alta jerarquía del elemento armado naval.

Su enemistad personal con Isaac Peral, al que torpedeó la construcción del submarino, sus desavenencias con Cervera y otros almirantes de la época, y la imprudencia de sus declaraciones sobre la guerra del 98, le restaron no pocas simpatías, pero no cabe duda de que su influencia fue decisiva en el amplio programa de reformas de la Armada, y su historia y hoja de servicios están íntimamente unidas a la historia de España en los dos últimos tercios del siglo XIX, tan fecunda en acontecimientos en muchos de los cuales José María de Beránger alcanzó especial protagonismo.

A su muerte se le tributaron honores de capitán general con mando en plaza y se le dio cristiana sepultura en el panteón familiar del cementerio madrileño de San Isidro el 25 de abril de 1907.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de la Marina, Álvaro de Bazán, Exps. personales.

J. R. Cervera Pery, Marina y Política en la España del siglo xix, Madrid, San Martín, 1979; F. Bordejé, Crónica de la Marina española en el s. xix (1868-1898), Madrid, Ministerio de Defensa, 1999.

 

José Ramón Cervera Pery

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