Biography

Ricardo Torres Reina. Código de clasificación AFB4-212 Colección de positivos sobre papel de l'AFB. Arxiu Fotogràfic de Barcelona
Hermano de los matadores Emilio y Manuel, los tres se apodaron Bombita. Mientras coincidieron en los carteles, utilizaron un adjetivo o un ordinal que les diferenciaba: Bombita (Emilio, también conocido como el Bomba), Bombita Chico (Ricardo) y Bombita III (Manuel). No obstante, a pesar de la coincidencia de apodo, la historia del toreo reconoce como Bombita a Ricardo, por mucho que éste no usase ese sobrenombre mientras su hermano Emilio estuvo en activo. [...]
Sources
En 1899, el mismo año en que los sevillanos Rafael Gómez Ortega El Gallo y Manuel Molina Algabeño Chico compitieron como novilleros con los cordobeses Rafael González Madrid Machaquito y Rafael Molina Martínez Lagartijo Chico, Bombita Chico tomó la alternativa en Madrid, el 24 de septiembre. José García Algabeño le cedió, en presencia de Domingo del Campo Dominguín, la lidia y muerte del toro Cachucho, del duque de Veragua. Pérez López reseña que “Emilio Torres (Bombita) no pudo dar la alternativa a su hermano, por no estar repuesto de una cornada grave sufrida en Barcelona [el 24 de junio, por un toro de Miura]”. El 1 de octubre Ricardo repitió actuación, alternando con Antonio Algabeño. Cerró Bombita Chico el siglo xix toreando, entre otras, tres corridas en Madrid en 1900. Respecto a la fecha de la alternativa, la monografía de “Sol y Sombra” indica de manera sorprendente que la tomó el 30 de abril de 1900, cuando lo que sucedió en realidad fue, según Pérez López, que ese día lidió el primer toro por ser la primera vez que alternaba con Luis Mazzantini. Podría considerarse una especie de confirmación (que no fue tal, porque el doctorado lo había recibido en Madrid), pero en realidad fue una manera de mostrar su respeto hacia la veterana figura. En cualquier caso, el toro de esa “segunda” alternativa (probablemente sin cesión de trastos) se llamó Cogujaíto, y era de la vacada de Anastasio Martín. Cossío cita y desmiente la fecha del 30 de abril de 1900 facilitada por la biografía autorizada de “Sol y Sombra”, al tiempo que escribe algo no menos sorprendente que lo anterior: “El 29 de septiembre de 1899, en la feria de San Miguel, de Sevilla, confirmó de manos de Guerrita su alternativa con un toro de Adalid”.
“Escaló pronto uno de los primeros puestos —escribe Don Ventura— y con Machaquito formó la trinidad señera de los primeros años sucesivos. Después fueron pareja de moda Bombita y Machaquito, aunque es de advertir que no constituyó la misma una rivalidad a la manera de otras competencias famosas. Fue diestro de amplio repertorio con capote, alegre banderillero y un muletero que siguió la línea de Guerrita —sin alcanzar a éste, naturalmente—, demostrando arte y dominio”.
Bibliography
En 1908 propició junto a Machaquito el famoso “pleito de los Miuras”, que “se debió —según Néstor Luján— a la obligación que Bombita quiso imponer a las empresas de aumentar los honorarios cuando se quisiesen poner en cartel las reses de la fatídica ganadería. Sostenía Ricardo Bombita, y en sus argumentos había una punta de razón, que el ganadero, y con él los empresarios, explotaban el halo maléfico que tenía y tiene su divisa, y por eso mismo cobran más que nadie”. Inicialmente firmaron la mayoría de los toreros agrupados en la Unión Taurina, aunque al final se quedaron solos Ricardo Torres y Cástor Jaureguibeitia Ibarra Cocherito de Bilbao. Perdió Bombita la batalla, logrando imponerse los ganaderos y el empresario de Madrid, Indalecio Mosquera, que se libró de sus exigencias (aproximadamente un 20 por ciento de aumento sobre el salario habitual y sueldos dobles para las cuadrillas) durante tres temporadas, lo que “permitió que se dieran a conocer Vicente Pastor, El Gallo y Bienvenida, que brillaron en el abono madrileño”, añade Néstor Luján.
