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Martín Almagro Basch

Biografía

Almagro Basch, Martín. Tramacastilla, Albarracín (Teruel), 17.IV.1911 – Madrid, 28.VIII.1984. Prehistoriador, arqueólogo, museólogo e historiador.

Hijo del veterinario Doroteo Almagro Sevilla y de Josefa Basch Zapater. Casado con Clotilde Gorbea Urquijo, licenciada en Filosofía y Letras, tuvo cuatro hijos: Clotilde, María José, Martín y Antonio, dos de ellos arqueólogos y el último, arquitecto de monumentos.

Hizo las primeras letras en la Escuela de Tramacastilla y Bachillerato en el Colegio de los padres Escolapios de Albarracín. Estudió con beca en las Universidades de Valencia (1928-1930) y Madrid (1930-1932), donde se licenció en Filosofía y Letras y en Derecho (1934). Atraído por H. Obermaier, de quien sería su principal continuador, fue ayudante pensionado de su cátedra y secretario del Seminario de Historia Primitiva del Hombre (1932-1935) y con él realizó el Crucero del Mediterráneo organizado por la Universidad de Madrid en 1933, siendo en esos años miembro de la FUE, de filiación anarco-comunista, y representante de los alumnos. En 1934 se doctoró en Historia con una tesis sobre su tierra, Las alteraciones de las comunidades de Teruel y Albarracín durante el siglo XVI con Premio Extraordinario. En 1935 ingresó en el Cuerpo de Archivos, Bibliotecas y Museos en la Biblioteca de la Facultad para pasar al Museo de Mahón. Atraído hacia la Prehistoria por H. Obermaier, obtuvo una beca de la Junta para Ampliación de Estudios en 1935 y se formó en Viena en 1935 con O. Menghin y R. Pittioni y después en Marburgo con G. von Merhart, W. Koppers, P. W. Schmidt, E. Sprokoff, H. Möbius y P. F. Jacobsthal, estudiando Arqueología, Prehistoria y Etnología, hasta que estalló la Guerra Civil y, en octubre de 1936, animó a Antonio Tovar a acudir a la España Nacional, aunque todavía volvería a Alemania en 1942 pensionado por la Alexander von Humboldt Stiftung.

En Salamanca colaboró con Hedilla en la formación de los cuadros militares de la Falange, pero acabó en prisión por oponerse al Decreto de Unificación de la Falange. Desilusionado del ambiente de Salamanca, hizo el curso de alférez provisional de Infantería en Granada (1938) y combatió en los frentes de Aragón, Madrid y Extremadura y en la toma de San Sebastián, Bilbao y Barcelona. Fue evacuado por baja al Cuartel General de Salamanca y colaboró con Dionisio Ridruejo en el Servicio de Propaganda, pasando a dirigir el diario Hierro de Bilbao. Pero sus tendencias y amistades le inclinaron hacia posturas monárquicas, si bien siempre mantuvo su independencia y nunca más quiso intervenir de forma directa en política.

Finalizada la guerra, emprendió la tarea de reactivar la Arqueología Española en las difíciles circunstancias políticas y económicas de aquellos duros años.

Ganó, por oposición, la cátedra de Historia Antigua Universal y de España de la Universidad de Santiago (25 de octubre de 1940), pero pasó a ocupar la de Prehistoria e Historia Antigua Universal y de España en la Universidad de Barcelona, vacante por el exilio de P. Bosch Gimpera (1939, concurso de traslado en 1943). Intervino en 1939 en la recuperación de los bienes saqueados y sacados de España por la República y se ocupó de la restauración de monumentos como comisario del servicio de defensa del Patrimonio Artístico de Levante (1947-1966). Al mismo tiempo, como facultativo de Museos, fue nombrado director del Museo Arqueológico de Barcelona (1936- 1956), que organizó e instaló, creó los servicios y la biblioteca especializada y fundó la primera revista en Cataluña especializada en Prehistoria y Arqueología, Ampurias, que dirigió de 1939 a 1969 y que convirtió en una de las más importantes de Europa. En esa labor de impulso a la investigación, creó y dirigió la Sección de Barcelona del instituto Diego Velázquez en 1943 y, como director del Servicio de Investigaciones Arqueológicas de Barcelona, desde el Museo Arqueológico y su cátedra de Prehistoria llevó a cabo una labor de renovación que acogió a cuantos quisieron colaborar y permitió que ya en 1939 funcionara normalmente el museo y saliera la revista Ampurias como órgano de un eficaz centro científico, años después publicó, con J. Colominas y J. C. Serra-Ráfols, discípulos de P. Bosch Gimpera, la Carta Arqueológica de Barcelona (1947) y con él se formaron e hicieron su tesis doctoral los componentes de la llamada “Escuela de Barcelona” de la segunda mitad del siglo XX, como J. Maluquer de Motes (1945), P. de Palol (1948), M. Tarradell (1949), A. Arribas (1951, con A. del Castillo), A. Balil (1957), G. Trías (c. 1963) y A. M.ª Muñoz (1964, finalizada con J. Maluquer), que conforman una generación muy representativa de la Prehistoria y Arqueología españolas al aplicar en sus cátedras el modelo de trabajo de M. Almagro Basch, que a su vez procedía de H. Obermaier, sin olvidar en esos años a los miembros del Cuerpo Facultativo de Archivos, Bibliotecas y Museos, como T. Basora, F. Solsona, M.ª Petrus y M.ª L. Vilaseca, entre otros.

