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Ricardo Torres Reina

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Biografía

Torres Reina, Ricardo. Bombita Chico. Tomares (Sevilla), 20.II.1879 – Sevilla, 29.XI.1936. Torero.

Hermano de los matadores Emilio y Manuel, los tres se apodaron Bombita. Mientras coincidieron en los carteles, utilizaron un adjetivo o un ordinal que les diferenciaba: Bombita (Emilio, también conocido como el Bomba), Bombita Chico (Ricardo) y Bombita III (Manuel). No obstante, a pesar de la coincidencia de apodo, la historia del toreo reconoce como Bombita a Ricardo, por mucho que éste no usase ese sobrenombre mientras su hermano Emilio estuvo en activo.

Durante su infancia, Ricardo no mostró deseos de ser torero, si bien Emilio, que era cinco años mayor, había adquirido cierto nombre como novillero. No siguió las pretensiones paternas de que cursara estudios elevados, aunque entró a trabajar en una imprenta, en la que a base de inteligencia logró ascender de chico de los recados a corrector de pruebas, pasando por los estadios intermedios de cuartillero y cajista. Sin embargo, el toreo acabó cruzándose en su camino, influido tanto por las andanzas de su hermano mayor como porque pasaba gratis a los festejos celebrados en la Maestranza acompañando a su padre, que era proveedor de útiles para el desolladero de la plaza.

Toreó por primera vez una becerra en el matadero sevillano, “a hurto —dice Cossío— de administrador y empleados, pues el matadero no era ya la academia taurina de principios de siglo, como si quisiera recibir su bautismo torero en lugar de tan rancia tradición”. Y añade: “Burlando la vigilancia de su familia, y en especial de su madre, comenzó a hacer sus escapadas por fiestas de pueblos y cerrados, y en uno de éstos tropezó con su hermano Emilio, ya torero famoso, que no sólo no vio con malos ojos las disposiciones del hermano, sino que resueltamente comenzó a favorecerlas. A ello debió Ricardo en adelante no conocer las angustias, privaciones y desamparos de los principiantes. Emilio le llevaba consigo a los tentaderos, y últimamente a las corridas de Madrid, en una becerrada en la plaza de la Corte (contaba Ricardo trece o catorce años) mató, y de mala manera, un becerro alternando con mister Valm, famoso cocinero de la marquesa de Manzanedo”.

Pérez López indica en su relación de festejos que en 1892 (año en que Ricardo tenía trece años) no hubo becerradas en Madrid, al tiempo que señala que Emilio se presentó en esa plaza el 8 de diciembre. En 1893 hubo tres becerradas: el 6 de marzo (a beneficio de la Asociación General de Empleados de Ferrocarriles de España), el 12 de septiembre (organizada por la Sociedad Taurina Unión Cordobesa) y 14 de septiembre (celebrada por la Sociedad Caridad Taurina); quizá Bombita Chico participó en alguna ellas, en un año en el que Emilio toreó nueve novilladas picadas en Madrid (fue el torero que más paseíllos hizo en esa plaza), acercándose su situación a la de “torero famoso” descrita por Cossío.

Ricardo se estrenó como banderillero el 10 de agosto de 1895 en Jerez de los Caballeros (Badajoz), en la cuadrilla de Juan Domínguez Pulguita chico. Indica Cossío que debutó como novillero en la plaza lisboeta de Campo Pequeño, festejo del que no se habla en la biografía de Don Ventura ni tampoco en la incompleta monografía sobre Ricardo Torres publicada sin firma de autor en 1907 en la biblioteca “Sol y Sombra”. En 1896 formó junto a Domínguez una cuadrilla de “niños sevillanos” que tuvo buena aceptación en plazas de provincias. Bombita y Pulguita se presentaron en Madrid el 7 de marzo de 1897 (Cossío dice de manera errada que fue el día 3), con novillos de Tiburcio Arroyo, de la localidad madrileña de Miraflores de la Sierra. El crítico Achares escribió acerca del debut de Ricardo Torres en la revista El Enano: “El hermano de Bombita, que tiene una figura simpática y atractiva, descubre, lo mismo por su estatura que por otras condiciones, ser un torero que puede dominar a las reses y que, persuadido de lo que dan de sí sus facultades, las domina ya. Paradito y fresco pasando, da, sobre todo, los naturales con el arte y la conciencia de un torero hecho y derecho; torea de capa con reposo; es activo y oportuno cuando de hacer quites se trata, y entra a herir con guapeza y buscando con serenidad el sitio de la muerte, aunque no siempre cuidando de la manera de salir de la suerte”. En ese festejo, Bombita Chico lidió en primer lugar el novillo Espejito y vistió un terno de color miel y oro.

