Jiménez Moreno, Manuel. Chicuelo. Sevilla, 15.IV.1902 – 31.X.1967. Torero.
Hijo del matador del mismo nombre y apodo, padre del matador y banderillero Rafael y del subalterno Manuel, y abuelo del novillero y banderillero Manuel y del novillero Curro (debutó con picadores en 2005), su hermano y sus tres descendientes también han llevado el apodo familiar.
Al morir su padre de tuberculosis cuando sólo tenía cinco años, Chicuelo fue tutelado por el matrimonio formado por una hermana de su madre y por el banderillero Eduardo Borrego Zocato. Dice Cossío: “En el hogar modesto del banderillero no oyó el niño Manolo hablar más que de toros y de cuanto se relaciona con la fiesta”. Su tío le dirigió sus primeros pasos como becerrista y novillero, alcanzando ya de niño mucha fama en los tentaderos de su región. Añade Cossío: “Pronto fue conocida la gracia y el arte del niño en los cortijos y en el ambiente taurino sevillano, en el que su tío contaba grandes amistades y simpatías”. Chicuelo toreó con frecuencia en la “Huerta del Lavadero”, la placita que la familia de los Gallo tenía en Gelves, y en abril de 1912, con diez años, estoqueó su primer becerro en Dos Hermanas, en la placita de recreo que allí tenía el industrial Antonio Pickman. Como alumno de la Escuela Taurina de Sevilla, al año siguiente lidió con gran éxito otro becerro en la “Venta taurina”. Pronto viajó a las ganaderías salmantinas, donde coincidió con el jerezano Juan Luis de la Rosa, con el madrileño Eladio Amorós y con el valenciano Manolo Granero, que entonces estaba dando sus primeros pasos en la profesión. Una foto famosa dejó constancia de aquel encuentro de los aprendices de torero. Más adelante, estos torerillos actuaron bastantes veces juntos en varias localidades cercanas a Salamanca, y también en Valladolid, Burgos y Zamora.
Chicuelo vistió por primera vez de luces el 24 de junio de 1917 en Tejares (Salamanca), alternando con Juan Luis de la Rosa y Bernardo González. Rodeado ya de una gran fama de torero precoz y con muchas posibilidades, en Salamanca actuó en compañía de Granero y De la Rosa. El 1 de septiembre de 1918 actuó en Zaragoza mano a mano con Antonio Márquez.
Convertido ya en algo más que una promesa de los novilleros, el 16 de febrero de 1919 comenzó la temporada en Barcelona, llegando a hacer en esa plaza once paseíllos. En Madrid se presentó el 8 de agosto de ese mismo año, alternando con García Reyes y Joselito Martín. Repitió el siguiente día 15, dejando también esa ocasión un excelente ambiente. Se despidió de novillero el 22 de septiembre en Écija, toreando ese día con Pepete y Juan Luis de la Rosa.
El 28 de septiembre de 1919 tomaron la alternativa en Sevilla De la Rosa y Chicuelo, el primero en la plaza Monumental y el segundo en la Maestranza. El jerezano se doctoró media hora antes que el sevillano, como dejó constancia en una crónica magistral Gregorio Corrochano, en la que relató su viaje de ida y vuelta de una plaza a otra para estar presente en ambas ceremonias. Así lo contó el crítico en el diario ABC: “A pesar de que la competencia de las dos plazas separa los toreros que desearíamos ver juntos y acumula los acontecimientos de más interés para un mismo día, hemos logrado ver la alternativa de La Rosa y la de Chicuelo. La circunstancia de lidiarse ocho toros en la plaza Monumental hizo que esta corrida empezara media hora antes. La cortesía del ganadero don Fernando Villalón, que nos ofreció su automóvil, hizo lo demás. Así pudimos estar a las cuatro y media en la Monumental y a las cinco en la Maestranza. Las alternativas tuvieron poco que ver. No fueron los toros fáciles para el lucimiento ni a propósito para el éxito clamoroso; pero tampoco respondieron los toreros a lo que de ellos esperábamos”. Juan Belmonte, en presencia de su hermano Manolo Belmonte, le cedió a Chicuelo la lidia y muerte del toro “Vidriero”, de Santa Coloma. De la Rosa recibió el doctorado de manos de Gallito, siendo los padrinos de la ceremonia Camará y Varelito. El toro de la ceremonia se llamó “Celeste”, y pertenecía a la vacada del marqués de Guadalest. De la Rosa, el antiguo compañero de tentaderos y novilladas de Chicuelo y Granero, el torero que también estuvo presente junto a Marcial Lalanda en la corrida en la que el propio Granero resultó mortalmente corneado en Madrid, fue asesinado por unos milicianos en plena calle de Barcelona en septiembre de 1936.