En esos años reemprendió e impulsó las excavaciones de Ampurias. Creó su Museo monográfico, que llegó a ser el más visitado de España, y organizó el centro y su área de protección con clara visión de futuro, creando el parque arqueológico que ha permitido su desarrollo ulterior. También publicó las primeras monografías científicas sobre Ampurias (1951), dedicadas a Las fuentes escritas (1951), Las inscripciones (1952) y Las Necrópolis (1953-5), y en 1947, con L. Pericot, creó los Cursos de Ampurias.

Bajo su dirección (1947-1964) y en colaboración con N. Lamboglia del Istituto Internazionale di Studi Liguri y de otros prestigiosos colegas, se convirtieron en referencia internacional de la Arqueología del Mediterráneo Occidental y renovaron en España la metodología y la arqueología de campo.

Sus contactos internacionales, en especial en Italia, con N. Lamboglia, M. Pallottino, G. Lilliu, P. Graziosi, G. Bovini, etc., le permitieron en los difíciles años de la posguerra española y europea intercambiar excavaciones y formar a sus discípulos en el extranjero.

M. Almagro dirigió las primeras excavaciones españolas en el extranjero, en la Caverna dei Pipistrelli, en Liguria (1955-1957) y en el santuario de Gabii, junto a Roma (1954-1967), como director de Arqueología de la Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma, cargo que dejó por nombrarse como director de la Escuela a un jurista, M. García Garrido, por ser del Opus Dei. En esos años también destacan sus Misiones Arqueológicas al Sahara Occidental (1944), que reanudó en los años 1970, y su colaboración con A. García Bellido en la creación del Instituto Español de Arqueología Rodrigo Caro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), del que fue jefe del Departamento de Prehistoria (1946), subdirector (1951) y director de su Sección de Barcelona. También en 1949 funda y dirige hasta su muerte el Instituto de Estudios Turolenses y su revista científica Teruel, que constituyó un ejemplo en los estudios locales, y funda igualmente el Museo de Teruel.

En 1954 ganó por oposición la cátedra de Prehistoria en la Universidad de Madrid, vacante desde la renuncia de H. Obermaier al haberla ocupado su ayudante J. Martínez Santa-Olalla. Entre sus alumnos de Madrid, cabe señalar a profesores de Prehistoria y Arqueología como C. Alfaro, M. Almagro-Gorbea, J. M.ª Apellániz, R. de Balbín, M.ª Belén, F. Bernaldo de Quirós, V. Cabrera, A. Castiella, D. Asquerino, V. Fernández Martínez, M. Fernández-Miranda, J. P. Garrido, J. L. González Arpide, H. Losada, M.ª R. Lucas Pellicer, A. Marcos Pous, C. Martín de Guzmán, A. Moure, E. Orta, M.ª A. Querol, etc., además facultativos de Museos, como M.ª J. Almagro- Gorbea, J. L. Argente, M. Berges, C. Cacho, R. Donoso, C. Enseñat, F. Fernández Gómez, A. Limón, M.ª C. Pérez Díez, M. Santonja, A. M.ª Vicent, J. Zozaya, etc., e investigadores del CSIC, como L. Caballero, P. López, R. Olmos, C. Veny, etc. Gracias al prestigio que logró para la Prehistoria, esta disciplina se incluyó como asignatura obligatoria (1955) en la enseñanza de Historia en todas las universidades españolas.