A la afición madrileña debió gustarle más Ricardo Torres que Juan Domínguez, pues Bombita repitió en esa plaza en las siguientes cuatro novilladas, mientras que Pulguita no regresó al ruedo de la capital hasta el 28 de noviembre, alternando con José Gordón Gordito, en un festejo en el que se anunció una “lucha feroz” entre el tigre César y el toro Regatero. Siguió Bombita toreando los dos años siguientes como novillero, haciendo cada temporada cuatro paseíllos en Madrid y sufriendo dos cornadas graves, el 6 de noviembre de 1898 y el 12 de marzo de 1899, por los novillos Greñudo y Ropero, respectivamente. Da la casualidad de que en esos dos festejos alternó con Antonio Olmedo Valentín.

Su carrera como novillero fue muy accidentada, pues también resultó herido de consideración en Sevilla y Valencia, además de sufrir otros accidentes, tales como clavarse una astilla y una puya, o padecer la rotura de una pierna y un fuerte pisotón en la ingle. Dice Cossío: “Tal era su mala fortuna, que es fama que sus amigos, al despedirle, en lugar del consuetudinario, Buena suerte, solían decirle, con deseo más módico, Que no sea mucho. La estadística de sus cogidas durante esa época de novillero es impresionante. Cuarenta y cinco cogidas, hiriéndole dieciocho veces los toros. Pese a estos contratiempos, que no hicieron sino contrastar su valor y fuerza de voluntad, el cartel del novillero era insuperable”.

En 1899, el mismo año en que los sevillanos Rafael Gómez Ortega El Gallo y Manuel Molina Algabeño Chico compitieron como novilleros con los cordobeses Rafael González Madrid Machaquito y Rafael Molina Martínez Lagartijo Chico, Bombita Chico tomó la alternativa en Madrid, el 24 de septiembre. José García Algabeño le cedió, en presencia de Domingo del Campo Dominguín, la lidia y muerte del toro Cachucho, del duque de Veragua. Pérez López reseña que “Emilio Torres (Bombita) no pudo dar la alternativa a su hermano, por no estar repuesto de una cornada grave sufrida en Barcelona [el 24 de junio, por un toro de Miura]”. El 1 de octubre Ricardo repitió actuación, alternando con Antonio Fuentes y Algabeño. Cerró Bombita Chico el siglo xix toreando, entre otras, tres corridas en Madrid en 1900. Respecto a la fecha de la alternativa, la monografía de “Sol y Sombra” indica de manera sorprendente que la tomó el 30 de abril de 1900, cuando lo que sucedió en realidad fue, según Pérez López, que ese día lidió el primer toro por ser la primera vez que alternaba con Luis Mazzantini. Podría considerarse una especie de confirmación (que no fue tal, porque el doctorado lo había recibido en Madrid), pero en realidad fue una manera de mostrar su respeto hacia la veterana figura. En cualquier caso, el toro de esa “segunda” alternativa (probablemente sin cesión de trastos) se llamó Cogujaíto, y era de la vacada de Anastasio Martín. Cossío cita y desmiente la fecha del 30 de abril de 1900 facilitada por la biografía autorizada de “Sol y Sombra”, al tiempo que escribe algo no menos sorprendente que lo anterior: “El 29 de septiembre de 1899, en la feria de San Miguel, de Sevilla, confirmó de manos de Guerrita su alternativa con un toro de Adalid”.

“Escaló pronto uno de los primeros puestos —escribe Don Ventura— y con Fuentes y Machaquito formó la trinidad señera de los primeros años sucesivos. Después fueron pareja de moda Bombita y Machaquito, aunque es de advertir que no constituyó la misma una rivalidad a la manera de otras competencias famosas. Fue diestro de amplio repertorio con capote, alegre banderillero y un muletero que siguió la línea de Guerrita —sin alcanzar a éste, naturalmente—, demostrando arte y dominio”.

