Barraquer i Barraquer, Ignacio. Barcelona, 25.III.1884 – 13.V.1965. Médico, oftalmólogo.
Hijo de José Antonio Barraquer i Roviralta, estudió física y química en el Instituto General y Técnico de Barcelona en 1901. En 1902 estudió Histología en la Facultad de Medicina de París, comenzando a su vuelta la carrera de Medicina en la Facultad de Barcelona y terminándola en 1907. La influencia de su padre le hizo decantarse rápidamente por la oftalmología, comenzando a profundizar en ella incluso antes de acabar la carrera, ya que durante el año anterior a su terminación asistió de forma voluntaria como practicante meritorio al Dispensario de Oftalmología del Hospital de la Santa Cruz. Nada más acabar fue nombrado médico auxiliar de dicho hospital, y en 1908 obtuvo el grado de doctor tras la lectura y defensa de la tesis doctoral Dacriocistitis, obteniendo la calificación de sobresaliente. Posteriormente marchó a París y Montpellier, donde trabajó en diversas áreas, como histología, anatomía patológica y embriología, considerando que profundizar sobre estas materias era muy importante para su formación.
De nuevo en Barcelona fue nombrado profesor auxiliar de la cátedra de Oftalmología y en 1921 designado profesor encargado de dicha cátedra, en el que tras dos años renuncia a seguir al no querer presentarse a las oposiciones para cubrir la cátedra vacante.
En 1928 obtuvo una plaza de médico numerario del Hospital de la Santa Cruz y San Pablo, siendo nombrado en 1933 profesor libre de Oftalmología de la Universidad Autónoma de Barcelona. Durante la Guerra Civil se desplazó a Tánger (Marruecos), donde ejerció privadamente. A su vuelta a Barcelona, tras terminar ésta, fue nombrado jefe del Servicio de Oftalmología de la Cruz Roja a la vez que acomete la construcción de la que denominaría Clínica Barraquer, un modelo innovador dotado de todos los adelantos en la oftalmología y con una organización no comparable a las existentes en otras clínicas de esta especialidad.
En 1947 fundó el Instituto Barraquer, que sería un centro de referencia de la oftalmología mundial. Se trataba de un centro modélico cuyo objetivo no era sólo la asistencia, sino también la investigación y la formación de oftalmólogos. En cuanto a lo primero fue pionero no sólo en España, sino también en el mundo en la puesta en marcha de las técnicas más avanzadas en la especialidad. Por lo que se refiere a la docencia, concedía en aquellos años un enorme número de becas, dando una calidad de formación difícil de encontrar en otro lugar del mundo. De su escuela salieron oftalmólogos de diversos países con una magnífica formación, distinguiéndose por la gran cantidad de discípulos que formó y que alcanzaron altas cotas en la especialidad. Entre otros muchos, cabe destacar a Joaquín Barraquer i Moner, José Ignacio Barraquer i Moner y Joaquín Rutllán Juliá.
La aportación de Barraquer i Barraquer al mundo de la oftalmología no se paró sólo en la creación de este centro, sino que se complementó una serie de aportaciones que tuvieron gran repercusión en el mundo de la oftalmología. Entre ellas, muy numerosas, cabe destacar la extracción total de la catarata, que puede considerarse como su gran aportación a la oftalmología.
Para ello era necesaria la modificación absoluta de las técnicas que se utilizaban en ese momento con las que sólo se conseguía su extracción incompleta. En 1917, después de varias pruebas, construyó una ventosa adaptada a un generador de vacío para la extracción del cristalino. Éste aparato lo denominó erisífaco y a la técnica, facoérisis. Sobre esta técnica y su erisífaco fue introduciendo modificaciones en los años siguientes hasta perfeccionarla. Esta gran contribución fue reconocida enseguida por todos los oftalmólogos como una gran aportación, solicitando el académico Manuel Menacho Peyron permiso a Barraquer para presentarlo en la Real Academia de Medicina de Barcelona.