En 1956, pasó por traslado a conservador de la Sección de Prehistoria del Museo Arqueológico Nacional (1956), donde fue nombrado por concurso director (1969), dedicándose con todo tesón hasta el final de su vida administrativa, en 1981, a su modernización, pues lo amplió, reorganizó la administración, almacenes y salas de exposición y lo convirtió en un gran centro de la arqueología europea. En esta institución creó y dirigió (1954-1981) el Instituto Español de Prehistoria del CSIC y, en colaboración con el museo y la universidad, como había hecho en Barcelona, organizó una gran biblioteca especializada y un centro de trabajo modélicos, dirigiendo publicaciones como las monografías Bibliotheca Praehistorica Hispana (1958) y la serie (1960), después revista (1969), Trabajos de Prehistoria, que pasaron a ser la mejor referencia de la Prehistoria española. Nombrado comisario general de Excavaciones Arqueológicas (1962- 1973), reorganizó las excavaciones, racionalizando su gestión y, gracias a la ayuda del director general de Bellas Artes y amigo, F. Pérez Embid, y del eficaz secretario F. Fernández Gómez, las excavaciones en España recibieron un impulso sin precedentes en su financiación y control, en su publicación y en la previsora adquisición de numerosos yacimientos para su estudio y custodia para el futuro, como Baelo (Cádiz), Cástulo (Jaén), Ercávica (Cuenca), Medellín (Badajoz), Munigua (Sevilla), Numancia (Soria), Pollentia (Mallorca), Segóbriga (Cuenca), Tiermes (Soria), Valeria (Cuenca), etc. También procedió a proteger decenas de cuevas de arte rupestre, tarea que ya había iniciado en 1935 en Albarracín (Teruel). En 1980 fue nombrado presidente de la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de Obras de Arte y, tras su jubilación, presidente del Patronato del Museo Arqueológico Nacional.

Escribió cerca de cuatrocientos artículos en revistas especializadas e importantes monografías sobre Prehistoria y Arqueología de la Península Ibérica y áreas adyacentes y sobre Arte e Historia Medieval y Moderna de Albarracín y Teruel. También fue autor de importantes síntesis, como su Introducción a la Arqueología (1947), su monumental Prehistoria (1960), la Introducción al estudio de la Prehistoria y de la Arqueología de Campo, etc., que se convirtieron en manuales utilizados por generaciones de estudiantes y amantes de la arqueología.

Entre sus más destacados estudios científicos están los dedicados al Paleolítico y al Arte Rupestre, en especial el Levantino. Escribió la mejor síntesis durante años sobre el Paleolítico español (1947), desde sus primeros años se sintió atraído por el Arte Prehistórico, siguiendo la huella de H. Obermaier, tema al que dedicó más de treinta publicaciones y encabezó la tesis de los especialistas contrarios a la cronología paleolítica del Arte Levantino que defendían H. Breuil, H. Obermaier y P. Bosch Gimpera. Con especial empeño financió y dirigió el Corpus de Arte Rupestre Levantino (1971-1976), aunque no llegara a publicarlo, una idea de H. Obermaier y L. Frobenius que llevó a cabo con el fotógrafo F. Gil Carles para documentar y preservar sus pinturas, reconocidas años después como Patrimonio de la Humanidad.

Estudió el megalitismo y, con su alumno A. Arribas, llevó a cabo la excavación (1953-1957) y publicación de Los Millares, Almería, aunque sus interpretaciones difusionistas pronto quedaron superadas a partir de los años 1960. Obras clásicas son sus estudios sobre las Estelas decoradas extremeñas (1966) y La Invasión Céltica en España, en la que propuso una invasión única indiferenciada, frente a las diversas oleadas de P. Bosch Gimpera. Realizó importantes aportaciones sobre las colonizaciones, en especial en Ampurias, donde representa el momento más destacado de la valoración científica y cultural del yacimiento, y también sobre el origen del mundo ibérico, gracias a sus estratigrafías en Ampurias, defendiendo sus raíces focenses y, más tarde, orientalizantes. Al pasar a Madrid se dedicó con el mismo acierto a excavar y proteger los grandes conjuntos arqueológicos, como Mérida, en colaboración con su amigo y compañero J. Álvarez Sáenz de Buruaga, y Segóbriga, donde, con ayuda de F. Suay, creó un museo monográfico y el Museo Arqueológico de Cuenca.