En 1908 propició junto a Machaquito el famoso “pleito de los Miuras”, que “se debió —según Néstor Luján— a la obligación que Bombita quiso imponer a las empresas de aumentar los honorarios cuando se quisiesen poner en cartel las reses de la fatídica ganadería. Sostenía Ricardo Bombita, y en sus argumentos había una punta de razón, que el ganadero, y con él los empresarios, explotaban el halo maléfico que tenía y tiene su divisa, y por eso mismo cobran más que nadie”. Inicialmente firmaron la mayoría de los toreros agrupados en la Unión Taurina, aunque al final se quedaron solos Ricardo Torres y Cástor Jaureguibeitia Ibarra Cocherito de Bilbao. Perdió Bombita la batalla, logrando imponerse los ganaderos y el empresario de Madrid, Indalecio Mosquera, que se libró de sus exigencias (aproximadamente un 20 por ciento de aumento sobre el salario habitual y sueldos dobles para las cuadrillas) durante tres temporadas, lo que “permitió que se dieran a conocer Vicente Pastor, El Gallo y Bienvenida, que brillaron en el abono madrileño”, añade Néstor Luján.

Bombita, que debe ser considerado el puente generacional entre Rafael Guerra Bejarano Guerrita y José Gómez Ortega Gallito, se mantuvo hasta su retirada en 1913 como máxima figura del toreo, alternando las tardes de éxito con otros percances de consideración, y dejando siempre constancia de su valor y amor propio. Dice Cossío: “Fue Bombita un torero largo, alegre y dominador, pero de estilo poco depurado. Su capital característica fue la valentía, terminando su carrera materialmente cosido a cornadas. Ninguno de los diestros conocidos puede ponerse en parangón con él en este aspecto. [...] Después de su valor, merece subrayarse su dominio, dominio de los toros por su valentía más que dominio de las suertes por saber técnico. Fue Bombita torero mediano con el capote, tendiendo en los lances más a sujetar a la res que adornarse en la suerte [...]. Su repertorio de quites fue variadísimo de adorno y alegre en jugueteos. [...] Su fuerte era la muleta y su especialidad el dominar los toros huidos o recelosos. Aunque abría mucho el compás de las piernas, empapaba maravillosamente al toro en la muleta, iniciando y rematando muchos pases con una gran perfección y con la alegría y entusiasmo comunicativo que eran las características de su estilo personal. Deficiente con el estoque, deslucía a consecuencia de ello muchas faenas excelentes”. Sobre esta carencia, la varias veces citada monografía de “Sol y Sombra” ofrece como colofón de su carrera hasta 1907 la siguiente frase en la página 87: “Nuestro juicio puede ser condensado en esta frase: Bombita chico es un gran torero, que no ha cogido todavía la muerte a los toros”. Y, por lo que dice Cossío, no llegó a cogerlo nunca.

El retrato que López Pinillos Parmeno hace de Bombita en su libro de entrevistas Lo que confiesan los toreros ayuda a conocer al personaje: “Don Ricardo Torres es un caballero amigo de exquisiteces, bien apersonado, fino de gustos, de trato señoril; Don Ricardo Torres goza con unas ‘jaberas’ y se conmueve oyendo una ópera; deléitase con una poesía y sabe paladear el arte de un novelador; aunque derriba toros, no es un pillastre que ha subido a fuerza de quiebros, capotazos y estocadas, ni un gañán que se ha elevado por su temeraria intrepidez [...] Es un mozo redañudo, pero es también casi un señorito. ¿Cómo preguntar por él en su casa? ¿Cómo llamarle? ¿ ‘Bombita’? ¿El Sr. Torres? ¿Don Ricardo? [...]”.

La figura de Ricardo Torres tuvo otra faceta sobresaliente. Bombita, que fue un hombre culto y preocupado por la situación laboral y personal de sus compañeros de profesión (baste recordar el “pleito de los Miuras”), fue el fundador en 1909 de la Asociación Benéfica de Auxilios Mutuos de Toreros, organismo benéfico propietario del entrañable Sanatorio de Toreros situado con puertas a las calles Sancho Dávila y Bocángel, a un paso de la plaza de toros de Las Ventas, y también fundador en 1910 del Montepío de la Asociación de Toreros. Por ese motivo le fue concedida la Cruz de Beneficencia. En la corrida de su despedida de los ruedos, el 19 de octubre de 1913, festejo en el que alternó con Rafael El Gallo, Antonio Boto Regaterín (que sustituyó a Juan Belmonte) y Gallito, y que se celebró a beneficio de la Asociación Benéfica de Auxilios Mutuos de Toreros, fue sacado de la plaza en hombros de sus compañeros, sobre el fondo de una pancarta en la que los toreros se declaraban agradecidos por la labor benefactora de su presidente. El último toro que lidió, al que cortó una oreja, era de la vacada de García de la Lama y se llamó Cigarrón, curiosamente el mismo nombre del astado de Atanasio Fernández al que muchos años después Sebastián Palomo Linares cortó un rabo, el último que se concedió en el siglo xx en la plaza de Las Ventas.