Durante muchos años de su vida, Barraquer ocupó prácticamente todo su tiempo a la mejora de este método que fue notificando a través de sus escritos y comunicaciones a congresos nacionales e internacionales.
La experiencia que acumuló con su técnica de extracción completa de la catarata fue realmente extraordinaria, y en 1919 ya había operado a mil pacientes que se convirtieron en dos mil en el año 1922. Su experiencia le llevó a sistematizar las indicaciones de la intervención y las contraindicaciones entre las que se encontraban los sujetos miopes, los menores de cuarenta años, las cataratas luxadas, las traumáticas y las maduradas. El “método de Barraquer” fue aceptado y muy utilizado hasta la aparición de la crioextracción. Además de en la cirugía de la catarata, aportó muchas novedades en diversas técnicas, como en la dacricistoplastia, en la cirugía del glaucoma y la miocampsis para la cirugía del estrabismo.
No se distinguió, sin embargo, Barraquer por ser un gran publicista, quizás más bien todo lo contrario.
Él pensaba que sólo se debía comunicar lo realmente novedoso, aquello que podía cambiar la forma de actuar los médicos, y que otros eran los más adecuados para escribir revisiones o artículos de divulgación. Por ello, su obra escrita es corta pero muy interesante y, sobre todo, importante y productiva. Entre sus trabajos destacan todos los referidos a la extracción de la catarata y las modificaciones de la técnica que fue realizando, otros muchos sobre dacriocistitis y sobre otras técnicas quirúrgicas, como las prótesis totales en la exenteraciones orbitarias, el uso de radium en los epiteliomas o la técnica de Gogin en el desprendimiento de retina. El trabajo titulado Extracción ideal de la catarata lo publicó conjuntamente con su padre, José Antonio Barraquer i Roviralta. En 1947 fundó y dirigió los denominados Estudios e informaciones oftalmológicos, que en 1959 pasaron a llamarse Anales del Instituto Barraquer.
Barraquer recibió innumerables distinciones, honores y reconocimientos por su gran labor y aportación a la oftalmología nacional e internacional. Entre ellos, cabe destacar la Gran Cruz Alfonso X el Sabio, la de la Legión de Honor y la Medalla Nacional al Trabajo. Fue miembro de multitud de sociedades internacionales, como la belga, la francesa y la griega, y miembro del Colegio Internacional de Cirujanos.
Fue, asimismo, presidente de la Sociedad Oftalmológica de Barcelona y académico correspondiente de la Real Academia Nacional de Medicina.
En 1935 fue elegido académico de número de la Real Academia de Medicina de Barcelona, no llegando a ingresar al no leer su discurso.
Obras de ~: Dacriocistitis, Barcelona, Imprenta Provincial de Caridad, 1908; Extracción ideal de la catarata, Barcelona, Imprenta Elzeviriana, 1917; “Sobre 1.000 facoérisis”, en España Oftalmológica, 4 (1918), pág. 274; “La enseñanza de siete años de facoérisis”, en La Medicina Ibera, n.º 304 (1923); con W. A. Fisher y E. Fuchs, Catarata senil, Barcelona, Imprenta Clarasó, 1924; La conjuntiva y sus afecciones, Barcelona, Imprenta Casa Provincial de Caridad, 1932; con A. Ros, La hialuronidasa en Oftalmología, México, Galas, 1954.
Bibl.: A. Pedro Pons, “Ignacio Barraquer, el hombre y sus obras”, en Medicina e Historia, 46 (julio de 1968); J. L. Cotallo de Cáceres, E. Hernández Benito, J. L. Munoa Roiz y G. Leoz de la Fuente, “Ignacio Barraquer Barraquer”, en Historia de la Oftalmología Española, Madrid, Sociedad Española de Oftalmología, Madrid, 1993, págs. 259-265; J. Elizalde Barraquer, “Ignacio Barraquer i Barraquer”, en Centro de Oftalmología Barraquer, Barcelona, 1999, págs. 18-26; M. Díaz-Rubio, 100 médicos españoles del siglo XX, Madrid, You & Us, S.A., 2000.
Manuel Díaz-Rubio García