El primer gran triunfo de Chicuelo como matador en la Maestranza tuvo lugar el 30 de septiembre de 1919, sólo dos días después de tomar la alternativa con diecisiete años. Un día antes, el 29, había resultado herido de poca consideración al entrar a matar en esa misma plaza sevillana a su primer toro de Albaserrada.
Manuel Jiménez confirmó la alternativa en la Corrida de la Prensa de Madrid el 18 de junio de 1920. Rafael El Gallo fue el padrino de la ceremonia, con la presencia de Juan Belmonte y Fortuna. El toro de la confirmación se llamó “Volandero”, y pertenecía a la ganadería de Veragua. Chicuelo salió ese día a hombros de la plaza. Al año siguiente, instalado ya en la elite del toreo, sumó setenta corridas de toros. Debido tanto a una enfermedad como a su propia voluntad, en los años siguientes actuó en un número menor de tardes, pero siempre sin ver mermada su categoría y prestigio. Al finalizar la temporada española de 1924 viajó a México, “y adquiere allí —escribe Cossío—, en virtud de su brillantísima labor, el mayor y mejor cartel que lograra torero peninsular alguno”. Sólo Manolete, y después Paco Camino y Niño de la Capea alcanzaron un reconocimiento similar. En esa época surge en México la denominación de “chicuelina” al lance que en España se conocía (y aún hoy se conoce) como “navarra”, y que pasó a llamarse “chicuelina antigua” una vez que, a partir de 1922, Manuel Jiménez llevó a aquel país la famosísima “chicuelina” por él inventada en la plaza de Valencia el 9 de abril de 1922, en un quite al toro “Muleño”, de la ganadería de Guadalest y cuya lidia pertenecía a Manuel Granero. El tercer espada de ese festejo fue Manuel Varé Varelito.
Manuel Jiménez fue un torero que debe considerarse clave en la evolución del toreo hacia la modernidad.
Chicuelo dio carta de naturaleza al belmontismo que en Juan Belmonte había sido, según Néstor Luján, “sólo una deformación genial”. Chicuelo no inventó la ligazón en el toreo, aunque su tauromaquia supuso un jalón fundamental en la consolidación de esta condición inexcusable del toreo moderno. Su faena al toro “Corchaíto”, de Graciliano Pérez Tabernero, el 24 de mayo de 1928 en la plaza de Madrid, ha quedado como uno de los grandes hitos del toreo contemporáneo. A partir de ese día, pero sobre todo a partir de Chicuelo, el toreo comenzó a ser otro. Sobre su toreo, su estética y su importancia en la Fiesta, Néstor Luján escribió: “Chicuelo ha sido un artista excepcional. Con la capa y la muleta, su presencia en el toreo ha sido definitiva. Su flaco fue la espada, si bien, cuando se entonaba, daba buenas estocadas.
[...] Chicuelo ha sido, además, creador del ritmo de torear moderno, del encadenamiento suave y fluente de las faenas, con una ensambladura invisible. Todas las faenas —las buenas faenas, se entiende— de Chicuelo, poseían una ligazón impalpable que, unida a la perfección delicada que imprimía a sus pases, dieron lugar a aquella radiante armonía que ha quedado como modélica. Su influencia personal, técnica y estética sobre Manolete, fue enorme [...]”.
