González Cabello, Manuel. Sevilla, 7.XII.1929 – 25.XII.1987. Torero.
Manolo González aunó en su personalidad como torero la luminosa gracia de la escuela sevillana, con un valor muy profundo, inusual en un diestro que toreaba con tanto arte. Antes de retirarse por primera vez en 1953, su inicial etapa como matador de toros se compuso de cinco temporadas, situado en la primerísima fila del toreo.
Según declaró en una entrevista en 1983 en Diario 16, “de chiquillo tenía afición, pero después creo que fui torero para sacar mi casa adelante. Más que afición creo que tuve ambición y deseos de quitar a mi madre de trabajar”.
Debutó con picadores en Sevilla el 1 de julio de 1945, y resultó herido en su repetición el siguiente día 9. Se presentó en Las Ventas el 4 de agosto de 1946, con novillos de José María Soto y, como compañeros de terna, Gabriel Pericás y Antonio Caro. El 19 de octubre del año siguiente cortó una oreja en Las Ventas, alternando con Rafael Vázquez y Adolfo Rojas.
Tomó la alternativa en Sevilla el 27 de mayo de 1948, día del Corpus, de manos de Pepe Luis Vázquez y en presencia de Manolo Navarro. Y la confirmó en Madrid, vestido de cobalto y oro, una semana después, el jueves 3 de junio, con Antonio Bienvenida y Pepín Martín Vázquez (que ese día resultó herido leve), como padrino y testigo, respectivamente, de la ceremonia. Los toros pertenecieron al hierro salmantino de Graciliano Pérez Tabernero. El astado del doctorado se llamó Lucifer, aunque el verdaderamente importante de la tarde fue el sexto, Capuchino, al que Manolo González realizó una faena histórica, que no sólo consagró al torero sevillano, sino que ha quedado en la memoria colectiva de los aficionados como uno de los hitos de Las Ventas. El crítico EMECE escribió en la revista El Ruedo: “Manolo González ha toreado de manera soberbia al último toro de la tarde, y la faena, seria, honda, buena, ha tenido mayor mérito cuanto que nadie lo esperaba; porque el de Graciliano empujaba fuerte, se ceñía de modo escalofriante y buscaba con ahínco la presa. Manolo González se la jugó con pleno conocimiento de causa”. De esa corrida, el diestro sevillano salió convertido en figura del toreo. Como remate de su primera temporada como matador de toros, el 30 de septiembre cortó cuatro orejas en Sevilla, alternando con Pepe y Luis Miguel Dominguín. Los toros fueron de Benítez Cubero.
Al año siguiente, el 17 de mayo obtuvo una oreja en Las Ventas de un toro de la viuda de Galache, en la famosa corrida en que Luis Miguel Dominguín levantó el dedo índice y se autoproclamó número uno del toreo. El 20 de mayo cortó dos orejas del único toro de Carlos Núñez que pudo lidiar; de nuevo resultó herido el 30 de junio, en la corrida del Montepío de la Policía, y cerró su temporada madrileña de 1949, el 2 de octubre, cortando dos apéndices de un toro de Felipe Bartolomé, la tarde de la alternativa de Rafael Ortega.
Hasta su primera retirada en 1953, en Madrid toreó veinte corridas más, cortó diez orejas y abrió tres veces la puerta grande. Reapareció en 1960 y se despidió definitivamente el 23 de julio de 1961, tras actuar en la plaza de Las Arenas de Barcelona, una ciudad en la que siempre tuvo un gran cartel.
Según Cossío, “Manolo González ha sido un torero sevillano del más puro estilo. Pertenece a la rama de tal toreo que, sin precedentes en el siglo xix, cuaja en la figura de Rafael El Gallo a principios del siglo xx, se continúa con el arte excepcional de Chicuelo y llega a su mayor esplendor con Pepe Luis Vázquez. La esencia de tal toreo reside en el garbo de los movimientos. Si tal estilo tiene su nombre en Pepe Luis, Manolo González, manteniendo la tendencia, le añade el valor, un valor auténtico que en sus primeros años de matador, y en los de novillero, llegaba a ser lo más destacado de su manera de torear.
