Barraquer Roviralta, Luis. Barcelona, 1855 – Sant Climent de Llobregat (Barcelona), 12.X.1928. Médico, neurólogo.
Nacido en el seno de una familia procedente de Santa Cristina en el Bajo Ampurdán, su padre, Joaquín Barraquer Llauder, fue abogado. Un hermano mayor, José Antonio Barraquer Roviralta, fue un ilustre oftalmólogo fundador del que sería uno de los más importantes servicios de oftalmología en su época en España en el Hospital de la Santa Cruz e iniciador de una importante saga de oftalmólogos.
Luis Barraquer Roviralta realizó sus estudios de la licenciatura de Medicina en la Universidad de Barcelona, acudió a diversas clínicas universitarias y recibió fuertes y trascendentes influencias del que consideraría uno de sus maestros, Bartolomé Robert i Yarzabal, catedrático de Patología y Clínica Médicas. En esos momentos Robert era el internista más interesado por las enfermedades neurológicas como lo demuestran sus múltiples trabajos sobre la materia. Ya por entonces, Barraquer mostró una clara preferencia por las enfermedades del sistema nervioso, algo infrecuente en esa época en la que los estudiantes y los médicos tenían un vocación más generalista. Esta vocación, que se fragua en estos años, coincide justo cuando la neurología se desarrolla y estructura en Europa como una especialidad médica de primera magnitud gracias principalmente al impulso que recibe de los grandes clínicos franceses, alemanes e ingleses que habían polarizado totalmente su dedicación clínica hacia esta disciplina. Lleno de entusiasmo por la neurología, durante los años 1879 y 1880 realizó diversas estancias fuera de España, al parecer en Francia, aunque no existe constancia exacta de en qué lugar. Sin embargo, sí que establece frecuentes contactos epistolares con grandes neurólogos, los cuales se mantendrán a lo largo de su vida, y entre ellos con personalidades de la categoría académica de Duchenne de Boulogne, Jules Dejerine, Joseph Babinski, Jean Martín Charcot, Pierre Marie, Hermann Oppenheim y André Thomas.
A su regreso a Barcelona, y ya decidido a dedicarse totalmente a la neurología, en 1882 por recomendación de Robert i Yarzabal ingresó en el Hospital de la Santa Cruz, uno de los hospitales de carácter benéfico más emblemáticos de Barcelona —que había sido fundado en 1407—, y donde creó rápidamente un Dispensario de Enfermedades del Sistema Nervioso que pronto alcanzó gran prestigio. Influenciado por el fuerte desarrollo en otros países de las técnicas electrodiagnósticas de estimulación y electroterapia que habían sido puestas en marcha por Erb en Alemania y por Duchenne en Francia, propuso a la dirección del hospital que dicho servicio se denominara Dispensario de Electroterapia, posteriormente conocido con el nombre de Servicio de Neurología y Electroterapia, y que a la postre fue el primer servicio especializado en neurología que existió en España. Ya durante esos años realizó numerosas aportaciones para el mejor conocimiento de determinadas enfermedades neurológicas, mediante el denominado electrodiagnóstico.
Resulta curioso cómo, a pesar de su dedicación y entrega absoluta a la puesta en marcha y desarrollo de este servicio, no fue hasta 1906 nombrado médico de número de dicho hospital por la dirección del centro.
La vida de Barraquer estuvo dedicada totalmente a su trabajo en el Hospital de la Santa Cruz, y la labor que en él realizó fue encomiable, siendo el creador de la escuela catalana de neurología que con el tiempo se consolidó como una de las más importantes y de mayor influencia en España. Trabajador infatigable, profundo conocedor de la anatomía y de las aportaciones neurológicas más sobresalientes del momento, destacaba, sin duda influido por las escuelas neurológicas europeas, por la enorme capacidad y brillantez en la realización de la anamnesis a los pacientes y por una minuciosidad exploratoria que asombraba a sus discípulos. Todo ello le llevó no sólo a establecer diagnósticos muy difíciles y complejos, sino también a hacer nuevas descripciones de enfermedades no sistematizadas hasta el momento.