Sobre la faena a “Corchaíto”, Pepe Alameda escribió: “La faena, que fue una maravilla en sí misma, tuvo sobre todo el don de la oportunidad. El de haberla hecho en Madrid y precisamente cuando el público intuía, sentía, «necesitaba» que a los toros ya más afinados se les hiciera otro toreo: el toreo ligado, enlazado, que permitía la unidad de la obra y la prolongación de la faena, sacándola del reducido molde belmontino en que venía manteniéndose. [...] Creo que fue aquel momento uno de los más importantes de esta historia [la evolución del arte del toreo]”.
Apartado de los ruedos en 1944, Chicuelo regresó en 1948. En 1951 toreó tres corridas, la última el 1 de noviembre en Utrera (Sevilla), en el festejo en el que dio la alternativa a Juan Doblado y a Juan de Dios Pareja Obregón. De esa corrida, la revista El Ruedo, al tiempo que sitúa entre interrogaciones el término “matador de toros” de los nuevos espadas (quizá porque torearon unos ejemplares escasísimos de presencia), ofrece la fotografía de una verónica en la que el diestro sevillano conserva todo empaque, la clase y la compostura de quien fue uno de los toreros más importantes del siglo xx.
Bibl.: Álbum artístico, Chicuelo y su arte. Breve compendio fotográfico de la vida torera de Manuel Jiménez Chicuelo, Sevilla, 1921; S. Í bero, Manuel Jiménez Moreno (Chicuelo), Barcelona, 1929 (Los triunfadores del ruedo); Los amores de Chicuelo. El desastroso final de su brillante actuación, Barcelona, Editorial Garrofé, s. f.; T. Orts Ramos, Estudio crítico-biográfico de los principales diestros de la actualidad. Manuel Jiménez Moreno (Chicuelo), Barcelona, Editorial Alfa (Los Ases del Toreo), s. f.; J. M. Cossío, Los toros. Tratado técnico e histórico, Madrid, Espasa Calpe, 1943, vol. III, págs. 462-465, 1961, vol. IV, pág. 515, y 1980, vol. V, pág. 1106; Don Ventura (seud. de V. Bagués), Historia de los matadores de toros, Barcelona, Imprenta Castells-Bonet, 1943 (ed. Barcelona, de Gassó Hermanos, 1970, pág. 151); Sin firma, “El 1 de noviembre, en Utrera, Chicuelo dio la alternativa (¿) a Juan Doblado y Pareja Obregón”, en El Ruedo (Madrid, Prensa y Radio del Movimiento), n.º 385 (8 de noviembre de 1951); R. Hernández, Historia de la plaza de toros de Madrid (1874- 1934), Madrid, Imprenta Prensa Castellana, 1955, pág. 321; C. Jalón, Memorias de “Clarito”, Madrid, Guadarrama, 1972; Pepe Alameda (seud. de C. Fernández Valdemoro), El hilo del toreo Madrid, Espasa Calpe, 2002, págs. 172-182 (1.ª ed. 1979); F. Claramunt, Historia ilustrada de la Tauromaquia, Madrid, Espasa Calpe, 1989; J. L. Suárez-Guanes, Madrid-Cátedra del toreo (1931-1990), Madrid, Espasa Calpe, 1990; F. Mira, Medio siglo de toreo en la Maestranza (1939-1989), Sevilla, Guadalquivir, 1990; F. Narbona y E. de la Vega, La Maestranza y Sevilla, Madrid, Espasa Calpe, 1991; D. Tapia, Historia del toreo, vol. I, Madrid, Alianza Editorial, 1992; N. Luján, Historia del toreo, Barcelona, Destino, 1993 (3.ª ed.), págs. 236-239; J. L. Ramón, Todas las suertes por sus maestros, Madrid, Espasa Calpe, 1998, págs. 57-58 y 68-70; “La chicuelina”, en Lances y figuras del toreo, t. I, Barcelona, Altaya, 2004, págs. 88-89 y 241-247; J. M. Sotomayor, “Relación de las corridas de toros, novilladas con picadores y festejos de rejones celebrados en la Plaza Monumental de las Ventas de Madrid (17 de junio de 1931-23 de octubre de 2005)”, en VV. AA., Las Ventas. 75 años de historia, Madrid, Centros de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid, 2006.
José Luis Ramón Carrión