M. Almagro ha sido también el primer arqueólogo español que ha realizado misiones y excavaciones en el extranjero. En los años 1940 dirigió misiones arqueológicas en el Sahara Occidental, que reanudó en los años 1970; de 1950 hasta 1968 dirigió las excavaciones españolas en Liguria y Gabii, en las que participaron multitud de arqueólogos españoles. Aún más repercusión tuvo la Misión Arqueológica Española en las Campañas para el Salvamento de Nubia. Con su eficacia logró publicar once volúmenes de monografías (1963-1968), que constituyeron un éxito internacional de la nueva Arqueología Española, hasta entonces ausente de esos campos y sin tradición de estudios en los mismos, por lo que M. Almagro Basch puede considerarse el creador de la egiptología en España, aunque no fuera egiptólogo. En reconocimiento, logró la excavación de Heracleópolis Magna en Egipto, que proseguirían F. Presedo y su alumna M.ª C. Pérez Díez, y su prestigio y gestiones personales fueron la clave para que el Gobierno egipcio de Gamal Abdel Nasser donara a España el templo de Debod, que instaló en el Parque de La Montaña de Madrid con el arquitecto A. Almagro. En años sucesivos, hasta su fallecimiento, dirigió las misiones arqueológicas de Jordania (1971), siempre con la idea de facilitar la formación de los jóvenes estudiosos y de mantener a España en la Ciencia Internacional.

Igualmente fueron muy numerosas sus conferencias en España y en el extranjero y sus comunicaciones a multitud de congresos nacionales y extranjeros de las diversas especialidades en que actuó. Sus cualidades personales, su magisterio, su vocación por la investigación y la gestión administrativa, su eficacia en todos los trabajos que combinaba con sentido del humor, a pesar de su fuerte carácter, reflejo de su vitalidad y humanidad, fueron siempre un modelo de eficacia y de integridad profesional que supieron apreciar los colaboradores de que se sabía rodear, por lo que con él finaliza una etapa de la Prehistoria y de la Arqueología españolas del siglo XX, sin la que no se entiende su desarrollo posterior.

Su personalidad y su obra le hicieron acreedor de numerosas distinciones. Fue profesor honorario del Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid.

Miembro del Comité de Honor de la Unión Internacional de Ciencias Prehistóricas y Protohistóricas; miembro de honor (1979) del Deustches Archeologisches Institut, de la Physikalisch-Medizinische Geschelschaft zu Erlangen (1957) y de la Société Prehistorique de l’Ariège. Presidente del Istituto Internazionale di Studi Liguri, del Instituto de Estudios Madrileños (1984) y fundador y presidente de la Asociación de Orientalistas Españoles (1962); miembro de la Accademia dei Lincei (1983); correspondiente de la Hispanic Society of America (1940), Real Academia de la Historia (1944), Akademie der Wissenschften und der Literatur, de Mainz (1951), Real Academia de Córdoba (1965); Centro Internazionale di Studi Sardi; Istituto di Studi Etruschi, de Florencia (1954), Istituto di Paleontologia, de Roma (1954), Instituto Paraguayo de Investigaciones Históricas (1962); Sociedad Chilena de Antropología (1962), etc.; Premio “Raimundo Lulio” por La invasión céltica de España (1944), Francisco Franco de la Alta Comisaría de Marruecos por la Prehistoria de Marruecos, Bernardino Gómez de Miedes, de Alcañiz (1952), Martorell, del Ayuntamiento de Barcelona (1952) y Bernardino Zapater, del Ayuntamiento de Albarracín.

Doctor honoris causa por la Universidad de Burdeos (1977). Encomienda con Placa de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio (1965) y de la Gran Cruz del Mérito Civil (1968). Medaglia Culturale d’Oro del Ministero d’Affari Esteri de Italia (1965). Palmas académicas francesas de Oficial (1971). Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (1972). Gran Cruz de Servicios Distinguidos de la República Federal de Alemania (1981). Homenajeado por la Institución Fernando el Católico de Zaragoza (1981).