En este sentido, realizó múltiples e importantes contribuciones en el campo de las enfermedades del sistema nervioso, y aunque éstas fueron fundamentalmente de orden clínico, también hizo algunas en el campo de la anatomía, la fisiología y la anatomía patológica. Su primera aportación de trascendencia tuvo lugar siendo aún muy joven, en 1897, cuando describió y publicó un caso de atetosis doble que apareció en un paciente tras padecer una fiebre tifoidea, un cuadro neurológico que más recientemente ha sido conocido como distonía muscular deformante. A partir de ese momento, las aportaciones de Barraquer fueron continuas y no sólo por las nuevas entidades clínicas que describe, sino por las correcciones y las sumaciones que realizó a entidades morbosas ya descritas por eminentes clínicos de todo el mundo. Una de las características de Barraquer fue que, con independencia de sus publicaciones en revistas científicas, realizó innumerables aportaciones personales que expresaba en sus conferencias. En ellas, a las que acudían expectantes numerosos médicos de su tiempo, sorprendía con nuevas descripciones o maniobras exploratorias que eran desconocidas por los clínicos generalistas, incluso especializados, de entonces.
Sin embargo, y aunque su mayor dedicación era a la clínica, incitado por las investigaciones experimentales tan en boga en esos momentos que lideraba el grupo de discípulos de Ramón y Cajal sobre la regeneración del nervio óptico, abordó un estudio en conejos sobre la degeneración y regeneración del nervio ciático. Estos estudios, en los que evaluó tras multitud de secciones y anastomosis del nervio su comportamiento histopatológico y de respuesta mediante exploraciones electrodiagnósticas, fueron publicados en 1910, aunque posteriormente no tuvieron continuidad.
Entre las aportaciones más importantes de Barraquer destaca, sin duda, la descripción hoy conocida con en el nombre de enfermedad de Barraquer o enfermedad de Barraquer-Simons, de una lipodistrofia cefalotorácica progresiva, caracterizada por la atrofia del tejido adiposo en la cara, brazos y tronco, contrastando con una acumulación de tejido graso en la mitad inferior del cuerpo. El trabajo original de nueva entidad fue publicado inicialmente en una revista española y después reproducido en prestigiosas revistas alemanas y francesas, como el Neurologische Zentralblatt (1907) y la Nouvelle Iconographie de la Salpêtrière (1907), despertando un enorme interés entre los clínicos de otros países. En los años siguientes fueron multitud los trabajos de otros insignes clínicos europeos en los que demostraban la certeza y la minuciosidad con la que el cuadro había sido descrito por Barraquer. Pero sus contribuciones no pararon aquí.
En el volumen de 1914-1915, editado por el Hospital de la Salpêtrière, en París, publicó un detallado trabajo titulado Contribution à la symptomatologie du Système nerveux péripherique con una extensa iconografía donde se recogían muchas de sus descripciones originales.
En 1921 hizo, además, observaciones sobre algunos datos recogidos por él en la exploración de los pacientes neurológicos, como es la descripción del reflejo de prensión del pie, caracterizado por la hiperflexión de las falanges y los dedos debido a una lesión piramidal. Estos estudios, que fueron publicados en la revista francesa Revue Neurologique, se completaron con una extensa iconografía. Este hallazgo fue denominado por reputados neurólogos de otros países como reflejo de Barraquer.
Otra descripción suya fue la que denominó máscara anestésica, que se caracterizaba por una distribución facial alta, acompañada de debilidad motriz en la misma región y que se presentaba en la polineuritis de la lepra como consecuencia de una afectación de la sensibilidad profunda. En esta misma enfermedad describió la forma amiotrófica no paralítica, deteniéndose en el aspecto de la mano en forma de garra de pájaro. Barraquer Roviralta fue un gran clínico, que destacaba por sus acertados diagnósticos, entre los que alcanzaron fama los que realizaba concretamente en pacientes con tumores del ángulo ponto-cerebeloso.