Habrá habido toreros con más gracia de arte, y los habrá habido con tanto valor; pero el valor, informando al arte, no sé de torero alguno de nuestro tiempo que lo haya patentizado como Manolo González”.
Por su parte, Carlos Abella añade: “Hijo de un fusilado por las tropas nacionales, se cuenta que tuvo sus más y sus menos con las autoridades de la época y que tuvo que aceptar brindarle un toro a Franco. Sostuvo un romance con la bailaora Lola Flores y se acabó codeando con la aristocracia sevillana, con una de cuyas representantes se casó. Compró una ganadería de prestigio y la convirtió en uno de los más puros encastes de Carlos Núñez, aunando bravura y nobleza y satisfaciendo así al aficionado y a los buenos profesionales. También triunfó como apoderado, pues él supo remontar, con mano acertada, la carrera de Juan Antonio Ruiz Espartaco, y sostener la de José María Manzanares”.
Su hijo Manuel González Sánchez-Dalp, que fue torero durante una breve etapa, prosiguió dirigiendo las ganaderías que llevan su nombre y apellidos, así como el apoderamiento de diversos toreros.
Bibl.: Don Ventura (seud de V. Bagués), Historia de los matadores de toros, Barcelona, Imprenta Castells-Bonet, 1943 (ed. Barcelona, De Gassó Hermanos, 1970); Emece (seud. de M. Casanova), “Una etapa de superación en la historia del toreo. La alternativa afortunada de Manolo González y la cogida de Pepín Martín Vázquez”, en El Ruedo (Prensa y Radio del Movimiento, Madrid), n.º 207 (10 de junio de 1948); J. Gallego Alonso, Manolo González en “Ondas taurinas al viento”, Barcelona, Crónicas, 1950; E. Orts Ramos, Manolo González, Barcelona, Los Ases del Toreo, 1950; J. M. Cossío, Los toros. Tratado técnico e histórico, vol. IV, Madrid, Espasa Calpe, 1961, págs. 491-492, vol. V, 1980, pág. 1036, y vol. XI, 1988, pág. 687, respect.; C. Jalón, Memorias de “Clarito”, Madrid, Guadarrama, 1972; E. Parejo, “El último grande de la escuela sevillana. Manolo González fue la representación del toreo de gracia y valor de Sevilla”, en Diario 16 (Madrid), 30 de diciembre de 1987; F. Claramunt, Historia ilustrada de la Tauromaquia, Madrid, Espasa Calpe, 1989; F. Mira, Medio siglo de toreo en la Maestranza (1939-1989), Sevilla, Guadalquivir, 1990; J. L. Suárez-Guanes, Madrid-Cátedra del toreo (1931-1990), Madrid, Espasa Calpe, 1990; C. Abella, Historia del toreo, vol. II, Madrid, Alianza Editorial, 1992, págs. 178-180; N. L uján, Historia del toreo, Barcelona, Destino, 1993 (3.ª ed.); J. L. Ramón, Todas las suertes por sus maestros, Madrid, Espasa Calpe, 1998; J. M. Sotomayor, “Relación de las corridas de toros, novilladas con picadores y festejos de rejones celebrados en la Plaza Monumental de las Ventas de Madrid (17 de junio de 1931-23 de octubre de 2005)”, en VV. AA., Las Ventas. 75 años de historia, Madrid, Centros de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid, 2006; J. L. Ramón, “Hitos de Las Ventas: Manolo González se consagra con ‘Capuchino’”, en 6TOROS6 (Edit. Campo Bravo, Madrid), n.º 637 (12 de septiembre de 2006).
José Luis Ramón Carrión