 

Obras de ~: Introducción a la Arqueología. Las culturas prehistóricas europeas, Barcelona, Apolo, 1941 (reed. 1947); Prehistoria del Norte de África y del Sahara Español, Barcelona, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Instituto de Estudios Africanos, 1946; con J. Colominas y J. C. Serra-Ráfols, Carta Arqueológica de España, Barcelona- Madrid, CSIC, Instituto Diego Velázquez, 1947; “El Paleolítico español”, en R. Menéndez Pidal, I,1. España Prehistórica, Madrid, Espasa Calpe, 1947, págs. 243-485 (reed.); “Arte prehistórico”, en Ars Hispaniae I, Madrid, Plus Ultra, 1947, págs. 11-133; Ampurias. Historia de la ciudad y guía de las excavaciones, Barcelona, Instituto Rodrigo Caro del CSIC, Servicio de Investigaciones Arqueológicas de la Diputación Provincial, 1951; Las fuentes escritas referentes a Ampurias, Barcelona, Instituto de Prehistoria Mediterránea y Sección de Arqueología del Instituto Diego Velázquez, 1951; Las inscripciones ampuritanas griegas, ibéricas y latinas, Barcelona, Diputación Provincial, CSIC, 1952; “La invasión céltica en España”, en R. Menéndez Pidal, II,1, España Protohistórica, Madrid, Espasa Calpe, 1952, págs. 1-278 (reed.); Las necrópolis de Ampurias, I-II, Barcelona, Imprenta Casa Caridad, 1953-1955; El Museo Arqueológico de Barcelona. Guía de los Museos de España, II, Madrid, Dirección General de Bellas Artes, 1955; con A. Beltrán y E. Ripoll, La Prehistoria del Bajo Aragón, Zaragoza, 1956; Mérida. Guía de la ciudad y de sus monumentos, Mérida, Dirección General de Bellas Artes, Diputación Provincial de Badajoz, 1957 (reed. hasta 1981); Historia de Albarracín y su Sierra. III. El señorío soberano de Albarracín bajo los Azagra, Teruel, 1959 y IV, El señorío soberano de Albarracín bajo la casa de Lara, Zaragoza, Teruel, 1964; Prehistoria. Manual de Historia Universal, I, Madrid, Espasa Calpe, 1960 (reeds.); Introducción al estudio de la Prehistoria, Madrid, Guadarrama, 1960 (reed. como Introducción al estudio de la Prehistoria y de la Arqueología de Campo, 1983, 8.ª ed.); con L. M.ª Llubiá Munné, La cerámica de Teruel, Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, 1962; con A. Arribas, Excavaciones en el poblado y necrópolis megalíticos de Los Millares (Bibliotheca Praehistorica Hispana 8), Madrid, CSIC, 1963; Ampurias: Guía breve de las excavaciones y museo. Barcelona, Casa Provincial de Caridad, 1963; Las Estelas decoradas del Sureste peninsular (Bibliotheca Praehistorica Hispana 8), Madrid, Instituto Español de Prehistoria y Seminario de Historia Primitiva del Hombre, 1966; con M. Almagro-Gorbea, Estudios de Arte Rupestre Nubio. I (Memorias de la Misión Arqueológica en Egipto X), Madrid, 1968; Segóbriga, ciudad celtibérica y romana. Guía de las excavaciones y museo, Madrid, Dirección General de Bellas Artes y Archivos, 1975 (reeds. 1978, 1986, 1990); con L. Caballero, J. Zozaya y A. Almagro, Qusayr ‘Amra. Residencia y bakos omeyas en el desierto de Jordania, Madrid, Instituto Hispano-árabe de Cultura, 1975; “Las vicisitudes de la diócesis de Albarracín y Catálogo de sus obispos”, en Teruel (1976), págs. 11-30; (dir.), La prehistoria y arqueología de la Península Ibérica, Madrid, Universidad Nacional, 1976 (reeds. 1977, 1983, 1985 y 1986); Segóbriga I. Los textos de la antigüedad sobre Segóbriga y las discusiones acerca de la situación geográfica de aquella ciudad (Excavaciones Arqueológicas en España 123), Madrid, Ministerio de Cultura, 1983; Segóbriga II. Inscripciones ibéricas, latinas paganas y latinas cristianas (Excavaciones Arqueológicas en España 127), Madrid, Ministerio de Cultura, 1984; Las alteraciones de Teruel, Albarracín y sus comunidades en defensa de sus fueros durante el siglo XVI, Teruel, Instituto de Estudios Turolenses, 1984.

 

Fuentes y bibl.: Archivo General de la Administración, Sección de Educación y Ciencia, Expediente personal, legs. 8793-52, 9353-46, 9.248-88 y 9.951-61; Expediente Personal de Catedrático Universidad, leg. 47.067-2.

