Núñez Manso, Carlos. Tarifa (Cádiz), 31.XII.1894 – Sevilla, 9.V.1964. Abogado, político, periodista y ganadero de reses bravas.
Hijo de Marcos Núñez Reynoso y de Carlota Manso Olano, fue Carlos Núñez Manso un destacado miembro de la Unión Patriótica en Tarifa, llegando a ser alcalde de dicha ciudad desde el 3 de mayo de 1928 al 26 de febrero 1930. Tras el descalabro de la dictadura de Primo de Rivera, pasó a formar parte de la Unión Nacional Monárquica junto a intelectuales de la talla de José María Pemán. Sin embargo, en las elecciones municipales de abril de 1931 se presentó encabezando la candidatura Popular Independiente. Encuadrado durante la República en el Partido Acción Popular Agraria, consiguió el acta de diputado al Congreso por la provincia de Cádiz en la coalición de derechas Unión Ciudadana y Agraria, cargo que ejerció durante el bienio conservador. Su paso por la política le obligó a trasladarse a Sevilla, y aunque se había retirado de la actividad política municipal tras la proclamación de la República, fue vocal de la gestora municipal creada en su Tarifa natal tras el levantamiento militar, que dirigió Mora Figueroa. Durante una década de esta época destacó igualmente su faceta periodística, creando y apoyando económicamente la publicación semanal Unión de Tarifa entre 1924 y 1934. En este semanario escribió con frecuencia, resaltando su buen estilo literario. También fue propietario y director de la publicación semanal La Sirena, que tuvo escasa vida.
En 1938, apelando a sus antecedentes familiares en el oficio de ganadero de reses bravas, Carlos Núñez Manso compró, a través de Indalecio García Mateos, el hierro y la totalidad de la ganadería de Manuel Rincón, que era la que algunos tratadistas califican como la más dulce, quizá la de más clase de las cuatro partes en las que Fernando Parladé había dividido su vacada, de pura estirpe Vistahermosa. Esta ganadería, diezmada por la hambruna que habían padecido los combatientes durante la Guerra Civil española, fue trasladada desde Alcolea (Córdoba) a su finca de Los Derramaderos en la provincia de Cádiz. Por ello agregó reses de Ramón Mora Figueroa, ganadería encastada en la rama de Parladé que había pasado por manos de Antonio García Pedrajas. Por sugerencia de las figuras del toreo de la época como Manuel Rodríguez Manolete compró, tres años más tarde, un lote de ganado del encaste de Álvaro Dávila Ágreda, marqués de Villamarta, a la hija de éste, Concepción Dávila Garvey, marquesa de Zugasti. Este encaste se había formado con un conjunto de cruces derivados de Vistahermosa y alguna reminiscencia del encaste que creara José Vicente Vázquez. De este modo, tras una selección, Carlos Núñez consiguió hacer su propio encaste, con unas peculiaridades muy determinadas. Aunque gran artífice del éxito del ganadero fue un toro que, cuando compró parte de la ganadería de Mora Figueroa, venía en el vientre de su madre. Amistoso era el nombre del ejemplar que pronto fue medido en la plaza de tientas y al que Carlos Núñez aprobó como semental. Amistoso ligó tan bien que todo lo que nacía de sus reatas eran toros y vacas excepcionales. Este animal llegó a ser pieza clave para que la ganadería de Carlos Núñez Manso llegara a lo más alto del escenario taurino durante más de medio siglo.
Entre los innumerables toros de juego excepcional con el antiguo hierro de la “R” de Rincón, destacaron Piconero, lidiado en Las Ventas de Madrid el 30 de septiembre de 1945 y al que se le dio la vuelta al ruedo; Manchonero, lidiado en Aranjuez el 30 de mayo de 1949 y con el que Pepe Luis Vázquez hizo la quizá mejor faena de su vida; Lunero, que en Madrid recibió el premio al mejor toro de San Isidro del año 1955; León, al que Antonio Ordóñez le hizo en el año 1956 una faena antológica en Sevilla; y Bancalero, al que Manuel Benítez El Cordobés le cortó las dos orejas y el rabo en la Maestranza de Sevilla en abril del año 1964. Pocos días después de ser lidiado este ejemplar por El Cordobés, falleció Carlos Núñez Manso en Sevilla. La historia de la tauromaquia lo contempla como uno de los grandes creadores de un tipo de toro idóneo para interpretar una tauromaquia basada en la estética. Consiguió de sus toros una embestida que se ajustaba a los criterios que los matadores de toros demandaban, con el visto bueno de varias generaciones de público que han pasado durante más de setenta años por los ruedos españoles. Además lo hizo cruzando varios encastes muy heterogéneos, con las complicaciones genéticas que ello implica. Su gran aportación fue acertar con la selección correcta para crear ese toro que propiciaría grandes gestas y faenas que forman parte de la intrahistoria de la tauromaquia.
Sus doce hijos, fruto del matrimonio con Raymunda Moreno de Guerra y Ramírez de Arellano, heredaron la vocación por la crianza del toro bravo. Dividieron la ganadería en tres lotes; uno es del hierro de Marcos Núñez; otro, de Carlos Núñez Moreno de Guerra y el tercero, de Los Derramaderos, donde están agrupados los restantes hijos y nietos del gran ganadero.
Fuente y bibl.: Archivo de Carlos Núñez Jiménez (Sevilla).
F. Mira, Hierros y encastes del toro bravo de lidia, Sevilla, Ediciones Guadalquivir, 1981; VV. AA., Unión de Criadores de toros de Lidia, Temporada 2005, Madrid, Ediciones del Toro, 2000; A. Rodríguez Montesinos, Prototipos Raciales del Vacuno de Lidia, Madrid, Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, 2002; J. López del Ramo, Las claves del toro, Madrid, Espasa Calpe, 2002; J. M.ª de Cossío, Los Toros:Tratado técnico e histórico, Madrid, Espasa Calpe, 2007.
Manuel Sotelino Polonio