Fue, además, uno de los pioneros en el mundo en proponer la alternativa quirúrgica de algunas lesiones cerebrales y específicamente en determinados casos de epilepsias focales de origen traumático, consiguiendo por su perseverancia que los doctores Enrique Ribas i Ribas y Manuel Corachán García, ambos ilustres catedráticos de Cirugía en la Facultad de Barcelona, operaran a estos pacientes. Además de ello puso especial empeño en buscar una solución quirúrgica a los pacientes con epilepsias focales de otra naturaleza.
Para ello su primer objetivo fue poder localizar exactamente el foco y en segundo lugar encontrar al cirujano dispuesto a hacerlo. Para localizar topográficamente el foco epileptógeno utilizó la faradización localizada y para llevar a cabo las intervenciones, a Ribas i Ribas y Corachán. Hay que reconocer que todas estas acciones dieron un impulso notable a una disciplina emergente en otros países, la neurocirugía, no desarrollada por entonces en España.
En 1922 ingresó como académico de número en la Real Academia de Medicina de Barcelona con el discurso Valor semiológico de la contracción ideomuscular.
Una distancia sólida que sólo podía hacer alguien que había dedicado su vida a una disciplina poco desarrollada en los ambientes académicos. Luis Barraquer sorprende nuevamente con una novedosa descripción clínico-exploratoria, como es el fenómeno del contraste de la contracción, que consiste en la abolición del reflejo correspondiente, con exaltación de la reacción ideomuscular, proponiendo que posiblemente era debido a una lesión radicular posterior y que se encuentra en los pacientes con tabes dorsal.
Barraquer fue el primero en España en dedicarse íntegramente a la neurología clínica y no hacerlo concomitantemente a la psiquiatría como era habitual en esos momentos. Esto, aunque sin duda le restó ingresos económicos, le hizo ser fiel a su vocación de desarrollar en España la disciplina tal como él la entendía y era conceptuada en los países más avanzados, es decir, totalmente separada de la psiquiatría.
Convencido de la necesidad de realizar publicaciones científicas, aunque tan sólo de las aportaciones realmente novedosas, destacó, además, por ser un magnífico organizador de su servicio asistencial, en el que, si bien incorporaba cuantas técnicas novedosas iban surgiendo, basaba el trabajo ante el enfermo en la historia clínica y en la exploración detenida. Enamorado de la fotografía, la aplicó a la neurología, llegando a disponer de un impresionante archivo con mas de dos mil fotografías especializadas, tanto de pacientes como de preparaciones anatomopatológicas, y que fueron usadas no sólo por él, sino también por sus discípulos, incluso muchas décadas después de su fallecimiento. El prestigio de su servicio fue tal que no podía aceptar a cuantos médicos querían formarse en él. Tras trabajar durante muchos años prácticamente en solitario debido a la propia estructura y recursos del hospital, uno de sus principales méritos fue su capacidad de ir incorporando a un conjunto de médicos y de crear finalmente una gran escuela.
Fue capaz de atraer y reunir a su alrededor a un gran número de discípulos, pero quizás lo más importante fue que creó un ambiente tal que a partir de su labor puede decirse que la neurología clínica se convirtió en España en una especialidad no discutida. Aunque es imposible señalar todos y cada uno de sus discípulos directos, destacan, entre otros, Luis Barraquer Ferré, Eduardo Tolosa Colomer, Joaquín Guiter, Buenaventura Clotet Massia, Enrique Peres Casañas y Alberto Roca y Munner.