A. Palau, Manual del librero hispanoamericano, vol. I, Barcelona, A. Palau, 1948, pág. 216, n.º 7.465-7.467; A. Beltrán, “Biobibliografías arqueológicas: el profesor Almagro”, en Caesaraugusta, 6 (1955), págs. 253-267; P. Parra Garrigues, Historia de la Facultad de Filodofía y Letras de la Universidad de Madrid, Madrid, C. Bermejo, 1956, págs. 80-90; A. Ruiz Cabriada, Biobibliografía del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, 1858-1958, Madrid, Junta Técnica de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1958, págs. 22- 30, n.º 348-498; G. Díaz Plaja (ed.), Quién es quién en las letras españolas, Madrid, Instituto Nacional del Libro, 1969, pág. 21; P. Fibla, “Almagro Basch (Martín)”, en Enciclopedia Universal Ilustrada. Suplemento 1965-1966, Madrid, Espasa Calpe, 1970, pág. 226; Diccionario Biográfico Español Contemporáneo I, Madrid, Círculo de Amigos de la Historia, 1970, pág. 30; M. García Venero, en M. Hedilla Larrea (dir.), Testimonio de Manuel Hedilla. Segundo Jefe Nacional de Falange Española, Barcelona, Editorial Acervo, 1972, págs. 314, 409, 472 y ss.; D. Ridruejo en C. Armando Gómez (ed.), Casi unas memorias, Barcelona, Planeta, 1976, págs. 90 y 99; E. Sáez y M. Rosell, Repertorio del Medievalismo Hispánico, I, Barcelona, Ed. El Albir, 1976, pág. 37; M. Almagro- Gorbea (ed.), El Santuario de Juno en Gabii, Roma, CSIC, 1982, págs. 17-18 y 21-27; VV. AA., Homenaje al profesor Martín Almagro Basch, Zaragoza, CSIC, Institución Fernando el Católico, Diputación Provincial de Zaragoza, 1981; R. Alcalá, “Presentación”, en Teruel (Homenaje al Prof. Martín Almagro Basch), 66 (1983), págs. 9-13; M.ª C. Pérez Die, “Excavaciones y restauraciones en Oriente Próximo y África del Norte”, en Índice Cultural Español, 11 (1983), págs. 11-58; VV. AA., Homenaje al Prof. Martím Almagro Basch, I-IV, Madrid, Ministerio de Cultura, 1983; M. Almagro- Gorbea, “Necrológica”, en Italica, Cuadernos de Trabajos de la Escuela Española de Historia y Arqueología en Roma, 17 (1984), págs. 5-8; P. Atrián, “In memoriam. Martín Almagro Basch (Tramacastilla, 1911-Madrid, 1984)”, en Teruel, 72 (julio-diciembre, 1984), 2 págs.; E. Ripoll y Perelló, “Prof. Dr. Don Martín Almagro Basch (1911-1984)”, en Boletín del Museo Arqueológico Nacional, 2, 1 (1984), págs. 5-13; “Martín Almagro Basch (Tramacastilla, 1911-Madrid, 1984)”, en Trabajos de Prehistoria, 41 (1984), págs. 11-16; E. Vegas Latapié, “Don Martín Almagro Basch”, en Verbo, 229-230 (1984), págs. 1120-1123; J. Simón Díaz, “Don Martín Almagro Basch”, en Anales del Instituto de estudios Madrileños, XXII (1984), págs. 551-554; B. Muniesa, “Almagro Basch (Martín)”, en VV. AA., Enciclopedia Universal Ilustrada. Suplemento 1983-1984, Madrid, Espasa Calpe, 1987, pág. 935; J. Cortadella Morral, “M. Almagro Basch y la idea de la unidad de España”, en Studia Historica, VI (1988), págs. 17-25; F. J. Martín Valentín, “Notas para una historia de la egiptología en España”, en Boletín de la Asociación Española de Egiptología, 4-5 (1992-1994), págs. 184-185; R. Castelo Ruano et al., Julio Martínez Santa-Olalla. Crónicas de la cultura arqueológica española, Madrid, Stock Cero, S.A., 1995, págs. 19-20; A. Velázquez Jiménez, “José Álvarez Sáenz de Buruaga”, en Boletín del Museo Arqueológico Nacional, 13 (1995), págs. 158- 159; M.ª J. López Grande, “Los estudios de egiptología en España y la Asociación Española de Orientalistas”, en G. Mora y M. Díaz-Andreu, La cristalización del pasado, Málaga, Servicio de Publicaciones de la Universidad de Málaga, 1997, págs. 721-728; M. Díaz-Andreu, “Arqueólogos españoles en Alemania en el primer tercio del siglo XX. 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Martín Almagro Gorbea

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