Palomo Martínez, Sebastián. Palomo Linares. Linares (Jaén), 27.IV.1947 - Madrid, 25.IV.2017. Torero.
Sebastián Palomo se hizo notar muy pronto en su profesión: con apenas diecisiete años dejó su Linares natal, su familia de mineros y su primer trabajo de aprendiz de zapatero, para viajar a Madrid a la llamada de las novilladas de promoción para maletillas que, con el nombre de “La Oportunidad”, los empresarios Lozano y Dominguín iban a programar en la plaza de Vista Alegre. Sus deseos de triunfar, su juvenil empuje, su valor y su capacidad como torero sobresalieron desde su mismo debut, el 20 de junio de 1964. También en ese momento pasaron a apoderarle los hermanos Lozano, con los que estuvo hasta que se retiró, convertido ya en indiscutible figura del toreo, más de treinta años después. Debido a la gran popularidad adquirida, ese mismo año de 1964 se rodó la película autobiográfica Nuevo en esta plaza, a la que siguieron Sólos los dos (1968) y La Carmen (1975).
Debutó con picadores en Ondara (Alicante) el 3 de enero de 1965, alternando con el Inclusero y Vicente Punzón. Ese primer año toreó 72 novilladas. Tomó la alternativa el 19 de mayo de 1966 en Valladolid, con Jaime Ostos como padrino de la ceremonia —le dedicó el toro Feíllo, de la ganadería de Salustiano Galache— y Mondeño como testigo.
Torero muy castigado por los toros a lo largo de su carrera, los primeros percances de consideración los sufrió en 1967, en Castellón (cornada muy grave) y en Barcelona (fractura del húmero). Entre otras tardes importantes, el 25 de abril de 1968 cortó una oreja el día de su presentación en Sevilla; luego, en 1967, formó, junto a Manuel Benítez el Cordobés, una alianza que llamaron “la guerrilla”, en desafío a los principales empresarios. Confirmó el doctorado en Madrid el 19 de mayo de 1970. Hacía ya cuatro años que era matador de toros, y la afición madrileña nunca le perdonó que tardase tanto tiempo en presentarse en Las Ventas, unas veces por estar herido, otras por falta de entendimiento con la empresa y otras porque sus apoderados no lo creyeron conveniente. Por eso, aunque en Madrid firmaría más adelante algunos de los hitos históricos de la plaza, la afición siempre le trató con extremada dureza y, en ocasiones, antipatía.
No cortó Palomo Linares trofeos la tarde de la confirmación (Curro Romero le cedió, en presencia de Juan José, el toro Presumido, de Pérez Angoso), pero sí en sus siguientes actuaciones de ese mismo San Isidro, en el que obtuvo un total de tres orejas, una el 22 de mayo y dos el 26 del mismo mes. Con anterioridad, el 19 de abril, había cortado en Sevilla dos orejas a una corrida de Miura, tarde en la que José Martínez Ahumada Limeño había logrado cuatro y Florencio Casado Morales El Hencho, otras dos.
Situado en la primerísima fila del toreo, acudiendo a todas las ferias españolas y americanas, Palomo logró en Madrid, el 22 de mayo de 1972, el mayor éxito de su carrera: cortar las dos orejas y el rabo al toro Cigarrón, de Atanasio Fernández. Hacía más de treinta años que en Las Ventas no concedían los máximos trofeos. En ese festejo, Andrés Vázquez logró un apéndice y cuatro el mexicano Curro Rivera.
Un nuevo percance frenó su ascendente carrera: el 16 de octubre de 1977, un toro del conde de la Corte le hirió en el pecho y el pulmón, cornada que marcó un acusado descenso en el número de actuaciones a partir de la temporada siguiente. No toreó en España durante 1982 y 1983, y sí lo hizo, pero de manera discreta, en 1984 y 1985, año en que volvió a retirarse. Reapareció en Linares el 19 de junio de 1993 (lidiando seis toros él solo), hizo su último paseíllo en Las Ventas el 25 de mayo de 1994, en 1995 toreó quince corridas y una, la última de su vida, el 29 de marzo de 1997 en Segovia, alternando con Ortega Cano y Luis Milla. A partir de 1993, Palomo Linares cambió su costumbre de vestir trajes siempre bordados en plata y, por primera vez en su vida, lució destellos dorados en sus vestidos de torear.
Ya retirado, se dedicó a su ganadería, trabajó de comentarista de televisión y continuó con su afición a la pintura, vocación que se inició en sus primeros años como matador de toros. A partir de 2006 también se volcó en la carrera de torero de su hijo Sebastián, quien tomó el relevo familiar de su hermano Miguel, que abandonó pronto el toreo, y que con Andrés formaban la prole que el torero tuvo con la que fue su mujer, la diseñadora de joyas colombiana Marina Danko.
Palomo Linares fue un torero de gran valor y mucha entrega, además de raza, garra y amor propio, que definen su trayectoria de indiscutible figura del toreo.
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José Luis Ramón Carrión