Bombita, que debe ser considerado el puente generacional entre Rafael Guerra Bejarano Guerrita y José Gómez Ortega Gallito, se mantuvo hasta su retirada en 1913 como máxima figura del toreo, alternando las tardes de éxito con otros percances de consideración, y dejando siempre constancia de su valor y amor propio. Dice Cossío: “Fue Bombita un torero largo, alegre y dominador, pero de estilo poco depurado. Su capital característica fue la valentía, terminando su carrera materialmente cosido a cornadas. Ninguno de los diestros conocidos puede ponerse en parangón con él en este aspecto. [...] Después de su valor, merece subrayarse su dominio, dominio de los toros por su valentía más que dominio de las suertes por saber técnico. Fue Bombita torero mediano con el capote, tendiendo en los lances más a sujetar a la res que adornarse en la suerte [...]. Su repertorio de quites fue variadísimo de adorno y alegre en jugueteos. [...] Su fuerte era la muleta y su especialidad el dominar los toros huidos o recelosos. Aunque abría mucho el compás de las piernas, empapaba maravillosamente al toro en la muleta, iniciando y rematando muchos pases con una gran perfección y con la alegría y entusiasmo comunicativo que eran las características de su estilo personal. Deficiente con el estoque, deslucía a consecuencia de ello muchas faenas excelentes”. Sobre esta carencia, la varias veces citada monografía de “Sol y Sombra” ofrece como colofón de su carrera hasta 1907 la siguiente frase en la página 87: “Nuestro juicio puede ser condensado en esta frase: Bombita chico es un gran torero, que no ha cogido todavía la muerte a los toros”. Y, por lo que dice Cossío, no llegó a cogerlo nunca.
El retrato que López Pinillos Parmeno hace de Bombita en su libro de entrevistas Lo que confiesan los toreros ayuda a conocer al personaje: “Don Ricardo Torres es un caballero amigo de exquisiteces, bien apersonado, fino de gustos, de trato señoril
Don Ricardo Torres goza con unas ‘jaberas’ y se conmueve oyendo una ópera
deléitase con una poesía y sabe paladear el arte de un novelador
aunque derriba toros, no es un pillastre que ha subido a fuerza de quiebros, capotazos y estocadas, ni un gañán que se ha elevado por su temeraria intrepidez [...] Es un mozo redañudo, pero es también casi un señorito. ¿Cómo preguntar por él en su casa? ¿Cómo llamarle? ¿ ‘Bombita’? ¿El Sr. Torres? ¿Don Ricardo? [...]”.
La figura de Ricardo Torres tuvo otra faceta sobresaliente. Bombita, que fue un hombre culto y preocupado por la situación laboral y personal de sus compañeros de profesión (baste recordar el “pleito de los Miuras”), fue el fundador en 1909 de la Asociación Benéfica de Auxilios Mutuos de Toreros, organismo benéfico propietario del entrañable Sanatorio de Toreros situado con puertas a las calles Sancho Dávila y Bocángel, a un paso de la plaza de toros de Las Ventas, y también fundador en 1910 del Montepío de la Asociación de Toreros. Por ese motivo le fue concedida la Cruz de Beneficencia. En la corrida de su despedida de los ruedos, el 19 de octubre de 1913, festejo en el que alternó con Rafael El Gallo, Antonio Boto Regaterín (que sustituyó a Juan Belmonte) y Gallito, y que se celebró a beneficio de la Asociación Benéfica de Auxilios Mutuos de Toreros, fue sacado de la plaza en hombros de sus compañeros, sobre el fondo de una pancarta en la que los toreros se declaraban agradecidos por la labor benefactora de su presidente. El último toro que lidió, al que cortó una oreja, era de la vacada de García de la Lama y se llamó Cigarrón, curiosamente el mismo nombre del astado de Atanasio Fernández al que muchos años después Sebastián Palomo Linares cortó un rabo, el último que se concedió en el siglo xx en la plaza de Las Ventas.
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