Obras de ~: “Parálisis periférica protopática de las cuatro extremidades”, en Gaceta Médica Catalana (GMC), 8 (1885), págs. 513-519; “Contribución al estudio del electrodiagnóstico de la parálisis de origen bulbar”, en Gaceta Sanitaria de Barcelona, año VI, n.º 8 (1885); “Contribución al estudio de la atetosis”, en GMC, 20 (1897), págs. 385-391; Historia clínica de un caso de atrofia del tejido celuloadiposo, Barcelona, Folleto, 1906; “Etudes clíniques et expérimentales de Neurologie. Dégéneration et régéneration du système nerveux péripherique”, en Revue Neurologique (RN), 24 (1910), págs. 1-12; “Contribution à la symptomatologie du système nerveux péripherique ”, en Nouvelle Iconographie de la Salpêtrière, 5 (1914-1915), págs. 115-174; “Atetosis doble”, en GMC, t. LVIII, n.º 1048, año XLIV (1921); “Contribution a l’étude du réflexe plantaire pathologique”, en RN, 29 (1921), págs. 455-457; “Valor semiológico de la contracción idiomuscular”, en Archivos de Neurobiología, t. III, n.º 2 (junio de 1922); “Un caso de lipodistrofia adiposa juvenil”, en Archivos de Endocrinología y Nutrición, t. I, n.º 6 (1924); “Contribución al estudio de los síndromes endocrinosimpáticos. Atrofia generalizada hemilateral”, en Revista Médica de Barcelona, 3 (1925), págs. 7-20; “Cas de sarcome perforante”, en La Presse Médicale, n.º 64 (septiembre de 1928); “Estudio experimental de la degeneración regeneración del sistema nervioso periférico”, en Anales del Hospital de la Santa Cruz y San Pablo, 2 (1928), págs. 7-14.
Bibl.: B. Rodríguez Arias, “Necrología: L. Barraquer-Roviralta”, en Revista Médica de Barcelona, 11 (1928), pág. 512; I. Sabanich y J. Torrent, “Lluís Baraquer i Roviralta”, en Medicina Catalana, III (1934), págs. 129-130; J. Guiter, “Luis Barraquer Roviralta, como hombre, como médico y como neurólogo”, en Medicina Clínica (MC), 15 (1950), págs. 382-383; A. Pedro Pons, “Barraquer-Roviralta en el ambiente médico barcelonés”, en MC, 15 (1950), págs. 291- 292; L. Barraquer-Bordas, S. Giménez-Roldán y J. M. Izquierdo-Rojo, Historia de la Neurología Clínica Española (1882-1936), tesis doctoral, Madrid, Universidad Complutense, 1978; L. Barraquer-Bordas, “Sobre l’Escola de Neurologia de l’Hospital de la Sta. Creu i St. Pau amb especial atenció a la personalitat i a l’obra del seu fundador: Lluís Barraquer i Roviralta”, en Sant Pau, 1 (1980), págs. 85-93; L. Barraquer-Bordas y S. Giménez-Roldán, “Idiopathic torsion dystonia as described by Barraquer-Roviralta”, en Advances in Neurology, 50 (1988), págs. 665-666; L. Barraquer-Bordas, “Lluís Barraquer Roviralta fondateur de la neurologie clinique catalane et espagnole”, en History of Neurology. Cogito, 1 (1989), págs. 65-71; L. Barraquer Bordas, “The history of spanish clinical neurology in Barcelona 1882-1949”, en Journal of the History of the Neurosciences, 2 (1993), págs. 203-215; Ak. Greene, “Lluís Barraquer-Roviralta (1855-1928). Spanish neurologist described progressive lipodystrophy”, en Plastic & Reconstructive Surgery, 107 (2001), págs. 158-162; L. Barraquer Bordas, “Lluís Barraquer Roviralta, fundador de la neurología clínica española. El nacimiento de una escuela”, en Neurología, 17 (2002), págs. 33-39.
Manuel Díaz-Rubio García