 

Bibl.: C. L. Olmedo, Bombita en la temporada de 1896, Sevilla, 1897; L. Vázquez y Rodríguez, Ricardo Torres (Bombita chico), Madrid, Tip. Ambrosio Pérez, 1900 (Bib. taurina, III); R. Torres, Ricardo Torres (Bombita chico), Madrid, Imp. Ginés Carrión, 1907 (Bib. Sol y Sombra VII); M. A. Ródenas, Intimidades taurinas y el arte de torear de Ricardo Torres (Bombita), Madrid, Bib. Renacimiento, 1910; Marcelo (seud. de M. Álvarez), Las competencias. Bomba-Gallo. Machaco-Pastor, Madrid, Prudencio Pérez de Velasco, 1911; A. Ramírez, Cinematógrafo taurino temporada de 1913. Los Gallos y los Bombas..., por “Amarguras” y “Gazul”, Sevilla, Artes Gráficas, ¿1913?; M. Serrano García-Vao, Historia taurina de Ricardo Torres (Bombita), Madrid, Hijos de R. Álvarez, 1913; Don Sincero (seud.), La despedida de Bombita, Madrid, Imp. Ed. España, 1913; R. Vigimis, La retirada de “Bombita”. ¿Por qué se la cortó?, Barcelona, Antonio Baeza, 1913; Don Quijote (seud. de J. Díaz de Quijano), La primera fila. Juicio crítico del toreo de Bombita, Machaquito, Pastor y el Gallo, Barcelona, J. Bastra Laborde, 1913; E. Pagés, Bomba, Gallo. ¿Cuál es el peor?, Barcelona, Imp. J. Riera, 1913; Corinto y Oro (seud. de M. Clavo), Se fueron Bomba y Machaco. Otra época del toreo, pról. de Don Modesto (José de la Loma), Madrid, Hispano- Americana, 1914; El Caballero Audaz (seud. de J. M. Carretero Novillo), “Ricardo Torres ‘Bombita’, el torero de las mujeres”, en El libro de los toreros. De Joselito a Manolete, Madrid, Imp. Renacimiento, 1916 (2.ª ed. Madrid, Edic. Caballero Audaz [Sáez], 1947; Madrid, Biblioteca Nueva, 1998, págs. 43-55); Parmeno (seud. de J. López Pinillos), “Lo que sostiene ‘Bombita’”, en Lo que confiesan los toreros. Pesetas, palmadas, cogidas y palos, Madrid, Edit. Renacimiento, 1917 (Madrid, Turner, 1987, págs. 59-64); Reseña de un homenaje. La Cruz de Beneficencia para Ricardo Torres “Bombita”..., 20 de junio de 1923; M. Lasarte de la Fuente, Desde Bombita a Cagancho, pasando por Don Tancredo. Memorias de un aficionado viejo, Madrid, 1927; Curro Algaba (seud.), Ricardo Torres (Bombita), Barcelona, Ed. “El Gato Negro”, 1931 (Los grandes toreros); C. Caamaño, A la memoria de Ricardo Torres. Roma, 20 julio 1879-29 noviembre 1936. Para su hijo Román Torres Regordosa, Barcelona, 1941; J. M. Cossío, Los toros. Tratado técnico e histórico, vol. 3, Madrid, Espasa Calpe, 1943, págs. 950-954; Don Ventura (seud. de V. Bagués), Historia de los matadores de toros, Barcelona, Imp. Castells-Bonet, 1943 (ed. Barcelona, De Gassó Hnos., 1970, pág. 101); E. González Acebal, Bombita y Machaquito (Una época del toreo), Madrid, Los de José y Juan [Versal], 1958; F. Claramunt, Historia ilustrada de la Tauromaquia, Madrid, Espasa Calpe, 1989; D. Tapia, Historia del toreo, vol. 1, Madrid, Alianza Editorial, 1992; N. Luján, Historia del toreo, Barcelona, Destino, 1993 (3.ª ed.); F. Claramunt, Toreros de la generación del 98, Madrid, Tutor, 1998; V. Pérez López, Anales de la plaza de toros de Madrid (1874-1934), t. I (vol. 2) y t. II (vol. 3), Madrid, Unión de Bibliófilos Taurinos, 2004 y 2006; P. Aguado, “El pleito de los miuras”, en VV. AA., Un siglo de toros. 1905- 2005, Madrid, Unión de Criadores de Toros de Lidia, 2005, págs. 12-13.

 

José Luis Ramón Carrión

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