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José Antonio Flórez y Pereyra

Biografía

Flórez y Pereyra, José Antonio. Conde de Casa Flórez (I). Buenos Aires (Argentina), 5.VII.1759 – Madrid, 27.X.1833. Diplomático, militar y mayordomo de semana de Carlos IV y Fernando VII.

Hijo del entonces capitán de fragata Manuel Antonio Flórez Maldonado Martínez de Angulo y Bodquín, que llegó a ser teniente general de la Armada Española y virrey de Nueva Granada y Nueva España, y de la dama bonaerense Juana María Pereyra y González Basualdo. Aunque no se ha localizado su hoja de servicios, por un escrito que en 1826 dirige al gobierno español, se tiene noticia de que se incorporó al real servicio en 1770, es decir, a la edad de once años, como cadete de infantería. No se sabe dónde sentó plaza, aunque Leoncio Gianello, en un artículo escrito en 1980 para el periódico La Nación de Buenos Aires, afirma que estuvo con las fuerzas españolas que apoyaron la insurrección de las colonias inglesas en América del Norte, entre 1779 y 1781.

En 1787 pasó a la Nueva España a desempeñar el cargo de castellano y gobernador del puerto de Acapulco. En estas fechas ostentaba el grado de teniente coronel. Dos años después contrajo matrimonio con la hija única del acaudalado comerciante Gabriel Gutiérrez de Terán, caballero de la Orden de Carlos III. La boda se celebró en la capilla del palacio virreinal de la Ciudad de México, por ser su padre, en esa fecha, virrey de la Nueva España. Por decreto del 18 de mayo de 1790, Carlos IV le otorgó el título de conde de Casa Flórez, libre de lanzas y media anata, tanto por sus méritos como por los de su padre, quien llevaba ya muchos años prestando importantes servicios a la Corona. Posteriormente, al haber obtenido el cargo de mayordomo de Semana del referido Monarca, se radicó en España con su familia, jurando ese empleo el 14 de septiembre de 1791.

En 1808, con motivo de la Guerra de la Independencia, pasó a Zaragoza para desempeñar el destino de mayor general e inspector de Caballería durante el segundo sitio de esa plaza. A la caída de la misma, en febrero de 1809, fue hecho prisionero, junto con el resto de las fuerzas defensoras, y trasladado a Francia, donde permaneció en esa condición hasta 1814. Durante su prisión socorrió a gran número de compañeros, gastando en esto las sumas de dinero que le suministraba su esposa y las que, con su crédito, pudo conseguir. En ese mismo año, fue designado por Fernando VII encargado de negocios ante el gobierno de París. Aunque este nombramiento no tuvo un final feliz, significó un giro en su carrera, pues desde entonces todos sus nombramientos fueron en el campo diplomático, abandonando la carrera militar. No obstante, el 6 de noviembre de 1814 solicitó que se le aplicara el decreto de marzo de 1809, para ascender a teniente general y obtener la condecoración creada por Fernando VII para los defensores de Zaragoza, cosas ambas que se le concedieron.

En París, antes de ser reconocido como encargado de negocios, se vio envuelto en un incidente al obtener el auxilio de la policía para prender al general Espoz y Mina y a tres de sus compañeros, lo que dio lugar a que el gobierno francés le entregara sus pasaportes para que abandonara su territorio.

En 1816 formó parte de la comitiva que recibió en Cádiz a Isabel de Braganza y Borbón, segunda esposa de Fernando VII, para acompañarla hasta Madrid.

Esto propició que su siguiente nombramiento, en 1817, fuera el de embajador extraordinario y ministro plenipotenciario en Río de Janeiro, ante el rey de Portugal, que en esas fechas residía en Brasil debido a las guerras que asolaban al país lusitano. Permaneció ahí hasta 1822, trasladándose después a Lisboa con el mismo cargo.

Su siguiente destino fue la Corte de Viena como ministro plenipotenciario, nombramiento efectuado el 6 de junio de 1823. Permaneció en Viena hasta 1825, siendo nuevamente designado, el 10 de junio de ese año, embajador en Portugal. Su avanzada edad para la época, sesenta y seis años, y su mermada salud, lo obligaron a solicitar en varias ocasiones su remoción del cargo.

Durante el desempeño de sus destinos diplomáticos, en varias ocasiones se quejó no sólo de lo escaso de las asignaciones económicas para el pago de los gastos regulares de la representación diplomática, sino también del atraso en el envío de las mismas. El conde lamentaba no poder sufragar esos gastos de su propio peculio, debido a su mala situación económica, causada principalmente por el caos en que se hallaba sumido México —ya independizado de España— de donde provenían sus principales ingresos. No se trataba de pretextos para no auxiliar al Tesoro español, pues en noviembre de 1825, por conducto de su apoderado, se vio obligado a solicitar al Rey autorización para ceder todos los bienes de la sociedad conyugal, así como su sueldo de mayordomo de Semana, a favor de sus acreedores.

Sus reiteradas peticiones de remoción del cargo de embajador en Portugal fueron finalmente atendidas y llegó a Madrid el 16 de abril de 1827. Después de más de cincuenta años al servicio de España, no volvió a desempeñar ningún otro cargo. Falleció en la capital española el 27 de octubre de 1833.

Aunque debe de existir algún retrato de este personaje, se desconoce su paradero. En cambio existe uno de su mujer, Rafaela Gutiérrez de Terán, que pintó Goya y actualmente se encuentra en el Museo de Arte de São Paulo en Brasil. Vicente López, el sucesor de Goya en la Corte de Madrid, pintó la obra titulada Los hijos del conde de Casa Flórez, actualmente propiedad de sus descendientes.

 

Fuentes y bibl.: Archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores, P99, exp. 4833; Archivo General de Palacio, Fondo Personal, caja 211, exp. 27.

A. Roca de Togores, Una Embajada interesante. Apuntes para su historia (1875-1881), Madrid, Imprenta Alemana, 1913, pág. 337; L. Gianello, [“José Antonio Flórez y Pereyra”], en La Nación (Buenos Aires), 1980.

 

Francisco Zaldívar de Velasco

 

 

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